Si el hombre del abrigo negro y largo era de hecho el asesino, había caminado por esta misma ruta hace menos de ocho horas. Ella trató de imaginar la escena envuelta en la niebla espesa de la mañana. No fue difícil de hacer debido a que era un área tan desolada de la ciudad. Mientras caminaba lentamente hacia el terreno donde encontraron los huesos y los fragmentos, mantuvo los ojos abiertos para lugares que el hombre pudo haber usado para alejarse de la vista.
Había un montón de ellos. Había seis terrenos vacíos y dos calles laterales en las que el hombre pudo haberse escondido. Si la niebla había sido lo suficientemente espesa, cualquiera de esos lugares hubiera sido perfecto.
Eso planteaba una idea interesante. Si el hombre se escondió en una de esas áreas, dejó que Donald Greer pasara sin molestarlo. Eso eliminaba la posibilidad de que el asesinato fue un acto de pura violencia. La mayoría de las personas capaces de ese tipo de violencia no habrían permitido que Donald pasara tan fácilmente. De hecho, Donald se habría convertido en una víctima en la mayoría de los casos.
Si necesitaba más pruebas de que el cuerpo había sido quemado en otro lugar, esta idea se la has había dado. Tal vez el artículo que el hombre había estado moviendo debajo de su abrigo había sido un recipiente que contenía los restos que había vertido en el terreno.
Tenía mucho sentido, y ella poco a poco empezó a sentir una sensación de realización. Al fin estaba avanzando.
Se dirigió al terreno donde fueron encontrados los restos. Siempre eficiente y rápido, O’Malley ya había sacado a los policías de la escena. Supuso que había hecho esto tan pronto como los forenses habían llegado a recoger los restos.
Se dirigió al lugar donde los huesos y cenizas habían sido arrojados y simplemente se quedó allí, mirando a su alrededor. La zona pantanosa detrás del terreno estaba más visible que nunca. Estaba muy cerca y era mucho menos abierta que el terreno. Entonces, ¿por qué alguien vertería los huesos en el medio del terreno en lugar de un arroyo lleno de malas hierbas? ¿Por qué pondría restos en plena intemperie en lugar de botarlas en el barro y el agua estancada?
Era una pregunta que ya había considerado. Y, en su mente, la respuesta era la prueba de que se trataba de un asesino en serie.
“Porque quiere que la gente vea su trabajo. Está orgulloso y tal vez es un poco arrogante”.
También pensaba que podría ser inteligente. El uso de la niebla para esconderse indicaba que había planeado las cosas muy bien. Tendría que ser persistente y verificar bastante el tiempo para asegurarse de que habría mucha niebla. También tenía que conocer la zona relativamente bien. Tendría que haber planificado bastante.
Y el fuego… tendría que saber bastante del fuego. Quemar un cuerpo de esa forma sin carbonizar ni dañar los huesos de otra forma indicaba dedicación y paciencia. El asesino realmente tendría que saber mucho sobre el fuego y el proceso de quemar.
“Quemar”, pensó. “Fuego”.
Mientras estudiaba la escena del crimen y visualizaba al asesino de pie en este mismo lugar, sentía como si le faltara algo, alguna pista crucial que tenía justo en frente pero que no podía ver. Pero lo único que había para ver era la zona pantanosa y barrosa en la parte trasera de la propiedad, así como el pequeño cuadrado de espacio en el que una pobre víctima había sido abandonada como si no fuera nada más que basura.
Miró alrededor del terreno vacío de nuevo y se preguntó si la ubicación de los restos no era tan importante como ella pensaba. Si el asesino estaba usando el fuego como una forma de enviarle un mensaje a alguien (ya sea a la víctima o a la policía), tal vez necesitaba enfocarse en eso.
Con una idea en mente, sacó su teléfono y llamó a la compañía de taxis más cercana para salir de allí. Después de finalizar la llamada, se metió en sus contactos y se quedó mirando el nombre de su hija durante unos segundos.
“Lo siento mucho, Rose”, pensó.
Presionó LLAMAR y llevó el teléfono a su oído mientras su corazón se rompió un poco.
Rose respondió después del tercer timbre. Sonaba muy feliz. Avery pudo escuchar música suave en el fondo. Podía imaginarse a Rose preparándose para su tarde y se odió a sí misma un poco.
“Hola, mamá”, dijo Rose.
“Hola, Rose”.
“¿Cómo estás?”.
“Rose…”, dijo. Estaba a punto de llorar. Miró el terreno baldío detrás de ella, tratando de convencerse de que tenía que hacer esto y que Rose lo entendería algún día.
Sin que Avery tuviera que decir una palabra más, Rose aparentemente se percató de lo sucedido. Dejó escapar una risa enojada. “Perfecto”, dijo Rose, la alegría ahora ausente en su voz. “Mamá, ¿me estás jodiendo ahora mismo?”.
Avery había oído a Rose maldecir antes, pero esta vez fue como una daga a su corazón porque se lo merecía.
“Rose, tengo un nuevo caso. Uno muy grave y tengo que…”.
“Sé lo que tienes que hacer”, dijo Rose. No gritó. Ni siquiera levantó la voz. Y, de alguna manera, eso era mucho peor.
“Rose, no es mi culpa. No me esperaba esto. Cuando hice esos planes contigo, estaba completamente libre. Pero ahora pasó esto y… bueno, las cosas cambian”.
“Supongo que lo hacen a veces”, dijo Rose. “Pero no contigo. Contigo las cosas no cambian… bueno, cuando se trata de mí, de todos modos”.
“Rose, eso no es justo”.
“¡Ni se te ocurra decirme lo que no es justo en este momento! ¿Y sabes qué, mamá? Solo olvídalo. Olvídate de este momento y los demás en los que quieras pretender que eras buena madre. Simplemente no es nuestro destino”.
“Rose…”.
“Lo entiendo, mamá. De verdad. Pero ¿sabes lo horrible que es tener a una mujer así como madre… una mujer dura con un trabajo exigente? Una mujer que respeto… ¿pero una mujer que me decepciona una y otra vez?”.
Avery no tenía idea qué decir. Aunque eso no importaba, porque Rose estaba harta.
“Adiós, mamá. Sin embargo, gracias por avisarme por adelantado. Supongo que es mejor que ser plantada”.
“Rose, yo…”.
Pero la línea se cortó.
Avery se metió el teléfono en su bolsillo y respiró profundamente. Una lágrima rodó por su ojo derecho y se la limpió lo más rápido que pudo. Luego caminó resueltamente hacia el área que había sido acordonada con cinta policial esa mañana y se la quedó mirando por mucho tiempo.
“Fuego”, pensó. “Tal vez sea algo más que lo que el asesino está utilizando para sus actos. Tal vez sea simbólico. Tal vez el fuego ofrece un pista mayor que lo demás”.
Mientras esperaba que llegara el taxi, pensó en el fuego y qué clase de persona podría utilizarlo para enviar algún tipo de mensaje. Sin embargo, era difícil analizarlo, ya que sabía muy poco sobre el incendio provocado.
“Necesitaré a otra persona con otra perspectiva”, pensó.
Y con ese pensamiento, sacó su teléfono y llamó a la sede de la A1. Pidió que la comunicaran con Sloane Miller, la psicóloga de los oficiales y detectives de la A1. Sloane sería la indicada… Podría entrar en la mente de un asesino obsesionado con fuego.
CAPÍTULO SIETE
Avery estaba de vuelta en la sede de la A1 media hora más tarde. Al entrar, no tomó el ascensor hasta su oficina. En cambio, se quedó en el primer piso y se dirigió hacia la parte trasera del edificio. Había estado aquí antes, cuando había recibido la orden de hablar con Sloane Miller durante su último gran caso que la había afectado de una forma que aún no comprendía. Pero ahora estaba de visita por otra razón… para conocer a fondo la mente de un asesino. Y esta visita se sentía más natural porque estaba en su elemento.
Llegó a la oficina de Sloane y se sintió aliviada al encontrar la puerta entreabierta. Sloane no tenía un horario fijo y más bien atendía las solicitudes de la fuerza policial a medida que las iba recibiendo. Cuando Avery tocó su puerta, oyó a Sloane tecleando algo en su portátil.
“Adelante”, dijo Sloane.
Avery pasó, sintiéndose mucho más a gusto que la última vez que había venido a ver a Sloane. Aquí en su oficina, en lugar del lugar que usaba para atender a sus pacientes, las cosas eran un poco más formales.
“Ah, detective Black”, dijo Sloane con alegría genuina a lo que levantó la mirada de su portátil. “¡Me da mucho gusto verte! Me alegró saber de ti cuando llamaste. ¿Cómo has estado?”.
“Las cosas van bien”, dijo Avery. Pero, en el fondo de su mente, sabía que Sloane aprovecharía la oportunidad de analizar sus problemas con Rose y su relación complicada con Ramírez.
“¿Qué se te ofrece?”, preguntó Sloane.
“Bueno, estaba esperando que me dieras tu perspectiva sobre un tipo de personalidad en particular. Estoy llevando un caso que involucra a un hombre que estamos bastante seguros de que quema a sus víctimas. Dejó solo huesos y cenizas en la escena del crimen, huesos limpios, no carbonizados ni dañados. También nos percatamos de un olor químico en el aire… procedente de las cenizas, creo. Es bastante claro que sabe lo que está haciendo. Él sabe cómo quemar un cuerpo, y eso me parece un conocimiento muy específico. Pero no creo que esté usando el fuego únicamente como una herramienta para sus actos. Necesito saber qué clase de persona no solo utilizaría el fuego para eso, sino como un símbolo”.
“La idea de que esté utilizando el fuego como un símbolo es una gran deducción”, dijo Sloane. “En un caso como este, casi puedo garantizar que eso es lo que está pasando. Creo que podrías estar tratando con alguien que tiene un interés o tal vez incluso un historial con incendio provocado. Tal vez tuvo un trabajo o un pasatiempo relacionado con fuego. Los estudios han demostrado que hasta los niños que están fascinados con fogatas o fósforos muestran señales de interés en actos relacionados con incendios provocados”.
“¿Qué puedes decirme acerca de este tipo de personalidad que podría ayudarnos a atraparlo más pronto que tarde?”.
“En primer lugar, tendría problemas mentales, pero nada demasiado grave. Podría ser algo tan simple como una tendencia a la ira, incluso en la más inocente de las situaciones. Probablemente no tenga mucha educación. La mayoría de los incendiarios reincidentes no se gradúan de la escuela secundaria. Algunos lo ven como una forma de rebelarse contra un sistema que nunca pudieron entender, la idiotez esa de que “algunos hombres solo quieren ver el mundo arder”. Algunos dirán que provocan incendios como un acto de venganza, pero nunca pueden definir de qué se quieren vengar.
Por lo general se sienten aislados o apartados del mundo. Así que es bastante probable que estés buscando bien sea un hombre soltero o un hombre que forma parte de un matrimonio sin amor. Para mí, es probable que viva solo en una casa pequeña, que pasa mucho tiempo en un despacho, sótano o garaje de algún tipo”.
“¿Y qué sucede cuando mezclas todo eso con alguien que claramente no le importa matar personas?”.
“Eso dificulta las cosas”, admitió Sloane. “Pero creo que las mismas reglas aplican. A los incendiarios usualmente les gusta que la gente vea su trabajo. Prender fuegos es una manera de llamar la atención. Casi se sienten orgullosos de ello, como si fuera algo que ellos crearon. En lo que respecta al hecho que tu sospechoso dejó restos… eso es extraño. Supongo que podría estar relacionado con estudios que indican que algunos incendiarios visitan las escenas de sus fuegos para ver a los bomberos apagarlos. El incendiario ve a los bomberos trabajando duro y siente que hizo que eso sucediera, que el incendiario está controlando a los bomberos en cierto sentido”.
“¿Entonces crees que nuestro sospechoso pudiera estar cerca, observando?”.
Sloane lo consideró por un momento y luego se encogió de hombros. “Ciertamente es una posibilidad. Sin embargo, la precisión con la que dijiste que está quemando los cuerpos me hace pensar que este tipo también es paciente y organizado. No creo que haría algo tan tonto como volver a visitar la escena del crimen”.
“Paciente y organizado”, pensó Avery. “Esto coincide con su excelente planificación, el uso de la niebla como cobertura para llegar a sus víctimas y verter los restos”.
Pensó en la forma en la que los huesos casi habían sido puestos en exhibición, casi igual de chocante y obvio como un fuego desatado.
“¿Qué piensas del caso hasta ahora?”, preguntó Sloane.
“Pienso que es un asesino en serie. Creemos que esta es su primera víctima, pero la forma flagrante en la que exhibió los restos me molesta. Más que eso, hay algo muy organizado sobre tomar a una víctima, quemarla por completo y luego verter los restos de una manera específica. Son tendencias de un asesino en serie”.
“Estoy de acuerdo con eso”, dijo Sloane.
“Quisiera que algunos de los hombres con los que trabajo fueran tan brillantes”, dijo Avery con una sonrisa.
“¿Cómo te has sentido últimamente, Avery? Nada de mentiras, por favor”.
“Estoy bien en general. Por primera vez en mi vida, mis problemas parecen normales en comparación con mi pasado”.
“¿Qué tipo de problemas normales?”, preguntó Sloane.
“Problemas con mi hija. Una relación complicada con un hombre”.
“Los peligros de una mujer que trabaja duro”.
Avery sonrió, aunque sintió que una conversación más profunda se aproximaba. Esta era la razón por la cual suspiró internamente cuando su teléfono sonó en ese momento. Se lo sacó del bolsillo y vio el número de Connelly. “Tengo que atender esta llamada”.
Ella asintió.
Avery salió de la oficina y contestó la llamada en el pasillo.
“Black, no dejes que esto se te suba a la cabeza, pero tienes razón. Ya analizaron los registros dentales de los restos. Acertaste. La víctima es Keisha Lawrence. Treinta y nueve años de edad y vivía a dos kilómetros de la zona”.
“¿Qué más sabemos?”, dijo Avery, haciendo caso omiso de los cumplidos.
“Lo suficiente como para comenzar”, dijo. “Ahora sabemos con certeza que no tenía familia inmediata en la zona. La única persona de interés que tenemos es un novio y su madre, que murió hace muy poco”.
“¿Ya hablaron con el novio?”.
“Ya asigné a alguien a la tarea. Ya busqué sus antecedentes. Tiene muchos antecedentes penales de abuso doméstico y peleas en bares. Un excelente tipo, por lo visto”.
“¿Quieres que hable con él después que lo haga el agente que asignaste?”.
“Sí… ve a hablar con ese pendejo. Llamaré a Ramírez y lo sacaré de la tarea en el Boston College. Será todo tuyo por el resto del día”.
¿Eso fue sarcasmo en su voz? Estaba bastante segura de que sí. O era eso, o estaba paranoica.
“Tu vida sexual no es tan relevante”, pensó. “No te hagas la importante”.
“Apúrate, Black”, dijo Connelly. “Atrapemos a este tipo antes de que encontremos otra pila de huesos”.
Avery finalizó la llamada y se apresuró al garaje para tomar un auto. Pensó en lo que Sloane le dijo, que los incendiarios a menudo veían a los bomberos trabajando, sintiendo que estaban controlándolos de cierta forma.
“Tal vez tenemos que añadir ‘voyeur’ a la lista de las características potenciales del sospechoso”, pensó.
En cuanto al hecho de que los incendiarios querían sentir que estaban controlando las personas que trabajaban para comprender sus crímenes… Avery Black no era bombera y obviamente no le gustaba la sensación de que alguien estuviera controlándola.
Salió del garaje rápidamente, los neumáticos chillando de la velocidad. El novio de Keisha Lawrence era su primera pista real en este caso y Avery quería visitarlo antes de que cualquier otra persona lo hiciera.
CAPÍTULO OCHO
Avery se estacionó en frente al apartamento del novio justo cuando Ramírez se estaba bajando de su propio auto delante de ella. Le sonrió, una sonrisa diferente a la que estaba acostumbrada. Aunque no quería admitirlo, estaban compenetrándose de una forma que era mucho más profunda que una simple asociación laboral.