Antes del Amanecer - Морган Райс


Morgan Rice

antes del amanecer (la caída de los vampiros—libro 1)

Morgan Rice

Morgan Rice tiene el #1 en éxito de ventas como el autor más exitoso de USA Today con la serie de fantasía épica EL ANILLO DEL HECHICERO, compuesta de diecisiete libros; de la serie #1 en ventas EL DIARIO DEL VAMPIRO, compuesta de doce libros; de la serie #1 en ventas LA TRILOGÍA DE SUPERVIVENCIA, novela de suspense post-apocalíptica compuesta de tres libros; de la serie de fantasía épica REYES Y HECHICEROS, compuesta de seis libros; y de la nueva serie de fantasía épica DE CORONAS Y GLORIA. Los libros de Morgan están disponibles en audio y ediciones impresas y las traducciones están disponibles en más de 25 idiomas.


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Algunos comentarios sobre Morgan Rice

“¡Un libro que puede rivalizar con TWILIGHT y VAMPIIRE DIARIES, y que te dejará con ganas de seguir leyendo hasta llegar a la última página! Si te gusta la aventura, el amor y los vampiros, ¡este libro es ideal para ti! "

–-Vampirebooksite.com (sobre Convertida)


"Rice hace un gran trabajo jalándote en la historia desde el principio, con una gran calidad descriptiva que trasciende la mera pintura del entorno … .Bellamente escrita y es extremadamente rápida de leer."

–-Black Lagoon (sobre Convertida)


"Una historia ideal para los lectores jóvenes. Morgan Rice hizo un buen trabajo creando un giro interesante … refrescante y único. La serie se centra en una chica … ¡una chica extraordinaria! … Fácil de leer, pero con un ritmo muy acelerado … Calificación PG ".

–-The Romance Reviews (sobre Convertida)


"Me llamó la atención desde el principio y no me soltó … .Esta historia es una aventura increíble con un ritmo rápido y llena de acción desde el principio. No podrás encontrar un solo momento aburrido.”

–-Paranormal Romance (sobre Convertida)


"Repleta de acción, romance, aventura y suspenso. Pon las manos sobre este libro y déjate enamorar de nuevo.”

–-vampirebooksite.com (sobre Convertida)


"Una gran trama, y sobre todo es el tipo de libro que tendrás problemas para dejar de leer por la noche. Al ser tan espectacular, el final te deja con tantas expectativas que vas a querer comprar inmediatamente el siguiente libro, sólo para ver qué pasa.”

–-The Dallas Examiner (sobre Amada)


"Morgan Rice demuestra de nuevo que es una narradora de gran talento … .Este libro puede gustar a una amplia gama de lectores, incluyendo los aficionados más jóvenes al género de vampiros / fantasía. El final es de un  suspenso inesperado que te deja conmocionado.”

–-The Romance Reviews (sobre Amada)

Libros de Morgan Rice


OLIVER BLUE Y LA ESCUELA DE VIDENTES

LA FÁBRICA MÁGICA (Libro #1)

LA ESFERA DE KANDRA (Libro #2)

LOS OBSIDIANOS (Libro #3)


LAS CRÓNICAS DE LA INVASIÓN

TRANSMISIÓN (Libro #1)

LLEGADA (Libro #2)

ASCENSO (Libro #3)

REGRESO (Libro #4)


EL CAMINO DE ACERO

SOLO LOS DIGNOS (Libro #1)


UN TRONO PARA LAS HERMANAS

UN TRONO PARA LAS HERMANAS (Libro #1)

UNA CORTE PARA LOS LADRONES (Libro #2)

UNA CANCIÓN PARA LOS HUÉRFANOS (Libro #3)

UN CANTO FÚNEBRE PARA LOS PRÍNCIPES (Libro #4)

UNA JOYA PARA LA REALEZA (Libro #5)

UN BESO PARA LAS REINAS (Libro #6)

UNA CORONA PARA LAS ASESINAS (Libro #7)


DE CORONAS Y GLORIA

ESCLAVA, GUERRERA, REINA (Libro #1)

CANALLA, PRISIONERA, PRINCESA (Libro #2)

ESCLAVA, GUERRERA, REINA (Libro #3)

REBELDE, POBRE, REY (Libro #4)

SOLDADO, HERMANO, HECHICERO (Libro #5)

HÉROE, TRAIDORA, HIJA (Libro #6)

GOBERNANTE, RIVAL, EXILIADO (Libro #7)

VENCEDOR, DERROTADO, HIJO (Libro #8)


REYES Y HECHICEROS

EL DESPERTAR DE LOS DRAGONES (Libro #1)

EL DESPERTAR DEL VALIENTE (Libro #2)

EL PESO DEL HONOR (Libro #3)

UNA FORJA DE VALOR (Libro #4)

UN REINO DE SOMBRAS (Libro #5)

LA NOCHE DE LOS VALIENTES (Libro #6)


EL ANILLO DEL HECHICERO

LA SENDA DE LOS HÉROES (Libro #1)

UNA MARCHA DE REYES (Libro #2)

UN DESTINO DE DRAGONES (Libro #3)

UN GRITO DE HONOR (Libro #4)

UN VOTO DE GLORIA (Libro #5)

UNA POSICIÓN DE VALOR (Libro #6)

UN RITO DE ESPADAS (Libro #7)

UNA CONCESIÓN DE ARMAS (Libro #8)

UN CIELO DE HECHIZOS (Libro #9)

UN MAR DE ARMADURAS (Libro #10)

UN REINO DE ACERO (Libro #11)

UNA TIERRA DE FUEGO (Libro #12)

UN MANDATO DE REINAS (Libro #13)

UNA PROMESA DE HERMANOS (Libro #14)

UN SUEÑO DE MORTALES (Libro #15)

UNA JUSTA DE CABALLEROS (Libro #16)

EL DON DE LA BATALLA (Libro #17)


LA TRILOGÍA DE SUPERVIVENCIA

ARENA UNO: TRATANTES DE ESCLAVOS (Libro #1)

ARENA DOS (Libro #2)

ARENA TRES (Libro #3)


VAMPIRA, CAÍDA

ANTES DEL AMANECER (Libro #1)


EL DIARIO DEL VAMPIRO

TRANSFORMACIÓN (Libro #1)

AMORES (Libro #2)

TRAICIONADA(Libro #3)

DESTINADA (Libro #4)

DESEADA (Libro #5)

COMPROMETIDA (Libro #6)

JURADA (Libro #7)

ENCONTRADA (Libro #8)

RESUCITADA (Libro #9)

ANSIADA (Libro #10)

CONDENADA (Libro #11)

OBSESIONADA (Libro #12)

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Copyright © 2016 por Morgan Rice


Todos los derechos reservados. A excepción de lo permitido por la Ley de Derechos de Autor EE.UU. de 1976, ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, distribuida o transmitida en cualquier forma o por cualquier medio, o almacenada en un sistema de base de datos o recuperación de información, sin el consentimiento previo del autor.

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Se trata de una obra de ficción. Los nombres, personajes, empresas, organizaciones, lugares, acontecimientos e incidentes son producto de la imaginación de la autora o son usados como ficción. Cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas es pura coincidencia.


Imagen de la portada Derechos de Autor iStock.com/nsilcock

“Ven, noche gentil; ven, noche amante, negra como la ceja;
Dame mi Romeo; y, cuando yo muera,
tómalo y córtalo en pequeñas estrellas,
Y él hará de los cielos la cara tan fina
Que todo el mundo se enamorará de la noche…”
― William ShakespeareRomeo y Julieta

CAPÍTULO UNO

Kate se despertó en la mañana de su decimoséptimo cumpleaños sintiendo un agujero en el estómago. Deseaba sentirse entusiasmada; pero sabía, con un sentimiento de temor, que no habría ningún regalo esperándola, ni un desayuno especial de cumpleaños, ni pastel. No habría tarjetas de felicitación. Tendría suerte si alguien en su familia llegara a recordarlo.

Sintió el cálido sol de Santa Bárbara en los párpados, abrió los ojos y parpadeó. Su habitación aún estaba llena de cajas de mudanza, un desorden caótico que no lograba ponerse a ordenar. Tal vez era, se dio cuenta, porque no quería estar allí. No quería estar con su familia en ningún lugar. ¿Por qué querría estar con ellos? Ellos la odiaban.

Kate jaló el cobertor sobre su cabeza bloqueando la luz, no quería salir de la cama y comenzar el nuevo día. Lo mejor, decidió, sería salir de la casa lo más rápidamente posible e ir directamente a la escuela. Al menos, tenía a sus amigas. Ellas sabían muy bien cómo era su vida en su casa, y festejarían su cumpleaños.

Finalmente, Kate salió de la cama y se puso sus cómodos pantalones vaqueros favoritos y su playera negra. Luego, se puso los Converse rojos gastados y pasó el peine por su pelo café oscuro para soltarlo un poco, pero no lo suficiente como para modelarlo de una determinada manera. Ya que era una ocasión especial, se puso un poco de rímel y se delineó los ojos con kohl. Dio un paso hacia atrás y se observó en el espejo. Su madre odiaría su atuendo. Eso la hizo sonreír.

En el pasillo, el olor a panqueques, tocino y jarabe de arce flotaba en el aire. A su madre le fascinaba  pretender ser la Gran Madre Americana, con su peinado de mamá dedicada al hogar. No era más que una falsedad. Todo en ella era una mentira. Se suponía que todas las mamás-americanas amaban a sus hijos -no elegían a una hija a quien adorar mientras hacían sentir pequeña e insignificante a la otra.

Kate ya sabía que los panqueques no eran para ella. Serían para su padre y su hermana, Madison, y su hermano, Max, pero no para ella. La burla de su madre hacía eco en su mente.

Si tan sólo practicaras un deporte, podrías tomar un buen desayuno. Pero como te pasas todo el día adentro leyendo, tienes que cuidar tu figura.

Kate se preparó antes de entrar en la cocina.

La cocina en la nueva casa estaba decorada con buen gusto, estaba llena de todos los últimos aparatos eléctricos. Parecía como si la hubieran recortado de una revista. Era todo lo que su madre necesitaba para mantener su farsa de la familia perfecta.

Su padre estaba sentado a la mesa, con los ojos todavía rojos por haber estado bebiendo la noche anterior. Miraba con tristeza su café negro. Sus panqueques estaban sin tocar frente a él. Kate sabía que tenía demasiada resaca para poder comérselos.

Madison, también en la mesa, estaba ocupada aplicándose maquillaje frente a su pequeño espejo de mano. Su cabello oscuro peinado con ondas suaves le caía sobre los hombros y brillaba a la luz del sol. Complementaba su look con un lápiz labial rojo brillante, con lo que parecía más una estudiante de la universidad que de la escuela preparatoria, lo que era en realidad. Si alguien viera desde afuera, no parecía que hubiera sólo dieciocho meses de diferencia entre las dos muchachas. Madison era más como una mujer, mientras que Kate, en muchos sentidos, todavía se sentía como una niña escuálida.

Kate arrastró los pies por la cocina y agarró su bolsa del piso. Max la miró y le sonrió. Tenía catorce años y, con mucho, era la mejor persona en la familia de Kate. Al menos trataba de interesarse en ella.

"¿Quieres un poco?", él le dijo, señalando su pila de panqueques.

Kate sonrió. Sabía que a Max le encantaban los panqueques y probablemente había tenido que emplear hasta la última gota de su fuerza de voluntad para no devorárselos. A ella le tocó su gesto.

"Estoy bien, gracias", dijo.

En ese momento, su madre se dio vuelta desde donde había estado vertiendo jugo, junto a la ventana de la cocina.

"No hay panqueques para Kate," ella dijo. "Parece que has engordado un par de libras recientemente."

Miró a Kate de arriba a abajo, sin molestarse en ocultar la repulsión en su cara. Kate le devolvió la  mirada con frialdad.

Max bajó la mirada hacia su plato, sintiéndose culpable por haber causado que su madre criticara a Kate.

"No te preocupes, Mamá," dijo Kate sin emoción. "Conozco las reglas."

Por lo general, Kate tenía cuidado de no responder a su madre. Eso sólo empeoraba las cosas. Pero había algo diferente ahora. Tal vez, porque tenía diecisiete años. Se sentía un poco más fuerte, un poco más poderosa. En el fondo de su mente, sentía como si estuviera en la cúspide de algo emocionante.

Kate abrió la nevera y sacó un yogur natural. Era lo único que su madre la dejaba desayunar por el momento.

Tomó una cuchara y empezó a tomar su yogur recostada en la isla de la cocina, no quería unirse al resto de su familia desayunando en la mesa.

Su madre se acercó a la mesa con la jarra de jugo de naranja y sirvió un vaso a todos los demás.

Madison cerró su espejo de mano y miró a su hermana.

"¿Quieres que te lleve con Max a la escuela?", dijo, sus ojos viajaron desde los zapatos gastados de Kate a sus vaqueros rotos hasta su muy poco favorecedora camiseta.

Kate miró a Max. Se veía más culpable que nunca. Max siempre había ido a la escuela en bicicleta con ella, pero desde que se habían mudado a la casa nueva y el viaje era más largo, Madison lo llevaba en el coche. A ella no debería importarle, era un viaje de una hora a la Escuela Preparatoria San Marcos desde la nueva casa, a diferencia de los solo quince minutos en coche, pero echaba de menos esa sensación de solidaridad entre los dos. Era como si ir juntos en bicicleta mostraba, en silencio, su desaprobación de la ley del más fuerte prevaleciente en la casa, donde Madison estaba claramente en la parte superior. Pero ahora hasta esa tranquila protesta había sido reprimida. En sus momentos más paranoicos, Kate se preguntó si su madre había insistido en mudarse a esta casa en Playa Mariposa sólo para separarla de Max.

“Ningún aventón", advirtió su madre, aunque su tono era más suave con Madison. "Kate necesita hacer ejercicio."

Kate miró a los cuatro sentados alrededor de la mesa del desayuno y sintió una punzada de envidia. Su familia era completamente disfuncional pero, aun así, era todo lo que tenía, y estar separada de ellos le dolía.

"Voy a buscar mi bicicleta", Kate respondió con entusiasmo.

Madison se encogió de hombros. No era demasiado cruel con Kate, pero nunca hacía nada para defender a su hermana. Madison era la hija favorita de la casa y estaba bastante cómoda en la cima. Que la vieran demasiado junto a Kate podría dañarla. Sabía de primera mano cómo era caer en desgracia, y no haría nada que la pusiera en riesgo.

Desde el otro lado de la habitación, Max llamó la atención de Kate y articuló un lo siento.

Ella sacudió la cabeza y pronunció un está bien.

No era la culpa de Max, quien siempre estaba atrapado en el medio de todo. Él no debía sentir que era el culpable de la injusticia de su madre.

Max señalo la bolsa de Kate y levantó las cejas.

Kate frunció el ceño y miró adentro de su bolsa. Había un sobre con brillantina azul en el interior. Ella jadeó. Evidentemente era una tarjeta. Se sintió abrumada de gratitud. Él había dejado una tarjeta de cumpleaños para ella.

Kate levantó la cabeza e hizo contacto visual con él, quien le devolvió una sonrisa con timidez.

Gracias, ella articuló.

Él asintió con la cabeza con una gran sonrisa.

"¿No tienes práctica hoy, querida?" La mamá le preguntó a Madison, con los ojos brillantes de orgullo mientras miraba a su hermosa y talentosa hija mayor.

Las dos comenzaron a charlar sobre la práctica de las porristas, comentando con malicia sobre cuál de las chicas era una decepción para el equipo, o cuál había engordado demasiados kilos recientemente. Eran como dos guisantes en una vaina, su madre y Madison. La madre de Kate había sido una porrista exitosa  en la escuela preparatoria y se había decepcionado cuando Kate había rechazado esa actividad por la lectura y la escritura.

En ese momento, su padre se levantó de la mesa. Todo el mundo se quedó congelado. Era un hombre muy alto, y se cernió sobre ellos, proyectando una sombra oscura en la cocina que, de otro modo, era brillante y  soleada.

"Se me está haciendo tarde para el trabajo," él murmuró.

Kate se puso tensa. Parecía que el único lugar al que su padre debía ir era la cama para dormir la resaca. Se encontraba en un estado terrible, con su camisa fuera del pantalón y con la barba crecida en el mentón. Tal vez su problema con la bebida era una de las razones por las que su madre era tan crítica del aspecto  de Kate; tal vez no podía controlar la apariencia de su padre y, por eso, se la tomaba con su hija.

Todos en la habitación se quedaron inmóviles y en silencio mientras contenían la respiración. Su padre se movía pesadamente a su alrededor mientras tomaba las llaves del coche del tazón sobre la mesada de la isla, y el maletín del piso. Sus movimientos eran desordenados, y a Kate le preocupó que condujera el coche al trabajo en ese estado. Se preguntó qué pensarían sus compañeros de él. ¿Sabían lo mucho que bebía por  las noches? ¿O era tan buen actor como su madre? Cuando estaba en el trabajo, ¿se transformaba en otra persona, era otro hombre, un hombre mejor, un hombre de familia, un hombre que exigía respeto? Lo habían promovido varias veces, los que les permitió mudarse a esta hermosa casa en una zona envidiable, debía estar haciendo algo bien.

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