Rápidamente se quitó todos los pensamientos de trabajo de la mente mientras intentaba dormir. Si empezaba a pensar en el trabajo y en todo lo que tiene que hacer, nunca se volvería a dormir.
Una vez más, pensó en Chloe. Se preguntaba qué tipo de sueños y pesadillas tenía su hermana sobre sus padres. Se preguntaba si todavía estaba obsesionada con la idea de liberar a su padre y, de ser así, si había decidido no contarle.
Eventualmente, las ganas de dormir la atraparon nuevamente. Cuando sucedió, el último pensamiento de Danielle fue sobre su hermana. Pensó en Chloe y se preguntó si finalmente había llegado el momento de perdonar y olvidar, no dejar que los recuerdos de su padre le impidieran de tener una relación significativa con Chloe.
Se sorprendió de lo feliz que la hacía este pensamiento… tan feliz que cuando se quedó dormida, en su rostro había una ligera sonrisa.
***
La joven cantinera que había sido contratada como su sustituta se adaptó rápidamente. Tenía veinte años, era guapísima y tenía una especie de don para entender a los borrachos. Y debido a que lo estaba haciendo tan bien, Danielle pudo reunirse con su novio y los contratistas en el edificio que sería su propio pub y restaurante en un mes y medio aproximadamente.
Hoy, se estaba colocando la climatización, así como unos paneles de último momento en un cuarto trasero que serviría como un espacio reservado para fiestas más grandes. Cuando ella llegó al lugar, su novio estaba revisando el contrato con un electricista. Estaban sentado en una de las mesas que habían sido desembaladas recientemente, en una de las tres variaciones que Danielle debía elegir de los tipos de mesas que tendrían en el restaurante.
Su novio la vio apenas entró. Rápidamente le dijo algo al electricista y luego se acercó para recibirla. Su nombre era Sam Dekker y aunque no era necesariamente el hombre más honeste o inteligente, lo compensaba con un aspecto robusto y su perspicacia para los negocios. Era unos veinte centímetros más alto que ella, así que cuando la besó tuve que inclinarse para hacerlo.
–Reportándome al servicio –dijo–. ¿Qué puedo hacer hoy?
Sam se encogió de hombros, mirando alrededor del lugar de una manera casi teatral.
–Honestamente, no creo que haya mucho que puedas hacer. Todo está empezando a encajar. Sé que puede parecer una tontería, pero tal vez quieras empezar a mirar el catálogo para decidir qué marcas de licores prefieres servir. Puedes decidir donde quieres que estén los pequeños altavoces para la música y cosas por el estilo. Son el tipo de cosas que se dejan de lado en la confusión y de repente aparecen como molestias de último minuto cerca del final del proyecto.
–Supongo que puedo hacer eso –dijo, un poco decepcionada.
Hubo días en los que entraba en el lugar de la renovación y sentía que Sam sólo la estaba entreteniendo, dándole tareas menores para que él pudiera manejar las cosas importantes. Era algo degradante en cierto modo, pero también tenía que recordarse a sí misma que Sam sabía lo que estaba haciendo. Él había abierto tres bares a los cuales les estaba yendo increíblemente bien, incluso vendió uno de ellos a una gran compañía nacional el año pasado por más de diez millones de dólares.
Y ahora él estaba eligiendo apoyarla en su propio emprendimiento. Era un emprendimiento para el cual él tuvo que convencerla. Insistió en que ella tenía la inteligencia para dirigir un lugar como este, pero sólo después de que todas las piezas sueltas se colocaran en su lugar.
A la mayoría de las chicas que salen con chicos semi-ricos se les regala joyas y autos, pensó mientras caminaba hacia el área que pronto sería el salón. A mí… me regalaron un bar. No es un mal negocio, supongo.
Se sentía fuera de lugar la mayor parte del tiempo cuando pensaba en el camino que le esperaba., Ella estaría a cargo de algo. Se encargaría de todo y tomaría decisiones. También sentía algo de culpa con esto. Sentía que se le había dado la oportunidad sin ninguna razón real, excepto de que tenía una relación con un tipo que sabía cómo empezar un negocio. Como resultado de esto, ella era consciente de que debía sacrificar muchas cosas y cosas que debía permitirle a Sam. Ella nunca cuestionó sus salidas nocturnas, siempre creyéndole las historias de que estaba en reuniones o con los contratistas, cenando con ellos. Ella había sido parte de algunas de esas reuniones, así que sabía que era verdad, a veces.
También sentía que tenía que mostrar su aprecio tan a menudo como pudiera. Eso significaba no regañarlo después de no verlo por un par de días. Significaba no poner demasiado reparo a ciertas cosas que él esperaba en el dormitorio. Significaba no enojarse porque a pesar de comprarle un bar y confiarle a ella la dirección, la idea del matrimonio no se había mencionado ni una sola vez. Danielle estaba bastante segura de que Sam no tenía intenciones de casarse. Y por ahora, ella estaba de acuerdo con eso, así que no veía razón para discutir sobre ello.
Además… ¿de qué tenía que quejarse? Finalmente había conocido a un tipo que la trataba de la realeza, mientras estaba presente, y ella parecía estar en camino al éxito asegurado de una manera muy fácil.
Cuando las cosas parecen demasiado buenas para ser verdad, normalmente lo son, pensó.
Cuando llegó a la habitación que iría a ser el área del salón, sacó los planos digitales de su teléfono. Colocó indicaciones sobre dónde podrían ir los parlantes y también hizo una anotación sobre la posibilidad de añadir algún tipo de ventana polarizada en la pared del fondo. Fue al hacer cosas así que sintió que este sueño se estaba haciendo realidad. De alguna manera, esto le estaba sucediendo.
–Oye…
Se dio vuelta y vio a Sam de pie en la puerta enmarcada. Él le sonreía y la miraba con la expresión de apetito que a menudo se le disparaba cuando se sentía juguetón.
–Oye, tú –dijo ella.
–Sé que parece que te he estado ignorando –dijo–, pero realmente… estas próximas semanas, todo lo que voy a necesitar de ti son unas cuantas firmas.
–Me estás haciendo trabajar demasiado duro –bromeó.
–Tenía la intención de que tu entrenamiento con la chica nueva del bar durara más tiempo. No es mi culpa que termináramos contratando a una cantinera brillante –se acercó a ella y le envolvió los brazos alrededor de la cintura. Ella tuvo que alzar la vista para poder mirarlo a los ojos, pero eso siempre la había hecho sentir segura por alguna extraña razón; la hacía sentir como si este hombre literalmente siempre la protegería.
–Almorcemos más tarde –dijo Sam–. Algo simple. Pizza y cerveza.
–Suena bien.
–Y mañana… ¿qué te parece si vamos a algún sitio? A una playa… A Carolina del Siro o algo así.
–¿En serio? Eso parece muy espontáneo y un poco como una molestia con todo el trabajo que queda por hacer. En otras palabras… no suena nada como algo que tú dirías.
–Lo sé. Pero he estado muy involucrado en este proyecto y…. me doy cuenta de que te he estado descuidando. Así que quiero compensártelo.
–Sam, me estás dando mi propio negocio. Eso es más que suficiente.
–Bien, entonces seré egoísta. Quiero alejarme de todo esto y estar desnudo y solo contigo cerca del océano. ¿Eso suena mejor?
–De hecho, suena mejor.
–Bien. Entonces ve al bar a ver cómo está la novata. Te recogeré para almorzar cerca del mediodía.
Lo besó y aunque claramente él se estaba precipitando, el sentimiento de todo lo que le acababa de decir no le era indiferente. Ella sabía que era difícil para él ser emocional y sincero. Rara vez podía ver esta lado suyo, así que cuando aparecía, no se atrevía a cuestionarlo.
Danielle camino de regreso entre los espacios abiertos del viejo edificio de ladrillo que pronto sería su pub y restaurante. Era difícil pensar que era suyo, pero ese era el caso.
Cuando salió el sol parecía más brillante que cuando había entrado. Sonrío, aun tratando de encontrarle sentido a todo en lo que se había convertido su vida. Pensó en Chloe de nuevo y tomó la decisión de llamarla en los próximos días. Todo lo demás iba tan bien en su vida, que podía intentar reparar la tensa relación con Chloe.
Se subió a su auto y se dirigió al otro bar de Sam, el bar en el cual él la había contratado para trabajar hace seis meses. Ella estaba tan distraída por la idea de irse con él el fin de semana que no se dio cuenta del coche estacionado a unos metros de distancia, que arrancó detrás de ella cuando salió.
Si lo hubiera notado, quizás hubiera reconocido al conductor, aunque no lo hubiera visto en mucho tiempo.
Sin embargo, ¿alguna hija alguna vez olvida cómo luce la cara de su padre?
CAPÍTULO CINCO
Cuando Chloe y Moulton llegaron a la oficina de García, el Director Johnson ya estaba allí esperándolos. Parecía que García y él habían estado revisando los archivos del caso. García tenía unos cuantos en su pantalla mientras que Johnson tenía una pequeña pila de copias impresas frente a él.
–Gracias por venir tan rápido –dijo Johnson –. Tenemos un caso en Virginia, un pequeño pueblo al otro lado de Fredericksburg, en un barrio acomodado. Y probablemente debería comenzar diciendo que la familia de la víctima tiene algunos amigos políticos muy poderosos. Por eso nos han llamado. Bueno, por eso y por el espantoso carácter de la muerte.
Mientras Chloe se sentaba en la pequeña mesa en la parte de atrás de la oficina de García, quiso hacer todo lo posible para no ser obvio al tratar de crear alguna distancia entre ella y Moulton. Ella sabía que probablemente estaba resplandeciente, radiante por cómo había pasado la noche y mañana. No estaba segura de cómo podría Johnson pudiera reaccionar ante cualquier tipo de relación entre ellos y honestamente no quería saberlo.
–¿A qué nos estamos enfrentando? –preguntó Chloe.
–Hace cuatro días, un esposo llegó a casa del trabajo y encontró a su esposa muerta –dijo García–. Pero fue más que eso. No sólo había sido asesinada, sino que fue brutalmente asesinada. Había múltiples heridas punzantes, dieciséis por el recuento del forense. La escena del crimen era un desastre… sangre por todas partes. No se parece a nada que la policía local haya visto jamás.
Deslizó hacia Chloe una carpeta con una mirada de advertencia. Chloe lo tomó y lo abrió lentamente. Miró dentro y sólo vio un destello de la foto de la escena del crimen, y la cerró con la misma rapidez. Basándose en lo que acababa de ver, parecía más un matadero que una escena del crimen.
–¿Quiénes son los amigos de la familia de la víctima? –preguntó Moulton –. Dijiste que alguien de la política, ¿verdad?
–Realmente preferiría no dar esa información –dijo Johnson–. No queremos que parezca que el FBI tiene favoritos cuando se trata de asuntos bipartidistas.
–¿Cuál es el nivel de participación de la policía local –preguntó Chloe.
–Han iniciado una cacería humana en todo el condado y han involucrado a la policía estatal –dijo García–. Pero se les pide que lo mantengan en secreto. La policía local está comprensiblemente molesta porque siente que estamos obstaculizando un caso que ya está fuera de su zona de comodidad. Así que necesito que vayan allí lo antes posible. Además… y por favor, escuchen atentamente; Pensé en ustedes dos por lo bien que han trabajado juntos en el pasado. Y agente Fine, parece que tiene un don para este tipo de crimen de pueblo pequeño y comunidad aislada. Sin embargo, si el caso y las fotos de la escena del crimen la hacen sentir incómoda, como si fuera demasiado para manejar en esta etapa de su carrera. No la juzgaré y no se volverá contra ti.
Chloe y Moulton se miraron y ella pudo ver que él estaba tan ansioso como ella por tomar el caso. No obstante, Moulton, incapaz de contenerse, echó un vistazo a lo que había dentro de la carpeta. Puso una mueca de dolor mientras miraba las pocas fotos de la escena del crimen y escaneaba el breve informe que se encontraba en el dorso. Luego volvió a mirar a Chloe y asintió con la cabeza.
–En lo que a mí respecta, estoy de acuerdo –dijo Chloe.
–Lo mismo digo –dijo Moulton–, y aprecio la oportunidad.
–Me alegra oírlo –dijo Johnson, poniéndose de pie–. Estoy emocionado por ver lo que ustedes dos pueden hacer. Ahora… será mejor que comiencen. Aún tienen que conducir.
***
Moulton estaba al volante del coche de la agencia, saliendo de la carretera y dirigiéndose hacia Virginia. Barnes Point estaba a sólo una hora y veinte minutos de distancia, pero la interestatal 495 hacía que cualquier lugar se sintiera como si estuviera del otro lado del planeta.
–¿Estás segura de esto? –le preguntó él.
–¿Sobre cuál parte?
–Trabajar juntos en un caso como este. Quiero decir… hace unas diez horas estábamos besándonos como un par de adolescentes lujuriosos. ¿Serás capaz mantener tus manos alejadas de mí mientras trabajamos?
–No te lo tomes a mal –dijo Chloe –, pero después de lo que vi en esa carpeta, hacer eso contigo otra vez es en lo que menos estoy pensando.
Moulton asintió. Se desvió hacia la siguiente salida, hizo un tramo recto y pisó el acelerador.
–Dejando todas las bromas a un lado… me gustó lo de anoche, incluso la parte antes de tu casa. Y me gustaría hacerlo de nuevo. Pero con este caso…
–Debemos ser estrictamente profesionales –ella terminó su frase.
–Exacto. Y con ese fin –dijo, sacando su iPad del centro hueco del tablero –descargue los archivos del caso mientras té empacabas.
–¿Tú no empacaste?
–Has visto mi bolso. Sí, he empacado. Pero soy muy rápido para hacerlo –la miró con una ligera sonrisa mientras decía esto, indicando qué quizás ella había tardado un poco más de lo que él esperaba–. Aunque no tuve oportunidad de echarle un vistazo.
–Ah, un poco de lectura ligera –dijo Chloe.
Ambos se rieron y cuando Moulton apoyó su mano en la rodilla de ella mientras leía el archivo, Chloe dudó de que pudieran mantener las cosas profesionales.
Revisó los archivos del caso, leyendo en voz alta las partes importantes para Moulton. Descubrieron que García y Johnson habían hecho un buen trabajo al resumirlo. El informe policial era bastante detallado, así como las fotos. Aún eran difíciles de mirar y Chloe podía entender a la policía local. Se imaginó que cualquier policía de un pueblo pequeño podía sentirse fuera de su elemento al enfrentarse a algo tan violento y sangriento.
Compartieron pensamientos y teorías, y para cuando pasaron un cartel que les decía que Barnes Point estaba a 20 kilómetros de distancia, Chloe había cambiado de opinión. Pensó que serían capaz de trabajar profesionalmente juntos. Había pasado las últimas semanas tan enfocada en su atracción física hacia él que casi había olvidado lo agudo e intuitivo que podía ser cuando se trataba de un caso.
Entonces se le ocurrió la idea de si podían hacer que funcionara, ella podía tener lo que casi todas las mujeres del planeta deseaban ; un hombre que la respetara como un igual laboral e intelectualmente, pero también en su dormitorio.
No ha pasado ni un día, dijo una voz en su cabeza. Era la voz de Danielle de nuevo. ¿De verdad ya estás delirando y soñando sobre esto? Jesús, se besaron durante algunas horas y ni siquiera te acostaste con él, apenas lo conoces y…
Pero Chloe eligió ahuyentar esos pensamientos.