"Qué generoso de vos" la voz de Tadamichi tomó un sonido melancólico como si no creyera en la confesión. "La última vez que estuvimos dentro del mismo reino... nos matamos unos a otros. Tales actos sin sentido para los inmortales... ¿no crees? Hubo una pausa antes de continuar. "Una vez terminado el destierro, como un hermano fiel... esperé a tu regreso".
"Estamos destinados a estar solos", dijo Hyakuhei con la mentira. SabÃa que su hermano ya no estaba solo... Tadamichi se habÃa asegurado de eso.
PodÃa oÃr la risa silenciosa de su hermano. Le hacÃa preguntarse si no habÃa sido un error pensar que podÃa volver a enfrentarse a la malvada familia que su hermano habÃa creado en su ausencia. La única manera en que él y su hermano eran iguales era que no les gustaba estar solos... aunque tenÃan dos formas completamente diferentes de corregir ese problema.
"SabÃa que volverÃas... aquà donde la noche nunca es oscura... aquà donde nunca estarás solo entre tantos humanos y los niños que he creado para nosotros." La voz de Tadamichi se habÃa convertido en un deseo.
Hyakuhei entró en el cuarto de baño, girando la ducha y girando para mirar al espejo. Ninguna reflexión lo miró de nuevo, asà que se imaginó el rostro de su hermano... su propia cara mientras respondÃa. -No quiero tener nada que ver con las abominaciones que has engendrado. Se echó hacia atrás en la ducha mientras rasgaba el vÃnculo para que no tuviera que escuchar la voz embrujada de su hermano por más tiempo.
No... no habÃa vuelto a su patria para unirse a ellos como una retorcida reunión familiar. Su hermano era el más destructivo de todos los demonios y los niños que él crio eran inquietantes por decir lo menos. Aquellos niños que ahora desovan a otros y sus números crecÃan como la peste negra.
Hyakuhei colocó sus manos en las paredes de cerámica de la ducha... dejando que el agua caliente recorriera su piel congelada. ¿Qué le importaba? La última vez que habÃa intentado impedir que su hermano infestara al mundo humano con demonios de raza, habÃa terminado en sus dos muertes... una muerte falsa que tomó siglos para levantarse.
Su castigo por ese crimen fue el destierro de los demás y de este mundo de los humanos. Se habÃan convertido en sombras que recorrÃan el reino entre reinos... echando sólo las sombras de la soledad. Eso habÃa terminado hace más de un siglo. Sin embargo, se habÃa mantenido alejado de su gemelo. Incluso desde las tinieblas del otro lado del mundo, habÃa oÃdo a esta ciudad llamándolo hasta que ya no pudo luchar contra la convocatoria.
Su hermano tenÃa razón en una cosa... estaba exhausto por estar solo. Pero ahora que estaba en casa, podÃa oler la mancha de los pecados de su hermano que asolaban la tierra. Verdaderos demonios de la sangre que él podrÃa acatar, pero la violación de la ciudad por los vampiros semejantes que el desove habÃa creado... era provocadora.
Su hermano gemelo se mantuvo bajo tierra la mayor parte del tiempo dentro de las lujosas catacumbas que habÃan compartido una vez durante la época medieval... sólo para resurgir de vez en cuando, el tiempo suficiente para traer a otra vÃctima al doblez mortal.
Hyakuhei miró hacia arriba en la cascada de la ducha... tratando de evitar que su rabia se escapara, pero supo su fracaso cuando oyó el espejo del baño quebrarse.
Tadamichi lo habÃa acusado de ocultarse lejos del mundo, pero eso no era cierto.
"Es Tadamichi quien ha elegido ese camino", pensó sombrÃamente. No puede ver la destrucción que está causando. La noche ya no es oscura ni silenciosa. Hyakuhei apagó la ducha y salió, sin molestarse en envolver una toalla alrededor de su forma esbelta. En lugar de eso, agarró el suave paño negro y comenzó a secar su largo cabello de ébano. En unos instantes estuvo vestido y listo para la noche.
Caminando hacia su ventana en la sala de estar, se sentó en el alféizar y miró hacia su vista.
Hyakuhei sonrió con su propio humor oscuro y miró al lado del edificio opuesto.
"La oscuridad está viva con los demonios Hermano. Esta ciudad con sus altos muros lo ha hecho asà ", reflexionó en voz alta.
*****
Yuuhi reapareció dentro del área del centro de la ciudad minutos antes del amanecer. Ya podÃa sentir el calor del sol sobre su piel y acelerar su paso hacia el Grand Hotel, en el centro de la metrópoli. Bajo los masivos establecimientos de cinco estrellas escondidos del mundo estaba la vivienda subterránea de su padre. Era tan hermoso debajo de la tierra como lo que albergaba a los humanos de arriba... su padre habÃa dispuesto que fuera asÃ.
Yuuhi atravesó las puertas del Grand y caminó a través del vestÃbulo. Ignorando el saludo amistoso de la mujer humana detrás del escritorio, Yuuhi atravesó la puerta que leÃa "mantenimiento". Haciendo su camino hasta el sótano, abordó el ascensor de mantenimiento que lo llevarÃa hasta el nivel sub-sótano. Desde allÃ, fue la apertura del pasaje oculto lo que lo llevarÃa a su padre.
Sintiendo la oscuridad cerca de él como una manta protectora, el niño de cabello plateado corrió a través de los túneles sinuosos como si tratara de escapar de la oscuridad... o mantenerse al dÃa con ella.
Yuuhi era uno de los pocos privilegiados permitidos en la guarida privada de Tadamichi... sólo los que Tadamichi habÃa criado personalmente estaban permitidos. El niño pequeño habÃa sido uno de los primeros de Tadamichi y el vÃnculo que lo mantuvo fiel fue lo que lo llevó a advertir al maestro acerca de la niña... y el poder que poseÃa. El vÃnculo también le permitió sentir los estados emocionales de su amo, lo que podrÃa resultar problemático a veces.
PodÃa sentir que el Maestro Tadamichi estaba enojado y sabÃa la causa detrás de esa rabia... Hyakuhei. Sólo el hermano gemelo del amo podÃa provocar este tipo de reacción. Los celos y el rechazo podrÃan ser peligrosos con uno tan poderoso.
Yuuhi se deslizó en silencio en las habitaciones de Tadamichi, pero se quedó en las sombras para observar a su amo. El joven era paciente y sabÃa esperar la tormenta de la ira de su amo.
Tadamichi miró su reflejo en el espejo de las almas y apartó la vista con un siseo enojado. Su hermano habÃa roto el vÃnculo entre sus mentes... desterrándolo una vez más. Cada oportunidad que Tadamichi tomó para hablar con su hermano fue terminada de manera abrupta, enfadándolo. Estaba empezando a creer que su vÃnculo nunca volverÃa a lo que habÃa sido una vez.
¿Acaso los siglos que se habÃan alejado unos de otros no habÃan sido suficientes para castigarlos? ¿MantendrÃa Hyakuhei para siempre su distancia?
Al ver el movimiento dentro de las sombras, Tadamichi agitó airadamente su mano en su dirección... cada mestizo dentro de su cámara ya menos de mil metros de su soledad espontáneamente quemada... dejando atrás el olor del azufre en el aire. No habrÃa testigos del rechazo de su hermano. Sin embargo, volvió la cabeza en la otra dirección y puso los ojos en el único de sus hijos que confiarÃa en su secreto.
Ignorando a Yuuhi por un momento, Tadamichi caminó lentamente por la habitación y se paró delante de un retrato con las manos juntas detrás de su espalda. Cuando los gritos y las llamas se apagaron, Tadamichi continuó mirando la pintura como si nada estuviera mal.
La pintura fue creada mucho antes de que las guerras medievales hubieran tenido lugar... antes de su guerra civil. Uno asumirÃa que era un autorretrato que mostraba dos personalidades. En verdad, era él y su hermano... tan difÃciles de distinguirlos. ¿Cómo podrÃan ser tan parecidos en apariencia... y ser tan diferentes? ¿Su hermano nunca habÃa aprendido el significado del amor... el dolor del rechazo?
Tadamichi pasó las puntas de los dedos a través de la imagen de su hermano, frunciendo el ceño ligeramente antes de que su cara se contorneara de rabia. De pronto golpeó la pintura con un movimiento tan rápido que prácticamente no se vio. La imagen se detuvo por un momento, y luego, tan lentamente, apareció un rasgón dentado... cortando a los gemelos uno del otro. La tela del retrato cayó ligeramente a un lado y la expresión de Tadamichi de repente mostró tristeza.
Colocando las palmas contra la pintura, Tadamichi las sostuvo un momento antes de dejarlas caer.
Su amor por Hyakuhei era insondable. Tadamichi sólo querÃa que Hyakuhei, a su lado, compartiera esta maravillosa existencia. -¿Por qué me abandonas a mà ya la vida que podrÃamos tener? -preguntó en silencio, luego sintió el escalofrÃo de haber hecho esa misma pregunta a uno más que a su hermano. Ãl dibujó la memoria dentro de sà mismo negándose a morar en ella.
Yuuhi salió de la sombra detrás de él, sintiendo la melancolÃa de su amo. Le sorprendió que su padre pudiera sentir tan profundamente a su hermano cuando él mismo apenas habÃa sentido una punzada como la muchacha habÃa matado a sus hermanos sólo un par de horas antes.
-¿Entonces los has perdido? -preguntó Tadamichi, sin apartar los ojos de la imagen de su hermano.
Yuuhi asintió con la cabeza sabiendo que Tadamichi podÃa ver sus pensamientos. Un destello de mármol blanco apareció en su visión periférica y giró la cabeza hacia él. Su mirada parecÃa casi pensativa mientras miraba las estatuas a su izquierda. Girando lentamente en un cÃrculo, miró a cada uno, uno por uno. HabÃan estado aquà durante el tiempo que Yuuhi podÃa recordar pero nunca habÃa preguntado por ellos.
-Una niña -susurró Yuuhi, preguntándose por qué un maestro demonio tendrÃa estatuas de ángeles. Era extraño... o siempre lo habÃa pensado. Los ángeles eran hermosos incluso a los ojos de Yuuhi y se preguntó si criaturas como estas podrÃan haber existido alguna vez en esta tierra.
-Te diré la historia de las estatuas de mi hijo. Tadamichi apartó lentamente la mirada de la pintura con curiosidad... -Y me hablarás de esta chica. -La esquina de sus labios se convirtió en el rastro de una sonrisa perversa. -Ve y echa un vistazo más de cerca -susurró. "La curiosidad es una emoción intrigante... ¿no?"
Yuuhi caminó lentamente alrededor de la habitación mirando hacia arriba en las caras de los hombres con alas... parando delante de la que le intrigó más. El cabello largo que llegaba hasta la parte baja de su espalda se balanceaba... como si estuviera en medio de la batalla. La expresión que habÃa estado en su rostro era más hermosa... y aterradora. ¿Para qué estaba luchando tanto el ángel? ¿Cuál habrÃa sido el premio?
Las manos de piedra se aferraron a una espada que estaba en un movimiento hacia abajo y Yuuhi extendió la mano para deslizar su pulgar a través de él... sólo para retroceder cuando una pequeña lÃnea fina de sangre brotó en su pulgar.
Tadamichi estaba de repente a su lado, levantando la herida en sus labios para succionar la sangre del dedo del niño. Sabiendo que Yuuhi era un niño de muy pocas palabras e incluso menos emociones; Tadamichi soltó su mano y asintió con la cabeza a la estatua. "Esta estatua... Kyou, y su espada de destrucción", cerró los ojos al recordar a los guardianes, "Fuertes adversarios ... todos eran".
Yuuhi se volvió hacia su amo y esperó pacientemente.
"Ellos pensaron que podÃan librar al mundo de la oscuridad... pensaron que podÃan librarse de mà y de mi hermano. DeberÃan haberlo sabido mejor. Abrió los ojos que ahora tenÃan un extraño color rojo. -Fueron hermanos. -se acercó a la estatua del que parecÃa más joven cuando agregó-, o al menos todos ellos pensaron que eran verdaderos hermanos.
Extendió la mano y acarició la mejilla de la estatua, dejando que sus dedos rastrearan el camino que una lágrima habÃa dejado... helada en el tiempo. "Mi querido Kamui. SabÃa que lo que los guardianes habÃan hecho estaba mal. Por eso está tan triste. Es una pena que mi hermano nunca lo conociera.
Tadamichi se volvió hacia el siguiente hermano. "Kotaro era fuerte en espÃritu, pero posesivo de lo que afirmaba ser suyo." Sus ojos brillaron como si viera el pasado. "Ãl estaba dispuesto a morir si tuviera que... todo por el amor de una mujer."
Desechando la estatua con una ola de su mano, se acercó a la siguiente cuando sus ojos se oscurecieron. Este era el más peligroso de los hermanos. "Toya... él era una criatura muy interesante. Tan lleno de fuego y rabia, sin embargo, cómo podÃa amar a una mujer con tanta ferocidad estaba más allá de mÃ. Llevó a muchas batallas entre él y los otros hermanos. Era el más posesivo de ella. Me sorprende que nunca se hayan destruido en su absurdo.
Se volvió hacia la estatua final. La mano del hombre estaba delante de él como si estuviera lanzando un hechizo. Tadamichi sabÃa la verdad del hechizo de Shinbe... el vacÃo habÃa estado en movimiento cuando lo habÃan lanzado a través del portal del tiempo... sellándolo detrás de él. "Shinbe era sabio más allá de sus años, pero era lo suficientemente tonto como para alterar el destino... todos lo eran." Sus ojos se endurecieron cuando se preguntó si la sacerdotisa aún estarÃa con ellos.
"La chica puede destruirnos." La voz de Yuuhi no contenÃa ninguna emoción mientras se paraba frente a la estatua que parecÃa tener el verdadero significado de rabia. -Me lo recuerda, señor.
Tadamichi miró extrañamente al guardián que el niño habÃa indicado, "¿Toya?"
Yuuhi finalmente giró sus ojos negros hacia Tadamichi mientras sus palabras de asombro resonaban, "Toya, esto es lo que está dentro de ella... esto es lo que puede matarnos".
Los ojos de Tadamichi se elevaron a la furia de Toya y de repente se sintió más vivo de lo que habÃa estado en mucho tiempo. ¿Qué era la vida sin una razón para vivir? Asà que... ella ha vuelto a este reino. HabÃa perdido las guerras de antaño. Ãngeles y demonios son uno y el mismo... sólo uno tenÃa una mejor reputación. Si se decÃa la verdad, todos eran asesinos.
Reemplazando la piedra con la imagen mental de lo que el guardián de plata habÃa sido una vez, sonrió perezosamente sabiendo que el guardián podÃa oÃrlo, todos podÃan. Todo estaba en silencio y estaba tan quieto como siempre. Pero en lo más profundo de las almas de las estatuas... podÃa sentir el poder como un terremoto sujeto por los grilletes del tiempo.
"Asà que incluso en este estado de prisión, todos ustedes han encontrado una manera de luchar." Tadamichi tarareó su curiosidad. -¿Puede ser que la sientas? Ãl la bajó de las pestañas cuando sintió una ola de poder recorrer la habitación en respuesta. "Tal vez deberÃas haberla obligado a permanecer en tu lado del portal del tiempo... como lo hiciste la última vez."