—Qué bueno verte, Kate —dijo suavemente en su oído mientras se abrazaban.
—Eso digo yo de ti —replicó ella. Su corazón quedó henchido, y casi burlándose de sí misma, se dio cuenta que sin importar cuánto se esforzara por disfrazarlo, ella realmente había extrañado esta parte de su vida a lo largo del último año.
Al separarse, tomaron asiento, con cierto embarazo, enfrente de Durán. Durante su tiempo juntos como compañeros, muchas veces se habían sentado en esos mismos lugares. Pero nunca había sido por asuntos de disciplina.
Vince Durán respiró profundamente y suspiró. Kate no podía decir qué tan contrariado estaba.
—Bueno, no sigamos dándole vueltas —dijo Durán—. Kate, sabes por qué estás aquí. Le he asegurado al Jefe Budd que manejaría la situación en una forma muy efectiva. Pareció conforme con eso y estoy bastante seguro de que todo el alboroto que armaste lanzando a un sospechoso desde su porche va a ser barrido bajo la alfombra. Lo que me gustaría saber, sin embargo, es cómo es que llegaste al porche de ese pobre hombre.
Ella supo entonces que cualquier conversación desagradable que hubiese estado esperando no iba a suceder. Durán era un monstruo en términos de corpulencia, pesaba unos ciento diez kilos y la mayor parte era masa muscular. Había pasado un tiempo en Afganistán cuando tenía poco más de veinte años y aunque ella nunca se había enterado de todo lo que había hecho por allá, los rumores eran tremendos. Él había visto y hecho cosas bastante crudas que de algún modo se reflejaban en las arrugas de su rostro. Pero hoy, parecía estar de buen humor. Ella se preguntó si era porque ya no le estaba hablando como a alguien que trabajaba a sus órdenes. Casi se sentía como si se estuviera poniendo al día con una vieja amiga.
Eso le facilitó a ella contarles acerca del asesinato de Julie Hicks —la hija de su buena amiga Deb Meade. Pasó a referirles lo de su visita a la casa de los Meade, su conversación con ellos y lo seguros que parecían estar en cuanto a sus sospechas. Luego recreó la escena en el porche de Neilbolt, explicando cómo había comenzado, con solo el ánimo de defenderse, aunque reconocía que había llevado las cosas un poco lejos.
Varias veces escuchó reír por lo bajo a Logan. Durán, entretanto, permaneció mayormente impasible. Cuando hubo terminado, esperó su reacción, y se sintió confundida al ver que todo lo que hizo fue encogerse de hombros.
—Mira... por lo que a mí concierne —dijo— esto no es relevante. Aunque tú podrías haber estado metiendo tu nariz donde no debías, este tipo no tenía porqué ponerte las manos encima —sobre todo después que le dijiste que habias sido del FBI. Eso fue estúpido de su parte. La única cosa que me haría alzar la ceja es que le hayas puesto las esposas.
—Como dije... admito que se me pasó un poco la mano.
—¿A ti? —preguntó Logan en tono de falsa sorpresa— ¡No!
—¿Qué sabes acerca del caso? —preguntó Durán.
—Solo que fue asesinada en su casa mientras su esposo estaba en viaje de negocios. El ex-novio era la única pista real y los policías lo dejaron ir de forma bastante rápida. Descubrí más tarde que su coartada era sólida, sin embargo.
—¿Nada más? —preguntó Durán.
—Nada aparte de lo que ya dije.
Durán asintió y se las arregló para ofrecer una sonrisa cordial. —Así que aparte de lanzar a hombres bien crecidos desde sus porches, ¿cómo te está tratando la jubilación?
—Ha sido como un infierno —admitió—. Fue grandioso en las primeras semanas pero pasó rápido. Extraño mi trabajo. He llegado a leer una montaña de libros sobre crímenes reales. Estoy viendo demasiados programas de crimen en el Canal de Biografía.
—Te sorprendería la frecuencia con la que escuchamos eso de los agentes en los primeros seis a doce meses que siguen a su retiro. Algunos de ellos suplican que les den alguna clase de trabajo. Cualquier cosa que tengamos. Incluso papeleo o inútiles escuchas telefónicas.
Kate no dijo nada para indicar que podía identificarse con eso.
—Pero aún así no llamaste —dijo Durán—. Para ser honesto, esperaba que lo hicieras. No creí que pudieras simplemente retirarte con tal facilidad, y este pequeño incidente lo prueba.
—Con el debido respeto —dijo Kate—, ¿me llamaste para darme una palmada en la muñeca por este asunto, o para restregarme en la cara que no puedo dejar atrás mi antiguo trabajo?
—Nada de eso —dijo Durán—. Estuve revisando tus archivos ayer luego de recibir la llamada de Richmond. Advertí que te han pedido que testifiques en una audiencia de libertad bajo palabra. ¿Es eso correcto?
—Asi es. Es por el caso Mueller. Doble homicidio.
—¿Es la primera vez que has sido contactada por un asunto de trabajo desde que te retiraste?
—No —dijo, muy segura de que él ya sabía la respuesta—, el asistente de un agente me llamó como dos meses después que me jubilé para hacerme unas preguntas acerca de un caso antiguo en el que trabajé, en el 2005. También algunos de los chicos en archivo e investigación me han contactado algunas veces con respecto a mi metodología en algunos casos antiguos.
Durán asintió y se medio reclinó en su silla. —Deberías también saber que tenemos instructores en la academia usando algunos de tus primeros casos como ejemplos para sus trabajos de curso. Dejaste tu huella en el Buró, Agente Wise. Y honestamente, yo más bien estaba esperando que fueras uno de esos agentes que comienzan a llamar para ver qué podrían hacer para ayudar.
—¿Me estás diciendo entonces que quieres que comience a asistir en algunos casos? —preguntó Kate. Hizo lo que pudo para que no se notara el tono esperanzado de su voz.
—Bueno, no es exactamente eso. Estábamos pensando en quizás traer un agente o dos con un excepcional récord para que trabaje en casos antiguos. Nada a tiempo completo, ya sabes. Y cuando lo discutimos, tu nombre fue el único en el que todos coincidieron. Ahora, antes de que te emociones demasiado, debes saber que esto no es inmediato. Todavía queremos que te relajes. Tómate un tiempo. Tiempo deverdad.
—Puedo hacer eso —dijo Kate—. Gracias.
—No me agradezcas todavía —dijo Durán—. Podrían ser unos pocos meses. Y me temo que voy a tener que revocar la oferta si regresas a casa y comienzas a golpear a hombres más jóvenes en sus porches.
—Creo que puedo controlarme —dijo Kate. De nuevo, Logan no pudo evitar que se le saliera una risa apenas sofocada.
Durán pareció igual de divertido al ponerse de pie.
—Ahora... si realmente vas a ayudar, me temo que tendremos que volver a uno de los aspectos menos espectaculares del trabajo.
Presumiendo que se refería al papeleo, Kate suspiró. —¿Formularios? ¿Documentos?
—Oh no, nada de eso —dijo Durán—. He convocado una reunión para echar a andar esto. Imaginé que sería la mejor manera de poner a todos los canales al corriente.
—Ah, odio las reuniones.
—Oh, lo sé —dijo Durán—. Lo recuerdo. Pero hey… ¿qué mejor manera hay de darte de nuevo la bienvenida?
Logan rió suavemente junto a ella mientras se ponían de pie y seguían a Durán para salir de la oficina. Para Kate, todo parecía inquietantemente familiar.
***
En realidad, resultó que no fue una mala reunión después de todo. Había solo otras tres personas esperando por ellos en la pequeña sala de conferencias al final del corredor. Dos de ellas eran agentes, uno masculino, el otro femenino. Hasta donde Kate podía asegurar, nunca se había encontrado con ninguno de ellos antes. La tercera persona era Dunn. Mientras Durán cerraba la puerta, uno de los agentes se puso de pie y extendió su mano.
—Agente Wise, encantado de conocerla —dijo.
Ella tomó su mano con vacilación y la estrechó. Al hacerlo, el agente se dio cuenta que había atraído la atención sobre sí mismo.
—Lo siento —dijo por lo bajo mientras volvía rápidamente a tomar asiento.
—Esta bien, Agente Rose —dijo Durán mientras ocupaba un asiento en la cabecera de la mesa—. No es usted el primer agente que se siente abrumado por la presencia de la casi legendaria Agente Kate Wise —dijo esto con una pizca de sarcasmo para luego esbozar una sonrisa en dirección a Kate.
El hombre que ella pensaba que se llamaba Dunn destacaba en comparación con los otros dos —ambos sin duda agentes más jóvenes. Era una especie de supervisor; todo lo pregonaba, desde su estoica expresión hasta su traje cuidadosamente planchado.
—Agente Wise —dijo Durán—, estos dos agentes son el Agente Rose y la Agente DeMarco. Han sido compañeros durante los últimos siete meses, pero solo porque yo y el Director Adjunto Dunn hemos tenido problemas en hallar un lugar para ellos. Ambos vienen con su propio conjunto de fortalezas. Y si terminas asumiendo el liderazgo de este caso en Richmond, uno de ellos probablemente será asignado para trabajar contigo.
El agente Rose se veía todavía avergonzado, pero se resistió a abandonar su actitud reconcentrada. Kate no podía recordar la última vez que alguien se había visto visiblemente sacudido al conocerla. Había sido poco antes del último año de su carrera cuando alguien de Quantico había terminado trabajando con ella por un día en los laboratorios. Fue abrumador pero también un poco desconcertante.
—Debería añadir —dijo el Director Adjunto Dunn—, que el Subdirector Durán y yo somos los que hemos impulsado este programa que convoca a oficiales recientemente jubilados. No sé si él ya te lo ha dicho, pero tu nombre fue el primero que salió.
—Si —convino Durán—, y es innecesario decirlo, pero en verdad apreciaríamos si lo mantienes en secreto por ahora. Y por supuesto, sácala del parque.
—Daré lo mejor de mí —dijo Kate. Estaba comenzando a comprender que le estaban aplicando ahora una pizca de presión. Nada que la preocupara, la verdad. Ella trabajaba mejor bajo presión.
—Grandioso —dijo Durán—, por ahora, ¿quieres repasar los detalles de este caso de acuerdo a lo que sabes?
Kate asintió y de inmediato asumió su antiguo rol. Era como si no se hubiese perdido un día, mucho menos un año. Mientras les informaba sobre lo que estaba pasando en Richmond y cómo se había visto involucrada, el Agente Rose y la Agente DeMarco mantenían el contacto visual con sus ojos, quizás estudiándola para ver cómo podrían trabajar junto con ella.
Pero ella no dejó que eso la distrajera. Mientras repasaba los detalles del caso, sentía como si hubiera retrocedido en el tiempo.
Y era muy superior al presente en el que había estado viviendo.
CAPÍTULO SIETE
Tres horas después, Kate y Logan estaban sentados en una mesa en el exterior, bajo un toldo, en un pequeño restaurante italiano. Logan comía un submarino de carne en tanto que Kate hacía lo propio con una ensaladilla de pasta, y disfrutaba de una copa vino blanco. Ella no bebía a menudo y casi nunca antes de las cinco de la tarde, pero esta era una ocasión especial. La sola idea de una realidad donde ella podría volver a estar activa en el Buró era motivo de celebración hasta donde le concernia.
—¿Y entonces en qué clase de casos estás trabajando ahora mismo? —preguntó Kate.
—En todas las cosas que te aburrirían, eso es seguro —dijo. Pero ella sabía que él le contaría; él le contaría porque amaba el trabajo tanto como ella.
—Estoy tratando de atrapar a unos estafadores que han estado manipulando principalmente cajeros automáticos. También estoy trabajando en una especie de equipo con otros agentes en lo que podría ser una pequeña red de prostitución salida de Georgetown, pero es todo.
—Da náuseas —dijo Kate
—Te lo dije. Es aburrido.
—¿Conque bastante lejos de estos casos sin resolver que Durán mencionó? ¿Qué sabes de eso en todo caso? ¿Por cuánto tiempo se ha estado cocinando ese pequeño proyecto secundario?
—Hace rato, creo. Me hicieron partícipe hace dos semanas. Durán y algunos de los otros tipos de bajo perfil estaban preguntando por algunos de los casos en los que hemos trabajado, pero que nunca fueron resueltos. No estaban interesados en los métodos o cosas como esas, solo preguntaban por detalles y archivos de casos no resueltos.
—¿Y no te dieron una razón?
—No. Y... espera, ¿por qué suenas suspicaz? Pensé que ibas a saltar ante esta oportunidad.
—Oh, planeo hacerlo. Pero me hace preguntarme si hay un caso en particular sin resolver en el que estén más interesados. Algo tuvo que haber despertado este interés repentino en casos sin resolver. Dudo seriamente que sólo Durán pudiera encontrar alguna forma de traerme de regreso.
—No sé —dijo Logan—, te sorprendería. Te han extrañado por aquí. Algunos de los nuevos agentes todavía hablan de ti como si fueras alguna especie de personaje mitológico.
Ella ignoró el cumplido, todavía metida en sus pensamientos. —Además, ¿por qué me llamaría para después despedirme diciéndome que quería que me tomara algo más de tiempo antes de comenzar? Me hace preguntarme si cualquiera que sea la verdadera razón detrás del mismo no pudiera ser revelada todavía.
—Bueno, tú sabes —dijo Logan—. Basándome en la manera cómo le metes cabeza a todo este asunto, quizás él tenga razón. Relájate, Kate. Como él dijo... hay toneladas de agentes retirados que morirían por esta oportunidad. Así que sí, ve a casa. Relájate. No hagas nada en lo absoluto.
—Tú me conoces lo suficiente para saber que así no soy yo —dijo. Tomó un sorbo de su vino, pensando que quizás él tenía razón. Quizás debería simplemente deleitarse con el gozo de regresar al trabajo... o algo así.
—El retiro no cambió eso, ¿eh? —preguntó Logan.
—No. Si lo hizo, fue para peor. No puedo soportar estar quieta. Detesto un cerebro inactivo. Los juegos de palabras y el tejido no van a atraerme. Quizás, muy en el fondo Durán sabía que soy demasiado joven como para que me pongan a pastar.
Logan sonrió y meneó su cabeza. —Sí, pero ese pasto es bastante exuberante y verde.
—Si, hay mierda de vaca por todas partes.
Logan suspiró al tiempo que le daba un último mordisco a su almuerzo. —Okey —dijo—, algunos de nosotros necesitamos regresar al trabajo.
—Golpe bajo —dijo ella, tomando el último sorbo de su vino.
—Entonces, ¿qué vas a hacer? —preguntó el— ¿Te diriges de regreso a casa?
Honestamente ella todavía no estaba segura. Una parte de ella quería permanecer en Washington por puro gusto. Quizás podía ir de compras o acercarse a su sitio favorito en el National Mall y simplemente sentarse a reflexionar. Ciertamente era un día fabuloso para ello.
Pero de nuevo, quería estar también regreso en casa. Aunque había errado por lo que concernía a Brian Neilbolt, persistía el hecho de que alguien habia asesinado a Julie Meade. Y parecía que la policía hasta ahora no tenía idea.
—No estoy segura —dijo—. Puede que me quede un rato en la ciudad, pero lo más probable es que retorne a casa antes de que caiga la noche.
—Si cambias de idea, llámame. Fue realmente lindo verte, Kate.
Pagaron sus cuentas y dejaron la mesa tras un corto abrazo. Incluso antes de irse, la mente de Kate pareció quedarse enganchada en un pensamiento en particular, uno salido de la nada, al parecer.
Julie fue asesinada en su casa, mientras su esposo estaba fuera de la ciudad. Si forzaron la entrada de alguna manera, nadie me lo mencionó. Ni la policía mientras me explicaban, ni tampoco Debbie o Jim. Si hubieran forzado la entrada lo habrían mencionado.
Eso le hizo preguntarse… ¿entró el asesino en la casa porque fue invitado? ¿O sabían al menos dónde estaba oculta una llave de repuesto?