Alessandro no da crédito. Corre hacia la puerta y la abre de golpe, sale al pasillo y, de repente, la ve. Niki está sentada muy formal en el sofá de la sala de espera. Lleva una chaqueta azul oscuro, una falda a rayas de colores, unas medias finas, azul celeste y deportivas hasta el tobillo, de boxeo, Adidas azul oscuro. Lleva el pelo recogido en dos coletas y le sonríe con una carpeta roja de dibujo bajo el brazo. Niki Se la enseña y le guiña el ojo. Encima está escrito «Las ideas de Alex».
Alessandro corre a su encuentro. Entonces se acuerda y aminora, seguro y tranquilo. Siempre dueño de la situación.
¡Hola, Niki, qué sorpresa! ¿Cómo me has encontrado, cómo has hecho para llegar aquí?
Niki se levanta del sofá, se mete la mano en el bolsillo y saca su tarjeta de visita.
Con esto. Me la diste cuando me atropellaste. Viene la dirección de tu oficina Tampoco hay que ser un genio.
Alessandro la coge por el brazo.
Tienes razón. Disculpa. Ven, que te presento a mi equipo.
Vale, qué fuerte
Camina por el pasillo mientras algunos colegas que pasan la miran con curiosidad, aunque sólo sea por cómo va vestida. Y, sobre todo, por lo hermosa que es.
¡Eh!
¿Qué pasa?
¿No me vas a dar un beso?
Alessandro le da un beso rápido en la mejilla.
No te he pedido un besito.
Alessandro sonríe y le dice en voz baja:
Trabajo aquí. No puedo regalarme nada.
Niki le sonríe.
Ok, me pondré seria. Somos un pequeño equipo, ¿no?
Alessandro la mira. Está contento de que haya venido. No se ha olvidado. Esta chica es la hostia.
Sí, un pequeño equipo. -Se aparta, haciéndola entrar en su despacho.
Ven, que te presento a los demás. -Y cierra la puerta a sus espaldas-. Bien, chicos, ella es Niki. Niki, Giorgia, Michela, Dario y Andrea.
Todos le sonríen, sienten más o menos curiosidad por esa chica tan joven, tan guapa, caprichosa en el vestir y, sobre todo, con una carpeta bajo el brazo.
Ellos son mi equipo. -Lo dice orgulloso, de nuevo dueño de la situación, aunque sólo falte apenas un cuarto de hora para la reunión con su jefe y no tenga ni la más remota idea de lo que le va a enseñar. Al menos, hasta ahora. Hasta antes de la llegada de Niki. Dario, escéptico y al mismo tiempo curioso, se acerca.
¿Y ella quién es? ¿Otra becaria?
De repente, Alessandro pierde su seguridad. Y también la tranquilidad. En resumen, pierde el control de la situación.
Bueno, no Ella es Bueno, es Ella -La mira con fijeza, los observa en busca de una sugerencia, una ayuda, cualquier comentario por parte de cualquiera-. Bueno, ella es, bueno, ya lo veis
Yo soy Niki. Una chica cualquiera. Una chica que ha prestado atención a las ideas de Alex y, como debía saldar una deuda -mira a Alessandro sonriendo-, y como resulta que sabe dibujar, ha intentado plasmarlas sobre el papel, como él le pidió. -Niki deja la carpeta sobre la mesa-. Alex, he intentado trasladarlas lo mejor que he podido, he puesto los colores y la pasión que sentí en tus palabras cuando me explicabas qué tenía que ser LaLuna. Sólo espero no decepcionarte.
Y parece inocente de verdad mientras lo dice, y soñadora, e ingenua. Y muy joven. Mucho. Alessandro se acuerda por un instante de los jazmines. Y nota un ligero rubor y un poco de embarazo. De inmediato aparta ese recuerdo.
¡Bien! Veamos qué es lo que ha salido de todas aquellas ideas disparadas al azar en una tarde de sol. -Adelanta las manos, no sabe qué esperar. Abre lentamente la carpeta.
Giorgia, Michela y Dario se inclinan, curiosos, excitados, divertidos. También Alessandro tiene la misma sensación. Sólo que más confusa, más fuerte, le falta casi la respiración. No me lo puedo creer. En la hoja hay dibujada una chica de manera perfecta, colorida, vivaz, fuerte, expresiva, nueva Está sentada sobre una luna en el centro de la hoja. La luna está en cuarto y tiene los dos cuernos hacia arriba, está como invertida. La chica está sentada entre ellos. De los cuernos salen dos trozos de cuerda que se pierden en lo alto, entre las nubes. Es un columpio. La luna es un columpio entre las nubes de una noche estrellada. A su alrededor, un azul intenso, y la luna, de un celeste vivo, coloreado con un poco de purpurina, brilla orgullosa en ese cielo azul. La chica lleva coletas, y va vestida un poco como Niki. Todos se quedan boquiabiertos. Andrea Soldini es el primero en sonreír, después le siguen Dario, Giorgia y, por último, Michela, a pesar de que el dibujo no sea suyo. El único que no sonríe es Alessandro. Casi está a punto de desmayarse, de lo feliz que está y de lo mucho que le gusta esa idea. Inspira profundamente, sereno, tranquilo. Para no perder el control de la situación. Pero esta vez no lo consigue.
¡Joder, es precioso! -Y todos se muestran de acuerdo en seguida-. Sí, en serio, tiene mucha fuerza.
Michela toca ligeramente la hoja.
Has trabajado con el pantone, ¿no?
Giorgia imagina el eslogan que le pondría. Dario y Andrea Soldini se miran sonrientes, por primera vez desde que se conocieron están de acuerdo en algo. La idea tiene fuerza de veras. Es nueva. Y sorprendente, piensa Alessandro. Al menos para mí. Nunca lo hubiese esperado. Y de improviso todo el día anterior adquiere otro significado. Ese tiempo que se regaló a la fuerza, casi obligado, lo acaba de recuperar. Y con creces.
Niki, es el mejor regalo que podrías haberme hecho. -Y la abraza por los hombros, feliz-. Muy bien. De veras que has hecho un trabajo espléndido.
Pero, Alex -Niki lo mira sonriendo con ligera timidez-, yo no he hecho nada. ¡Todo lo has hecho tú! Yo sólo he plasmado sobre el papel lo que tú veías, las palabras que me dijiste ¿Cómo era? El definitivo, ¿no?
Alessandro deja caer los brazos. Demonios. Incluso utiliza los términos apropiados, el definitivo Pero ¿de dónde ha salido la chica de los jazmines? ¿De LaLuna?
Ok, chicos. -Alessandro se sienta en su sillón de piel, relajado al fin, libre de toda la tensión acumulada-. Me parece que vamos por el buen camino
Andrea Soldini le mira perplejo.
¿En el buen camino? ¡Vamos al galope!
Pues sí. -Alessandro mira a Niki-. Y en este caso resulta de lo más adecuado. Ella se apellida Cavalli.
Michela le da la mano.
Bien, felicidades, en serio. Esto no es un dibujo, es un cuadro
¡Gracias! -Niki los mira a todos y sonríe, contenta por el resultado, por haberles echado una mano. Luego, aparta el dibujo de la chica en el columpio de luna. Debajo hay otra hoja completamente blanca, pero de un blanco ligero, como el papel cebolla-. Además también he dibujado la otra idea que tuviste. -Mira a Alessandro y levanta las cejas-. Te acuerdas, ¿verdad?
Alessandro la mira, pero no sabe de qué le está hablando. Los demás se vuelven hacia él, a la espera de una respuesta. Alessandro finge pensar.
Ah, claro, ya sé Pero en realidad lo decía por decir. Bueno, me pareció una idea cómica y extraña divertida. -Mira a los demás intentando quitar importancia a lo siguiente, aunque sólo sea porque no se imagina en absoluto de qué pueda tratarse.
De repente se pone serio. Rígido. ¿Qué habrá debajo de esa hoja blanca? Tiene una expresión expectante, como si fuese un niño que ya se ha olvidado del juguete anterior y ahora está loco por abrir el próximo regalo. Niki sonríe. No hay problema. Será ella quien le dé a ese niño lo que quiere. Y entonces, como una joven y elegante torera, Niki echa a un lado el papel cebolla blanco.
¡Ole!
Y todos se abalanzan de nuevo curiosos a mirar esa nueva idea de Alessandro. Sobre todo él. En esa nueva hoja, unas nubes ligeras, suaves, desdibujadas como si fuesen de algodón de azúcar, flotan en un cielo azul noche, doblado sobre sí mismo, formando una única y enorme ola llena de estrellas. En él una chica con traje de neopreno, con los brazos abiertos y las piernas ligeramente dobladas, desciende sobre un nuevo y sorprendente surf con forma de luna. Todos se quedan boquiabiertos.
Pero ¡ésta es aún mejor! -Andrea Soldini, definitivamente conquistado, mueve la cabeza-. ¡Alex, eres un genio!
Dario levanta el brazo y señala a Andrea.
¡Y lo descubre ahora!
También Giorgia y Michela están como extasiadas.
¡Alex, es precioso de verdad!
Ni siquiera encuentran palabras para expresar en su totalidad hasta qué punto les gusta también a todos este otro diseño. Alessandro se ha quedado estupefacto, lo mira con la boca abierta. Después el primero. Luego otra vez el segundo. Finalmente cierra la boca.
¡Bien! ¡Niki, has hecho un trabajo excepcional!
Estoy contenta de haber sabido plasmar tus ideas.
Alessandro se pone en pie de un salto. Coge todas las hojas y las guarda con cuidado en la carpeta roja que encima tiene escrito «Las ideas de Alex». La cierra y se la mete bajo el brazo. Después coge a Niki de la mano.
Vamos. -Y sale corriendo del despacho arrastrándola tras de sí.
Niki echa a correr también, divertida, llena de entusiasmo.
¡Adiós, chicos. Hasta la vista, creo! -Y se despide así del equipo.
Alessandro recorre veloz todo el pasillo. Llega frente a la puerta del despacho de Leonardo.
¿Está dentro? -pregunta a la secretaria, que por un momento deja de hablar por teléfono. Cubre el auricular con la mano-. Sí está solo, pero -mira el reloj- ¿no teníais una cita dentro de diez minutos?
He acabado antes. -Alessandro llama a la puerta.
Adelante.
La abre y entra, dejando a Niki en el umbral.
Hola, Leonardo. ¡Aquí tienes nuestros trabajos!
¡Vaya, te me has adelantado por un pelo, estaba a punto de llamarte!
He llegado un poco antes porque me tengo que ir.
¿Cómo? Entonces, ¿no tenemos la reunión?
Tú échale un vistazo y dime si te gustan. Te llamo más tarde para fijar una reunión para mañana por la mañana o cuando quieras.
Leonardo coge la carpeta roja que tiene escrito «Las ideas de Alex».
La carpeta ya me gusta. ¿Adónde tienes que ir?
A respirar un poco de gente, la que me ha inspirado los trabajos que vas a ver ¡y a regalarme un poco de tiempo! -Y sale corriendo. Se detiene en la puerta-. ¡Ah!, ella es Niki, Niki Cavalli. Una nueva colaboradora mía.
Leonardo apenas tiene tiempo de decir «¡Encantado!» y los dos han desaparecido ya. Alessandro y Niki recorren veloces el pasillo hacia los ascensores. Niki lo detiene un momento.
Espera. -Le suelta la mano, corre hacia el sofá donde estaba sentada y coge su bolso. Alessandro la espera en el distribuidor. Niki lo alcanza sonriendo.
Mi ropa de escuela y una bolsa para esta tarde.
Alessandro sonríe.
¡Eres la rehostia!
Después se acerca a los ascensores y aprieta el botón, esperando que llegue lo antes posible. Dos, tres, cuatro, cinco, seis. Por fin. Y justo cuando Alessandro y Niki están a punto de entrar, aparece Leonardo al fondo del pasillo.
¡Eh, Alex!
Alessandro se da la vuelta. El director tiene las dos hojas en la mano y lo mira con los brazos abiertos. Sostiene los dos diseños en el aire y los agita como un banderín.
¡Alex, son una maravilla, en serio!
Alessandro aprieta el botón de bajada y sonríe mientras las puertas se cierran.
Lo sé ¡Nuevos y sorprendentes!
El ascensor se cierra. Leonardo baja los brazos y mira de nuevo aquellos dos diseños publicitarios. Coloridos, vivos, divertidos. Después sonríe y regresa a su despacho con cuidado de no arrugarlos.
En el ascensor, Alessandro mira a Niki. No sabe qué decirle. Los dos permanecen en silencio. Niki se apoya contra la pared. Inclina la cabeza. Alessandro se le acerca. Le da un beso ligero en los labios. Luego se aparta.
Gracias, Niki.
Chissst. -Niki se apoya el dedo en los labios y lo desliza sobre ellos, luego atrae a Alessandro de nuevo hacia ella y lo besa lentamente. Otra vez. Suave. Cálida. Tierna. Con pasión. Luego le sonríe.
Así me gusta. Éste es el tipo de gracias que adoro.
Alessandro la besa de nuevo. Largo rato. Con dulzura. De repente, oye un ligero carraspeo.
Ejem
Se vuelven. La puerta del ascensor está abierta. Ya han llegado abajo. Una pareja mayor con bolsas de la compra está frente a ellos. Por suerte, no son colegas, piensa Alessandro. Y con un educado «Disculpen», Alessandro y Niki dejan libre el ascensor. Salen corriendo del edificio y se suben al coche. Esta vez, Niki no quiere conducir.
Vale, conduzco yo. Pero recuerda que, cuando lo desees, tienes gratis todas las clases que quieras.
Niki sonríe.
Oye, no sabía que dibujases tan bien.
¡Claro que no! Me los ha hecho Olly, una amiga mía. Es buenísima, dijo que con ideas así era fácil
Sí, en serio. Se te han ocurrido unas ideas con auténtica fuerza. ¿Era eso lo que estabas apuntando ayer en tu bloc de notas?
Sí, mientras te burlabas de mí.
No me burlaba de ti. Te pinchaba para que fueses más creativa. Se trata de un método de nuestro trabajo. Empujar el orgullo y la ambición hacia la productividad.
Pues te equivocas. Cuando hacías eso no se me ocurría nada. La idea de la luna como una tabla de surf se me ocurrió en el mar
¿Y la del columpio en el cielo nocturno?
Después de los jazmines
Alessandro la mira.
Se te ocurren unas ideas espléndidas, chica de los jazmines
Se nos ocurren unas ideas espléndidas. Somos un pequeño equipo, ¿no? Y tenemos que sabernos regalar tiempo siempre.
Es verdad.
Y no distraernos.
Desde luego.
Eso me gustaría verlo. -Niki se inclina hacia él y de repente le tapa los ojos con las dos manos.
Alessandro casi se sale de su carril.
Eh, pero ¿qué haces? -Aminora la velocidad y se aparta sin ver-. ¡Casi nos la pegamos!
Vaya problema. Golpe más, golpe menos
Eso ya lo hemos hablado.
¿Y bien?
¿Y bien qué?
Bueno, veamos si es verdad que no estabas distraído. ¿Cómo voy vestida?
Alessandro deja escapar un suspiro.
Veamos, chaqueta azul, falda a rayas. Medias divertidas.
¿De qué color?
Celestes.
¿Qué más?
Zapatillas Adidas de boxeo azul oscuro.
¿Nada más?
Nada más.
Niki le destapa los ojos, y Alessandro los abre y los cierra varias veces para recuperar la visión.
Bueno, ¿cómo lo he hecho?
Bastante bien.
¿Qué me falta?
Te ha faltado decir que voy sin sujetador.
Alessandro la mira con mayor atención. Entorna los ojos mientras mira en el interior de su chaqueta.
¿Sin sujetador? ¡Imposible! ¡Entonces el surf es de veras milagroso!
Niki le da un golpe y se ríe.
¡Idiota!
Y se van sin más, a regalarse otro poco de tiempo. A comer algo al Insalata Ricca. Después un paseo por el centro. Un café en el Sant'Eustachio y, por qué no, una exposición de fotografía en un pequeño museo del Quirinale. Salgado. Preciosa. Fotos en blanco y negro. África. Niños. Animales. Pobreza y riqueza de una naturaleza sin límites. Alessandro y Niki se pierden y se reencuentran de foto en foto, mientras leen los comentarios en momentos inmóviles, suspendidos en el tiempo, que duran para siempre. Tiempo. De repente, Niki mira su reloj.
¡Demonios, yo tengo partido! -Y lo arrastra a la salida, hacia quién sabe qué otra cita.
Cuarenta y cuatro
Diletta da tres pasos, salta en el momento justo y golpea la pelota con fuerza y violencia. Con determinación. Después se recompone un poco y regresa atrás, a la última fila. El entrenador lanza otra pelota.
¡Venga, chicas, vamos! Otra vez, así, otra vez Vamos, que esto empieza dentro de nada.
Otra muchacha coge carrerilla y salta, golpeando la pelota pero con menos convicción.
¡Con más decisión! Venga, que la semana que viene es la final.
El entrenador recoge otra pelota y la tira hacia arriba. Otra chica salta y golpea la pelota. Con estrépito. Y más pelotas rebotan en el parquet de esa cancha enorme. Gritos de muchachas jóvenes, y otros ecos lejanos dentro de aquella pelota enorme, de tantas pelotas pequeñas, sabores diversos de sudor nuevo, de fatiga calurosa, de sana deportividad.
Diletta se acerca a Erica y a Olly, que están sentadas en las gradas.
¿Todavía no ha aparecido Niki? ¿En qué anda ahora, estará fuera? Sin ella estamos perdidas. -Después se da la vuelta y mira al entrenador-. Pierangelo está que trina.
Olly se mete un chicle en la boca y empieza a masticar.
Ya lo creo. Con lo colado que está por Niki, estará celoso.
Pero ¡qué dices! Tú estás obsesionada; ves sexo por todas partes.
Olly mastica con la boca abierta.
No, eres tú la que no se entera de nada ¡Que dónde se habrá metido Niki! Se ha encontrado con uno que le mola un montón ¡y es allí donde se entrena!
Diletta coge la pelota que tiene entre las manos y se la arroja suavemente a Olly, golpeándola. Ésta se deja caer hacia atrás y apoya las manos en el suelo.
¡Ay!
Da gracias de que no la he golpeado como se debe, que si no te borraba del mapa.
Justo en ese momento, el entrenador arroja una pelota hacia otra chica. Después la ve llegar. Se pone las manos en las caderas.
¡Menos mal, Niki! ¿Te parece que éstas son horas?
Niki llega casi sin aliento, con su bolsa a la espalda y Alessandro detrás.
¡Tiene razón, lo siento profe! Voy a cambiarme y vuelvo en seguida. -Le da su bolso con los libros, algo de maquillaje y todo lo demás a Alessandro-. Eh, ¿me lo guardas?
Claro. -Y se saca de la chaqueta el teléfono móvil y la cartera y los mete también en el bolso.
Niki ve a Olly y a Erica en las gradas. Las saluda desde lejos. Las dos amigas responden y, naturalmente, siguen mirando fijamente a Niki y a Alessandro con curiosidad. Entonces Olly se vuelve hacia Erica.
¡Es él! No me lo puedo creer. Entonces, ¡es verdad todo lo que nos ha contado!
Erica sacude la cabeza.
Me he quedado sin palabras Pero ¡si es mayor!
Olly sonríe.
Si es verdad lo que nos ha contado lo es en todos los sentidos.
¡Olly!
Me refería a que es mayor en el sentido de alguien que sabe cómo hacerte sentir tan bien como ha dicho ella Bueno, da igual, es mayor.
Bueno, ¿y a ti qué te importa? Además, mira quién habla. En mi opinión, visto cómo se comporta, Giorgio tiene más años que él.
Alessandro se ha percatado del estupor de las amigas de Niki.
Pero ¿cuánto hace que no te veían? Te miran de una manera
Desde esta mañana en el instituto. Mira, la que lleva la camiseta roja -y señala a Olly-, ¡es la dibujante!
Ah, ¡la artista!
Sí. Ahora tengo que ir a cambiarme, pero después te cuento. Y no están hablando de mí, sino de ti. Es que me torturaron y tuve que explicarlo todo Bueno, me tengo que ir, nos vemos luego.
Niki coge su bolsa y se va a toda prisa hacia los vestuarios.
¿Te torturaron? Tuviste que explicarlo todo Pero ¿qué es «todo»?
Pero Niki ya está lejos y no lo oye.
Alessandro recoge las cosas y se acerca a las dos muchachas. Se siente un poco cortado. En cierto sentido, le parece estar «anticuado», por decirlo de algún modo.
Hola, soy Alessandro.
Hola, yo soy Olly, ella Erica y aquella que está jugando allí abajo -y señala hacia el centro de la cancha-, aquella alta y espigada es la otra amiga de Niki, Diletta. Y ése es nuestro profe y también entrenador. A nosotras nos ha puesto de suplentes. Pero ni siquiera entrenamos porque nos tiene castigadas.
¿Y es buen entrenador? -Alessandro supera el primer momento de embarazo y se sienta al lado de ellas. Erica le sonríe.
Es buenísimo. El año pasado, con él, quedamos segundas, y este año esperamos ganar.
Sí. -Olly se apoya en el respaldo y estira las piernas, poniéndolas en el asiento de delante-. Pero aunque ganase el campeonato, ¡a él lo único que le gustaría sería estar en tu sitio!
Erica le da un codazo. Alessandro las mira curioso.
¿A qué te refieres? ¿Le gustaría trabajar en publicidad?
Olly mira a Erica.
Digamos que le gustaría hacer ciertos anuncios
Sí, claro, porque él sólo ve el resultado final -dice Alessandro-, pero en realidad, detrás de todo eso, hay un trabajo de reuniones interminables. De cansancio Creatividad. En ocasiones se trabaja incluso toda la noche.
Ya. -Olly se ríe y mira a Erica-. A veces se trabaja toda la noche pero es un cansancio agradable, ¿no?
Alessandro no comprende de qué está hablando.
Tú, por ejemplo, hiciste dos dibujos buenísimos. -Alessandro mira a Olly-. Porque fuiste tú, ¿verdad?
Olly asiente.
¿Y cuánto tiempo te llevó?
Bah, la hora de mates y la de después del recreo.
¿Sólo dos horas? Es verdaderamente excepcional.
No me costó nada. Pintar me gusta mucho.
Alessandro se sienta más cómodo en su asiento y cruza los brazos entre las piernas.
Oye, Olly, no sé cómo darte las gracias, Niki y tú me habéis sacado de un buen apuro. Me gustaría recompensarte. ¿Hay algo que pueda hacer por ti?
Oh, bueno. -Olly mira a Erica y enarca las cejas-. A mí no me iría mal una de esas interminables reuniones nocturnas, pero ¡no creo que Niki estuviese muy de acuerdo!
Justo en ese momento, Niki sale de los vestuarios. Lleva una camiseta blanca con ribetes azules en la que pone «Mamiani», el nombre del instituto, unos pantalones azules muy ajustados y calcetines largos a rayas azules y blancas. Niki le hace una seña a Alessandro para que se acerque.
¡Dame el bolso!
Alessandro se pone en pie y sonríe a Olly y a Erica:
Disculpad. ¡Ten! -dice acercándose a Niki. Ésta rebusca dentro y halla la goma del pelo que buscaba.
Ehhh, así estás muy bien. Ya te imagino en la cancha.
Niki le sonríe.
Yo soy rematadora. -Y se recoge el pelo a toda prisa.
¿Qué es lo que me decías antes sobre que te torturaron y tuviste que explicarlo todo?
Sí, tuve que contarles lo de ayer por la noche Y, ya puestos, pues mentí.
¿Y?
Les expliqué algunos detalles, básicamente cosas que todavía no hemos hecho; fliparon cantidad. ¿Te acuerdas de Nueve semanas y media? Bueno, pues comparado con lo que les dije que tú me hiciste, es una peli aburrida.
Pero ¡Niki!
Demasiado tarde, ella echa a correr y se reúne con su equipo, que de inmediato se sitúa en la cancha.
Venga, vamos. -El entrenador coge la pelota y se la pasa a Diletta-. Tú sacas. Venga, ahora que por fin podemos empezar, ya que la princesa se ha dignado llegar. -Y pasa junto a Niki echándole una mala mirada. El entrenador va a sentarse en el banquillo, mientras Niki le saca la lengua a escondidas, cosa que hace que algunas compañeras se rían. En seguida se ponen de acuerdo en la táctica a seguir y empiezan a jugar.
Alessandro ha comprendido por fin qué es lo que Niki les ha explicado a sus amigas, y ata cabos. Ahora entiende a qué se referían con «las reuniones interminables».
Decide no regresar a las gradas y ver el partido desde allí. Vaya, no me lo puedo creer Me ha dejado como un maníaco. Luego la mira mejor y mueve la cabeza. Niki se inclina hacia delante para subirse los calcetines. Los pantalones elásticos se le pegan aún más. Alessandro siente un ligero escalofrío. Por un momento, le parece sentir el perfume de los jazmines. Intenta distraerse. Piensa en los dibujos. En Leonardo. En sus colaboradores. En el desafío. En el joven director creativo. En librarse de Lugano. Mejor que una ducha fría. Ahhh mejor, sí. Justo en ese momento, suena su teléfono móvil. Es Enrico. Alessandro sonríe. Lo abre.
Ya está.
¿El qué?
¿Cómo que el qué? Tony Costa Fui ayer a verlo.
Ah, muy bien. Gracias, eres un amigo, sabía que podía contar contigo. Después me lo explicas con detalle. ¿Dónde estás?
¿Yo? Ejem -Justo en ese momento, Niki se lanza hacia delante tratando de dar un toque de antebrazo a una pelota corta. Acaba cayéndose y deslizándose sobre el estómago por el suelo liso de la cancha. La camiseta se le sube un poco, pero consigue alcanzar esa pelota difícil. Y el juego continúa-. Estoy en una reunión creativa
Diletta da un salto y remata la pelota.
¡Punto! -aplauden todos.
¿Con ese ruido?
Bueno, sí Es una reunión creativa con más gente.
Pero me dijiste que te escaparías. Ya tendrías que estar aquí.
¿Aquí, dónde?
¿Cómo que dónde? ¡En la fiesta sorpresa! Hoy es el cumpleaños de Camilla.
Alessandro mira su reloj.
Demonios, se me había olvidado por completo Vale, primero tengo que entregar una cosa y luego voy para allá.
Venga, espabila. -Y Enrico cuelga.
Alessandro intenta llamar la atención de Niki, pero el partido está tan reñido que podría incluso no acabar nunca. Entonces Alessandro coge el bolso de Niki y se dirige veloz hacia donde están Olly y Erica.
Disculpad, chicas, me tengo que ir: me había olvidado de que tenía una cita. Decidle a Niki que la llamo después.
Ok, se lo diremos. No te preocupes, vete, vete, no vayas a llegar tarde.
¡Gracias!
Lo miran mientras sale a toda prisa de allí.
Para mí que está casado.
¡Olly! ¿Por qué siempre tienes que intuir algo turbio?
Qué turbio ni qué ocho cuartos. Mira por dónde, un casado podría ser ideal. No te toca las narices, no te pregunta con quién sales, con quién hablabas por teléfono, adónde vas, qué haces, y demás Hace lo que tiene que hacer y ya está. Y al parecer, él lo hace bien. Y, sobre todo, ¡no pretende casarse contigo! Ya te digo, es ideal.
Erica la mira con tristeza.
¿Sabes lo que pienso? No sé lo que te habrá pasado, pero tú le tienes miedo al amor.
¿Miedo al amor yo? Si acaso miedo a encontrarme en una situación como la tuya. Ya no puedes pasar sin ello, te has acostumbrado. En realidad, te gustaría poder pasar, pero te da miedo. ¡Tú eres la que tiene miedo! Y no al amor, sino a no saber estar sola, querida Erica. Se sabe lo que se deja, pero no lo que se encuentra.
Cuando dices esas cosas te pareces a Giorgio.
Ah, ¿sí? ¿Te puedo dar un consejo entonces? ¡Déjanos a los dos!
Cuarenta y cinco
Alessandro llega jadeante. Ha pasado por su casa, se ha dado una ducha rápida, se ha puesto una camisa limpia y ha salido corriendo, confiando en llegar a tiempo. Y lo ha conseguido.
Venga, que sólo faltabas tú. -Enrico le sale al encuentro a la puerta del círculo Canottieri Roma. Lo coge por la chaqueta y se lo lleva consigo, arrastrándolo por la escalera. Entran corriendo en el restaurante. Alguna pareja aburrida está comiendo en alguna mesa. Cuatro hombres ancianos y vestidos con elegancia cenan educadamente entre risas ligeras, casi estudiándose, antes de su habitual partida de bridge. Alessandro y Enrico llegan a donde están los demás invitados, cerca de una treintena, ocultos tras un enorme biombo en la esquina más recóndita del restaurante. Enrico lo empuja con los demás.
Quedaos aquí bien escondidos, que ya llega
Alessandro saluda a Flavio, a Pietro, a sus mujeres respectivas, a aquellos a quienes conoce y le quedan más cerca.
Hola, chicos ay, no empujéis esto parece el metro.
¿Cómo lo sabes? ¿Desde cuándo coges tú el metro?
No lo cojo nunca, pero siempre me lo he imaginado así.
Chissst, que se oye, chissst.
Poco después, Enrico y Camilla bajan por la escalera que conduce al restaurante. Los amigos, escondidos en silencio, reconocen sus voces.
Cariño, por un momento pensaba que te habías olvidado.
Para nada. Esta mañana he fingido a propósito, lo que quería en realidad era felicitarte en seguida.
Qué detallista hasta has hecho poner en la mesa las flores que me gustan. Pero aclárame una cosa: ¿por qué aquí, en el Canottieri? No es que no me guste, ¿eh?, no me malinterpretes, es sólo por saberlo. Hay un montón de restaurantes que cuestan bastante menos; vaya, que podrías haber elegido cualquiera, a excepción quizá del de Alberto, que no es caro, pero se come fatal
¡Porque aquí estamos todos nosotros! -Una chica que está detrás del biombo decide intervenir, dado que el pobre Alberto está allí mismo, escondido con los demás. Salen todos.