La voz sola - Ana María Martínez Sagi 11 стр.


UN CAMINO

Hay un sendero en mi vida

donde no brillan luceros,

lleno está de desventuras

de fracasos y silencios.

De inquietudes y renuncias,

de nostalgias y misterios;

de deseos no logrados,

de añoranzas y secretos.

De pesares y negruras,

de tinieblas y desvelos;

de alegrías imposibles,

de profundos desalientos.

Hay un sendero en mi vida

donde no brillan luceros

¡Qué triste y sombrío eres

camino de los recuerdos!...

INEXORABLE

Es ley fatal. Tras la risa se esconde

la amargura cruel y lacerante.

El encanto que urdió la alba mañana

se nubló con las sombras de la tarde.

De las bellas quimeras y esperanzas,

de los sueños felices e inefables,

nos despierta implacable, hosca y dura,

la verdad siempre cruda y miserable.

Tras el logro y la conquista, la renuncia.

Tras la fe, las hondas dudas torturantes.

Tras el goce y el amor, el desencanto

infinito y el hastío de la carne.

Pagamos las falaces alegrías

y los pobres placeres tan fugaces

con lágrimas de hiel, de sangre y fuego.

Lo sabemos, dolor. Pero no obstante

TARDE GRIS

Soy tuya como siempre. No sufras, no te inquietes,

que aun cuando esté muy triste no me ha ocurrido nada.

Me ves tan taciturna porque hoy me martirizan,

como ágiles cilicios, los sueños en el alma.

Hay días en que sufro todo el agobio intenso,

todo el dolor amargo de mis pobres hermanas;

las que ocultan, estoicas, la angustia de su vida,

la huella de su herida y el frío de sus lágrimas.

Hoy me da pena todo: los árboles desnudos,

la calle solitaria, la tarde tan callada,

los sollozos del viento que pasa enloquecido,

la canción melancólica de la fuente lejana.

La feliz inocencia de aquel niño que ríe,

la pureza inefable de sus pupilas claras,

la belleza infinita de su corazón limpio

que ha de saber tan pronto todas las cosas malas.

Amado: no te acerques, no beses hoy mis labios.

Será inútil tu ruego, y tus caricias vanas.

Déjame sin protestas con mi dolor a solas

y aléjate en silencio sin preguntarme nada

SOY UN ALMA CANSADA

Soy un alma cansada que vive sollozando,

soy un astro lejano que ha tiempo que no brilla,

soy un arca cerrada, soy una luz que muere,

soy una tierra estéril sin frutos y sin brisas.

Soy un verso no escrito, soy un hondo sollozo,

soy una extraña esfinge de frente pensativa;

soy un sueño poblado de visiones de angustia,

soy un beso sin fuego, soy un cuerpo sin vida

Si me encuentras, viajero, no te acerques, aun cuando

te seduzca el misterio de mis claras pupilas.

Yo sabría quererte como no te han querido,

guardo un caudal oculto de ternura infinita

Pero no te detengas Déjame en el camino,

derrotada y doliente, solitaria y vencida

Y aunque llore en silencio, no te importe. ¡Huye lejos!

Soy una mujer triste, sin cantos y sin risas

De INQUIETUD (1932)

CONVALESCENCIA

He salido a ver el cielo

en esta mañana clara,

mañana de risa en flor

jubilosa y perfumada.

He salido a ver el cielo:

iba yo un poco más pálida,

con más paz en las pupilas

y más reposo en el alma.

Mis anhelos se esfumaron,

y mi inquietud, y mis ansias.

Nada en mí, sino la sangre,

nueva vida, rica savia

que corría por mis venas,

y la mañanita clara.

¡Ah qué gusto oír de nuevo

el canto de la fontana,

y el del viento entre la fronda,

cuando una aurora de calma

aduerme las inquietudes

y alumbra las esperanzas!

Cielo de Mayo, orgulloso

de su túnica azulada,

con encajes y arabescos,

encajes de nubes blancas.

Cielo de Mayo, que hoy tiene

más luz para mis miradas.

Mar de seda, fina fina,

rosa azul abierta en llamas,

¡de tantos días sin verte

con qué pena te añoraba!

Verdes mieses ondulantes

pan bendito de mañana.

Senderos de oro, pinares,

montes, sierras, valles, playas:

¡que vuestra alegría viva,

cante, feliz y admirada,

la canción fresca y fecunda

de esta mañanita clara!

De esta mañana en que yo,

tras de una ausencia muy larga,

he salido a ver el cielo

más serena y más pálida75

CANSANCIO

No me habléis más. Estoy cansada

de tanta palabra huera.

Quiero vivir así, olvidada,

de espaldas a la Quimera.

No me habléis más. Si mis labios sonrieron,

hoy los sella un cansancio de muerte.

Vuestras torpes palabras de nada me sirvieron:

tengo el alma inerte.

Ansío quietud y reposo. Callad.

Dadme la paz buena de vuestro mutismo

y el consuelo íntimo de mi soledad.

Todas las palabras me son dolorosas,

mi único anhelo

es el de alejarme, mis alas inquietas

tienen sed de cielo.

Callad, os lo ruego. No me han conmovido

nunca vuestras frases: ni ahora ni antaño.

Me pareció siempre insufrible el ruido

de tanta palabra vestida de engaño.

Vuestras voces broncas zumbido incesante

de abejorros negros, ¡qué malas han sido!

Cuanto más sufría, más mortificantes

me eran los consuelos que nunca he pedido.

Tengo la altivez de no haber suplicado

jamás. Soy valiente y el dolor resisto.

¡Con qué sentida tristeza he llorado

y nadie me ha visto!

Sólo queda intacto mi amor infinito

para tu recuerdo, que aún reverencio.76

Tú, a quien llamaría, eres sordo a mi grito.

Callad, pues. Silencio silencio silencio77

MI DERROTA

¡Me tenías tan cerca! ¡Me tenías tan cerca,

y nunca me llamaste! Yo sigo altiva y sola

por mi ruta sombría, sin proferir un grito,

altanera y erguida, pero el alma me llora

¡Oh, tu voz que me sigue! Imán irresistible

que me atrae y me vence. Llamada poderosa

que me deja en suspenso, sin un solo latido.

Tu voz: claridad viva, melodía en la fronda.

¡Cómo te hubiera amado! Con qué solicitud

habría serenado la inquietud de tus horas.

Esclava apasionada de todos tus deseos,

siempre amante y rendida, y sumisa y dichosa.

Pero no lo has querido Pero no lo has querido78

Pasaste junto a mí y enmudeció tu boca.

Yo seguí por mi ruta, sin proferir un grito.

¡Entre tus manos pálidas mi vida quedó rota!79

ELISABETH MULDER

Mujer-esfinge,

misteriosa, enigmática, compleja.

misteriosa, enigmática, compleja.

Abismo de inquietud, sima profunda,

captadora de estrellas

y de humanos dolores;

poeta

de la luz y la sombra,

de la nube y la tierra.

Supremamente erguida en el Dolor.

Fuerte y serena,

contra todos los vientos

y mareas.

Ferviente apasionada

de la Idea.

Iluminada creadora

de Belleza.

Alma noble y limpia,

que todo lo mezquino y lo bajo desdeña.

Corazón apasionado y bondadoso,

espíritu alerta,

en la clara aurora de los sueños,

y en la noche negra de las penas.

Mujer-enigma de pupilas verdes,

altiva, torturada, sensitiva y bella.

Inexpugnable en la cima de tu Vida

cernida de Tormentas.

¡Qué mano audaz sosegará el tropel,

de tus horas fantásticas e inquietas!

¡Y qué agua prodigiosa hará el milagro

de colmarte la boca de sedienta! 80

MATERNAL

¿De dónde llegó este niño?

¿De qué país encantado

me lo has traído, Dios mío,

hasta mi tibio regazo?

¿Me lo das ya para siempre?

¿No será que estoy soñando?

¡Es tanta la maravilla

que me parece un milagro!

Tiene la carne de seda

y la fragancia del nardo.

¡Es tan bonito y tan frágil

que ni me atrevo a tocarlo!

Con dos luceros hicieron

estos ojitos tan claros.

Espejos vivos y azules

que hoy me miráis asombrados:

¡con qué luz tan deslumbrante

iluminaréis mis pasos!

Pies torpes y diminutos,

graciosa boca de raso:

¡qué no haré porque no huya

la sonrisa de tus labios!

LA TRISTE REALIDAD

Yo he tenido un hijo, maravilla de carne,

esta noche en mis sueños.

Mientras dormía, he besado sus ojos

y he bebido su aliento.

Era rubio y suave,

cual lo espera mi anhelo,

y había en sus pupilas esa luz radiante

que tienen los luceros.

¡Cómo era dulce sentirlo

vivir junto a mi pecho,

y ampararlo en mis brazos, grandes, grandes,

a él tan pequeño!

¡Qué sentido tan hondo el de la vida,

tan humano y tan nuevo,

junto al hijo sonriente y luminoso

como un trozo de cielo!

Mientras dormía, era mío, bien mío,

¡tan sólo entonces pude retenerlo!

¡Cómo le lloro al hijo que he besado

únicamente en sueños!

LAMENTACIÓN

¡Me doy miedo a mí misma, me doy miedo!

¡La inquietud terrible aniquila mi vida!

Una aguda tristeza se me sube a los ojos

y me abisma,

en un largo silencio que me duele

como una llaga viva.

Mis pensamientos todos se han clavado en mi carne,

y en mi frente, cansada y marchita,

llevo una corona de ideas torturantes

como espinas.

¡Ah, no pensar! ¡No pensar! Ser árbol,

ser piedra, ser torrente, nube, sima.

Vivir años y siglos, quieta, quieta,

ignorada y perdida,

en un sueño piadoso que me haga

olvidar de mí misma.

Y no obstante, mis ojos no se cansan

de otear la escondida

senda, en que mi planta vagabunda

se rinda de fatiga.

Y mis manos, que no saben del reposo,

eternamente ansían

los besos encendidos

que las dejen vencidas.

Y mi boca sedienta de imposibles,

y mi alma dolorida,

anhelan delirantes el sosiego

de las almas serenas y sencillas.

serenidad

¡Serenidad, serenidad! Escucha,

mi voz grave y dolida,

la voz hecha de angustia y de amargura

infinita.

Estréchame en tus brazos y haz que el viento

se lleve mis melancolías.

Déjame el alma limpia de inquietudes,

como una Primavera florecida

de soles, de capullos, de canciones,

de arrullos y de risas

¡Serenidad, serenidad! ¡Mírame hondo

con tus claras pupilas! 81

LA DESPEDIDA

Los campos estaban lívidos de luna clara,

y la noche era triste y callada.

Tú y Yo en el albo sendero, dos sombras blancas,

perdidas en la noche de los sueños sin esperanza.

¡Qué largo el camino y qué frías tus pupilas glaucas!

Pupilas donde he visto arder el fuego de tus secretas ansias.

¡Qué largo fue el camino, y qué tortura la de tu boca cerrada,

y la de mi frente hundida,

tan pálida!

Agonía de silencios

y de dos vidas truncadas.

Agonía de la carne que antes vibrara:

¡fuente de deseo eterno que nacía entre llamas!

No. No desmayé Una fuerza misteriosa me alentaba.

Muda, muda e impasible, como una estatua,

sin un grito, ni una queja,

¡y sin una sola lágrima! 82

Después: un adiós. Tu mano, entre mis manos, temblaba.

¡Y en la ruta, para siempre, nuestras sombras separadas! 83

EN LA EDAD DE ORO

Cuando pequeña: reía siempre.

¡Oh mi risa blanca!

Risa de cristal, luz de domingo,

¡campanita de plata!

Trino, gorjeo, arpegio,

sutil serenata

de mis años ingenuos y sencillos,

vestidos de pureza y de fragancia.

Era entonces mi vida

como un maravilloso cuento de hadas;

y el pensar, un leve

batir de alas.

Todas las horas eran

tranquilas y plácidas.

Gotas de azul

en el lago terso de mi alma.

¡Oh mi risa fresca,

la risa de mis días siempre en calma!

¡Ascua de oro

que todo lo iluminaba!

Niña, ¿ por qué te ríes?

gritaban las voces malas.

Voces duras, impacientes

por verme triste y cansada.

Niña, ¿por qué te ríes

con esta risa tan blanca?.

Me río porque soy buena,

porque nada enturbia mis pupilas claras,

porque soy serena y luminosa y pura,

y llena de gracia.

Porque el cielo tiene una túnica azul,

y son sonrientes todas las mañanas;

porque amo la voz majestuosa del viento,

y entiendo el murmullo del agua.

Porque el campo produce sin tregua,

y hay flores y frutos en todas las ramas;

porque el sol vivifica mi sangre,

y la luna me viste de nácar,

y la brisa perfuma mi carne,

y el arroyo acaricia mis plantas.

¡Me río porque soy fuerte,

porque soy fuerte, y soy limpia, y soy casta!

¡Niña gritaban las voces,

niña, te ríes por nada!84.

¡Risa de cristal, luz de domingo,

campanita de plata!

De CANCIONES DE LA ISLA (1932-1936)85

FISONOMÍA

Casas de cal y albayalde

con flechas y golondrinas

atravesando la calle.

Las copas de las acacias:

ocho lunares redondos

ocho sombras apretadas.

Escaleras encendidas:

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