Obsesionada - Морган Райс 2 стр.


“¿Era Julieta demasiado joven?" Scarlet respondió con seriedad, recordando la noche mágica que habían pasado juntos viendo la tragedia de Shakespeare.

En ese momento, Scarlet sintió detrás de ella la multitud en ebullción y supo que Octal no iba a  retenerlos por más tiempo.

"De todos modos," dijo ella, parpadeando a Sage una sonrisa agridulce, ”es demasiado tarde para cambiar de opinión."

"No lo es," Sage respondió. "Por favor, Scarlet. Aléjate. Aún hay tiempo."

Scarlet respondió presionando un beso feroz contra sus labios.

"No tengo miedo de morir," ella respondió con firmeza. Luego, pasó el brazo alrededor de su cintura y se volvió hacia la multitud asesina. "Siempre y cuando estemos juntos.”

CAPÍTULO DOS

Una guerra de vampiros.

El mar que estaba debajo de Caitlin era tan negro como la noche. Podía escuchar el zumbido del motor mientras el pequeño avión militar avanzaba a través de las nubes, las mismas palabras volvían una y otra vez a su mente. No podía llegar a comprender cómo las cosas había llegado a todo esto, cómo su hija había volado hacia la oscuridad de la noche, obligándola a ella y a Caleb a ir desesperadamente tras ella. Su preocupación por Scarlet la consumía, y las mariposas de pánico empezaban a revolotearle en el estómago.

Caitlin sintió una fuerte sensación primal agitarse en su interior. Scarlet estaba en un lugar cercano. Caitlin estaba segura. Se enderezó de golpe y apretó el brazo de Caleb.

“¿Puedes sentirla?”, él le dijo, analizando la expresión de Caitlin.

Caitlin solo asintió, apretando los dientes mientras una creciente necesidad de estar con su hija crecía en su interior.

"Ella está en peligro, Caleb," dijo Caitlin, conteniendo las lágrimas que amenazaban con ahogarla.

Caleb miró por el parabrisas y apretó la mandíbula. "Vamos a estar junto a ella pronto. Te lo prometo. Todo estará bien."

Caitlin quería creer desesperadamente en él, pero una parte de ella estaba escéptica. Scarlet había volado voluntariamente a ese lugar, a ese castillo lleno de inmortalistas maliciosos. Como su madre, Caitlin sabía que no tenía más remedio que seguirla. Al ser un vampiro, Scarlet estaba, sin lugar a dudas, en mayor peligro que un adolescente promedio.

Otra punzada de nostalgia golpeó a Caitlin. Pero esta vez fue peor que antes. No era sólo el dolor por estar lejos de su hija Caitlin, era algo aún peor.

Scarlet estaba en peligro de muerte.

"Caleb", Caitlin dijo a toda prisa. "Ella está ahí abajo y está en problemas. Tenemos que aterrizar. Ahora.“ La urgencia en su voz hizo que sus palabras se escucharan como un susurro apresurado.

Caleb asintió y miró a un lado. Por debajo de ellos, se batían las olas negras.

"No hay donde aterrizar", dijo. "No quiero intentar aterrizar en el agua. Es demasiado peligroso.”

Sin perder el ritmo, dijo Caitlin: "Entonces tendremos que expulsarnos."

Los ojos de Caleb se abrieron como dos platos. "Caitlin, ¿estás loca?"

Pero mientras él hablaba, ella sacó el paracaídas y se lo empezó a poner.

“No estoy loca," dijo. "Sólo soy una madre a quien su hija necesita."

Tan pronto como las palabras salieron de sus labios, la dolorosa necesidad de estar junto a su hija la inundó otra vez. Podía divisar una forma en la distancia y pensó que tal vez se trataba de un edificio.

Las gotas de lluvia comenzaron a caer, trazando líneas en el vidrio y reflejando la luz de la luna, y Caleb apretó sus manos sobre el timón.

"Quieres que abandonemos el avión", dijo, con calma, era más una afirmación que una pregunta.

Caitlin se puso su mochila paracaídas. "Sí."

Ella le tendió el otro paracaídas a Caleb. Él lo miro con una expresión de incredulidad.

"No hay donde aterrizar," Caitlin añadió con firmeza. "Tú mismo lo dijiste."

“¿Y si nos ahogamos?" dijo Caleb. “¿Si las olas son demasiado fuertes? ¿El agua demasiado fría? ¿Cómo podremos ayudar a Scarlet si morimos?"

"Tienes que confiar en mí", dijo Caitlin.

Caleb respiró profundamente. "¿Qué tan segura estás de que Scarlet esté cerca?"

Caitlin miró a Caleb en los ojos mientras otra punzada de anhelo se precipitaba hacia ella. "Estoy segura."

Caleb aspiró aire entre los dientes y sacudió la cabeza.

"No puedo creer que esté haciendo esto", dijo.

Luego, rápidamente se quitó las correas de los hombros y se ajustó el paracaídas. Una vez que estuvo listo, miró a Caitlin.

"Esto no va a ser divertido", él dijo. "Y puede no terminar bien."

Ella extendió la mano y apretó la de él. "Lo sé."

Caleb asintió, pero Caitlin podía ver el miedo en su rostro y la preocupación en sus ojos.

Luego, él golpeó con su palma el botón de expulsión.

De pronto, una ráfaga de aire se arremolinó a su alrededor. Caitlin sintió que el viento frío helado enmarañaba su pelo y se sintió propulsada hacia arriba a un ritmo tan rápido que parecía que había dejado su estómago atrás.

Y un momento después estaban cayendo.

CAPÍTULO TRES

Vivian se despertó sobresaltada y se dio cuenta que estaba acostada en una hamaca en el patio trasero de su casa. El sol se había puesto hacía tiempo, y la luna brillaba sobre la superficie de la piscina. Desde las ventanas de la mansión de su familia, un cálido resplandor naranja se derramaba por el césped perfectamente cuidado.

Vivian se incorporó y la sacudió una ola de dolor. Parecía irradiar de sus poros, como si cada una de sus terminaciones nerviosas estuviera en llamas. Su garganta estaba seca, su cabeza le dolía, y tenía una sensación pulsante como dagas detrás de los ojos.

Vivian se agarró a los lados de la tumbona para mantener el equilibrio pues tenía náuseas.

¿Que me está pasando?

Los recuerdos comenzaron a flotar a la superficie de su mente, de dientes dirigiéndose hacia ella, de un dolor insoportable en el cuello, el sonido de la respiración de una persona grotesca en su oído, el olor de la sangre llenaba sus fosas nasales.

Vivian se agarró a los lados con más fuerza mientras recuerdos terribles pasaban por su mente. Su corazón latía con fuerza y su estómago se desplomó al recordar todo a la vez: el momento en que ese Joe la había convertido en un vampiro. La estaba agarrando con tanta fuerza que la tumbona cedió.

Alarmada por su fuerza, Vivian se levantó de un salto. Al hacerlo, el dolor que había estado  sintiendo inmediatamente se disipó. Se sentía diferente, casi como si estuviera habitando un cuerpo nuevo. Un poder nuevo fluía por sus venas. Había sido una porrista fuerte y atlética -aún así, lo que sentía ahora era algo más que una excelente aptitud física. Era algo más que fuerte. Se sentía invencible.

No era sólo el poder. Algo más se estaba acumulando en su interior. Enojo. Rabia. El deseo de causar dolor. El deseo de venganza.

Quería hacer sufrir a Joe por lo que le había hecho. Quería lastimarlo tanto como él la había herido.

Estaba caminando hacia la mansión, decidida a encontrarlo, cuando las puertas del patio se abrieron. Se detuvo en seco cuando su madre, vestida con sus zapatillas esponjosas de color rosa pom-pom, bata de seda, y gafas de sol de Prada, asomó la cabeza. Era típico de su madre usar gafas de sol, incluso cuando estaba en un lugar oscuro. En su cabello llevaba rodillos, señal de que se estaba preparando para salir, probablemente, a una de sus estúpidas funciones de  la sociedad.

Al ver a su madre, la rabia recién descubierta de Vivian comenzó a burbujear hasta el tope. Apretó los puños.

"¿Qué estás haciendo ahí afuera?", exclamó su madre, utilizando la voz aguda que le ponía a Vivian los nervios de punta. “¡Se supone que deberías estar preparándote para la fiesta de los Sandersons!" Hizo una pausa mientras Vivian daba un paso hacia la luz. “¡Dios mío, te ves como la muerte! ¡Ven rápidamente aquí para que te arregle el pelo.”

Su pelo largo y rubio había sido, una vez, el orgullo y alegría de Vivian, provocando la  envidia entre sus compañeras de escuela y un potente imán para los chicos interesados, pero en ese momento, Vivian no podía importarle menos cómo se veía. Solo podía pensar en las nuevas sensaciones que estaban rebotando en su cuerpo, el hambre persistente en la boca del estómago, y el deseo de matar que latía en sus venas.

“¡Vamos!" espetó su madre, haciendo temblar los rodillos en su cabeza. “¿Por qué te quedas  ahí parada?"

Vivian sintió una sonrisa en la comisura de la boca. Muy lentamente, dio otro paso hacia su madre. Cuando habló, su voz era fría y sin emoción.

"No voy a ir a la fiesta de los Sandersons."

Su madre le devolvió la mirada, su mirada estaba llena de odio.

“¿Que no vienes?", exclamó. "Esa no es una opción, señorita. Este es uno de los eventos más importantes en el calendario de este año. Si no vienes, va a empezar a correr todo tipo de rumores. Ahora, date prisa, sólo tenemos una hora antes de que llegue el coche. ¡Y mira tus uñas! ¡Parece que te hubieras estado arrastrándose en la tierra! "

La miraba con una incredulidad, mezclada con desconfianza y vergüenza.

La ira de Vivian sólo se profundizó. Pensó en la forma en que su madre la había tratado durante toda su vida, siempre colocando primero sus compromisos sociales, y sólo se interesaba en Vivian cuando  encajaba con la imagen perfecta que quería proyectar al mundo. Odiaba a esta mujer, más de lo que podría afirmar.

"No voy a ir a la fiesta de los Sandersons," Vivian gruñó, mientras daba un paso para estar más cerca de su madre.

Entonces, se dio cuenta de que había una palabra para lo que estaba haciendo: acecho. Es lo que los animales de caza hacen en la naturaleza cuando se están acercando a sus presas. Un estremecimiento de anticipación corrió por ella mientras observaba el cambio de expresión de su madre: de la frustración al miedo.

"No voy a ir a la fiesta de los Sandersons", dijo Vivian de nuevo “o a la de los Johnson, o los Gilbertons', o los Smythes '. No voy a ninguna otra fiesta nunca jamás.”

La expresión en los ojos de su madre era algo que Vivian nunca querría olvidar.

"¿Qué te pasa?", ella dijo, esta vez había un temblor nervioso en su voz.

Vivian se le acercó más. Se humedeció los labios y chasqueó el cuello.

Su madre dio un paso hacia atrás, estaba horrorizada.

"Vivian …", comenzó.

Pero no pudo terminar.

Con las manos extendidas, Vivian se abalanzó hacia ella, mostrando los dientes. Agarró a su madre, le tiró la cabeza hacia atrás, y hundió sus dientes en su cuello. Sus gafas de sol Prada volaron al suelo y ella los pisoteó bajo sus pies.

El corazón de Vivian empezó a latir más rápidamente mientras el sabor metálico de la sangre llenaba su boca. Y cuando su madre cayó inerte en sus brazos, Vivian sintió una abrumadora sensación de triunfo.

La soltó y el cuerpo sin vida de su madre cayó al suelo, no era más que un montón de miembros retorcidos y ropa de diseño. Sus ojos muertos miraban directamente a Vivian, sin ver. Vivian le devolvió la mirada y lamió la sangre de sus labios.

"Adiós, Madre," dijo.

Se dio vuelta y atravesó el jardín de sombras, corriendo cada vez más rápidamente, y enseguida estaba volando, en el aire de la noche, sobre su residencia impecable, hacia la noche fría, fría. Ella encontraría al hombre que le había hecho eso, y le desgarraría miembro por  miembro.

CAPÍTULO QUATRO

La luna llena brillaba arriba de Kyle, haciendo que los árboles que se alineaban en la calle suburbana de la casa de Vivian se vieran como esqueletos. Se lamió la sangre seca de los labios, saboreando su sabrosa caza, recordando la expresión de miedo y terror de Vivian. Y eso le dio fuerza. Ella, decidió, sería la primera de muchos, la primera víctima en el ejército de vampiros que estaba a punto de crear.

La preparatoria. Sería su próxima parada. Tenía un deseo ardiente de encontrar a la chica que lo había convertido -Scarlet. Tal vez estaría allí, o alguien podría saber dónde estaba.

Si no, estaría bien de todos modos pues habría un suministro sin fin de chicos para convertir. Desde el banquete con Vivian, se había engolosinado con el sabor de los adolescentes, y le gustaba la idea de tener un pequeño ejército obediente que lo siguiera. Más que eso, le gustaba la idea de causar estragos en esa ciudad y en el mundo.

Kyle comenzó a correr por la banqueta, y luego se detuvo en seco y se rió para sí. Se acordó de que ahora era un vampiro, con la fuerza y la habilidad por encima de lo que un humano podría soñar, y lo más importante, tenía la capacidad de volar. Era lo único que no había probado todavía. Y ahora quería sentirlo todo, y sentirlo completamente. Quería elevarse al cielo y mirar hacia abajo a esas insignificantes hormigas con sus pequeñas vidas sin brillo. Quería precipitarse hacia ellos y cazarlos como un águila capturando su presa.

Sonrió para sí mientras daba dos pasos grandes y se elevaba en el aire.

Fue estimulante. El viento pasaba junto a él, revolviéndole el pelo mientras volaba más y más alto en el cielo. Debajo de él, podía ver las pequeñas luces parpadeantes de la ciudad. Pensó en todas las personas en sus hogares, ignorantes del infierno que estaba a punto de desatar. Se rió para sí, imaginando el caos que estaba a punto de crear. Nada le daría más alegría que destrozar  todas y cada una de sus vidas.

Pronto Kyle vio la escuela preparatoria a lo lejos, muy por debajo. La policía había establecido un bloqueo alrededor de un área grande de la zona, incluyendo cada camino que llevaba a la escuela. Cada camino estaba lleno de patrullas de la policía.

Idiotas, Kyle pensó mientras volaba directamente sobre ellos sin ser notado.

Eran presa la ignorancia por sus limitaciones. Era claro que la idea de un vampiro asesino suelto era demasiado para sus pequeños cerebros, por lo que en lo había bajado de categoría a sólo un asesino suelto. No tenían ni idea.

Cuando Kyle se acercó a la entrada de la escuela, vio los trozos de cinta policial aleteando con el viento donde los dos hombres habían tratado de dispararle. Vio su propia sangre sobre el cemento. Apretó los puños y pensó en que ahora nadie podía detenerlo. Ahora, era inmortal. Ni coches, ni balas, nada podía detenerlo.

Entonces, decidió entrar por la entrada trasera. Bajó sobre el campo de atletismo, donde había una práctica de fútbol bajo el resplandor de los reflectores, y se escondió entre las sombras. Usando su vista súper aguda, enfocó en las patrullas de policía aparcadas tan solo a la vuelta de la calle, con la idea de que estarían fuera de vista. Tal vez, Kyle pensó con una sonrisa, estaban fuera de la vista de un ser humano. Pero no de un vampiro.

El lugar estaba en completo desorden. Había vidrios rotos y basura desparramados por todo el pavimento. Se preguntó cómo pudieron convencer a los niños a permanecer en la escuela. Era que no quería saber, de nuevo, pensó.

Se paseó hacia las puertas cerradas del gimnasio, concluyó que era el mejor camino para entrar a la escuela. Allí, pudo notar, también había mayor vigilancia. Kyle vio que habían colocado a un tipo corpulento junto a las puertas, incluso era más grande que él. Era el tipo de guardia de seguridad que sería más fácil encontrar en un club nocturno del centro que en una escuela preparatoria. Kyle solo sonrió para sí, saboreando el reto de hacerse cargo del hombre.

Con confianza, se paseó hasta donde estaba el guardia de seguridad, mientras notaba cómo la mano del hombre se deslizaba hacia su cintura. Kyle supuso que estaría alcanzando ya sea una pistola o un walkie-talkie de radio para pedir refuerzos. Nada de eso perturbaba a Kyle. Las armas no podían matarlo e incluso ni un centenar de agentes de policía no podrían hacer nada para detenerlo.

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