[2] Dolors Espinet, La veritat crema. Una crònica del tràgic incendi dHorta de Sant Joan, Lleida, Pagès editors, 2010, pp. 29-31.
[3] Lany 1984, el 71% dels joves espanyols creia en Déu. Lany 2010, el percentatge shavia reduït a un 52,8%. Pel que fa a la creença en una vida després de la mort, la disminució també és destacable: es passa del 42% al 28,2%. DDAA, Jóvenes españoles 2010, Madrid, Fundación SM, 2010, p. 186.
[4] La pràctica religiosa a Catalunya està en ple retrocés. Lany 2000 un 74% de la població reconeixia la seva pertinença a una religió; lany 2009 aquesta xifra disminuïa fins a un 52,3%. Mentre els ateus representaven el 7% de la població lany 2000, el 16,1% dels catalans sidentificaven com a ateus lany 2009. Cf. Javier Elzo, Valors tous en temps durs. La societat catalana a lenquesta europea, Barcelona, Barcino, 2011.
[5] Max Weber, La ética protestante y el espíritu del capitalismo, Madrid, Alianza, 2002, p. 273.
[6] Marcel Gauchet, El desencantamiento del mundo. Una historia política de la religión, Madrid, Trotta, 2005, pp. 9-10.
[7] Javier Sádaba, De Dios a la nada. Las creencias religiosas, Madrid, Espasa Calpe, 2006, p.173.
[8] Fernando Savater, La vida eterna, Barcelona, Ariel, 2007, p. 42.
[9] Javier Elzo, Valors tous en temps durs. La societat catalana a lenquesta europea, op. cit., p. 324.
[10] Gabriel Amengual, La religió en temps de nihilisme, Barcelona, Cruïlla, 2003, p. 79.
[11] André Comte-Sponville, Lànima de lateisme, Barcelona, Paidós, 2007, p. 141.
[12] David Lyon, Jesús en Disneylandia. La religión en la posmodernidad, Madrid, Cátedra, 2002, p. 71.
[13] José María Mardones, Postmodernidad y cristianismo. El desafío del fragmento, Santander, Sal Terrae, 1988, pp. 121-128.
[14] Juan Martín Velasco, Mística i humanisme, Barcelona, Cruïlla, 2006, p. 42.
[15] Segons José Casanova, en el món veiem dos tipus de moviments religiosos. Lun és la individualització, la cerca de la identitat religiosa personal al marge de les institucions eclesiàstiques, la desconfessionalització. Laltre, la formació didentitats religioses globals, la comunitat imaginària religiosa de reconeixement mutu. José Casanova, «Espiritualitat i fet religiós en les societats secularitzades», a DDAA, Religions i espiritualitat en un món en crisi, Barcelona, Centre dEstudis Jordi Pujol, 2010, p. 14.
[16] Sha fet famosa la fórmula believing without belonging, enunciada per la sociòloga anglesa Grace Davie.
[17] Harold Bloom, La religión en los Estados Unidos. El surgimiento de la nación poscristiana, Mèxic, Fondo de Cultura Económica, 1993, pp. 44-59.
[18] M. del Mar Griera i Ferran Urgell constaten en el seu treball de camp que la gran majoria de les persones que freqüenten els centres i les botigues amb productes amb connotacions religioses ho fan, dentrada, cercant solucions a problemes físics i no pas per una recerca espiritual. Aquest segon aspecte es fa present de manera lenta i progressiva durant el llarg procés en què es practiquen les activitats ofertades, o bé no shi accedeix mai. M. del Mar Griera i Ferran Urgell, Consumiendo religión. Nuevas formas de espiritualidad entre la población juvenil, Barcelona, Fundació La Caixa, 2002, p. 93.
Universidad de Deusto
1. DIMENSIÓN RELIGIOSA MUNDIAL, EUROPEA Y ESPAÑOLA. UNA CONTEXTUALIZACIÓN ESTADÍSTICA
Diarmaid MacCulloch, profesor de Historia de la Iglesia en la Universidad de Oxford, ha publicado una monumental historia de la cristiandad que inicia con los griegos, mil años antes de Jesucristo, y culmina en nuestros días. En la anteúltima página de su texto, antes de dar paso a más de doscientas páginas de notas y bibliografía, parte de ella comentada, escribe que «la mayoría de los problemas del cristianismo a principios del siglo XXI provienen de su éxito; en 2009 cuenta con más de dos mil millones de fieles, una cifra cuatro veces superior a la de 1900, un tercio de la población mundial y más de quinientos millones más que su competidor más próximo, el Islam».[2]
Visto desde España o desde el Occidente europeo, la afirmación resulta chocante cuando vemos las iglesias vacías, el escaso eco de lo religioso en los medios de comunicación y constatamos que cuando aparece una noticia de signo religioso, en la mayoría de los medios, es tratada displicente o negativamente. La religión cristiana, católica en nuestros lares, es vista como cosa del pasado, la musulmana como signo de intolerancia y las demás son prácticamente inexistentes, quizás con la excepción de los evangélicos en algunas zonas como Catalunya.
Por otra parte, Jean-Louis Schlegel comenta que «la chute du catholicisme européen est à la fois spectaculaire dans les chiffres et discrète comme phénomène social ressenti, vécu».[3] Por ello, «il est à craindre que la disparition annoncée du catholicisme réel soit plus négative pour le politique en France et en Europe que linfluence occulte et durable de ce catholicisme fantasmé»,[4] en referencia al catolicismo de determinados medios y corrientes de opinión.
Hace ya varias años, el profesor Ignacio Sotelo escribía que «el pensamiento ilustrado diagnosticó el futuro de la religión: su desaparición. [] El análisis sociológico actual y los análisis de otras ciencias sociales han demostrado el incumplimiento de este pronóstico».[5]
Hablando de estas cosas suelo referir la lista de libros parareligiosos que encontré en la T4 del aeropuerto de Barajas en el expositor de «libros más vendidos» en julio de 2006, tirado en el aeropuerto con motivo de uno de los innumerables paros y huelgas que convocaba el sindicato SEPLA de pilotos de Iberia. Se trataba de La Biblia de barro, La Sombra de Dios, La conspiración de Asís, Los pecados de la Biblia, El Código da Vinci, La Rosa de David, El Himno de los demonios, La Cena secreta, Al Sur de la resurrección, El último ritual, A la sombra del Templo, El Evangelio de Judas, Caballeros de la Vera-Cruz, Las Puertas del Paraíso, Vaticano 2.035, La sombra de la catedral y Las chicas del rosario. Para una sociedad, pretendidamente secularizada, resulta, como poco, chocante.
En fin, conviene recordar estas palabras de Émile Poulat cuando dice lo siguiente:
Todas las previsiones sobre la situación religiosa en torno al año 2000 emitidas alrededor de los años 1980 por publicaciones prestigiosas o por organismos oficiales, no se han cumplido. Procedían de proyecciones de tendencias observadas, olvidando que la historia está hecha de surgimientos inesperados. Nadie sospechó el fin del mundo comunista, el restablecimiento de la Iglesia ortodoxa en el Este, el mantenimiento global en proporción estadística de la Iglesia católica, la potente subida de un Islam dividido contra sí mismo, la expansión en América Latina y en otras partes de las corrientes evangélicas.[6]
En realidad las cosas son complejas. Un reciente trabajo sobre la presencia del cristianismo en el mundo y su evolución en los últimos cien años nos muestra, en efecto, una realidad que reflejamos en la tabla 1.
TABLA 1. EVOLUCIÓN EN % DE LA DISTRIBUCIÓN MUNDIAL DE LOS CRISTIANOS EN LOS ÚLTIMOS CIEN AÑOS.
Fuente: Global Christianity. A Report on the Size and Distribution of the Worlds Christian Population. Pew Research Center. Diciembre de 2011. Elaboración propia.
Una cosa es decir que, al final de la primera década del siglo XXI, los cristianos conforman un tercio de la humanidad, la misma proporción, por número de habitantes, que hace cien años (en plena crisis del modernismo de la que no hemos salido, sostengo), y otra bien distinta es reconocer que la distribución de cristianos en el mundo se ha modificado sustancialmente. En efecto, si el año 1910 el 66% de los cristianos en el mundo se concentraba en Europa, cien años después esta proporción desciende 40 puntos porcentuales para situarse en el 26%. La cristiandad, estadísticamente hablando, ha transitado de Europa a las Américas (del norte, centro y sur), así como al Pacífico asiático y, de forma particular, al África subsahariana. No podemos entrar aquí en las causas de semejante transformación, que son muchas y de signo variado. Limitémonos a señalar dos. De entrada, la distinta evolución demográfica de Europa con una natalidad que no asegura su mera supervivencia, mientras en prácticamente el resto del mundo encontramos también un descenso, pero esta vez de la mortalidad infantil en un proceso de florecientes tasas de natalidad. En segundo lugar, no podemos olvidar una cultura, la europea, que ha sido incapaz hasta de aceptar sus históricas raíces cristianas a la hora de redactar en 2004 la fallida Constitución de la Unión Europea, que, finalmente, al no ser ratificada por Francia, Holanda y otros países (no por cuestiones religiosas, sino por temor a perder su identidad y soberanía nacional) no entró en vigor.
Esta última decisión se explica también si atendemos a la Encuesta Europea de Valores 2008-2009 realizada en 45 países europeos. Preguntados los ciudadanos de más de 18 años de dichos estados por las cualidades que los padres deben desarrollar en sus hijos dentro del ámbito familiar, la fe religiosa se sitúa en el anteúltimo lugar. Solamente la abnegación recibe menos menciones entre las once propuestas de la lista. Así, por ejemplo, la transmisión de la fe religiosa en los hogares es importante para el 8% de los franceses, el 9% de los alemanes, el 6% de los suecos, el 12% de los españoles, aunque sube al 36% para los italianos y al 41% para los irlandeses. Estos datos son extremadamente reveladores del peso que tiene la fe religiosa, y más concretamente su transmisión a los menores, dentro de la sociedad europea actual. Estos son los mimbres con los que tendrá que trabajar cualquier centro educativo, máxime si es de orientación religiosa.
Pero aún se puede precisar y concretar más el contexto sociológico en el que se mueve la escuela, comenzando por la segmentación mundial de los cristianos según diferentes confesiones religiosas. En números redondos y, según la misma fuente arriba apuntada, de los dos mil millones de cristianos en el mundo en el año 2010, poco más de la mitad, el 50,1% son católicos, esto es, algo más de mil millones de personas en el mundo son católicas. El 36,7% son protestantes en sus diferentes denominaciones, algo más de 730 millones de personas. El 11,9 % son ortodoxos, algo menos de 200 millones y, el resto, el 1,3 %, unos 26 millones, cristianos de otras confesiones religiosas.