Sí, sí, veamos.
Me siento en la silla que ha llevado hasta allí junto con la mesa, y escucho asintiendo con la cabeza a las propuestas de ese extraño vendedor de helados.
Entonces, si no recuerdo mal aquí están, sus gustos preferidos son el chocolate blanco y el fondant, el helado de crema, el de sabayón, el de avellana, el de pistacho y, como no podía ser de otro modo, ¡el de castaña!
Se ha acordado de todos excepto de uno
¡Y el de coco!
¡También lo tiene! Es increíble. Filo me sonríe.
¿He acertado? ¡Siempre te he visto comer Bountys!
Qué memoria, ¿dónde los has comprado?
En Mondi.
Mmmm, son mis preferidos. En ese caso, quiero un vasito
Y empiezo a pedir un vasito detrás de otro, están deliciosos. Y los devoro encantada. El helado está tan rico que me olvido por completo de mis propósitos de hacer dieta. A fin de cuentas, peso cuarenta y nueve kilos, de modo que me la puedo saltar de vez en cuando.
Al final, Filo se sienta en el suelo, a mi lado, y empieza también a comer de buena gana. Ha pensado hasta en las servilletas de papel y en la nata. Bueno, ¿qué puedo decir? He de reconocer que ha sido una bonita sorpresa. Ahora, sin embargo, tendré que pagar un pequeño precio. Bueno, pequeño Según se mire. De forma que, después de habernos dado esa agradable y dulce panzada, devolvemos la silla y la mesita al bar y nos encaminamos hacia casa.
¿Has visto? Han sido muy amables, ¿eh?
Sí.
Permanezco un rato en silencio mientras caminamos. Al final decido que es mejor ir directamente al grano.
Oye, Filo, ha sido una sorpresa estupenda, de verdad
Gracias. -Me escruta con curiosidad, a continuación arquea las cejas-. ¿Pero?
Me vuelvo y le sonrío.
¿Pero?
Si te he entendido bien, estabas a punto de decir algo que empezaba por «pero»
Sonrío.
Así es. Creo que es mejor que no nos besemos.
Aunque no hayas dicho «pero» el resultado es el mismo. Disculpa, ¿no habías dicho que era necesaria una sorpresa? Pues bien, ya has tenido tu sorpresa, ¿no te ha gustado?
Sí que me ha gustado.
No hace falta que lo jures, ya lo he visto, no ha quedado ni un solo sabor, si incluso has rebañado la nata con el dedo.
Sí, la verdad es que estaban deliciosos.
Entonces, ¿qué pasa? Perdona, pero te pedí un beso antes que él, me dijiste que él te había organizado una sorpresa y ahora yo te he dado otra. Arreglado, ¿no?
No, de arreglado nada. Las cosas deben suceder por casualidad, esto es demasiado
¿Demasiado?
¡Estaba demasiado preparado!
Puede, ¡pero a ver quién se inventa otra cosa! Si te hubiera improvisado una sorpresa habría sido demasiado fácil, en cambio, te la organizo bien, con el hilo, tus sabores preferidos ¡y entonces la consideras demasiado artificiosa!
Pero ¿qué tiene que ver la sorpresa con esto? ¡Es la situación!
¡Pero si me lo dijiste tú!
¿A qué te refieres?
¡Que era necesaria una sorpresa! Y no puede suceder por casualidad porque, sin cierta preparación, ¿cómo puede haber una sorpresa? ¡Es imposible!
De acuerdo, dejémoslo estar, renuncio.
¿Qué quiere decir «renuncio»? ¡De eso nada! ¡Te he dado una sorpresa! ¡Ahora quiero un beso!
Chsss, no grites. Decía que renuncio a explicártelo. Ven.
Abro la verja y lo hago entrar. Nos dirigimos al portal y, por suerte, el portón está abierto. Entramos.
Sígueme.
Abro otra puerta.
Pero ¿adónde vamos?
Chsss, pueden oírnos Estamos en el sótano.
Cierro la puerta a mis espaldas. Quedamos envueltos por la penumbra. Sólo entran algunos rayos de luz por debajo de las puertas de hierro que conducen al garaje.
Bonito sitio.
Sí -Miro alrededor-. Venga, démonos prisa.
Esta vez es él el que se lamenta.
Pero así no puedo. Así es demasiado
Basta, ya me he hartado.
Le doy un beso. Pasados unos segundos, me separo de él.
Artificioso -dice Filo sonriendo en la penumbra.
¡Basta ya, tonto! Bueno, ahora estamos en paz, ¿no?
De eso nada, éste no valía.
¿Por qué?
Porque tengo que dártelo yo.
Ladea la cabeza. Otra vez. A continuación me sonríe. Es ideal. Tierno. Poco a poco se acerca a mí y me besa. Por fin. Como es debido. Mmm Sabe a arándanos. ¡Qué ricos, los arándanos! Para él ha comprado todos los sabores de fruta. A mí me ha dejado el resto. Filo me besa con pasión, me abraza, me atrae hacia sí. Y justo en ese momento siento que se abre la otra puerta de hierro, la que está al otro lado, al final del sótano, la que da al garaje grande, donde mi hermano aparca la moto. ¿Mi hermano? Miro hacia la puerta que hay al fondo ¡Es mi hermano! Cojo a Filo de la mano.
¡Ven, de prisa! -le digo en voz baja mientras corro hacia la puerta que da al portal.
La abro rápidamente y después la cierro a mis espaldas.
¡Vete, vete, de prisa!
Lo acompaño al portal
¡Esto no vale! ¿Y el beso?
Ya te lo he dado, mejor dicho, ¡te he dado dos!
Sí, pero no como yo quería.
Abro el portón y lo empujo afuera.
¡Sal, vamos!
Filo me sonríe.
Pero yo lo quería un poco más ¡artificioso!
¡Venga ya, vete!
Y le cierro el portón y a continuación me dirijo hacia el ascensor en el preciso momento en que mi hermano abre la puerta del sótano.
Hola.
¡Ah, hola!
Me hago la sorprendida tratando de no mirarlo a la cara. Veo que, en cambio, él me escruta.
¿Cómo te ha ido en el colegio?
Bien.
Lo miro por un instante, está sonriendo. Desvío la mirada.
Ah, de manera que el colegio ha ido bien ¿Y cómo te ha ido hace un rato?
¿Eh? -Vuelvo a mirarlo. Veo que se está riendo.
En el sótano
Ah, en el sótano Pues nada, ¿sabes?, se me había perdido una cosa y -Intento inventarme algo, pero no se me ocurre nada. De modo que me doy por vencida-. No Bueno, las cosas no estaban yendo, lo que se dice, a pedir de boca.
¿Ah, no? ¿Sabes cómo habría acabado el asunto si llega a entrar papá?
Sacude la cabeza y entramos en el ascensor. Subimos al cuarto piso. ¿Sabéis esos silencios que se crean de vez en cuando, esos que cada vez se hacen más grandes y que, a medida que se hacen más grandes; menos sabes qué decir y no ves la hora de llegar? De hecho, en cuanto se abre la puerta me escabullo fuera del ascensor, llamo al timbre y apenas abren entro en casa como un rayo.
¡Hola, mama! Todo bien en el colegio. Suficiente en los deberes de historia
Recorro el pasillo en un abrir y cerrar de ojos y entro en mi habitación, más para relajarme que para otra cosa. ¡Menuda tensión! Pongo el CD de Massi, me echo en la cama y apoyo las piernas en la pared. Mantengo la cabeza baja mientras escucho esa canción que tanto me gusta. Reflexiono y al final me siento un poco culpable. Quiero decir, me he enamorado de un chico al que no he besado y, en cambio, ¡he besado ya a tres de los que no estoy enamorada en lo más mínimo! Eso no puede ser. No, desde luego que no. Basta, no besaré a nadie más hasta que Bueno, mejor no ponerse ninguna meta que luego no se pueda mantener. ¡Hasta que lo consiga! Eso es, mucho mejor así.
¡A la mesa! -mi madre me llama.
¡Voy!
Me levanto de la cama. Bien, gracias al nuevo programa de besuqueos, me siento mucho más relajada, e incluso me ha entrado un poco de hambre, no mucha, sin embargo, dado que me he zampado todos esos helados.
Tarde tranquila. He estudiado sola en casa hasta las cinco. Ale ha salido con su amiga, una tal Sofía. Se dedican exclusivamente a ir de tiendas. Ale tiene tanta ropa que ya no le cabe en el armario, y muchas cosas no se las pone jamás. Por eso, la otra noche ni siquiera se dio cuenta de que le había birlado una de sus faldas. Bueno, mejor así y, además, es asunto suyo, lo importante es que yo salgo ganando. Después ha pasado a recogerme la madre de Clod y hemos ido a hacer gimnasia.
Clod es alucinante para ciertas cosas. Quiero decir, las dos frecuentamos el gimnasio del CTI, en el Lungotevere, que a ella le pirra, sólo que le da vergüenza y por eso no hace muchos ejercicios. Aunque luego va muy bien en gimnasia artística. Está un poco rolliza, desde luego. Muy rolliza, de hecho. Pero tiene ritmo, pasión y determinación. Sólo una vez se quedó colgada en las paralelas.
Y esa vez Aldo estaba presente.
Aldo es un tipo realmente divertido, siempre está haciendo el payaso, ríe, bromea, hace un sinfín de imitaciones. Antes de empezar, nos dice: «¿Estáis listas? ¿Y ahora quién soy? ¿Eh? ¿Quién soy?», e imita una voz. Y Clod y yo nos miramos. Yo nunca reconozco a nadie y no se me ocurre ningún nombre, ni siquiera uno. Ella, en cambio, enumera a todos los personajes italianos del pasado y del presente, e incluso a los extranjeros, qué se yo, a Brad Pitt, a Harrison Ford o a Johnny Depp, lo que, por otra parte, es absurdo porque no hablan italiano, de manera que debería decir el nombre de los actores que los doblan.
En fin, que Clod quiere adivinarlos como sea. Yo desisto casi de inmediato porque es imposible descubrir de quién se trata, y me mosqueo. Ella, en cambio, prosigue con los nombres más impensables, incluso los más absurdos, algunos ni siquiera los he oído mencionar jamás. Creo que se los prepara adrede. Sea como sea, al final acaba exhausta. Yo he renunciado hace ya un rato, y Aldo nos mira divertido, primero a ella, después a mí, después de nuevo a ella y luego a mí.
Os rendís, ¿eh? ¿Os rendís?
Miro a Clod y despejo cualquier posible duda.
Sí, sí, nos rendimos.
¡Era Pippo Baudo!
¿Pippo Baudo?
¡Eh, sí!
Me doy media vuelta y me marcho. Clod, en cambio, se queda allí.
Eres buenísimo, genial. Es cierto, era él ¡Claro! Lo tenía en la punta de la lengua. ¡No me salía el nombre!
Luego viene a cambiarse a los vestuarios femeninos.
¡No me lo puedo creer! -le digo entonces-. ¿Cómo puedes ser tan falsa? ¡Esa voz podría haber sido de cualquiera excepto de Pippo Baudo! Estás harta de verlo en televisión, ¿cómo es posible que no lo reconozcas? ¡Yo lo imito mucho mejor!
¿Y qué?
Está molesta, se sienta en el banco y sólo se cambia los zapatos.
¿Qué quieres decir?
Que si lo hago por darle coba, ¿a ti qué más te da?
¿A mí? ¡Nada! Sólo que quizá deberíamos ser honestas con nosotras mismas.
Clod se levanta y se pone la chaqueta del chándal.
¿Cómo es posible que no lo entiendas?
La verdad es que no te entiendo, no.
No es tan difícil Al contrario, ¡me parece que para ti es muy fácil!
Y hace ademán de marcharse. Me acerco a ella, la cojo por los hombros y la obligo a volverse.
Perdona, ¿qué has querido decir con eso? ¿A mí qué me importa si ése sabe imitar bien o no a la gente? Por mí, como si quiere presentarse a un concurso. ¿Qué querías decir con eso de que «para mí es muy fácil?»
Fácil. Es fácil porqué
Justo en ese momento entra Carla, la madre de Clod.
¿Estáis listas?
Para ti es fácil ¡porque ya has besado a tres!
Y sale corriendo dejándome sola con Carla, que me mira boquiabierta. Me hago la loca, me cambio la camiseta y me pongo el chándal.
¡Lista!
Acto seguido, cojo la bolsa y salgo con ella.
Os juro que el trayecto de vuelta a casa ha sido terrible. En primer lugar porque no podía hablar con mi amiga Clod, dado que su madre estaba delante, y en segundo lugar porque ella ya le había contado lo de los besos a la hora de comer. Quiero decir, ¿qué pensará de mí ahora esa señora? ¿Hablará con mi madre? ¿Saldré malparada de esta situación? ¿Le prohibirá a su hija que me vea porque no soy una buena compañía para ella? A saber. Os juro que ha sido peor que el peor de los dolores de cabeza. Y ese silencio en el coche. Un silencio que se podía cortar con un cuchillo. Y, además, toda una serie de pensamientos que no conseguía detener, un remolino, un huracán. Odio hacia Lorenzo, y luego hacia Gibbo y, sobre todo, hacia Filo. Y, además, un odio absurdo hacia mis amigas Alis y Clod, que lo sabían todo, ¡y luego un odio aún más absurdo hacia mí misma por habérselo contado! Y un odio especial hacia Carla, la madre de Clod, ¡que tuvo que entrar justo en ese momento! ¡Coño!
Me apeo del coche.
Adiós, y gracias.
Y entro apresuradamente en el portal sin añadir nada más. Subo corriendo la escalera. Quién sabe lo que dirán en el coche mientras regresan. ¡Imaginaos! Me pondrán verde.
Me abre Ale.
Hola -le digo, y me encamino a mi habitación.
Me quito la chaqueta y me pongo de inmediato a escribir en el Messenger. Por suerte. Alis está conectada. Se lo cuento todo.
«Es normal que hayáis discutido. ¿No has pensado por qué precisamente ella te ha dicho que para ti es fácil?»
Insisto e intento que me lo explique, pero al final me dice que tengo que comprenderlo por mí misma. Así que me tumbo en la cama. Pongo el CD de Massi, estoy segura de que eso me ayudará. Y después de darle muchas vueltas me viene a la mente una respuesta. ¿Será la adecuada? Entro de inmediato en el Messenger y, por suerte, veo que está Clod.
«Perdona No lo había pensado. Creo que ya lo he entendido ¡Pero que sepas que tampoco ha sido fácil para mí! TQM» No añadimos nada más. sólo nos prometemos que hablaremos en el colegio.
Así que al día siguiente vamos a charlar a un rincón durante el recreo.
Clod No es cierto que besaras a ese chico el verano pasado, ¿verdad?
Ella me mira un poco seria.
¿Por qué?
Dime si lo he entendido o no.
Mmm -asiente disgustada.
Le sonrío y me encojo de hombros.
Sea como sea, no es tan importante. A mí me ocurrió por casualidad, no me lo esperaba. Sucedió con Lorenzo.
¡Sí, pero después con Gibbo y con Filo! ¡Y van tres!
¡Eso me importa un comino! A quien yo quiero besar es a Massi.
¡También!
¡Sólo a él! He besado a los que no quería besar, de manera que, en cierto modo, no vale.
Clod se echa a reír.
¡Eres increíble, tienes una capacidad extraordinaria para darles la vuelta a las cosas, como si de una tortilla se tratara! Mi madre siempre dice eso
¡Eh! ¿Qué te dijo ayer, cuando nos despedimos?
Te puso verde
¿Qué quieres decir?
Dijo que las personas no se comportan así. Pero yo te defendí, le dije: «Oye, mamá, ¿y tú qué sabes? No puedes hablar sin saber de qué va el asunto, no es justo. Además, es amiga mía.» Y ella me respondió: «Sí, ¡pero el hecho de que sea amiga tuya no quita que no pueda equivocarse!» Y yo le repliqué: «Pero es que no se ha equivocado, se vio involucrada y punto.» Y ella: «Bueno, en ese caso espero que tú no te veas involucrada de ese modo.» «¡Pues yo, en cambio, sí lo espero!», volvía replicarle, y me apeé del coche.
La miro. Me ha defendido a pesar de que le molesta lo que he hecho porque ella no ha tenido aún la oportunidad de hacerlo. Me ha defendido delante de su madre. Es una gran prueba de amistad. Le sonrío.
No te preocupes, Clod, sucederá cuando menos te lo esperes. No es tan importante.
Me mira. Sus ojos están velados de cierta tristeza.
Lo entiendo, pero todas estáis ya muy adelantadas. Alis salió todo el año pasado con Giorgio, el de II-D. Incluso se besaban a la salida delante de todos. Ya sabes cómo es ella, lo hacía adrede, quizá importase un comino, ¡pero lo hacía! ¿Cuándo besaré yo a un chico?
Sonrío y abro los brazos.
Pronto, ya lo verás, muy pronto -Y le rodeo los hombros con un brazo, la estrecho y caminamos juntas-. Te doy un poco de mi desayuno, ¿quieres? Todavía no me lo he comido. Está muy rico: pan con aceite y Nutella,
Pero cuando lo abro me siento un poco mal. Oh, no, mi madre lo ha cambiado. Ha echado salchichón, unas lonchas finísimas. ¡Menuda lata! ¡He dicho que me avise cuando cambie el relleno del bocadillo! Pero nada, ella es así.
¡Qué suerte tienes de que tu madre piense siempre en ti!
Y dicho eso, me quita el bocadillo de las manos y le da un buen mordisco. Cuando lo separa de la boca, veo que se ha comido más de la mitad. ¡Será caradura! Pero no digo nada y la sigo abrazando mientras acaba de comerse mi bocadillo. A continuación se vuelve, me mira y esboza una sonrisa.
Sólo una cosa, Caro: ¡que no se te ocurra besar a Aldo!
La estrecho con más fuerza.
No lo sé, guapa, la verdad es que tendré que pensarlo Pero, perdona, ¡queríais quitarme a Matt! Y, además, ¡vosotras mismas habéis dicho que somos amigas y que debemos compartirlo todo! ¿Me equivoco? ¡Y deja un poco de desayuno para mí!
Le quito el bocadillo y me marcho.
Mira que eres
¡Adióóósss!
Entro en clase antes de que le dé tiempo a alcanzarme.
Por la tarde no ocurre nada especial. Octubre,dolce far niente ¿O era abril? No recuerdo. Además, llueve. ¿Para qué leches llueve? Pruebo a hacer un juego. Un paso, te encuentro. Dos pasos, no. Tres pasos, quizá mañana. Cuatro pasos, dentro de poco. Cinco pasos, no es para mí. Me invento un nuevo juego sobre las baldosas cuadradas de mi habitación. Doy un salto con los ojos cerrados. Si caigo con los dos pies en la misma baldosa, equivale a un paso y significa que encontraré a Massi. En cambio, si caigo sobre dos baldosas nunca volveré a verlo. Si, por casualidad, salto más lejos y piso tres, quizá lo vea mañana. Si en lugar de eso piso cuatro, me lo encontraré dentro de una semana, pero si piso cinco, es que me he equivocado en todo. Una vez mi abuela me dijo que existía el beso de la baldosa. ¿O era el baile? Sea como sea, me falta tanto el tipo al que besar como el tipo con el que bailar, que en mi caso son la misma persona: Massi. En fin, pruebo. Ya está he saltado con las piernas un poco separadas. No me lo puedo creer. La misma baldosa. Massi ¡Te encontraré! Y dado que hoy las cosas me están saliendo bien, decido hacer un test. He encontrado muchos en internet, con preguntas diferentes. Me gustan. ¡Si uno relee las respuestas pasado cierto tiempo, comprueba que no ha cambiado!
¿Qué hora es? Las 19.00.
¿Dónde estás? En mi habitación.
¿Qué estabas haciendo? Escuchaba a Tokio Hotel mientras veía el vídeo deBy Your Side en YouTube.
¿Estés de buen humor? Bastante, aunque estaba mejor esta mañana.
¿Qué hiciste ayer? Salí con Alis y Clod.
¿Crees que podrás contestar a las siguientes preguntas? Si no me secuestra el fantasma Huí Buh, sí.
¿Te gustan los pijamas dé Benetton? ¿En qué sentido? ¿Por qué precisamente ésos? ¿Te dan algo para que les hagas publicidad?
¿Te gusta el olor de las cerillas nada más apagarse? Sí.
¿Te gusta que te abracen las personas altas? Sí, me parecen un techo.
¿Haces promesas a menudo? Sólo las que puedo mantener.
¿Tienes confianza en este momento? Sí.
¿Has cambiado de opinión acerca de algo últimamente? ¡Si, acerca de los flechazos!
¿En qué lugar te alegras de no estar en este momento? En clase.
¿En qué sitio te gustaría estar? En una moto, con Massi.
¿Te gustaría llamarte Chantal? No necesariamente.
¿Qué imagen tienes en la alfombrilla del ratón? Un perro.
Mira a tu derecha, ¿qué ves? Los estantes con los libros y el taburete.
Mira a tu izquierda La puerta.
¿Qué sueles hacer el sábado después de comer? Por la tarde salgo con Alis y Clod, después de cenar solo algunas veces, pero tengo que volver a las once y no alejarme mucho de casa.
¿Cuál es tu local preferido? El pequeño salón de té Ombre Rosse, en el Trastevere.
¿Te gusta beber? Agua, sí.
Si cambiases de look, ¿cuál elegirías? Probaría con el emo, aunque no sé si me quedaría bien zapatillas convers o Vans, uñas negras, pelo liso con flequillo asimétrico. Creo que a Clod le sentaría mejor. En cualquier caso, he encontrado un sitio genial: www.starstyle.com para copiar el estilo de las estrellas. ¿Adivináis quién me lo ha dicho? ¡Alis!
Después de hacer el test, he salido y he vuelto a Feltrinelli, para ver si por casualidad Massi pasaba otra vez por allí, Mientras iba en el autobús he tratado de imaginarme su vida, lo que hace, quién es Creo que creo no, sé algunas cosas. Veamos: es romano, tiene unos dieciocho o diecinueve años, dado que se marchó con una bonita moto nueva y deportiva. Así que, además, debe de ser de buena familia. Tal vez incluso viva en el centro. ¡Oh, casi me caigo! El autobús se balancea mucho. El conductor va flechado Me agarro a una asa que cuelga en lo alto intentando mantener el equilibrio. Miro afuera y me parece verlo por un instante. Lo adelantamos. No. ¡No es él! ¡Dios mío, tengo alucinaciones! Lo veo por todas partes, ¡pero ése es demasiado alto! Aunque no está nada mal. No, no, va con una y, además Massi es mucho mejor. De todas formas, no podría tener una historia con un chico que tiene novia. Hay tantos que ¿por qué debería ir a pillar a uno que ya está ocupado? Seguro que, cuando lo besase, notaría el sabor de la que lo ha besado antes. Sería algo así como besarla directamente a ella. ¡Puaj, qué asco! Y, sin embargo, es lo que se ve cada día en los periódicos y en televisión. Yo, cuando por fin bese a uno como Massi, no lo soltaré ni en sueños. ¿Quién lo dejaría escapar? En parte porque pienso que es realmente perfecto. Podría ser un gran deportista, me dijo que estudia, lo conocí en una librería, de modo que lee. En cualquier caso, no es un empollón, porque entiende de música. ¡Me regaló un CD de James Blunt! ¡Y además conocía a Amy Winehouse y a Eddie Vedder! Así que debe de ser lo más. Lo observé durante un rato en Feltrinelli y no se puso a jugar con esas estúpidas PlayStation ni hizo todas esas otras cosas propias de críos. Y de algunos adultos. También en eso mi hermano es distinto de los chicos que conozco. Bueno, aunque no es que conozca a tantos Sea como sea, para mí Rusty James es el máximo, ¡mi novio debería ser como él! A mi hermano le gusta escribir, pintar, hacer fotografías, tiene una vena creativa, en fin, que es un soñador. Y, además su relato era precioso ¡Me encantó y, dado que lo han publicado, debe de haberle gustado también a algunas personas importantes! Nadie lo ha recomendado, de manera que lo que ha escrito es válido. A buen seguro ha impresionado el imaginario de alguien. O tal vez fue al periódico con el artículo y el director era una mujer. Sí, eso es, una mujer algo mayor que él. Eso también es extraño, pero todo puede suceder El hecho de que una mujer se enamore de un tipo más joven que ella me resulta raro, quizá porque los de mi edad me parecen muy infantiles. ¡Si fuese mayor que mis compañeros de clase, les prestaría aún menos atención! ¡Bah! Además, los hombres siempre han tenido a mujeres más jóvenes a su lado. Bueno, la verdad es que no recuerdo con exactitud lo que ha ocurrido a lo largo de la historia. Adán y Eva, por ejemplo, fueron a buen seguro como digo yo, si bien por poco, probablemente, dado que ella salió de la costilla de él. Qué raros: vivían en un lugar fantástico, sin tráfico, tranquilo, verde, sin grafitis, contaminación ni colegio Un paraíso, en pocas palabras, ¡y lo estropearon todo por comerse una manzana! Haber comido menos, ¿no? O, al menos, haber elegido otra fruta. Si te dicen que no la cojas, ¡no la cojas y punto! Que no hace falta hacer un gran esfuerzo para resistirse a una manzana. Y, por si fuera poco, ¿quién te lo ha dicho? ¡No un tipo cualquiera! ¡Te lo ha ordenado precisamente Él! ¿Y tú qué haces? ¡La coges como si nada! ¡Eso sí que es tener ganas de liarla!
Bah, mejor no pensar en eso. Entro en Feltrinelli. Esas librerías han cambiado mucho respecto a como eran antes. Ahora hay mucha música, un bar en el interior y varias pantallas planas que emiten vídeos continuamente. Un vigilante controla a todos los que salen y, no sé por qué, de vez en cuando se escucha un pitido. Pienso que, en realidad, él detiene a las personas al azar, imaginando que pueden haber robado algo por su cara o por el modo en que van vestidos.
Perdone, señora
El guarda jurado detiene a una mujer tan seria, tan seria, que si ésa ha robado algo yo soy atracadora de bancos.
¿Sí?
La mujer sonríe. ¡Debe de pensar que quiere ligar con ella!
¿Me permite?
El vigilante se acerca a su bolsa. La abre, coge el recibo que hay en el fondo, lo alza a la altura de los ojos y lo lee verificando lo que la señora lleva dentro.
Gracias
Todo parece estar en orden. La mujer no le contesta. Levanta la barbilla, yergue la cabeza y el cuerpo y se marcha con aire altanero. En el fondo deseaba que el vigilante lo intentara con ella. Después de contemplar esa divertida escena decido dar una vuelta. Paseo entre las estanterías. Nada. Ni rastro de Massi. Ahí nos vimos la primera vez. O, mejor dicho, ahí fue donde nuestras miradas se cruzaron Cojo los auriculares y escucho el nuevo CD de James Blunt, el que me regaló. ¿Y si fuese una especie de rito mágico que lo hace aparecer en cada ocasión? Cierro los ojos mientras escucho la música. Sujeto los auriculares con las manos, cabeceo un poco. Te lo ruego, haz que aparezca. Y canturreo ligeramente mientras lo pienso. Nada. El sitio donde se me apareció la primera vez sigue vacío. Pero luego, noooo, no me lo puedo creer.
Hola, Carolina. Pero ¿no tienes ya ese CD? ¿No es el que te regaló ese chico al que perdiste la pista?
Es Sandro, el dependiente de siempre. Me quito los cascos. ¿Será posible? ¿Atracción o calamidad? Me lo encuentro cada vez que paso por aquí ¡Y siempre me pilla! Pero ¿es que en esta librería no hacen turnos?
Oh, sí, lo tengo, pero quería volver a escuchar una canción Me apetecía.
Sandro arquea las cejas; por lo visto, no acaba de creerme. Pero después decide cumplir con su cometido.
¡Pensaba que escucharías a los Tokio Hotel! ¿Sabes que ha salido ya el nuevo de Justin Timberlake? ¡Es genial! Les gusta mucho a las chicas de tu edad.
Lo miro. ¿Cuántos años cree que tengo? ¡Bah! La verdad es que no me importa mucho.
Bueno, a mí no me gustan, prefiero a los Finley. De todas formas, he venido porque quiero comprar un libro.
Ah, está bien, por fin has acabado el otro ¿Te ha gustado Zoe Trope?
Bastante.
Me acompaña mientras caminamos entre las diferentes secciones. La verdad es que durante este período no he leído otra cosa, en parte porque el colegio me ocupa mucho tiempo, pero en parte también porque, en mi opinión, no hay nada bastante bueno para leer, nada que te enganche nada más abrir el libro. Antes leíaPesadillas, que no están mal. Geronimo Stilton no me gustaba mucho, pero, en cambio, me divertí un montón con Harry Potter, sólo que no pasé del tercer libro.
¿Has leído a Moccia? -Sandro se interfiere en mis pensamientos como una granada de mano. -¡No!
Puede que sea la única de la clase que no lo ha hecho, pero es que me parece absurdo que alguien cuente unas historias como las suyas.
¿Por qué? ¡A las chicas de tu edad les encanta!
¡Precisamente por eso! No entiendo por qué habla sólo de chicos guapos, sin un solo grano, por si fuera poco forrados de dinero, que tienen coches maravillosos, van a todas las fiestas y viven en lugares fantásticos, ¡y que después se enamoran y acaban a tres metros sobre el cielo!
Me sonríe.
Bueno, a la gente le gustan los ricos y los guapos, pero hay más, Carolina, no es exactamente como tú dices
Pero bueno, ¿qué le pasa a ese tipo? ¿Será amigo de Moccia?
Como quiera, pero eso es lo que yo pienso Además, he visto la película con Scamarcio
¿Y te gustó?
El sí, la película, en fin
Una chica guapa pasa por nuestro lado; debe de ser colega suya. También lleva la tarjetita colgada, se llama Chiara.
Hola, Sandro, han llegado las nuevas Moleskine; si las buscas, las he puesto detrás de la primera caja.
Bien.
Veo que Sandro se ruboriza. Después seguimos caminando. Se vuelve un instante a mirarla. Ella anda a buen paso, es alta, tiene las piernas largas y fuertes y el pelo castaño que se desliza hacía una falda negra, mientras que en la parte de arriba lleva un chaleco burdeos como el de él. Por lo visto, es una especie de uniforme.
Es mona-
Sandro me mira.
Pues sí
Es muy mona.