«Oh, mar negro, oh, mar negro, oh, mar ne Tú eras claro y transparente como yo»
Lo sabía, lo sabía. Es la misma que cantó hace un año. ¡Y también el año anterior! ¡La verdad es que, con todo el dinero que tiene, en lugar de comprarse una bicicleta nueva se podría pagar algunas lecciones de guitarra!
Me acerco a Lore y se lo digo al oído:
Creo que sólo sabe ésa
Él se echa a reír.
Ven.
Me coge de la mano y tira de mí y casi nos caemos al fuego y nos quemamos y saltamos con las dos piernas y nos reímos y nos alejamos corriendo hacia la oscuridad de la noche, con la respiración entrecortada a causa de la carrera, y me arrastra tras él y nos hundimos en la arena fría. Apenas puedo seguir sus pasos.
¡Eh, ya no puedo más!
Y, de repente, se detiene delante de una barca con una vela grande que está apoyada allí, en unos caballetes, con la proa de cara al mar. Casi parece estar lista para adentrarse en el agua, hacia la oscuridad de un horizonte desconocido. Pero no es así.
Lorenzo se apoya en el casco. Me acerco a él jadeando.
Por fin Ya no aguantaba más.
E inesperadamente me atrae hacia sí. Y me da un beso que me envuelve, que casi me rapta, me aspira, me succiona Bueno, no sé cómo explicarme Todavía no tengo tanta práctica. Pero, en fin, que se apodera de mí y me deja sin aliento, sin fuerzas y sin pensamientos. Y os juro que la cabeza comienza a darme vueltas, y entonces abro los ojos y veo las estrellas. Y por un instante veo pasar una luz por encimay me gustaría decir ahí está, mi estrella fugaz, y querría expresar mil deseos, pese a que al final sólo tengo uno: él. Ha llegado el momento y no tengo necesidad de pedir nada. Mi deseo ya se ha cumplido. Soy feliz. Feliz, ¡Soy feliz! Y me encantaría poder gritárselo a todo el mundo. Pero, en cambio, permanezco en silencio y sigo besándolo. Y me pierdo en ese beso. Lore, Lore Pero ¿es esto el amor? ¡Y sabemos a sal, a mar y a amor! Bah, sí, quizá sea eso. Y nuestros labios son muy suaves, como cuando luchas sobre uno de esos botes neumáticos y resbalas, pierdes el equilibrio y te ríes y caes al agua. Y entonces tragas un poco, te ríes y reemprendes la lucha. Sólo que la nuestra no es una lucha. ¡No! Los nuestros son besos dulces, primero lentos y después repentinamente veloces que se mezclan con el viento de la noche, con el ruido de las olas y el sabor a mar. Y yo respiro profundamente. Y casi lo susurro entre dientes.
Por fin
Lore aguza el oído y también él suspira entre dientes.
¿Por fin qué?
Por fin has vuelto a besarme.
Eh -Me sonríe en la penumbra-. No sabía que te había gustado.
Esta vez la que sonríe soy yo, y no sé qué más decir. ¡Claro que me gustó! Me gustó un montón. Quizá en ciertos casos es mejor no decir nada para no parecer banales, de modo que sigo besándolo tranquila. Como cuando una está relajada, ¿sabéis? Y me gusta porque siento que me acaricia lentamente en la mejilla, luego introduce su mano en mi pelo y yo apoyo mi cabeza en ella ¿Sabéis ese tipo de cosas que se ven en ciertas películas y que te gustan a rabiar? E incluso se oye una música a lo lejos como la de Corrado, que siempre es la misma, una música más fuerte que la de cualquier discoteca. No me lo puedo creer. Han elegido para nosotros una canción de Liga,Quiero querer. Y todo esto me gusta un montón y me abandono aún más. «Quiero encontrarte siempre aquí cada vez que lo necesite. Quiero querer todo y quiero lograr no crecer. Quiero llevarte a un sitio que no puedes conocer.» Esas palabras parecen perfectas Cierro los ojos y canto para mis adentros mientras lo beso tranquila, serena, segura, pero, de repente, oigo algo. Un movimiento extraño. Dios mío, ¿qué será? No, quizá me haya confundido. ¡De eso nada! ¡Es mi cinturón! ¡Sí! ¡Socorro! Ha metido la otra mano en mi cinturón. ¿Mi cinturón? Sí, me lo está desabrochando. Y ahora ¿qué hago? Menos mal que lo resuelve todo él.
¿Puedo? -me pregunta esbozando una sonrisa.
¿Y qué le dices en un momento similar? «Claro, por favor» ¿Claro, por favor? ¡De eso nada! O: «Sí, sí, aprovéchate» ¿Aprovéchate? No, ¡no puedo decirle eso! Es decir, un poco me lo imagino Pero no sé muy bien lo que de verdad está sucediendo. Al final asiento a medias con un gesto de la cabeza. Y Lore no se hace de rogar. Acelera de repente y parece que le entra un hambre repentina y respira cada vez más de prisa, de modo que casi empieza a preocuparme. Jadea, se agita, lucha con mi cinturón. Y al final gana la batalla e introduce la mano en mis vaqueros. Pero aquí frena de improviso, lo siento y. por suerte, su mano está caliente y se desliza por el borde de las bragas. Lore me da un beso más largo, como si tratase de tranquilizarme y, después, sin preámbulos, mete del todo la mano.
Interrumpo mi relato. Bebo un poco de tisana. Bebo lentamente mientras las miro.
¿Y entonces? -Clod está nerviosísima.
También Alis parece inusualmente atenta. -Sí, sí, ¿y luego?
Clod me sacude los hombros con las manos hasta el punto de que casi me hace derramar la tisana.
¡Venga! ¡Adelante! ¡Sigue!
Y come sin cesar todos los trocitos posibles de chocolate que encuentra en el plato, unas briznas minúsculas que levanta apoyando sobre ellas sus dedos regordetes antes de llevárselas a la boca. Le sonrío.
Y después me tocó ahí.
¿Ahí ahí? -pregunta Clod abriendo asombrada los ojos, estupefacta. Apenas puede creer lo que acaba de oír.
¡La verdad es que, a veces, es absurda!
Alis ha recuperado su autocontrol y da sorbos a su granizado con parsimonia, como si nada, como si todas las mañanas escuchase un sinfín de cosas parecidas. A continuación coloca el vaso en el platito con la mayor delicadeza. Luego me mira a los ojos.
¿Y te gustó?
Clod la secunda al instante:
Eh, sí, sí ¿Te gustó?
Bah, no lo sé Me hizo un poco de
¿Un poco?
Un poco
¿De daño?
¡No, de eso nada! Fue muy dulce.
¡En ese caso, te hizo sentir bien!
Alice y su sentido práctico: ¡si no está mal, está bien!
No, me hizo
¿Te hizo?
Cosquillas.
¿Cosquillas?
Sí, cosquillas, quiero decir que me entraron ganas de echarme a reír. ¡Claro que no me eché a reír en su cara mientras me tocaba! No obstante, dentro de mí apenas podía contenerme. No sabéis cómo estaba
Alis cabecea.
Oye, pero ¿dónde te tocaba?
Ya te lo he dicho.
Sí, lo sé, pero ¿por encima?
¿Qué quieres decir?
La miro interesada.
Ahora te lo explico. Perdone -Alis llama a la camarera-. ¿Me puede traer un papel y un bolígrafo?
Sí.
La camarera resopla. Como si no fuese su trabajo. Y por descontado, no lo es. En cualquier caso, le pagan. También para ser amable, ¿no? Mientras la esperamos, Alis da un nuevo sorbo a su granizado. Acto seguido nos sonríe segura de sí misma.
Ahora os lo enseño. En cualquier caso, está más claro que el agua: es evidente que para Lore era también la primera vez.
¡Yo no se lo pregunte!
Alis se arremanga.
Calma, calma, ahora os lo explico
Justo en ese momento llegan a la mesa un papel y un bolígrafo.
Aquí tenéis Luego devolvedme el boli.
La camarera se aleja sacudiendo la cabeza. ¡Qué tía, no me lo puedo creer! ¡Pero si nos ha traído una especie de Bic! Sea como sea, Alis ha empezado su explicación.
Bueno, supongo que sabéis que Laura, mi hermana mayor, es médico, ¿no? Se ha licenciado en medicina.
¿Y eso qué tiene que ver?
¡Pues que me lo ha explicado todo! Cómo se siente placer y no cosquillas, por ejemplo
Y hace un extraño dibujo, una especie de óvalo. Cuando por fin entiendo a qué se refiere, me quedo patidifusa.
Alis, ¿de verdad quieres darnos una lección sobre sexo aquí?
Claro, ¿por qué no? El sitio es lo de menos
Vale, como quieras.
Vamos, prosigue. -Pero después me viene a la mente otra cosa-. Pero tu hermana ¿no es ortopedista?
Sí, ¿y eso qué tiene que ver?
¿Cómo que qué tiene que ver? Pues que te habrá explicado lo que se hace cuando uno se rompe un brazo o una pierna. ¡Pero yo todavía no me he roto nada en esa parte!
¡Mira que eres imbécil!
Hola, chicas, ¿qué hacéis?
Rosanna Celibassi. La madre más esnob, ¿qué digo esnob?, más superesnob de todo el Farnesina. Se planta delante de nosotras y nos escruta curiosa como siempre. No tiene remedio, es igual que su hija, Michela Celibassi. Son idénticas. La hija siempre quiere saberlo todo de todos, se informa, hasta nos coge las agendas para saber lo que hacemos. Yo, por suerte, conservo todas las informaciones, los pensamientos, las reflexiones, las decisiones y, sobre todo, los noviazgos, en caso de que suceda algo, en mi móvil. Mi fantástico Nokia 6500 Slide. Lo adoro. Yo lo llamo Noki-Toki. Pero ésa es otra historia, un poco más triste o quizá más bonita, no lo sé; sólo sé que hoy no tengo ganas de hablar de eso. ¡En parte porque ahora nos enfrentamos al problema Celibassi!
Oh, hola, señora, nada Estábamos tomando un granizado -Alis dobla a toda velocidad el papel y lo esconde dentro de su agenda Comix-. Charlando
¿Recuerdas lo de mañana por la noche, Alis?
Por supuesto, señora.
A las nueve. Voy ahora mismo a encargarlo todo -La señora Celibassi vuelve a meter su elegante cartera en el bolso-. A Michela le gustará, ¿verdad? Ella también me ha hablado de ese sitio, dice que hacen las tartas de sabayón y chocolate más ricas de Roma. ¿Sabes si le gusta algo más en especial? Desearía que se sintiese lo más feliz posible
Alis sonríe y ladea un poco la cabeza.
No, con eso será suficiente, no se me ocurre nada más.
Bien, en ese caso nos vemos mañana.
La señora Celibassi se aleja emitiendo un ruido de colgantes, cadenas, pulseras y varios objetos de oro que se balancean por todas partes. Si alguien la desnudase, podría pasar con eso dos semanas en las Maldivas, una vez superado el susto inicial. Clod espera a que se haya marchado.
Eh, no nos habías dicho nada.
Alis parece algo avergonzada. -¿De qué?
Sí, ahora finge que no me entiendes.
¿Michela celebra una fiesta mañana por la noche?
Es que no quería que os sentara mal.
Clod se encoge de hombros.
Ya ves, no habría ido de todos modos Os aburriréis.
Alis asiente con la cabeza. Clod la mira fijamente.
¿Sabes a quién ha invitado?
Ni idea. -Alis se encoge de hombros-. No lo sé. A varios de la clase
Pero ¿irán también Marchetti, Pollini, Faraoni y todos ésos?
Clod se ha puesto nerviosa. «Todos ésos» son los Ratas. ¿Creéis que un grupo de chicos más o menos imbéciles puede tener como apodo los Ratas? Bueno, la verdad es que van a otra clase, la D. Sólo arman bulla y son unos idiotas. Aunque he de reconocer que a veces me hacen reír mucho. Fueron a la fiesta de Bezzi, de Arianna, esa que se cree casi más que Celibassi, y uno de ellos, todavía no se sabe quién fue (aunque yo abrigo alguna que otra sospecha), hizo una cagada increíble. Pero no una cagada en sentido figurado, sino una cagada de verdad, que después metió en la lavadora, que estaba llena de ropa blanca: camisas, camisetas y jerséis de toda la familia. Luego la puso a centrifugar a todo meter. Supongo que os imaginaréis la especie de batido que salió de ahí. Los Ratas han gastado también otras bromas muy divertidas que ahora no recuerdo. Y, de todas formas, el que me lo contaba siempre todo era Matt. Matt, nombre verdadero Matteo, más bien rechoncho pero mono de cara, el pelo largo y castaño claro, un poco más oscuro que el mío. Iba hecho un guaperas, tenía siempre las camisetas y los pantalones justos o, al menos, era así cuando dejamos de vernos el verano pasado. No lo he vuelto a ver, Él fue quien me dijo que se apodaban los Ratas. Yo le pregunté de dónde venía el nombre, pero no quiso darme muchos detalles.
Quizá te lo cuente algún día-
Fue más bien vago, daba la impresión de que me ocultaba algo, pero, aun así, yo me hice una ligera idea sobre el apodo, aunque temo que sea una supermacarrada. Por otra parte, si esos Ratas no dicen guarradas, no se divierten.
En cualquier caso, la historia de la fiesta de Celibassi se me ha quedado atravesada. Alis se apresura a coger la cuenta.
Pago yo.
Casi me la arranca de las manos cuando llega la camarera. Tengo la impresión de que se siente culpable. ¡Aunque la verdad es que es ella la que paga siempre!
Clod se ha comido un último trozo de chocolate tras robarlo de mi platito y, al final, hemos salido. Nos tambaleábamos un poco al caminar, como esas amigas que comparten cierta amargura. En fin que, pensándolo bien, quizá Clod tiene razón: Alis debería habérnoslo dicho.
Adiós, adiós Nos vemos
Y me doy cuenta en seguida de que algo no va bien, no tengo ganas de decir mi consabido adióóóós. De manera que me marcho. Alis sube a su microcoche. Clod la saluda y sube al suyo. Yo me hago la sueca y me alejo caminando, pero apenas doblo la esquina llamo en seguida a Clod. ¡No! ¡Joder, sólo me faltaba esto! Se me ha acabado el saldo. Ojalá me llame ella. Un segundo después recibo un mensaje: «¿Qué pasa?»
Me gustaría poder contestarle, pero no tengo saldo. Uf, siempre me sucede lo mismo en las situaciones más difíciles. Bueno, no pasa nada. Esperemos que Clod lo entienda. Pasado otro segundo, me suena el móvil. Es ella. Le contesto.
Me apuesto lo que quieras a que no tienes saldo.
¡Qué ojo tienes! ¿Y bien?
¿Y bien, qué?
Vaya cosa fea lo de Alis, ¿eh?
Horrenda.
Se queda unos instantes en silencio, a saber lo que estará pensando. A fin de cuentas, paga ella. Después, como si por fin hubiese dado con lo que quiere decir, añade:
Tal vez no deberíamos verla más, ¿no?
No sé, me parece un poco excesivo
Otro silencio.
Sí, tienes razón. ¿Quieres que te lleve?
No; prefiero dar un paseo, quiero relajarme, esa historia me ha puesto nerviosa.
Deberíamos darle a entender que tendría que haber rechazado la invitación por solidaridad.
Sí-
Pero noto que ninguna de las dos estamos convencidas, de modo que opto por dar por zanjado el asunto.
Bueno, ya hablaremos. Nos escribimos luego por el Messenger, ¿vale? Total
La verdad es que no sé qué quiere decir ese «total», pero llevo una temporada usándolo a menudo. Es decir, en mi opinión es bonito, te da libertad Deja, en cualquier caso, espacio abierto a la imaginación. Equivale a decir: «Total, puede suceder algo», «Total, es sólo una fiesta» o «Total, la vida sigue». O, al menos, yo lo uso y lo interpreto así.
¿Estás segura de que no quieres que te lleve?
No, no, ya te lo he dicho: me apetece caminar. Gracias, más tarde cogeré el autobús.
Vale. En ese caso hasta luego.
Sí, hasta luego.
A veces Clod parece asustada. Quiero decir que tiene miedo de finalizar las llamadas, piensa siempre en cosas extrañas, como sí por el mero hecho de colgar uno se perdiese para siempre. Quizá porque sus padres trabajan a todas horas y en su casa nunca hay nadie. A saber. Mi situación no es diferente y, sin embargo, no siento esa necesidad constante de hablar con alguien.
Alis es la que parece sufrir menos de todas. Y pensar que sus padres están separados y que tiene una hermana a la que no ve jamás.
Los misterios de la vida. Mejor dicho, los misterios del mundo. Sobre todo el hecho de que es a ella a la que invitan a las fiestas, pese a que nosotras hablamos más a menudo con Celibassi. Ésta sí que no se la paso. Se me ocurre una idea. Sonrío, ¡He encontrado la manera de acudir a la dichosa fiesta!
Buenos días, ¿qué deseas?
Me gustaría darle una sorpresa a mi mejor amiga, Michela Celibassi. Más tarde vendrán a recoger su tarta de cumpleaños.
Ah, sí, es cierto.
Pues le explico, mis amigas y yo hemos pensado lo siguiente
Y sin saber muy bien cómo consigo convencerlo, el dueño me lleva a la cocina y se distrae un instante, instante que me basta para llevar a la práctica mi diabólico plan.
¡Gracias, ya está! Ha sido muy amable. Prepara usted todos estos dulces, ¿verdad?
Bueno, sí.
Es usted el mejor pastelero que he conocido en mi vida.
El tipo lleva un bonito gorro en la cabeza, claro que no tan grande como los que se suelen ver en televisión. Es un gorro más sencillo, como esos que usan los médicos de «Urgencias», sólo que el suyo es completamente blanco. Me sonríe feliz. Luego se congratula con su ayudante, que está allí cerca, una mujer que lleva la misma clase de gorro, y comparte el mérito con ella.
Lo digo de verdad, son ustedes estupendos
Y los dejo así, orgullosos de su trabajo. Yo también sonrío. Por otra parte, he hecho lo que pretendía hacer.
De forma que, cuando salgo de Cióccolati, me siento un poco más aliviada. Me suena el móvil. Es Clod.
Eh, ¿qué pasa?
¿Crees que somos las únicas de la clase a las que no ha invitado?
Y yo qué sé Pero ¿qué más da? De un modo u otro, asistiremos también a esa fiesta.
¿Qué quieres decir? ¿Que nos colaremos?
No, eso no Es una sorpresa. Luego te lo explico.
Eres una tía grande, Caro!
Y ahora disculpa, tengo que colgar.
¡Pero si tú no pagas, te he llamado yo!
¡Lo sé, lo sé, pero es que tengo que hacer una cosa!
Clod puede llegar a ser una auténtica plasta. No te suelta. Yo, a veces, necesito estar sola. ¡Además, hoy siento que estoy en vena creativa! Cruzo el puente sintiéndome como una de esas extranjeras que veo por Roma. Siguen sin dudar su camino y, en ocasiones, ni siquiera llevan un mapa en la mano. Simplemente se dejan llevar por lo que ven.
Lo primero que quiero hacer, cuando pueda, es viajar. Me encanta la idea, de forma que camino risueña, en parte extranjera y en parte no, por el ponte Cavour y, llegada a un punto, miro hacia abajo. Qué bonito. Ahí tenemos el gran Tíber, que fluye y que ha visto de todo. Desde los antiguos romanos a los años sesenta, cuando todavía estaba permitido bañarse en él. Algunas mañanas, cuando me quedaba en casa porque no estaba bien, veía una de esas películas en blanco y negro donde salía un actor muy musculoso y guapetón con cara de simpático que, me parece, se llamaba Maurizio y cuyo apellido no recuerdo bien. Pues bien, él y sus amigos se tiraban al Tíber, y había pocos coches, y todos parecían simpáticos y acogedores, y las fiestas estaban abiertas a todo el mundo.
Perdona
Un macarra detiene su moto delante de mí, lleva un casco grande, mejor dicho, enorme, y debajo una cinta de color amarillo que recoge su abundante cabellera de semirrasta. Dios mío, ¿qué querrá? Ya lo sé. Ahora intentará ligar conmigo.
Oye, guapa, ¿sabes dónde está la vía Tácito?
Veamos, en primer lugar está el hecho de que me haya llamado así, ¿me conoce acaso? Y en segundo lugar, ¿quién te crees que soy, tu GPS?
Sí, claro, mira, debes retroceder, después del semáforo vas todo recto en dirección a la via della Concialiazione y, a continuación, giras a la izquierda. Está allí.
Nos vemos
Y se aleja dando gas con la moto, que tiene el tubo de escape medio roto; en pocas palabras, haciendo un ruido de mil demonios.
Y tercero, ni siquiera me ha dado las gracias. Aunque esto ya lo sabía, me lo esperaba. ¡Pero lo más grave es que no me ha parado para conocerme, sino para preguntarme por una calle! ¿Os dais cuenta? De modo que echo de nuevo a andar, un poco molesta al principio, pero luego serena y divertida. Yo, una extranjera en mi ciudad. Y sonrío y a continuación rompo a reír y empiezo a correr por el puente. Avanzo a toda velocidad. Como me pille Porque ¡¿quién demonios sabe dónde está la via Tácito?!
¡Buenos días!
Entro en Feltrinelli, que se encuentra en la galería Sordi, en la piazza Colonna, aunque, si he de ser sincera, antes me he dado una vuelta por Zara. ¿Sabéis cuál es? Es esa tienda tan chula que está enfrente, que vende ropa española que cuesta menos que la nuestra. Y las telas son incluso más bonitas, os lo juro. Sólo que no me he comprado nada. Había una cazadora que me gustaba con locura, pero en este último tiempo ando algo escasa de dinero, debería inventarme algo con mi madre o, quizá, con mi hermano. Rusty James me compraría una cazadora así sin pensarlo dos veces, sólo que su situación es casi peor que la mía. La abuela. La abuela podría ser un buen recurso. La abuela Luci. Mi abuela se llama Lucilla y yo soy su primera nieta, en el sentido de que soy su nieta preferida, como dice ella, pero ésa es también otra historia muy romántica. Podéis estar seguros de que os la contaré de cabo a rabo en otro momento, porque hoy me siento mucho más capacitada para las ciencias.
La historia de Alis no me ha dado buena espina y no me gusta saber que tuve que soportar las cosquillas por pura ignorancia. Quiero saber, documentarme, entender. Y. además, no sé si Lore y yo somos, novios, si estamos juntos, en fin, eso Sé que el beso me gustó muchísimo, al igual que lo del cinturón y el pantalón, sí, también todo el resto Y conservo la botellita con la arena y la concha para no olvidar nuestra cita. Pero no quiero volver a presentarme sin estar debidamente preparada.
Perdone, ¿dónde está la sección de ciencias?
También aquí -Ah.
Miro alrededor. Hay un poco de todo. El tipo con la tarjetita donde puede leerse «Sandro» y debajo «Feltrinelli» me mira con curiosidad.
¿Qué buscas?
Esto La verdad es que no sé muy bien qué responderle, ¿qué le digo? Socorro. ¡No puedo pedirle un libro que me lo explique todo, no vaya a ser que luego, cuando Lore me toque ahí, ya no sienta cosquillas! Me imagino su cara. Trato de mostrarme lo más seria posible.
Un libro sobre educación sexual.
El dependiente me indica con gran profesionalidad una zona
Mira, encontrarás todo lo que tenemos ahí.
De forma que respiro profundamente y me dirijo hacía esa sección. Vaya, hay un montón de libros. ¡No sabía que las cosas que uno debe saber eran tantas!
Educación sexual (10-13 años), Educación como prevención. Nuevos modelos para la familia, la escuela y los servicios. La sexología del 2000 y la educación al amor.
Y ademásLa madriguera del conejo. Consejos y sugerencias para la educación sexual de los adolescentes. Con fichas operativas. ¡La madriguera del conejo! De modo que, según ese libro, ¿yo soy una especie de conejita? Algo así como las que vi una vez en las revistas de R. J., ¡una conejita de Playboy! ¡¡¡Socorro!!!
Empiezo a hojear uno. En las primeras páginas hay una infinidad de explicaciones técnicas y terminológicas. Eyaculación precoz. Frigidez. Orgasmo.Petting. Punto G. Punto K y punto C. Punto L. Vaginismo. Y unos dibujos que resultan impresionantes si se los compara con el que nos esbozó Alis. Abro el libro por la mitad. «La adolescencia, con sus cambios físicos (pubertad), requiere también de ciertos conocimientos que nos permitan entender mejor qué le está sucediendo a nuestro cuerpo y cuáles son las novedades más importantes de nuestro "crecimiento" y de nuestra diversidad sexual como chicos y chicas.» Hasta aquí Sigo hojeando. «Consideradlo como un juego. Es sólo cuestión de práctica, y después se experimentará igualmente un intenso placer con la máxima seguridad» Entiendo el significado y poco me falta para enrojecer. Lo cierro de golpe y miro de inmediato alrededor, esperando que no haya nadie conocido. Sólo me faltaba encontrarme con un pariente o, peor aún, con un profesor. Una como la profesora Boi, por ejemplo, se lo largaría todo a mi madre. Bueno, por lo menos no es como lo de aquella revista que sacaron los Ratas en esa fiesta.
Recuerdo el día de la confirmación de Matt, nos había invitado a su casa por la tarde. Acudimos todos y la verdad es que no estuvo nada mal. Por las ventanas entraba un sol agradable y habían preparado un bufet de ésos tan ricos, donde hay sandwiches como es debido que no están secos y el pan es alto y blando, de esos sabrosos, vaya, y para todos los gustos. Basta apartar el de arriba en caso de que no te apetezca y seguir buscando por debajo hasta que encuentras el justo. El justo, ¡aunque luego resulta que no hay ninguno justo! Sería mejor decir el que te gusta; yo qué sé, por ejemplo, yo buscaba el de caviar ¡Que luego, Clod, que lo sabe todo sobre estas cosas, me explicó que en realidad son huevas de lumpo! O también me habría parecido bien uno de ésos de huevo y salami que me pirran, pero que nunca como, aunque sólo sea por la remota posibilidad de tener que besar a alguien, cosa que, por aquel entonces, todavía no había ocurrido. Suponed que un chico se acerca por fin, quizá abre la boca y le basta con sentir el aliento a huevo y salami para caerse de espaldas. De forma que no me planteaba ni remotamente la posibilidad Pues bien, que en cualquier caso era un bufet impresionante, había incluso pizzas pequeñas rojas, de las que venden en Cutini, en la via Stresa, frescas y rebosantes de tomate, una autentica rareza. Por lo general, están secas y tienen poco tomate, no sé por qué, no creo que sea por la diferencia de precio. Bah
Clod estaba allí, prácticamente echada sobre el bufet, feliz como unas pascuas, como dice siempre la abuela Luci. Y yo no acabo de entender a qué se refiere. Vamos a ver, ¿es que uno en Pascua debe sentirse a la fuerza feliz? Recuerdo que, por ejemplo, Ale, mi hermana, rompió con su novio precisamente en Pascua. ¡Y esos días fueron dramáticos para ella! Había comprado un huevo con sorpresa dentro y permaneció todo el día sentada a una mesa sin dejar de mirarlo y, a buen seguro, no se sentía en absoluto feliz, ¡al contrario! Entonces, en ese caso, ¿cómo se dice? ¿Triste como una Navidad? Aunque tal vez Pascua esté bien. Bueno, será mejor que lo deje porque, de todas formas, al final Ale rompió el huevo y, antes de que hubiera acabado de comerse el chocolate, ya estaba saliendo con otro, pero ésa es otra historia.
En esa fiesta, sin embargo, lo más extraño era el comportamiento de Clod. Quiero decir que, mientras devoraba todos aquellos sándwiches y pizzas, colocaba a la vez algunos en el plato, ¡como si tuviese miedo de que se pudiesen acabar! Deberíais haberla visto, parecía un pulpambre, es decir, un pulpo del hambre. No sé si existe un animal semejante, sólo sé que Clod movía las manos como si tuviese mil en lugar de dos. Con una comía, con la otra cogía un sándwich y lo ponía en el plato, con la otra cogía de nuevo una pizza y se la llevaba a la boca o dejaba una en el plato, en pocas palabras, ¡parecía una máquina de guerra o, mejor dicho, una máquina de hambre!
Yo, en cambio, estaba un poco a dieta, de forma que deambulaba por la sala, como cuando no tienes nada que hacer y te aburres y entonces miras las fotografías y tratas de conocer un poco más a esa familia: la fotografía de los padres jóvenes el día de la boda, y después la de los padres de los padres cuando se casaron, y luego cuando nació alguien, las primeras fotografías de Matt cuando era niño, que son casi idénticas a las mías; quiero decir que cuando somos pequeños todos nos parecemos, abrimos los ojos desmesuradamente delante de la cámara fotográfica y, desde luego, no podemos ni imaginar lo que sucederá en el futuro.
Pues bien, llegado un punto, miro alrededor y me doy cuenta de que, sin saber por qué, casi todos los chicos que estaban en la sala han desaparecido. Me acerco a Silvio Bertolini. Un tipo simpático, Bueno, quizá simpático sea una palabra exagerada. En fin, que de vez en cuando te hace reír, ¡El problema es que no lo hace voluntariamente! Lleva unas gafas enormes y corrector dental, y su madre, una tal María Luisa, esta siempre encima de él. Apenas lo ve salir del colegio, le acomoda la bufanda y a continuación la gorra, después le abrocha el abrigo; en pocas palabras lo somete, y él tropieza, cae, se golpea, le ocurre de todo, vaya. ¡Yo creo que es culpa de su madre! En cualquier caso, nosotros lo llamamos Silvietto.
Pero ¿adónde han ido todos?
Se vuelve sobresaltada. Tiene un extraño canapé en las manos y trata por todos los medios de quitar la mayonesa porque no le gusta. La unta en el mantel que cubre la mesa. Cuando lo llamo da un brinco tan grande que el canapé sale volando, gira sobre sí misino y aterriza precisamente sobre el mantel, mezclándose con la mayonesa y dando al traste con el trabajo que ha realizado hasta ese momento.