Carolina se enamora - Федерико Моччиа 28 стр.


 Aquí tenéis vuestras bicicletas.

Uno de los dos tipos la deja en el suelo dando un golpe en la rueda y se la pasa a Rusty.

 Ve con cuidado, ¿eh, Ciro?

 Es que rebotan

Por lo visto, son napolitanos. El otro chico lo ayuda.

 Ésta es la mía

Me acerco a la furgoneta mientras descargan la que yo llevaba. Rusty me echa una mano.

 La verdad es que son mías Y piensa que os las dejé para que fuerais por la pista, y no más allá de las caravanas.

 Tienes razón

Clod examina su cadena, que se ha colgado del cuello. A continuación coge su bicicleta. En la parte de atrás de la furgoneta quedan todavía varias cosas. Clod sonríe al verlas.

 Eh, ¿jugáis a béisbol? Me encanta Yo me he inscrito para poder jugar a sófbol en el campo que hay detrás del Aniene

Ciro se dirige al otro chico.

 Giuliano, cubre con la lona los bates de béisbol, así podrían estropearse

Después el tipo le sonríe a Clod.

 No jugamos a menudo Sólo cuando un amigo nos necesita

Mira a Rusty. Se sonríen el uno al otro,

 Ahora volvemos a la «base», en cualquier caso, ya sabes dónde encontrarnos

Y se marchan con la cómica furgoneta multicolor, que lleva pintada una pizza a medio comer y, debajo, el nombre de «Gennarie».

Volvemos lentamente a la barcaza. Rusty monta su bicicleta. Nosotras pedaleamos delante de él. En cuanto llegamos, colocamos las bicicletas en su sitio. Rusty las asegura todas con una larga cadena que fija a un palo clavado en el suelo.

 Bueno, menos mal que todo se ha resuelto.

 Pues sí -le respondo con las manos metidas en los bolsillos de los pantalones.

En parte, me siento culpable.

 Marchaos ya, venga, o llegaréis tarde Saluda a mamá de mi parte, Caro.

 Sí, Rusty

 ¡Adiós! -también Alis se despide-. Hasta la vista.

A continuación sube a su coche, arranca y se aleja a toda velocidad. Yo subo al lado de Clod.

 Mira -me dice muy contenta mientras me lo enseña-. Me lo ha regalado

Clod tiene en la mano el iPod de Alis.

 Bien, me alegro por ti.

Clod lo apoya en el salpicadero. Me mira con cierta perplejidad.

 ¿Crees que no debería haberlo aceptado? Me ha dicho que, si yo no lo quería, lo tiraría

 No, no es eso. Es sólo que nunca comprenderé del todo a Alis.

Clod me sonríe.

 Pero la amistad también es eso, ¿no? Alguien te cae bien, la quieres y punto No creo que sea indispensable entenderla

Coge el volante.

Sí, es verdad. Tal vez sea así. Hay ciertas cosas que se te escapan a veces y, en cambio, las personas más simples, como Clod, las entienden en seguida. La miro risueña. También ella me sonríe. Respiro profundamente y acto seguido exhalo un breve suspiro. Sea como sea, ha sido un bonito día, y el libro de Rusty me ha gustado muchísimo. ¿Cómo era el final? Ah, sí: «No vuelvas a marcharte.»

He pasado por casa de la abuela. Me ha preparado una tarta.

 Gracias, es mi favorita.

Mi abuela me sonríe.

 Dale un trozo a tu hermana.

 Sí, pero yo lo cortaré, ¡de lo contrario, es capaz de comérsela entera!

 De acuerdo, como quieras

Nos callamos, salimos a la terraza y paseamos por ella. La abuela ha puesto un montón de macetas con todo tipo de flores.

 Mira -Se acerca a una planta que baja por la pared, una cascada verde y aromática-. Es una glicinia

La coge con su mano delgada, huesuda, y se la lleva al rostro. Se sumerge en esa flor lila, cierra los ojos y la huele como si allí dentro se encontrase toda la primavera, un fragmento de su vida, el amor que se ha marchado

 Huele, huele qué aroma

Casi no llego, de manera que me abraza por detrás y me aupa. Es delicada y ligera. Me pierdo entre sus pequeños pétalos. Y leo en sus ojos, que, curiosos, escrutan los míos.

 Sí, es delicioso

Deambulamos de nuevo por la terraza, ella mete una mano bajo mi codo, yo lo separo del cuerpo y, así, ella puede aferrarse bien. Seguimos caminando en silencio, ensimismadas en nuestros pensamientos, si bien yo puedo imaginarme los suyos y no la interrumpo. La observo por el rabillo del ojo y tengo la sensación de que está buscando algo entre sus recuerdos. Cuando por fin lo encuentra esboza una sonrisa y cierra los ojos. Tengo la impresión de que se le encoge el corazón al comprobar cómo esa imagen se está evaporando poco a poco. Entonces apoyo una mano sobre la suya, que sujeta mi brazo, la acaricio ligeramente, sin molestarla, atenta a ese dolor, que, tan educado, sin el menor aspaviento, camina a mi lado.

Algunos días más tarde, por la noche.

 ¡Eh, te he mandado un mensaje!

Estoy estudiando en la cama y no he cogido el móvil hasta que me ha llamado.

 Ah, sí, Clod, ahora lo veo.

 Quería saber qué habías decidido. ¿Qué haces, Caro? ¿Vienes o no?

 No lo sé No me apetece mucho.

 Pero si lo pasaremos guay Aldo no puede. Paso a recogerte, venga, verás cómo la música será genial.

Lo cierto es que tengo que estudiar.

 Vamos, celebran el cierre de Piper, no puedes faltar

 Bah, no lo sé. Hablamos luego.

Cuelgo. Permanezco con los pies apoyados en lo alto de la pared y las piernas medio dobladas. Las muevo a derecha e izquierda, juntas, balanceando los gemelos para desentumecer los músculos.

El móvil vuelve a sonar. Lo miro. Es Alis. Contesto.

 Acabo de hablar con Clod. Ni lo sueñes O bajas dentro de veinte minutos, o subo y te pongo la casa patas arriba.

 Vale, vale.

Sonrío. Sé que bromea, aunque sería capaz de hacerlo.

 Hablo en serio, ¿eh?, dentro de veinte minutos me tienes debajo de tu casa No me hagas esperar

 ¡A la orden!

La oigo reírse al otro lado de la línea. Cuelgo.

Después de una estratégica aunque rápida negociación, consigo que mi madre me deje salir. ¡Pero menudo esfuerzo! En cualquier caso, llevo toda la semana encerrada en casa. Empiezo a prepararme. Pasado un segundo vuelve a sonar el móvil. Es Clod.

 No entiendo una palabra, te lo digo yo y nada Te lo pide ella y en seguida le dices que sí,

Sonrío.

 No es cierto Al principio también le he dicho que no Sólo que después me ha contado que estabas mal, ¡que Aldo y tú habéis estado a punto de romper! Que debíamos hacerte compañía

 ¡Pero eso es mentira! ¿Qué pretende?, ¿gafarme?

 Bueno, eso es lo que me ha dicho. Y, dada la situación, le he dicho que sí.

 Sí, sí, ¡no sé cuál de las dos es más falsa! ¡Sois unas cenizas! Cuando tengáis novio, ya me encargaré yo de aguaros la fiesta. Bueno, nos vemos enfrente. ¡¡¡No tardéis!!!

Cuelgo, me echo a reír y sigo preparándome.

Es genial estar sola en casa. Ale ha ido a ver a su nuevo novio, creo, o quizá vuelva a salir con el de antes. A saber, con ella no hay modo de aclararse. No sé cómo lo hace, debería saber si le gusta un chico u otro, ¿no? ¿Cómo es posible que dude tanto? En cuanto da por zanjada una relación, empieza a salir de inmediato con otro, luego los compara y echa de menos al anterior. Se acuerda de algo y tiene la impresión de que antes le iba mejor, así que regresa con él. Entonces, apenas vuelven a salir juntos, ocurre una nadería, qué sé yo, una de esas discusiones insignificantes: «Vamos a casa de tus amigos», «No, de los míos», o «¿Cine?», «¡No, pizza!», y, zas, ¡automáticamente añora al nuevo! Mi hermana Si sé todo esto es porque se pasa horas y horas hablando de ello por teléfono con Ila, su amiga del alma. ¡Conmigo se muestra indiferente, incluso parece que tiene las ideas muy claras! Me hace gracia.

Sigo maquillándome delante del espejo. Me pongo un poco de rímel, no mucho, ¿eh? Acto seguido, un toque de azul con un lápiz ligero. En la radio suenaMercy, de Dulfy, así que bailo siguiendo el ritmo. Doy un paso, giro sobre mí misma y me encuentro de nuevo delante del espejo. Sonrío. He de reconocer que ahora me han entrado ganas de ir a la fiesta. Por suerte, he decidido hacerlo. Yo aún no lo sé, pero mi vida entera está a punto de cambiar.

 ¡Ahí está, ahí está Clod!

Aparcamos a un metro de ella.

 ¡Mira qué emperifollada viene!

Lleva una chaqueta de color rojo cereza y una especie de boina vaquera.

 ¡Eh, vas ideal!

 ¡Por fin habéis llegado! -Mira irritada el reloj.

Me apeo del coche.

 Yo no he tardado nada en prepararme

Alis me da un empujón.

 No hace falta que lo jures, ¡para meterte en la cama! Venga, venid, que estamos en la lista.

Saluda al tipo de la puerta.

 Vienen conmigo, Edo.

 ¡Está bien, entrad!

Alis nos arrastra mientras bajamos la escalera.

 Vamos, de prisa, ¡la música es genial!

Alis se dirige al guardarropa y lanza su chaqueta sobre el mostrador.

 ¿Me coges el numerito, si no te importa?

Después se adentra entre la multitud. Me quito la cazadora y la pongo junto a las de Alis y Clod.

 ¿Las tres cosas juntas? -nos pregunta la encargada del guardarropa, una chica muy mona con el pelo negro y flequillo peinado de lado, unpiercing en la nariz y un chicle demasiado grande que mastica con la boca abierta.

 No, no, póngalas por separado.

 Vale, son quince euros

Clod abre los ojos desmesuradamente.

 ¡Madre mía!

 No te preocupes, pago yo.

Por suerte llevo dinero.

La chica nos da los tres tickets.

 Toma, éste es el tuyo

Me meto uno en el bolsillo de atrás y conservo el de Alis en la mano.

La veo, está bailando como una loca en medio de la pista. Me acerco a ella.

 Ten

 ¿Qué es?

 ¡El ticket de tu chaqueta! -le grito al oído.

 ¡Ah, gracias!

Se lo mete en el bolsillo delantero arrugándolo por completo.

 ¡Caro, escucha qué maravilla!

Alis cierra los ojos y gira sobre sí misma. Alza los brazos y baila enloquecida saltando y cantando, siguiendo perfectamente el ritmo, con los ojos entornados, gritando a voz en cuello, alegre, dejándose llevar. Yo bailo delante de ella sacudiendo la cabeza, con mi espesa melena perdida en la música y agitando los brazos. Clod se une a nosotras sin perder un minuto y también ella se dobla sobre sí misma, baila divertida, ¡Vamos, chicos, somos grandes! Me alegro de haber venido a la fiesta. ¡El disc-jockey es fabuloso! Entra con Finley, pasa a Battisti, se supera con Tiziano Ferro y después de nuevo con la Pausini. Es un gran DJ, la música es genial, y todos bailan envueltos en las luces reflectantes que una bola proyecta con sus espejitos por encima de nuestras cabezas. Láser, humo, sonidos y ritmo, nos perdemos en la penumbra de la discoteca. Parecemos una marea imprevista, un mar danzante, unas olas musicales. Somos reflejos de sonrisas en la sombra, unos brazos que siguen el ritmo. Es una locura, se oyen risas constantemente, pero nadie bebe, fuma ni se ayuda de ninguna otra forma. Nuestra locura es natural, responde a la idea de estar vivos, de ser libres y despreocupados, y de tener la capacidad de abandonarnos a la música, ¡Ahora entran!

«¡Macho, macho man!» ¡Los Village People!

 ¡Genial!

Bailamos las tres juntas, haciendo los mismos movimientos, precisos, que se ajustan perfectamente al ritmo.«¡Macho, macho man, tengo que ser un macho man! ¡Macho, macho man, tengo que ser un macho! ¡Hey!T»

Felices como nunca. De repente, el volumen de la música va bajando progresivamente. El disc-jockey habla con una voz cálida, suave, se diría que lo hace casi de puntillas.

 Y ahora, una dedicatoria especial De un chico para su amor Un amor que no ha dejado de buscar por todas partes -El DJ se echa a reír-. Ese tipo debe de estar verdaderamente enamorado Para ella, a la que por fin ha encontrado

Y nos deja así, con esta última frase que se pierde en la oscuridad de la sala en tanto que suenan las primeras notas deShine on.

No me lo puedo creer Es mi canción. La que me regaló Massi. Las parejas que abarrotan el local se abrazan y se besan con pasión. Lentamente, al ritmo de la música, siguiendo sus suaves notas. «¿Nos están llamando para nuestro último baile? Lo veo en tus ojos. En tus ojos. Los mismos viejos movimientos para un nuevo romance. Podría usar las mismas mentiras de siempre, pero cantaré. ¡Brillaré, simplemente, brillaré!»

Una pareja abrazada delante de mí. Besos interrumpidos por algún que otro rayo de luz. Él le acaricia la cara sonriendo. Otra pareja Bailan lentamente, él le coge el pelo con las manos de vez en cuando, lo levanta, lo deja caer, y luego, sin dejar de sonreír, la besa. Un poco más allá, otra pareja baila mirándose a los ojos, como si alrededor no hubiese nadie, como si nosotros, ninguno de nosotros, estuviésemos aquí, sólo ellos y su amor. De improviso oigo una voz a mis espaldas.

 Tú eres lo que siempre he buscado. -Sus brazos me rodean por detrás-. Y esta noche te he recuperado al fin

Cierro los ojos. No me lo puedo creer: es su voz.

 Te lo pregunto de nuevo Dime que no eres un sueño

Me vuelvo. Su sonrisa.

 ¡Massi!

Nos miramos a los ojos. Tengo la impresión de estar perdiendo el juicio.

 No me lo puedo creer No me lo puedo creer -Chsss

Sonríe. Me pone un dedo sobre los labios y a continuación señala hacia lo alto, nuestra canción «Cierra los ojos y se habrán ido. Pueden gritar que han sido vendidos, pero pagaría por la nube sobre la que estamos bailando. De modo que brilla, ¡simplemente brilla!»

 ¿Ves?

Y se acerca a mí. Y me besa. Tengo la impresión de que el mundo se detiene. Y siento sus labios, su lengua, y me pierdo en su sabor, que me parece mágico. Y casi me da miedo abrir los ojos Decidme que no estoy soñando, ¡os lo ruego, decídmelo! Y cuando abro los ojos él sigue ahí, delante de mí. Sonriente. Me parece más guapo que en el pasado, que en mis recuerdos, que nunca. Y no sé qué decir, no logro articular palabra. Me gustaría contárselo todo: «¿Sabes?, perdí el número. Lo grabé en el móvil pero luego me lo robaron en el autobús, así que volví al lugar donde me lo habías dado, pero habían limpiado el escaparate. Prácticamente fui lodos los días a Feltrinelli, bueno, a decir verdad, al menos una vez por semana; también la última, la pasada. Pero de ti no había ni rastro.» Me gustaría decirle todo esto y mucho más, pero no consigo hablar. Lo miro a los ojos y sonrío. Mi torpeza sólo puede deberse al amor. La verdad es que no sé qué decir, sólo consigo esbozar una sonrisa increíble y después pronunciar su nombre: «Massi.»

Y de nuevo: «Massi.»

¡Y él pensará que soy idiota, que he fumado o bebido, o que hace mucho tiempo que he dejado de ir a la escuela y que por eso no consigo formular ni una sola frase!

 Massi

 Carolina, ¿qué te pasa?

 ¿Podrías volver a darme tu número, por favor? Y dime también dónde vives, a qué colegio vas, a qué gimnasio

El suelta una carcajada, me coge de la mano y me secuestra allí mismo, en medio de la gente. En un abrir y cerrar de ojos nos encontramos en el guardarropa, saco el ticket, cojo al vuelo la cazadora, subimos la escalera y salimos a la calle. Mando un mensaje a Clod y a Alis mientras monto detrás de él en su moto. Él arranca y yo me inclino hacia adelante y me abrazo a él, y me pierdo así, feliz, en el viento de la noche. Hace un poco de frío, de manera que estrecho el abrazo. No me lo puedo creer. ¡Así que los milagros existen! Quería volver a verlo. Durante mil días habría sido capaz de hacer de todo, habría renunciado a lo que fuese con tal de que esto llegase a ocurrir. ¿Y ahora? Ahora estoy detrás de él. Lo abrazo con más fuerza. Nuestras miradas se cruzan en el retrovisor y él me sonríe y me escruta con curiosidad, como si dijese: «¿A qué viene este abrazo?» Y yo no le contesto. Lo miro y siento que mis ojos se tiñen de amor. A continuación los cierro y me dejo llevar por mi suspiro y por el viento.

Un poco más tarde. Todo está en calma. Incluso las hojas de los árboles parecen no querer hacer ruido, están prácticamente suspendidas en el silencio de una noche mágica. Estamos bajo la luna en un gran prado.

 Mira. -Massi me indica unos arbustos que hay en una colina-. Desde aquí no se puede ver, pero allí hay un castillo: este camino se llama del Agua Ancha. Cuando era pequeño venía a correr aquí, porque vivo al otro lado de la curva, en la via dei Giornalisti.

Y yo sonrío. Poco importa que en adelante alguien vuelva a robarme el móvil: yo ya siempre sabré dónde encontrarlo. Respiro profundamente. Ahora sólo estoy segura de una cosa: a partir de hoy ya sólo dependerá de nosotros que volvamos a perdernos. Y espero que eso no suceda nunca.

 ¿En qué estás pensando?

Bajo la mirada.

 En nada

 No es cierto. -Sonríe y ladea la cabeza-. Dime la verdad, me has mentido, ¿eh?

 ¿Sobre qué?

 El móvil robado, el escaparate, ¡que ibas a menudo al sitio donde nos conocimos! Al principio ni siquiera me reconociste.

Me acerco a él. Lo miro a los ojos y, de improviso, tengo la impresión de ser otra persona. De tener dieciséis o diecisiete años, Dios mío ¡Puede que hasta dieciocho! Me siento convencida, segura, serena, decidida. Una mujer. Como sólo el amor puede transformarte.

 Jamás he dejado de pensar en ti.

Le doy un beso. Largo. Ardiente. Suave. Afectuoso. Soñador. Hambriento. Apasionado. Sensual. Preocupado ¿Preocupado? Me separo de él y lo miro a los ojos.

 No vuelvas a marcharte

De acuerdo, he de reconocer que esa frase se la he copiado a Rusty, pero a saber si el libro se publicará alguna vez y, además, ¿acaso no es preciosa? Massi me mira. Sonríe. Acto seguido me acaricia el pelo con delicadeza, su mano se enreda en él. Yo me apoyo sobre ella, como si fuese un pequeño cojín, y me abandono posando mis labios levemente entrecerrados sobre ella. Como las alas de una delicada mariposa, respiran su olor, esa flor escondida Es el hombre que estaba buscando. El hombre de mi vida. Qué importante suena eso

 Ven, sube.

Me pongo de nuevo el casco y en menos que canta un gallo me encuentro detrás de él. La moto asciende por un camino cada vez más angosto, culea, resbala sobre algunas piedras redondas que saltan a nuestro paso y abandonan el sendero perdiéndose en la hierba alta que lo circunda. La luna nos guía desde el cielo. Y la moto escapa por la vereda sin dejar de ascender, más y más cada vez, entre la hierba alta. Y sus ruedas, grandes y seguras, doblan las espigas, el verde y las plantas silvestres, y yo me abrazo con fuerza a Massi mientras subimos por la colina.

 Ya está, hemos llegado.

Massi pone el caballete lateral. Apoya la moto a la izquierda y me ayuda a bajar. Me quito el casco y lo dejo sobre el sillín.

 Ven

Me coge de la mano. Lo sigo. Detrás de un gran árbol hay una pequeña plaza. Una explanada de tierra rojiza y, en el centro, un pozo construido con ladrillos antiguos. Es circular, con un cubo de cinc medio roto apoyado a un lado y una polea todavía unida a un viejo arco de hierro antiguo, negro, similar a un arco iris, sólo que de hierro y sin todos sus colores, que desaparece en los bordes del pozo.

 Mira abajo.

Me asomo, atemorizada. Massi se percata de mi miedo y me abraza.

 ¿Ves el agua que hay al fondo? Se ve la luna.

 Sí, la veo Se refleja en ella.

 La luna está tan alta porque está llena. Hay una antigua leyenda

 ¿Cuál?

 Tienes que formular un deseo, y si consigues acertarle en el centro a la luna con una moneda, tu sueño se hará realidad. Es la leyenda de la luna en el pozo.

Se calla y me mira risueño. A lo lejos se oyen algunos ruidos nocturnos. Alguna luciérnaga se enciende y se apaga en la hierba de alrededor. Nada más. Massi se mete la mano en el bolsillo y encuentra dos monedas.

 Ten. -Me pasa una, después me da un beso y me susurra-: Procura acertarle a la luna

De manera que me asomo al pozo. Ya no tengo miedo. Me inclino un poco más y alargo la mano. Ahí, en el centro, por encima de la luna. Cierro los ojos y formulo mi deseo. Uno, dos Abro la mano y dejo caer la moneda en la oscuridad. Esta se aleja cada vez más de prisa, desaparece en el silencio del pozo. La veo girar, volar durante unos instantes Luego nada. Entonces me concentro en la luna que está ahí abajo, en el fondo del pozo, reflejada en la oscuridad del agua. Y, de repente, ¡plof!, veo que la moneda da de lleno en el blanco.

 ¡Le he dado! ¡Le he dado!

Salto de alegría, abrazo a Massi con todas mis fuerzas y le planto un beso en los labios. Él se echa a reír.

 ¡Muy bien! Ahora me toca a mí

Espera a que el agua oscura del fondo vuelva a calmarse. Ya está. De nuevo reina el silencio. Una luna virtual resplandece otra vez en el fondo del pozo. Massi extiende la mano, cierra los ojos y, en ese momento, formula su deseo. Yo también los cierro y aprieto los puños deseando ardientemente que sea el mismo que el mío Luego veo que abre la mano de golpe. La moneda cae en la oscuridad del pozo. Me inclino un poco más sobre el bcrde para intentar seguirla hasta que ¡plof!

 ¡Ahí está! ¡¡Yo también he dado en el blanco!!

Y nos abrazamos y nos damos otro beso y otro y otro, mirándonos a los ojos, hambrientos de amor. Después nos separamos por un instante. Silencio. Lo miro.

 Qué pena que los deseos no puedan contarse.

 Ya Si no, no se cumplen

Massi sonríe en la oscuridad de la noche. Busca mis ojos.

 Sí, así es.

Sin dejar de sonreír, se acerca a mí y me da un último beso, precioso, tan maravilloso que casi parece susurrar: nuestros deseos son idénticos

Mayo

Películas que hay que ver en mayo:Aspettando il solé.

¿Canción del mes de mayo?Tre minuti, de Negramaro.

¿La atmósfera más romántica? En mayo, por descontado. El atardecer entre las 7 y las 8, cuando oscurece y el crepúsculo es rosa.

¿Estás enamorada en este momento? Me asusta decir que estoy enamorada, pero lo cierto es que soy inmensamente feliz.

¿Crees en los fantasmas? Creo que, en ocasiones, los recuerdos son fantasmas.

¿Perdonas la traición? Engañar significa que se ha dejado de amar. No hay nada que perdonar, lo que ocurre es que algo se ha acabado

¿Eres vengativa? No.

¿Crees en el verdadero amor? Por supuesto.

¿Cuál es tu flor preferida? El ciclamen. Mi madre tiene uno precioso.

¿Crees en el flechazo? ¡Sí! Supongo que te refieres al amor, ¿no? Aunque no me gustaría recibir uno en el cuerpo.

No me lo puedo creer. Es el amor. El amor con mayúsculas, el amor loco, esa felicidad absoluta, ese que desplaza a todos los demás, por guapos que sean. Amor infinito. Amor ilimitado. Amor planetario. Amor, amor, amor. Tres veces amor. Querrías repetir esa palabra mil veces, la escribes sobre el papel y garabateas su nombre, pese a que, a fin de cuentas, apenas sabes nada de él. Nos vemos todos los días, aunque sólo sea diez minutos debajo de casa o por la calle.

 ¿Quedamos un momento?

 Caro, pero si acabo de dejarte hace un instante en casa

 Tengo que decirte algo

 Está bien.

Massi se ríe y al cabo de unos minutos estamos en medio de la calle, entre los coches, los autobuses, entre los vehículos que pasan a nuestro alrededor sin hacer ruido aparente. Estamos allí de pie, parados, mientras el resto del mundo gira.

 ¿Y bien? ¿De qué se trata?

Me mira sonriente, arquea las cejas con curiosidad. Le gustaría poder leer en mis ojos y en mi corazón. No lo consigo. No lo logro. Y, al final, opto por la solución más fácil.

 Es que soy feliz

Massi me abraza y me estrecha con fuerza. Después se separa un poco de mí, sacude la cabeza y me mira divertido al comprobar hasta qué punto estoy loca de amor.

 Estás completamente chiflada

 Sí, por ti.

Los días sucesivos transcurren con tranquilidad, ¡Incluso me va bien cuando me preguntan en clase! Es increíble, casi no tengo que prepararme. Me basta con estudiar un poco para saberme la lección. Es magia. Clod y Alis no dan crédito.

 Por eso desapareciste de golpe ¡Era él! Bueno, he de reconocer que el chico está muy bien.

 Sí, está muy bueno

 Alis, con eso te quedas corta

 ¡A mí me lo parece! Además, no es que lo conozca tanto, sólo lo vi esa tarde y las dos veces que ha venido a recogerte después. E insisto en que está muy bueno

Alis siempre consigue hacerme reír.

 ¿Te has acostado ya con él?

 ¡De eso nada!

 Pues si no lo haces, te dejará

«¿Por qué tienes que ser siempre tan aguafiestas?», me gustaría responderle. ¡Tengo catorce años! En mi haber cuento con algún que otro beso, un poco de confusión con respecto a los dibujos que hicimos en Ciòccolati. Luego Lorenzo y su mano Y las cosquillas. Eso es todo.

 ¡Bueno, esta tarde quedamos en mi casa! -Alis parece muy decidida-. Las tres. Clase de anatomía. En pocas palabras, educación sexual ¡Que no se pierda la experiencia que he adquirido gracias a Dodo!

 ¡Alis!

 No nos dijiste nada

Nos mira sonriente.

 Porque no sucedió nada. Mantuvimos relaciones varias veces, sin llegar al final ¡Aun así, quiero que comprendáis algo! Ahora sois vosotras las que tenéis novio

Clod y yo nos miramos. Ella abre los brazos.

 ¡Nos toca!

Alis nos coge a las dos del brazo.

 Tiene razón.

 ¡Bien! ¡En ese caso, esta tarde «estudiamos» en mi casa!

Justo en ese momento pasa por nuestro lado el profe Leone.

 ¡Muy bien, así me gusta!

Alis se da media vuelta.

 ¡Las convertiré en dos estudiantes modelo!

Después se dirige de nuevo a nosotras:

 ¡Muy bien, así me gusta.

¡La tarde en casa de Alis es increíble! Ha instalado una pizarra en la sala.

 Entonces, a ver cómo os lo explico Esto, como podéis ver, es -dibuja con una tiza blanca- su cosa Puede ser más o menos grande La de Dodo era así.

Y nos indica la medida con las manos. Clod no logra contenerse.

 Veo que lo recuerdas bien, ¿eh? Alis sonríe.

 Como si se pudiese olvidar fácilmente. Bueno, debéis mostraros afectuosas con esa cosa, no tirar de ella, ser dulces, acariciarla arriba y abajo, sin empujar mucho hasta el fondo Y sin tirar demasiado hacia vosotras ¡Si no, se la arrancaréis!

Clod suelta uno de sus comentarios.

 Sí, ¡para poder llevármela a casa! ¿Quién te crees que soy?, ¿el tío deSaw?

En ese preciso momento entra la madre de Alis.

 Chicas, yo salgo -Luego ve la pizarra-. ¡Alis!

 ¡Mañana tenemos clase de educación sexual, mamá! No querrás que me suspendan, ¿no?

La madre mira de nuevo el dibujo que hay en la pizarra.

 Bueno, si se trata de estudiar.

Y sale. Nosotras retomamos la lección. Alis es una profesora magnífica y con ella descubro cosas que jamás me habría imaginado que podían hacerse.

 ¿Os dais cuenta de que nuestros padres habrán hecho todo eso?

 ¡Puede que incluso más!

Me imagino a mis padres. Me resulta extraño. Luego a Massi y a mí, y entonces me parece de lo más natural. Socorro. Se acerca el momento. ¿Qué sucederá?

Vuelvo a casa.

 ¡Ya estoy aquí!

Mis padres. Ale, están todos. Voy al baño, cierro con llave y me desnudo. Abro el grifo de la bañera, echo las sales que he comprado. Me pongo el albornoz y me encamino hacia mi habitación. Me encuentro con mi madre.

 ¿Qué haces?

 Quería darme un baño. A fin de cuentas, la cena tardará todavía un poco, ¿no?

 Sí.

Y me sonríe. Entro en la habitación, cojo mi iPod, los altavoces, y regreso al cuarto de baño. Cierro la puerta, lo conecto y lo enciendo. Ya está. El agua está ardiendo. Me quito el albornoz y después, poco a poco, me meto en la bañera. Me deslizo lentamente hacia abajo. Quema un poco, pero en cuanto me acostumbro me parece perfecta.

Empieza la música, al azar. Suena Alicia Keys, Me pirra. Lentamente me voy deslizando más hacia abajo. Mi cabeza toca el agua. Está caliente, está buena. Es relajante. El ligero aroma de las sales. Massi. Me encantaría que estuvieras aquí. Y así, pensando en él, me acaricio una pierna. Me lo imagino. Imagino que es una de sus manos. Siento su beso, su perfume. Subo la mano por la pierna. Su mano. Y, de improviso, sigo las instrucciones de Alis. Sonrío medio sumergida en el agua. Ahora sería capaz de hacerlo. Lo haría todo. El agua caliente es perfecta, echo la cabeza un poco más hacia atrás, arqueo la espalda, separo un poco las piernas. Apoyo los pies en las esquinas de la bañera, no pueden ir más allá Sigo ligera, delicada, suave. Alis me lo ha explicado de maravilla. Me gusta. Y no me avergüenzo. No me avergüenzo estando así

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