Las fotografías debían haber sido tomadas solo unas horas después del asesinato porque una gran parte de la sangre aún estaba húmeda. Se podía ver donde estaba empezando a coagularse, pero aún estaba fresca. El corte en sí era bastante impresionante, era irregular y espeluznante, una línea recta que parecía haber sido cosida a la piel. Chloe también notó un leve indicio de que algo había sido envuelto alrededor de su cuello, aunque era difícil saberlo con seguridad solo mirando las fotos. Sin poder ver el cuerpo, debería creer lo que el equipo de forenses decía. Pero si era cierto que le envolvieron algo alrededor del cuello, la estola de zorro que había visto en otra de las fotos coincidiría a la perfección.
También vio una foto del anillo de diamante que había sido usado para hacer el corte. Estaba apoyado sobre una de las mesas de luz, el asesino no había intentado limpiarlo ni esconderlo. Al parecer de Chloe, el asesino quiso dejar un mensaje.
«¿Pero qué mensaje?».
–El anillo me confunde ―dijo Rhodes―. ¿Por qué lo dejaría en la mesa de luz? ¿Está alardeando? ¿Quizás intenta decirnos algo?
–Me estaba preguntando lo mismo, quizás el anillo tiene un significado especial. ¿Por qué ese anillo? Parece ser parte de esas combinaciones en las que viene un alianza de compromiso y un anillo de boda.
–También parece carísimo ―agregó Rhodes.
–Debe representar algo. Nadie deja accidentalmente un anillo de diamante empapado en sangre sobre la mesa de luz luego de usarlo para matar a alguien.
–¿Piensas que el asesino intenta decirnos algo?
–Quizás sí. También puede…
Su frase fue interrumpida por el sonido de su propio teléfono. Lo sacó, pensando que sería Johnson llamándola para asegurarse de que habían llegado. Pero cuando vio que decía “PAPÁ” en el captor de llamadas, se estremeció. Una ira brutal mezclada con miedo se apoderó de ella.
Ella ignoró la llamada y colocó su teléfono sobre el escritorio boca abajo. Cuando se volvió para enfocarse en el archivo frente a ella, tuvo problemas para concentrarse.
–¿Estás bien? ―le preguntó Rhodes.
–Sí, ¿por qué?
–Bueno, acabas de mirar tu teléfono como si te hubiera insultado o algo así.
Chloe se encogió de hombros, sin saber qué decir.
–Son solo cosas personales.
Rhodes asintió demostrando que no quería entrar en un terreno demasiado personal y dijo―: Sí, las cosas personales pueden ser un fastidio.
Mientras Chloe intentaba volver a concentrarse en el archivo, alguien golpeó la puerta. Cuando se abrió, vio al subcomisario Nolan asomando su cabeza dentro. Cuando abrió la puerta por completo, había otro hombre detrás de él, parecía bastante mayor y tenía un espeso bigote canoso que a Chloe le hizo pensar en una morsa.
–Agentes ―dijo Nolan―. Este es el comisario Clifton.
Clifton entró en la oficina y las miró a las dos mientras asentía con la cabeza en señal de apreciación. Él miró el archivo que actualmente estaba abierto sobre el escritorio y apartó la vista luego de ver una de las fotos del horrible corte en el cuello de Jessie Fairchild.
Chloe y Rhodes se presentaron brevemente al mismo tiempo que Nolan entraba en la oficina detrás del comisario Clifton, cerrando la puerta detrás de ellos.
–¿El subcomisario Nolan les ha dado todo lo que precisan? ―preguntó Clifton.
–Claro que sí ―respondió Chloe―. Ha sido muy servicial.
–¿Hay algo más que precisen?
–Quizás sí, al ser una casa tan grande, me imagino que debía tener un sistema de seguridad. ¿Hay alguna evidencia de ello?
–Sí, la hay ―dijo Nolan―. De hecho, el esposo nos dio el código para que pudiéramos reprogramarla luego de salir de la casa.
–¿Y él no recibió ninguna notificación de que la alarma se haya activado?
–No.
–¿Podemos conseguir algún reporte sobre ello? ―preguntó Rhodes.
Nolan y Clifton asintieron al mismo tiempo.
–Me pondré en contacto con la compañía de seguridad ―dijo Nolan.
–Obviamente, también queremos hablar con el esposo ―dijo Chloe―. Subcomisario, usted dijo que se había ido a la montaña con su hermano, ¿verdad? ¿Tiene idea de cuándo regresará?
–No lo sé, no me lo ha dicho.
–Me gustaría que él estuviera en la ciudad ―dijo Chloe.
–¿Sospecha de él?
–No necesariamente, pero es el hombre más cercano a la víctima ―dijo intentando no sonar acusatoria. Aunque le parecía irresponsable que la policía le había permitido al marido irse así como así.
–También lo llamaré. Creo que no tendrá problemas en venir. Sobre todo si sabe que el FBI está en ello y que eso ayudará a atrapar al asesino. Creo que podría venir aquí bastante rápido.
–Un última cosa ―dijo Chloe―. Sé que ha dicho que la familia Fairchild era nueva en la zona. ¿Pero alguno de ustedes sabe si Jessie Fairchild podría llegar a haber tenido algún enemigo? ¿Ha habido algún reclamo o quejas sobre ella y su esposo o ellos han reclamado sobre otra persona?
–No, nada de eso ―dijo Clifton―. Pero ese vecindario… En realidad, toda esa zona, es bastante complicada. Nos han llamado de vez en cuando. Esposas celosas tratando de atrapar a sus maridos en aventuras que no existen, propietarios pretenciosos tratando de molestar a sus vecinos porque sus perros hacen sus necesidades en sus jardines. La gente en ese vecindario se cree la gran cosa.
–Disculpe que le pregunte, pero, ¿por qué nos está contando esto? ―preguntó Rhodes.
–Porque aunque no sé si Jessie Fairchild tenía enemigos. Casi que puedo asegurarles que debía haber mujeres que como mínimo estaban celosas de ella. Es un vecindario muy pretencioso. Sé que no es adecuado que un comisario de la policía lo diga, pero creo que es necesario que sepan esa triste verdad.
–Bueno, eso puede significar que hay una gran posibilidad de que haya muchas pistas ―dijo Chloe―. Si ese es el tipo de mujeres del vecindario, me imagino que debe haber bastantes chismes. Quizás ellas ya sepan algo y podrían darnos una pista en la dirección correcta.
Clifton se rio en voz baja y se encogió de hombros mientras decía: ―Les deseo mucha suerte con eso.
Chloe entendía por qué lo decía, pero de todas maneras le molestó lo innecesario que fue el comentario.
–Por ahora, quisiera el contacto de la limpiadora que encontró el cuerpo.
–Ya hemos hablado largo y tendido con ella ―dijo Clifton―. Puede echar un vistazo a nuestras notas. ―No sonaba a la defensiva, pero quería asegurarse de que supiera que no eran unos ineptos. Se preguntaba si su actitud tenía que ver con el hecho de haberse dado cuenta de que no deberían haber dejado que el marido se fuera de la ciudad tan pronto luego del asesinato.
–De todos formas me gustaría hablar con ella personalmente.
Clifton se cruzó de brazos y asintió diciendo―: Me ocuparé de que le llegue la información lo antes posible ―les dijo y luego les sonrió brevemente―. Fue un placer conocerlas, agentes.
Luego de terminar su frase, abrió la puerta y salió de la habitación.
Nolan quedó un poco incómodo y dijo―: A veces se pone así, sobre todo cuando trabajamos con el FBI o con otras agencias externas. Tiene un problema con el control… Pero eso queda entre nosotros tres.
Chloe hizo un gesto como si cerrara la boca con un cierre.
–Lo entiendo. Ahora, ¿podemos tener la información de contacto de la limpiadora? Me gustaría ir a visitarla antes de que se haga muy tarde.
CAPÍTULO CINCO
Rosa Ramírez vivía en un apartamento justo al borde del extremo más bonito del centro de la ciudad. Cuando recibió la llamada de Nolan, parecía deseosa de ayudar a Chloe y Rhodes. Eran las 16:30 cuando llegaron a su apartamento, y era claro que ella había ordenado para recibirlos, incluso había preparado café y había puesto unas galletas sobre la mesa ratona.
–Sra. Ramírez ―dijo Chloe―, ¿hace cuánto tiempo que trabaja en la casa de los Fairchild? Según lo que me han dicho, ellos se han mudado a la ciudad hace cinco semanas.
–Es correcto. Respondí a su aviso en línea que decía que precisaban ayuda en la casa. Incluso fue una semana antes de que se mudaran aquí. Querían que todo estuviera listo para cuando se mudaran, eso incluía una empleada doméstica. Incluso los ayudé a desempacar algunas de sus cosas.
–¿Parecían apreciar la ayuda?
–Sí, se notaba que no estaban muy acostumbrados a que la gente quisiera ayudarlos.
Chloe se sirvió un café a pesar de que estaba tratando de reducir su ingesta de cafeína. Ella quería que Rosa se sintiera tranquila, un testigo que se siente cómodo, generalmente puede recordar cosas que de otra manera no recordaría.
–¿Alguna vez discutió con alguno de ellos? ―pregunto Rhodes.
–No, ni una vez. Ellos incluso aceptaron mi tarifa sin negociar, aunque les pasé una tarifa un poco más elevada de lo que normalmente cobro. Jamás me dijeron algo negativo ni me levantaron la voz.
–¿Y entre ellos dos? ―preguntó Chloe―. ¿Alguna vez los vio discutiendo?
–No, estuve pensando en ello, pero no puedo recordar ni una sola discusión. Pero recuerde que esas cinco semanas que trabajé con ellos, solo los vi juntos dos veces. Generalmente, Mark estaba viajando por negocios.
–¿Sabe dónde iba en esos viajes de negocios?
–Iba a muchos lugares. Pero creo que se basaba sobre todo en la cosa este: Boston, Washington DC, Nueva York.
–¿Sabe si a Jessie le molestaba eso?
–Si le molestaba, lo ocultaba muy bien. Ella se mantenía ocupada, muy ocupada. No sé si se llegaba a dar cuenta que su marido no estaba.
–¿Cómo se mantenía ocupada? ―preguntó Rhodes.
–Bueno, el vecindario en el que viven está lleno de gente importante. O en realidad, si les soy completamente honesta, de gente que se cree que es importante. Jessie estaba tratando de encontrar un lugar donde encajar. Estaba probando suerte en todos los círculos sociales, clubes de jardinería, recaudación de fondos, intentaba ayudar en la organización de eventos de gala locales, todo ese tipo de cosas.
–¿Se comprometió oficialmente a alguna de esas actividades?
–No que yo sepa.
–Sra. Ramírez, sé que entiende que necesito preguntarle dónde estuvo las primeras horas del día que encontró el cuerpo de Jessie Fairchild.
–Sí, lo entiendo ―dijo suspirando―. Era un viernes y los viernes me tomo la mañana libre. A veces duermo y me pongo al día con mis programas de televisión favoritos. Otras veces, aprovecho para hacer mandados. Pero este viernes, estuve en la biblioteca una parte de la mañana.
–¿Alguien la vio allí? ¿Alguien podría confirmar su historia?
–Sí, vacié algunas de mis viejas cajas almacenadas y doné un montón de viejos libros de bolsillo a “Amigos de la Biblioteca”. Los llevé en uno de los carritos de la biblioteca e incluso ayudé a la asistente de la bibliotecaria a guardarlos.
–¿Recuerda a qué hora fue eso?
–Claro, creo que llegué cerca de las diez y media. Salí de allí a eso de las once o un poco más tarde. Luego conduje hasta la casa de los Fairchild.
–¿Se detuvo en algún lugar antes de llegar?
–Sí, me detuve en Wendy’s para almorzar.
–Y cuando llegó a la casa… ¿vio algo extraño o fuera de lo común?
–No, nada. Lo único fuera de lo común fue cuando vi a Jessie en la cama con su atuendo de salir a correr.
–La policía nos ha dicho que su marido estaba en la ciudad, y no en un viaje de negocios. ¿Sabe si eso es verdad?
–Creo que sí. Normalmente me avisan cuando Mark no va a estar. Pero en lo que a mi respecta, él estuvo en su oficina el viernes. Yo llegué a la casa cerca de las once y media, unas tres o cuatro horas después de la hora que él se va a la oficina.
–Sra. Ramírez ―dijo Rhodes―, ¿cree que hay alguna posibilidad de que Mark haya asesinado a Jessie?
Rosa negó firmemente con su cabeza y dijo―: No. Es decir, sé que todo es posible, pero realmente lo dudo. Él es un hombre bueno, bromista y era muy amable con ella. Ambos tenían unos cincuenta años y eran la clase de pareja que aún camina tomándose de la mano. Incluso he llegado a verlo a él dándole una palmadita juguetona en el trasero, como si fueran dos recién casados. Parecían ser muy felices.
Chloe estaba asimilando toda la información. Ella estaba segura de que Rosa no tenía nada que ver con el asesinato de Jessie Fairchild. Le pediría a la policía que corroborara su coartada, pero le parecía que sería una pérdida de tiempo.
–Gracias por su tiempo ―dijo Chloe terminando se café de un trago. Le entregó su tarjeta de presentación a Rosa y se dirigió a la puerta. ―Por favor, llámame si recuerda algo más.
Rosa asintió mientras los acompañaba a la puerta y dijo―: Hay una cosa que se me viene a la mente ―dijo.
–¿Qué cosa?
–Es sobre el anillo en la mesa de luz, el que usaron para cortarle el cuello. No tenía sentido que estuviera allí. Jessie era una maníaca del orden, por algo contrató una señora de la limpieza a pesar de que su casa estaba siempre limpia. Jamás había visto que dejara joyería en cualquier lugar.
Chloe asintió como si también hubiera tenido la misma impresión. Que el anillo estuviera allí no solo servía como una especie de mensaje del asesino, también probaba que el asesino no estaba interesado en la riqueza ni en robar nada. El anillo era muy caro y su único propósito había sido ser utilizado como arma. A pesar de que el asesino lo tuvo en sus manos, no tuvo ningún interés en robarlo.
Y ese hecho aislado decía mucho sobre el asesino.
«Y Ahora», pensó Chloe, «todo lo que tengo que hacer es interpretar el mensaje del asesino».
CAPÍTULO SEIS
Cuando Chloe y Rhodes salieron del apartamento de Rosa apenas eran las cinco de la tarde. Solo les llevaría unos cuarenta y cinco minutos de viaje desde donde estaban hasta Washington DC. A Chloe le agradaba la idea de regresar y no tener que quedarse en un motel. Pero con un caso así, no sabía cuándo terminaría el día.
–¿Deberíamos ir a la biblioteca para corroborar la coartada de Rosa? ―preguntó Rhodes mientras Chloe conducía hacia la salida del estacionamiento de complejo de apartamentos.
–Pensé en ello, pero es domingo a la tarde. Dudo mucho que la biblioteca esté abierta. Me gustaría averiguar de dónde salió ese anillo. Quizás intentar descubrir quién fue la última persona que lo usó. Si el marido no recuerda si era de su esposa…
Rhodes abrió la boca para responderle, pero la interrumpió el celular de Chloe sonando. Chloe contestó de inmediato, esperando que fuera alguien con una pista que pudiera darle un poco más de acción a un domingo que parecía demasiado tranquilo.
–Aquí la agente Fine ―dijo al responder.
–Agente Fine, soy el subcomisario Nolan. Creí que le gustaría saber que logré comunicarme con Mark Fairchild, el esposo. Él llegará a la estación de policía cerca de las ocho de la noche de hoy. Él y su hermano están regresando a la ciudad para ocuparse de la organización del funeral, el papeleo del seguro y otras cosas de esa índole.
–¿Y él ya está al tanto de que el FBI está en el caso?
–Sí, parecía complacido y deseoso de hablar con ustedes.
–Estaremos allí a las ocho ―dijo Chloe terminando la llamada animada ante la posibilidad de una nueva fuente de información. Cuando la información llega hacia ti sin tener que ir a buscarla, cualquier caso es fácil y rápido.
Solo esperaba que todo continuara a este ritmo.
***
Desde el primer momento en que vieron a Mark Fairchild era evidente que hacía unos días que no dormía bien. Solo por su apariencia, Chloe podía adivinar que no había podido dormir ni un minuto desde que supo que se esposa había sido asesinada. Él tenía unas pronunciadas ojeras bajo sus ojos inexpresivos que se movían para intentar reconocer dónde se encontraba. Su cabello estaba despeinado y su barba tenía un crecimiento de varios días.