DEL DESPOJO
Conocí a la pintora Miie Tamaki durante un seminario en Kawaguchiko. Pregunté por lo que pensaba de la religión. "No tengo más religión" ella respondió.
"Fui educada para ser budista. Pero, con el pasar del tiempo, comencé a ver que el camino espiritual es una constante renuncia. Tenemos que superar nuestra envidia, nuestro enojo, nuestras angustias de fe, nuestros deseos. Me fui liberando de todo esto, hasta que un día mi corazón quedó vacío: los pecados se habían retirado, y mi naturaleza humana también".
"Durante algún tiempo acepté esto, pero noté que no podía más compatibilizar la vida de vuelta. Fue entonces que dejé la religión. Hoy tengo mis conflictos, mis momentos de rabia y desesperación, pero sé que estoy de nuevo cerca de los hombres, y consecuentemente cerca de Dios".
DE LA UTILIDAD
Jean paseaba con su abuelo por una plaza de París. A determinada altura, vieron a un zapatero siendo maltratado por un cliente, cuyo calzado presentaba un defecto. El zapatero escuchó calmadamente el reclamo, pidió disculpas y prometió arreglar el error.
Pararon a tomar un café en un bistró. En la mesa de al lado, el mozo le pidió a un hombre, con apariencia de importante, moviese un poco la silla, para abrir espacio. El hombre irrumpió con un torrente de quejas, y se negó.
"¡Nunca olvides lo que viste!", dijo el abuelo. "El zapatero aceptó un reclamo, mientras que este hombre a nuestro lado no quiso moverse. Los hombres útiles, que hacen algo útil, no se preocupan de ser tratados como inútiles. Pero los inútiles siempre se juzgan importantes, y esconden toda su incompetencia detrás de la autoridad".