Un Giro En El Tiempo - Guido Pagliarino 6 стр.


También se sabía que la cronoastronave 9 no era muy moderna, como señalaba el número bajo de serie, por lo que no resultaban inverosímiles problemas imprevistos, a pesar de los constantes trabajos de manutención.

Como suponía Faro, según los oficiales ingenieros de la 22, la nave y sus seres humanos no se habían visto afectados por el giro en el tiempo (como lo había llamado Margherita) porque la cápsula había vuelto más allá del espacio-tiempo en torno a 2A Centauri y eso les hacía suponer, también como había pensado Valerio, que el desorden temporal no lo había causado la cápsula sino otra crononave que, antes de 2133, habría modificado accidentalmente el futuro a causa de cualquier infortunio.

La comandante había entendido finalmente que si la calamidad se hubiera debido a la cronoastronave 22 en la reentrada en órbita, los más verosímil habría sido que todas sus computadoras y los seres humanos que transportaba hubieran cambiado convirtiéndose en parte del mundo nazi.

Ahora se trataba de saber cuántas y cuáles expediciones históricas, seguramente entre las que ya hubieran vuelto antes de que la cápsula 22 hubiera abandonado nuestro mundo, habían saltado al pasado durante el breve lapso de tiempo en la Tierra entre la partida y retorno de la nave de Margherita: ¿solo la del profesor Monti y sus equipos con la nave 9 o tal vez alguna más?

También era importante considerar, como había señalado Valerio después de haber reflexionado posteriormente, una posibilidad distinta de la de un solo universo transformado por accidente, la de los universos paralelos: se trataba de una conjetura seria para muchos astrofísicos, mantenida durante decenios entre las teorías más disparatadas que todavía no se habían verificado ni siquiera experimentalmente; si esa hipótesis fuera cierta, no habría sido un giro en el tiempo que habría modificado el futuro de la Tierra, sino que la cronoastronave 22 habría saltado en un momento concreto, por un error de maniobra o un problema en el aparato Cronos, a un universo paralelo bastante cercano al de la Tierra, otro cosmos en el que subsistía una Tierra alternativa nazi en lugar de nuestro mundo y, en este caso, habría sido cierto lo que había temido Margherita: la causa habría sido la propia nave.

Se había discutido.

Valerio había dicho en un determinado momento: “Supongamos una pluralidad inconmensurable de universos, teniendo cada uno en su origen una sola decisión; por ejemplo, un cosmos deriva de mi resolución de ir a cierto lugar donde me espera un accidente que me mata, mientras que si no voy sigo vivo y no aparece ese universo; bien, como historiador y como filósofo me pregunto si la multiplicidad de universos es solo hipotética y siempre hay realmente solo un único universo originado, poco a poco, por las decisiones verdaderamente tomadas y, en particular, si cada persona vive en muchos de ellos, es decir, que haya un yo para cada posible decisión propia o de otros y para cada acontecimiento influyente y por tanto existe en Tierra y Tierra alternativa y Otra Tierra y así sucesivamente. ¿Cada uno de estos hechos y decisiones crea un nuevo universo real o no? Con respecto a nosotros, en este mundo nazi, ¿existen nuestros alter egos?”

Había intervenido el antropólogo Jan Kubrich: “A ver si lo he entendido bien, Valerio: por ejemplo, en un caso le cae en la cabeza a un peatón un tiesto y lo mata, esa persona muere y punto y no hay otro universo el que no reciba el golpe y siga vivo y esta segunda posibilidad resulta ser por tanto hipotética; por el contrario, en el otro caso hay dos universos paralelos concretos, donde la maceta cae y no cae respectivamente y la persona en realidad muere en uno y sigue viva en el otro. ¿Es así?”

“Sí. Ahora os dibujo dos ejemplos gráficos, Jan.” Valerio se había acercado a la computadora más cercana y había dibujado electrónicamente un par de esquemas a su aire, luego había dicho: “Representamos con la línea continua las situaciones realmente existentes y con la línea de puntos las que solo son hipotéticas y no se producen y, simplificando al máximo, nos podemos preguntar si sería así, como en este esquema A,


o más bien así, como en el siguiente esquema B,


y usando como ejemplo mi caso personal, podemos preguntarnos si solo existe el Valerio Faro que os está hablando, siguiendo la línea continua del esquema A, es decir un yo mismo existente sobre esta Tierra alternativa nazi real y única o hay también otro sobre nuestra Tierra no nazi, por decirlo así, siguiendo el gráfico B, que haya un Valerio Faro que vive al mismo tiempo a lo largo de dos líneas continuas paralelas: un yo sobre la Tierra y otro sobre la Tierra alternativa. En el caso de que exista solo en la Tierra alternativa, es decir, si es verdadero el gráfico A, la Tierra que conocíamos ya no existe, solo puede colocarse idealmente en una de las líneas de puntos de ese mismo gráfico A, una línea solo hipotética, que se ha convertido en inexistente”.

Entonces había intervenido la comandante: “Los dos Valerio Faro, o las dos Margherita Ferraris y así cada uno de nosotros, en este momento, podríamos sin embargo no estar en dos líneas continuas como en el esquema B, sino sobre una línea continua según el gráfico A, es decir, sobre la línea que en el mismo gráfico representa la Tierra nazi; en otras palabras, tú y yo aquí en la cápsula y Valerio y Margherita número 2 allí en el mundo: ambos en la misma Tierra alternativa y por tanto podría haber un doble de cada uno de nosotros en la Tierra alternativa”.

Él había considerado. “... y yo te complico aún más las cosas: podría haberse producido un desdoblamiento de la cápsula con todos sus pasajeros, con lo que podría haber vuelto una nave 22 sobre nuestra Tierra en paralelo a la llegada a la Tierra alternativa de esta nave 22 en la que estamos ahora, más bien esta nave 22 alternativa; en tal caso, los Valerio Faro, por limitarme a mí, podrían ser, no dos, uno en la Tierra y otro en la Tierra alternativa, sino incluso tres, dos aquí y uno sobre nuestra Tierra. En cambio, si no hay universos paralelos, es decir, si se excluye del todo el esquema B y se acepta como verdad solo el A, existe la posibilidad de que yo sea el único Valerio Faro, Margherita Ferraris la única Margherita Ferraris, etcétera, quedando siempre viva la hipótesis de aquel inoportuno Valerio Faro número 2, de una Margherita Ferraris número 2 y de un alter ego para cada uno de nosotros en algún lugar de ahí abajo”.

“Es para volverse loco, Valerio”.

“Sí, Margherita, pero nos queda el hecho de que es lógico apostar por el caso que nos resulta menos desfavorable, aquel de los caminos históricos imaginarios a los lados de una única vía real, como en el esquema A, siguiendo el cual tiene sentido razonar sobre el ser y disponer acciones para cambiar las cosas; en el otro caso, no, porque todo lo posible se ha producido, existe realmente en el tiempo a lo largo de un número incalculable de caminos para innumerables encrucijadas”.

“Dejamos la idea de que tal vez en esta Tierra haya un Valerio alternativo, una Margherita alternativa y así con todo”, había dicho la comandante, “y nos concentramos en lo positivo: ¡si estamos ahora sobre la línea continua del gráfico A, donde la Tierra ha convertido por un accidente del pasado en una Tierra nazi alternativa y por tanto no hay universos paralelos, podemos hacer que las cosas vuelvan a ser como antes!”.

“Dejamos la idea de que tal vez en esta Tierra haya un Valerio alternativo, una Margherita alternativa y así con todo”, había dicho la comandante, “y nos concentramos en lo positivo: ¡si estamos ahora sobre la línea continua del gráfico A, donde la Tierra ha convertido por un accidente del pasado en una Tierra nazi alternativa y por tanto no hay universos paralelos, podemos hacer que las cosas vuelvan a ser como antes!”.

Silencio.

“Sí, señores, yendo al único pasado y actuando para que se convierta en punteado, es decir, en solo hipotético, el trazo continuo nazi y haciendo que se convierta por el contrario en continuo, es decir, en real, lo que después del giro en el tiempo se ha convertido en punteado, es decir, aquel mundo democrático que conocemos y que por el momento ya no existe, pero necesitamos recuperar”.

Había intervenido por primera vez la investigadora Anna Mancuso, dirigiéndose al propio director y amigo profesor Faro: “Por desgracia, Valerio, me temo que nunca será posible establecer con seguridad si es verdad el esquema A o el esquema B. Si, por una desdichada posibilidad, los universos paralelos del esquema B fueran reales, si fuéramos al pasado y elimináramos la causa del giro en el tiempo sería posible que esta Tierra nazi alternativa no dejara de existir, sino que sencillamente nosotros, en ese momento, al saltar a un universo donde el nazismo no haya vencido y donde recuperáramos, en el año 2133, nuestra sociedad perdida al partir hacia 2A Centauri, no nos acordaríamos de la existencia de una Tierra alternativa ni del hecho de haber vuelto sencillamente a lo largo del paralelo binario donde está nuestra Tierra”.

Valerio: “Sí, estoy de acuerdo, Anna; en todo caso, es una cuestión de mera fe, un poco como las decisiones que toman todos más o menos inconscientemente, incluidos nosotros los científicos, de estar en el mundo o de ser un mundo. No es en realidad posible demostrar que el solipsismo sea verdadero o falso”.

“El solip... ¿qué?”, había preguntado el ictiólogo Elio Pratt, más formado en disciplinas científicas que en asuntos humanísticos.

Le había respondido: “El solipsismo, palabra que deriva de los términos latinos ‘solus’, ‘solo’, e ‘ipse’, ‘uno mismo’, y que significa por tanto ‘solo uno mismo’ es esencialmente la idea metafísica de que todo lo que existe es creado por la conciencia de la persona y no es objetivo. Por ejemplo, si fuera verdad la tesis solipsista, yo estaría solo en la mente de quien me esté escuchando, no sería un Valerio Faro real y evidentemente para mí seríais los productos de mi mente, no seríais objetivos, solo yo existiría realmente y, por decirlo así, os crearía en mi propio interior. El hecho es que es imposible demostrar experimentalmente si el solipsismo es verdadero o falso o por el contrario, demostrar que es verdadera o falsa la realidad del mundo, porque también el experimento y sus presuntos resultados podrían ser meras creaciones del yo: es solo un acto de fe lo que nos hace creer que somos parte de un mundo objetivo y, por tanto, que puede conocerse gracias a la experiencia”.

Había intervenido el pragmático Jan Kubrich: “Con todo, querido Valerio, solipsismos aparte, para mí lo esencial es que este yo mío que está hablando acabe volviendo a la sociedad que ha dejado; si hubiera otros yos innumerables en otros universos paralelos, nunca los llegaría a conocer y por tanto no me podrían importar”.

Anna le había dicho: “Si embargo, a mí me importaría muchísimo saberlo, aunque lo considere imposible en esta vida: en el más allá, si acaso; y por cierto, ¿te das cuenta, Jan?, se plantea un problema teológico esencial...”.

“... no, la teología, no ¡apiádate de mí!”, le había interrumpido sonriente y simulando alarmarse el antropólogo, que a pesar de encontrarse, como todos, en una situación de alta tensión, parecía tener ganas de bromear, igual que Anna tenía el deseo, a pesar de todo, de discutir sobre teología, tal vez ambos queriendo aliviar la tensión existente.

“Hm... pero”, había dicho Anna, que no había entendido el intento de broma: “pensaba que sería interesante, Jan”.

“Perdóname”, le había contestado Kubrich, “solo bromeaba: si solo dependiera de mí, de verdad que te escucharía encantado”.

Pensando que las divagaciones tal vez fueran buenas para aliviar la ansiedad de todos, la comandante había tolerado “... pero sí, Anna, te escuchamos”.

“Bueno, estaba a punto de decir antes que, tomando como verdadera la conjetura, que para mí es terrible, de los múltiples universos reales, la misma persona tiene al tiempo méritos y deméritos morales diferentes, de acuerdo con el universo en el que esté, será más o menos bueno o malo, de lo que se deduce que cada una de sus decisiones será más o menos altruista o más o menos egoísta; así que, en su caso más extremo, el mismo sujeto, pongamos un Francisco de Asís, en una dimensión temporal ha sido honrado hasta la santidad (objetivo trascendente: la salvación eterna) pero ha sido completamente malvado en un universo en el otro extremo, por tanto destinado a la muerte eterna sin resurrección en Dios, en otras palabras, a la condena eterna”.31

“Sí, Anna”, Valerio había recuperado el turno de palabra, “pero aparte del discurso sobre el paraíso y el infierno que solo nos interesa a los creyentes, la idea de múltiples universos es de por sí terrible: en el caso de múltiples universos reales, el yo, parafraseando a Pirandello, aunque sea subjetivamente y no en juicios subjetivos de otros, uno y cien mil o miles de millones, podríamos decir que no es en el fondo nada,32 porque si existe todo lo que es posible, si la persona es millares y millones de individuos en otros tantos universos y no una sola, no es un yo y por tanto resulta absurdo y también contrario a la humanidad: el hombre resulta ser un cero. Para mí es inaceptable y creo, como Einstein, que Dios no juega a los dados y por tanto pongo mi fe en un único universo”.

“También yo, evidentemente”, había corroborado Anna.

La comandante: “Por tanto, ahora se trata de actuar en el pasado para cambiar este, esperemos, único universo y devolverlo a la condición anterior al giro en el tiempo”.

Se había preguntado a las memorias de las calculadoras de a bordo de la cápsula.

La computadoras habían respondido que en el momento del salto cronoespacial hacia el sistema Alfa Centauri sobre el cual, como sabíamos, se habían registrado datos de todo tipo tomados de calculadoras públicas de la Tierra, la única cronoastronave que resultaba no haber vuelto todavía del pasado era la número 9, que había llevado a la Italia del año 1933 una expedición dirigida por el filósofo e historiador profesor Arturo Monti de la Universidad de La Sapienza de Roma. Al haberse interrumpido las comunicaciones de la 22 con la Tierra tras el salto, no podían tener noticias posteriores.

Luego se había tratado de conocer la historia de la Tierra alternativa a partir de 1933 hasta la actualidad, el giro temporal que se suponía que se había producido en aquel lejano año del siglo XX, advirtiendo que la cápsula 9 se había dirigido al mes de junio del mismo 1933. Por otra parte se habían cuidado de informarse rápidamente de los acontecimientos históricos de la Tierra alternativa anteriores a ese periodo; si la historia precedente había sido idéntica a la de la Tierra que Valerio y los demás conocían bien, resultaría factible que hubiera un solo mundo y que, simplemente, la historia hubiera cambiado con el giro temporal convirtiéndose luego en historia alternativa. En realidad, no podía tenerse ninguna certeza, ya que no era del todo excluible la posibilidad de dos universos cercanísimos en los que la historia, hasta un cierto momento fuera tan idéntica que no podría distinguirse entre historia e historia alternativa; pero si no fuera así, eso primaba la otra hipótesis: incluso en el interior de Jan Kubrich, después de todo.

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