«¡Eso es una venganza!».
«Eres una presa demasiado fácil para hablar de venganza. Otro paso en falso y haré que te despidan antes de que termine la jornada. Contigo ni siquiera tengo que esforzarme en planear una manera de echarte, de eso te encargarás tu sola. A diferencia de mí, no has cambiado nada, sigues siendo la misma chica irresponsable, frívola y descuidada que eras entonces».
«No es así. Yo también he cambiado».
«Lo dudo», me respondió fríamente mientras se levantaba y se alejaba de mí.
Quería romper a llorar.
No era así como me hubiera gustado empezar el día.
Esta no era la manera en la que había imaginado mostrarme a él si lo volvía a ver.
Después de que rompiéramos me hice una promesa y la mantuve.
Ya no era aquella cabeza loca de hacía tantos años.