—Pero no lo crees —dijo Ray, probando que la conocía tanto como ella lo conocía a él.
—Soy escéptica. Creo que es posible que la parte del dinero fue directa porque él no creía realmente en ello, y solo estaba diciendo lo que se supone debe ir en una nota de rescate. ¿Qué pasa si esa es la parte falsa y la real es toda la parte loca? Lo que quiero decir es que el contraste entre ambas secciones es tan dramático como ridículo. El lenguaje ‘sobrecalentado’ es donde parece estar su pasión.
—Parece estar —interrumpió Brody. Keri se recordó a sí misma mantener la serenidad. El pre-jubilado la estaba hostigando, esperando sacarla de sus casillas para hacer su argumentación menos creíble. Asintió de manera cortés y prosiguió.
—Sí, Frank, parece estar. No pretendo saber todo con certeza. Pero todo este discurso de liberarla de su propio espíritu maligno, de la maquinaria del Señor, es bastante detallado, como si hubiera desarrollado alguna especie de liturgia personal para reflejar su propia y deformada religión —una donde él tiene el control, como si fuera el Papa de su fe demencial. Y si esto es cierto, tenemos un problema mucho más grande.
—¿Cómo así? —preguntó Edgerton.
—Porque si todo esto es verdaderamente acerca de limpiar espíritus y agradar a su deidad, entonces a él en realidad no le interesa el dinero. Podría ser solo una forma de justificar ante sí mismo el secuestro, en términos sociales. Él se dice a sí mismo que es por dinero para poder funcionar con alguna especie de normalidad. Pero muy en el fondo, él sabe que es solo una excusa, que la verdadera razón por la que se la llevó es más profunda y oscura.
—Así que, Locke —dijo Hillman—, ¿estás sugiriendo que este sujeto libra una lucha interna y que el dinero es solo una forma de esconderse a sí mismo lo que realmente quiere hacerle a la niña?
—Quizás.
—Me parece mucha conjetura —dijo—. Aparte del lenguaje que empleó, ¿qué tienes para apoyar tu teoría?
—No es solo el lenguaje, Teniente. El solo hecho de que haya ofrecido regresarla, para permitir que su propio padre la purificara, sugiere que podría estar tratando de luchar con esta cosa, que está tratando de encontrar una ‘salida’, una forma de liberarla del demonio que no sea asesinándola.
Calló y miró en derredor los rostros de sus compañeros de trabajo, que eran una mezcla de escepticismo y genuina intriga. Incluso Hillman parecía estarlo reconsiderando.
—O podría andar tras el dinero y tu jerigonza esotérica está tan repleta de basura como él —dijo Brody de manera desdeñosa. Su comentario pareció sacar la buena disposición de la habitación y Keri sintió que cada quien se retiraba a su rincón de seguridad.
—¡Eres un Neandertal! —dijo Castillo, disgustada.
—¿Sí? —escupió él a su vez— Creo que podrías beneficiarte de una buen arrastre por los cabellos.
—¿Quieres ir ahora mismo, viejo? —dijo Castillo, dando un paso hacia él— Patearé tu trasero de ballena varada en la playa de regreso al océano
—¡Suficiente! —gritó Hillman— Tenemos que salvar a una niña de doce años y no tenemos tiempo para esta basura. Y Brody, otro comentario sexista como ese y retendré tu paga por el resto de tu jodida carrera, así solo sea un mes, ¿me has entendido?
Brody cerró su boca muy a su pesar. Castillo se veía como si todavía no hubiera terminado, así que Keri puso su mano sobre el hombro de ella y se la llevó lejos.
—Déjalo, Jamie —musitó por lo bajo— El tipo está a solo un burrito de un ataque cardíaco. No querrás que te culpen cuando se desplome.
Castillo rió suavemente a pesar de su enojo. Iba a replicar cuando el Detective Manny Suárez entró en la habitación. No había mucho que ver en Manny, con su barba de tres días, sus rollitos de grasa, y sus ojos de párpados caídos que le recordaban a Keri al enano Dormilón. Pero era un duro y capaz detective. Y lo más importante en ese momento, regresaba de la oficina FedEx donde la nota de rescate había sido dejada. Keri esperaba que tuviera buenas noticias.
—Dame algo bueno —dijo Hillman.
Suárez meneó su cabeza al tomar asiento ante la mesa de la sala de conferencias y sacar un único recibo del sobre manila que cargaba. Lo tiró sobre la mesa.
—Esto es todo —dijo—. Esta es la única pieza de significativa evidencia que pude colectar en la tienda FedEx. Tiene la hora y la fecha de la compra, que fue pagada en efectivo. Eso es todo.
—¿No había vídeos de seguridad que pudieran coincidir con la hora de la compra? —preguntó Hillman.
—Los hay, pero son prácticamente inútiles. El vídeo del exterior del lugar muestra a alguien llegando a pie. Pero esa persona viste una amplia sudadera con una capucha y gafas de sol. La he hecho circular, pero no será de mucha ayuda. Es difícil decir incluso si es hombre o mujer.
—¿Qué hay acerca del interior de la tienda FedEx? —preguntó Castillo.
Suarez sacó del sobre una segunda hoja de papel y la puso sobre la mesa también. Se veía como una foto, pero era básicamente blanca con negro a lo largo de los bordes.
—Esta es una foto fija de la cámara interior —dijo—. Se ve como que tenía puestas gafas de sol de refracción láser que blanquearon cualquier cosa en la pantalla. Así es como se ve el vídeo todo el tiempo que la persona está allí.
—Eso es tecnología de punta —observó Edgerton, impresionado—. Usualmente ese tipo de cosas solo son usadas en robos de alta gama.
—¿Qué hay con las otras cámaras? —preguntó Ray— Las que no miró directamente.
—No fueron afectadas. Pero el sospechoso se paró convenientemente fuera del alcance de cada una de ellas. Es como si, sabiendo exactamente dónde estaría cada cámara las hubiese evadido todas, excepto la que está justo al lado de la caja. Y esa fue la que quedó blanqueada.
—¿Asumo que evitó también toda cámara exterior al salir? —supuso— ¿Ninguna oportunidad de que haya caminado a su auto y podamos conocer la marca o la matrícula?
—Ninguna —confirmó Suárez—. Lo tenemos caminando hasta doblar la esquina. Pero la dirección que tomó lleva a una cuadra industrial donde ninguno de los negocios tienen cámaras. Puede haber ido a cualquier lado desde allí.
—Odio sumar algo a la pila —añadió Edgerton, mientras estudiaba la portátil que tenía al frente—. pero tengo más malas noticias. El morral y el teléfono de Jessica no arrojaron nada. Escena del Crimen acaba de enviarme un correo, para decir que no encontraron ninguna huella no esperada.
El celular del Teniente Hillman repicó, pero él le indicó a Edgerton que continuara mientras salía de la sala a atender la llamada. Kevin prosiguió donde se había quedado.
—Y he estado corriendo un programa usando su tarjeta SIM para encontrar cualquier actividad sospechosa. Acaba de finalizar. Pero no hay nada fuera de lo ordinario. Cada llamada que hizo o recibió en los últimos tres meses es de su familia o amigos.
Keri y Ray intercambiaron una mirada silenciosa. Ni siquiera la tensión entre ellos podía socavar la preocupación compartida de que este caso se estaba complicando con rapidez.
Antes de que nadie pudiera responder a Edgerton, Hillman entró de nuevo. Keri tuvo la certeza, por la expresión de su cara, de que venían más malas noticias.
—Era el Dr. Feeney —dijo—. Él también acepta la teoría del estafador. Piensa que este sujeto está simulando toda la parte loca y solo quiere el dinero.
Grandioso. Cada pista que tenemos no ha ido a parar a ningún lado y ahora el consenso de la unidad es que este sujeto es solo el secuestrador de costumbre.
Keri no podía explicarlo, ni siquiera a sí misma. Pero sus instintos le estaban diciendo que el consenso estaba peligrosamente equivocado, que este secuestrador era algo completamente distinto. Y ella temía que si no se colocaban pronto en el sendero correcto, Jessica Rainey pagaría el precio.
CAPÍTULO SEIS
Mientras los minutos que antecedían a la entrega pasaban. Keri trató de ignorar el creciente pinchazo de ansiedad en su estómago. El tiempo se agotaba y Keri sentía que perdía opciones con rapidez. Se ordenó a sí misma no perder la esperanza, y recordar que Jessica estaba allá afuera, en algún lugar, esperando desesperadamente que alguien la encontrara.
Ya que la oficina de FedEx y el morral y el celular de Jessica fueron callejones sin salida, el equipo comenzó a seguir opciones menos relativas al caso, y por tanto menos prometedoras.
Edgerton puso los parámetros del caso en una base de datos federal para ver si había algún registro de secuestros similares. Los resultados saldrían pronto, pero sacar algo de los mismos llevaría tiempo.
También introdujo la nota de rescate en el sistema, con la remota posibilidad de que el lenguaje coincidiera en alguna medida con los de cartas anteriores. Era una apuesta arriesgada. Si una carta así de extraña había sido enviada antes a alguien, estaban seguros de que habrían escuchado acerca de ella.
Suárez estaba mirando una lista de ofensores sexuales que vivieran en la zona para ver si alguno de ellos tenía un registro de este tipo de crimen. Castillo se había ido al parque a preparar la vigilancia. Brody había dejado la estación, afirmando que iba a hablar con algunos de sus informantes de la calle. Keri sospechaba que solo había salido a comer algo.
Ella y Ray examinaron los archivos de casos antiguos, buscando cualquier caso viejo o no resuelto que coincidiera con el de Jessica. Era posible que este fuera el trabajo de alguien que estuviera de regreso en las calles luego de un largo lapso en prisión. Si esa era la situación, sería anterior al tiempo en la fuerza de cualquiera de ellos y no recordarían los detalles. Ninguno de ellos creía que el ejercicio arrojaría frutos, pero no sabían qué otra cosa hacer.
Al cabo de más de una hora sin éxito salieron. Eran casi las 10 p.m. y ella y Ray iban de regreso a la casa de los Rainey. Era la misma ruta que habían tomado esa mañana, cuando todo había sido normal, justo hasta el momento cuando él le propuso una cita. Ambos estaban conscientes del hecho, pero estaban demasiado atareados para permitir que eso se cruzara en su camino por los momentos.
Mientras conducía, Ray estaba al teléfono hablando con el Detective Garrett Patterson, todavía en la estación para coordinar la vigilancia del sitio de la entrega, el Parque Chace.
Patterson, un hombre callado, libresco, en la treintena, era un experto en tecnología como Edgerton. Pero a diferencia de su colega más joven, Patterson parecía contentarse con los detalles más nimios de los casos. Adoraba actividades como examinar registros telefónicos y comparar direcciones IP, tanto que ello le había ganado el apodo de Trabajo Laborioso, cosa que no le molestaba para nada.
Patterson no era la clase de detective que iba a hacer saltos instintivos de deducción, pero se podía contar con él para instalar todo un perímetro de vigilancia electrónica y de vídeo que fuese tan efectivo como indetectable.
—Están preparados —le dijo Ray al colgar—. El equipo de vigilancia está en su lugar. Manny se dirige ahora a la casa del jefe de Rainey, para acompañarlo a él y al dinero al puesto de comando remoto en la van situada en el centro comercial Waterside.
—Grandioso —dijo Keri—. Mientras hablabas, tuve una idea. Tengo un amigo que conozco de cuando vivía en la casa bote en la marina. Tiene un velero y apuesto a que él nos llevaría para poder observar la zona de entrega desde el agua. ¿Qué dices?
—Digo que lo contactes —dijo Ray—. Mientras más ojos podamos poner en la zona de entrega sin ser notados, mejor.
Keri texteó a su amigo, un apergaminado y viejo marinero llamado Butch. En realidad era menos un amigo que un eventual compañero de bebida a quien le gustaba el escocés tanto como a ella. Luego de perder a Evie, su matrimonio, y su trabajo, en rápida sucesión, había comprado una destartalada casa bote en la marina y vivido allí varios años.
Butch era un hombre amistoso, jubilado de la Armada a quien le gustaba llamarla “Copper”, no le hacía preguntas sobre su pasado, y estaba feliz de intercambiar historias profesionales de guerra con ella. En ese tiempo, esa era exactamente el tipo de compañía que estaba buscando. Pero desde que se había mudado de la marina a su apartamento, y significativamente reducido el consumo de alcohol, no se habían visto mucho en tiempos recientes.
Aparentemente no albergaba resentimiento alguno puesto que ella recibió casi de inmediato un texto que rezaba: “no hay problema - nos vemos, Copper”.
—Somos buenos —le dijo a Ray, luego dejó que su mente vagara hacia algo que la había estado devorando. No se dio cuenta del tiempo tan largo que había permanecido en silencio hasta que Ray irrumpió en sus pensamientos.
—¿Qué pasa, Keri? —preguntó Ray con expectación— Puedo asegurar que estás dándole vueltas en tu cabeza a alguna pista.
Una vez más Keri se maravilló de que él pareciera capaz de leer su mente.
—Es solo la entrega. Algo acerca de eso me está molestando. ¿Por qué este hombre, asumiendo que es un hombre, nos da el sitio con tanta antelación? Debe saber que si los Rainey nos contactaron, tendríamos horas para hacer exactamente lo que estamos haciendo —establecer un perímetro, instalar la vigilancia, juntar personal. ¿Por qué darnos la ventaja? Entiendo que exija el dinero desde temprano, y así darles tiempo para que lo reúnan, pero si fuese yo, llamaría a las once cuarenta y cinco p.m. para revelar el sitio de la entrega y diría que la reunión era a la medianoche.
—Buena pregunta —convino él—, y encaja con tu sospecha de que a él no le importa el dinero.
—No quiero extenderme en detalles, pero realmente creo que no —dijo.
—Entonces, ¿qué crees que le importa? —preguntó Ray.
Keri había estado sopesando esto en su cabeza y estaba feliz por la oportunidad de compartirlo en voz alta.
—Quienquiera que sea este sujeto, creo que tiene una fijación con Jessica. Siento que la conoce o al menos se ha encontrado con ella. Él la ha estado observando.
—Eso encaja. Todo sugiere que ha estado planeando esto desde hace rato.
—Exactamente. Esas gafas de sol especiales que usó FedEx, el saber dónde estaban las cámaras, secuestrarla a la hora perfecta cuando ella estaba fuera de la vista de la escuela, pero todavía no estaba a la vista de su madre, en una parte del vecindario donde ninguno de los vecinos tenía cámaras de seguridad en el exterior. Todas estas son señales de alguien que ha estado trabajando en esto por un largo tiempo.
—Eso tiene sentido. Pero el oficial de seguridad en la escuela no consiguió nada entre el personal. Lo verifiqué de nuevo en la estación. Ninguno de los maestros tenía registros más allá de multas de estacionamiento.
—¿Qué hay del personal de mantenimiento o los conductores de autobús?
—Son empleados a través de compañías externas. Pero todo el que tiene contacto con la escuela debe pasar una verificación de sus antecedentes. Podemos repasar la lista de nuevo. Pero el sujeto fue bastante cuidadoso.
—Okey, entonces, ¿qué hay acerca de los empleados en negocios a lo largo de la ruta de la bici, u obreros en una casa en construcción en las cercanías —personas que la verían todos los días y estuviesen familiarizados con su rutina y tengan un registro?
—Esas son buenas pistas que podríamos seguir en la mañana. Pero aspiro a que capturemos a ese sujeto esta misma noche y nada de eso sea necesario.