— ¿Qué hacemos hoy?—le preguntó a Daniel.
—Creo que debería mudarme—contestó, su mirada aún fija en el parabrisas.
Emily lo miró—. ¿Hoy?
Daniel la miró y sonrió—. Es hora de que seamos una familia adecuada—dijo.
El estómago de Emily dio una voltereta. Las cosas con Daniel de repente se movían muy rápido, y le sorprendió lo mucho que quería que lo hicieran.
Llegaron a la posada y Daniel se estacionó fuera de su cochera. Al entrar, Emily sintió una extraña punzada de nostalgia. Apenas habían pasado tiempo en casa de Daniel, pero aun así se sentía especial para ella, un lugar lleno de recuerdos. Ya se sentía con menos vida, transformado por los acontecimientos recientes. Daniel había llevado una tonelada de sus cosas a Tennessee cuando se había ido en el verano y no había desempacado ninguna de las cajas o maletas, así que ya había algunas estanterías vacías y equipaje apilado en la esquina.