Perdona Si Te Llamo Amor - Федерико Моччиа 22 стр.


 Alex te ha hecho enfadar, ¿eh? Él es así

Alessandro sonríe.

 No creas, se trata de un método importado directamente del Japón. Ellos lo hacen así. Se desfogan sobre inútiles objetos caros y lujosos para quitarse el estrés. Niki me ha ayudado mucho en un trabajo, se ha implicado por completo en él y también está cansada Digamos que ésta es la forma de pago que ha elegido.

Niki sorbe por la nariz y poco a poco empieza a sonreír.

 Sí, pero desgraciadamente éste era el último plazo Bueno, Alex, me tengo que ir. Mis padres me están esperando. Por la tarde estaré en casa estudiando. Llámame cuando quieras. Si te apetece trabajar en otras ideas ¿Sabes?, podemos estudiar otras formas de pago.

Alessandro se rasca la cabeza.

 Ok. Casi me da miedo decirte que tal vez esté ocupado. ¡Me parece que voy a estar libre por completo!

Niki levanta la mano y se despide de Claudia. Luego se sube en su ciclomotor y se va. Esta vez más tranquila. Mierda, mierda, mierda. He quedado fatal. Maldita sea Erica y todas sus interpretaciones de Battisti. No puede más. Se echa a reír. Menuda escena ridícula he montado. Luego empieza a canturrear, alegre como nunca. Una cosa es segura: nadie se ha sentido más feliz que ella de haber conocido a la hermana de alguien.

Alessandro y Claudia vuelven a entrar en el restaurante. Él retoma en seguida la conversación que habían dejado a medias.

 ¿Por qué me decías que te sentías culpable conmigo?

 Bueno, porque David era amigo tuyo. Tú me lo presentaste y yo me casé con él. Y si ahora las cosas no funcionan

 Claudia, no es que las cosas no funcionen, es sólo una etapa. En las parejas sucede. Lo importante es haber decidido construir algo con él ¿Tú lo has decidido?

 Sí.

 Entonces, estáte tranquila, lo más difícil está hecho. Ahora todo vendrá rodado. Elegir es la cima de la montaña. Verás como todo se arregla por sí solo. Pasará.

Vuelven a sentarse a la mesa. Mientras tanto, han traído el tiramisú y la piña. Siguen comiendo. Claudia lo mira con curiosidad, pero también ligeramente divertida.

 ¿Y tú en qué andas?

 ¿Yo? Trabajo mucho. Salgo con los amigos No pienso demasiado en Elena.

Claudia señala con la cucharilla hacia el ventanal.

 ¿Y esa especie de ciclón, Niki?

 ¿Ella? Una amiga.

Claudia levanta las cejas.

 Una amiga, ¿eh? -Y empieza a imitarla-. Me tengo que ir. Mis padres me están esperando. Esta tarde tengo que estudiar ¿No es demasiado joven para ser tu amiga?

 Puede ser, pero es muy madura.

 No parece que haya hecho siquiera la Selectividad

 Precisamente ahora tiene los exámenes. La estoy ayudando a estudiar.

Claudia deja la cucharilla en el plato.

 ¿Alex?

 Perdona, Claudia, pero eres tú la que me cuenta que las cosas no marchan bien entre mi amigo, alias tu marido, y tú, ¿no? Y, sin embargo, la diferencia de edad entre vosotros es la adecuada, y cumplís con todos los requisitos para ser un matrimonio exitoso, ¿no es eso? Entonces, ¿qué? Ya ves que en el amor no existe ninguna fórmula mágica.

Claudia niega con la cabeza. Pero al final sonríe.

 Tienes razón. Sólo espero poder estar presente.

 ¿Cuándo?

 El día que la presentes en casa.

Sesenta y dos

Última hora de la tarde.

«¿Sigues destrozando cosas por ahí?» Alessandro acaba de escribir el mensaje y le da a la tecla «Enviar».

Un momento después llega la respuesta. Niki, rápida como siempre. Más aún si cabe.

«Para nada. Estoy en casa haciendo cosas todavía peores pienso en ti.»

Alessandro sonríe. Responde lo más rápido que puede, pero resulta difícil batir al pulgar de Niki.

«¿Quieres que nos veamos?»

Ni diez segundos siquiera. «¡Por supuesto! Eso me hace muy feliz. Así hacemos las paces. ¿Dónde?»

Alessandro pone todo su empeño. Echa el resto. Mejora un poco. «Estoy debajo de tu casa. Primera calle a la derecha.»

«Ok. En seguida bajo.»

Apenas diez minutos después. Niki abre el portal, se reúne con él y se le echa encima, besándolo.

 ¡Amor! ¡Perdona, perdona, perdona! -Y sigue besándolo.

Alessandro se ríe sin decir nada. No está habituado. No lo esperaba. Normalmente, con Elena, sobre todo al principio, tenía que esperar horas debajo de su casa a que ella bajase. Pero ese pensamiento se desvanece en un instante.

 ¡Madre mía, qué ridículo he hecho esta tarde! ¡Con tu hermana, además! ¡Si al menos hubiese sido una amiga cualquiera!

 Si hubiese sido una amiga cualquiera, hubieses continuado dando patadas a mi coche.

Niki se pone seria.

 Es verdad. Tienes razón, soy así, no lo puedo evitar. Y me parece que no tienes que intentar cambiarme.

 ¿Y quién lo intenta? Odio los fracasos

 ¡Idiota! Si me lo propongo, puedo cambiar Lo que pasa es que si cambiase por ti, cometería un error. Quería decir que no soy la persona que buscas, que no soy la adecuada para ti. O sea, estaría fingiendo ser otra. Porque entonces en tu cabeza habría otra que a lo mejor sólo tiene en común conmigo el nombre, ¿conoces a otra Niki?

Alessandro sonríe.

 Oye, ¿podemos dejarnos de filosofías? Esa asignatura me iba fatal. En mi opinión, sólo tenemos que aclarar dos puntos.

Niki cruza los brazos a la altura del pecho. Alessandro intenta abrírselos.

 Eso es que estás cerrada a lo que voy a decirte, una falta de apertura, un rechazo del mundo.

 Oye, yo me pongo como quiero. Oigamos lo que tienes que decirme. De todos modos ya sabía que me esperaba una filípica.

Alessandro la mira con sorpresa.

 ¡Vaya palabra!

 Una reprimenda, una comida de coco, un rapapolvo, un chorreo, una reprensión, un sermón, una bronca, una reconvención, un repaso, una regañina. ¿Está bien? Da igual como lo diga, ¿no?

 Pero ¿tú qué eres? ¿Un diccionario de sinónimos andante?

 Dime lo que tengas que decirme y no te quedes conmigo. -Alessandro respira profundamente-. Espera, espera -Niki lo detiene. Cierra los ojos y abre los brazos. Luego levanta las manos con las palmas hacia arriba frente a su pecho, en plan yoga-. Sólo dime una cosa ¿se ha acabado?

Alessandro la mira. Está guapísima, así, con las manos abiertas, suspendidas en el vacío, con el pelo suelto que le cae sobre los hombros, a lo largo de ese cuello que todavía sabe a niña, con esas mejillas lisas, con los ojos cerrados, sin rastro de maquillaje, y toda una vida y un montón de sueños por delante. Alessandro deja caer las manos sobre sus piernas.

 No, no se ha acabado, al menos para mí.

Niki abre los ojos y sonríe. Ya no tiene los brazos cruzados. Sonríe y se muerde el labio superior; los ojos le brillan, soñadores, ligeramente empañados. Puede que incluso se eche a llorar.

 Ok, perdona, Alex, dime lo que me querías decir.

 Bien. -Se restriega las manos en los pantalones-. Digamos que no sé por dónde empezar.

 Empieza por donde quieras, lo que importa es adónde quieres ir a parar.

 Vale no es por las patadas que le has dado hoy al coche

 Bueno puede decirse que también eso entra en los daños de nuestro famoso accidente, ¿no?

 Déjate de bromas. De acuerdo, ahí voy. Yo estoy muy bien contigo, me gusta escucharte, me gusta hablarte de mi trabajo y me gusta todo lo que hacemos juntos

Niki se vuelve hacia él y lo mira con una leve sonrisa maliciosa.

 Sí, Niki, sí, sobre todo eso o, mejor dicho, también eso Lo que pasa es que tú a lo mejor tienes muchas expectativas. Piensas que durará, y en cambio yo no sé lo que ocurrirá. Nadie puede saberlo. Y justo por eso quiero poder sentirme tranquilo con todas mis elecciones, sin hipotecar nada. No quisiera tener, aunque se trate de una historia simple y bella, responsabilidades.

Niki lo mira.

 Entiendo. -Enarca las cejas-. Quieres volver a sentirte joven y yo soy la persona adecuada, ¿no es eso?

 No, no veo qué tiene que ver eso.

 Tiene que ver. Has dicho que no quieres tener responsabilidades. De lo contrario, te limitarías simplemente a empezar una historia conmigo y lo que sea será. A lo mejor va de lo más bien, y un día decidimos formar una familia, tener hijos.

 Sí, Niki, pero no podemos estar seguros de eso.

Niki sonríe y se pone a jugar con las puntas de su cabello.

 Oye, Alex, siempre me pones aquellos CD que te compila tu amigo Enrico.

 Sí, ¿qué pasa, no te gustan?

 ¿Bromeas? Battisti me mola un montón. De hecho, tiene una canción que me parece que se puede aplicar a nuestro caso. Dice así desafino un poco, ¿eh?, pero no hagas caso, escucha la letra.

Niki empieza a cantar y, mientras lo hace, sonríe. Lo hace con extrema dulzura. Y no desafina en absoluto.

 «No sé, no sé quién eres. No sé qué serás. No sé qué será de nosotros. Lo sabremos sólo viviendo»

Niki se detiene y lo mira.

 Vale, lo entiendo, si alguna vez haces un anuncio cantado, no me contratarás a mí, pero ¿te ha quedado clara la idea?

 Sí, perfectamente. Pero es posible que no recuerdes toda la letra, porque esa canción después dice

También Alessandro se pone a cantar.

 «He regresado con mi compra a mi casa, tengo miedo de romper la cinta rosa; no es lo mismo equivocarse en una cosa que en una esposa.»

 ¡Eres un exagerado! ¡Ya has llegado al final! Ya te preocupa ese momento ¡Es aún muy pronto para hablar de eso!

Alessandro coge un CD. Lo mete en el lector. Pista seis. Tecla de avance rápido. Encuentra lo que quiere hacerle escuchar. «Por eso temo esta ternura, ahora que nuestra aventura es una historia ya verdadera, ¡deseo tanto que seas sincera!»

Niki le coge la mano y le da un beso en la palma.

 ¿Qué intentas decirme, Alex, que tienes miedo? Nunca sabemos nada de nosotros, del amor, del futuro. Tiene razón Lucio: sólo viviendo lo sabremos. ¿Qué puede haber más hermoso?

Alessandro mueve ligeramente la cabeza.

 Uno de los dos se hará daño. La diferencia de edad es demasiado grande.

 ¿Y tienes miedo de ser tú el que se haga daño? ¿Crees que para mí es sólo una aventura? Es más fácil que sea así para ti Lo dicen todas mis amigas

Alessandro extiende los brazos.

 ¡Eh! ¡No sabía que les gustase tanto! Si es por eso, también mis amigos me lo dicen.

 ¿Qué te dicen?

 Diviértete lo que puedas, antes de que ella se canse.

 Por supuesto, todos están casados, tienen mujer, alguno hasta hijos, y llevan mal este momento tuyo, porque también a ellos les gustaría vivirlo. Alex, el que tiene que decidir eres tú. En mi opinión, es sólo una cuestión de miedo.

 ¿Miedo?

 Miedo a amar. Repito, ¿qué puede haber más hermoso? ¿Qué riesgo mayor vale la pena correr? Con lo bonito que es entregarse a la otra persona, confiar en ella y no pensar en nada más que en verla sonreír.

 Sí, es muy hermoso. Pero entre nosotros hay veinte años de diferencia.

Niki se saca del bolsillo un folio.

 Vale, ya sabía que antes o después acabaría saliendo el tema. Por eso estoy preparada. Aquí está Tom Cruise y Katie Holmes, Luca Cordero di Montezemolo y Ludovica Andreoli, Woody Allen y Soon-Yi, Pierce Brosnan y Keely Shaye Smith Están también todos los que tienen la misma edad o casi, que se llevan uno o dos años, e igualmente se han separado. Pero ¡esa lista no cabía ni en un camión! -Niki coge el papel y lo tira en el asiento de atrás-. Ya sabía que algún día me serviría, pero esperaba que no fuese así. El amor más hermoso es un cálculo equivocado, una excepción que confirma la regla, aquello para lo que siempre habías utilizado la palabra «nunca». Qué tengo que ver yo con tu pasado, yo soy una variable enloquecida de tu vida. Pero no voy a convencerte de ello. El amor no es sabiduría, es locura Hasta hicieron un anuncio ¿Lo hiciste tú?

 No.

 ¿Lo ves? A lo mejor te lo ofrecieron y tuviste miedo. Alex, cómo me gustaría que fueses más atrevido.

Alessandro le acaricia el pelo con dulzura, se lo aparta de la cara. Luego le sonríe. Y vuelve a cantar.

 «Deseo tanto que seas sincera» -Y la besa. Un beso lento, suave, que quisiera poder hablar, decirlo serenamente todo, bastante, demasiado. Tengo ganas de enamorarme, Niki, de amar, de ser amado, quiero un sueño, quiero construir, quiero tener certezas. Intenta entenderlo. Necesito olvidar todo cuanto sucedió en esos veinte años pasados sin ti. ¿Todo esto lo sabe decir un beso? Depende de lo ligeros que sean los labios que lo reciben.

Entonces se oye una voz chillona. Acusadora.

 ¡Ja! ¡Te pillé! Ya sabía que pasaba algo raro.

Alessandro y Niki se separan de inmediato. Frente a ellos, como en un cuadro que tiene por marco la ventanilla abierta del Mercedes, una imagen terrible.

En la oscuridad de la noche ha aparecido Matteo, el hermano pequeño de Niki. Se ríe y, lo más importante, sostiene un móvil en la mano. Un Nokia N73. Compacto, de formas redondeadas, memoria interna de 42 Mb y, sobre todo, 3.2 megapíxeles para hacer fotos, reproducir y grabar vídeo de una calidad altísima. En resumen, uno de esos teléfonos que de verdad pueden hacer cualquier cosa.

Niki hace ademán de salir del coche.

 ¡Te mato, Matteo!

Matteo escapa rápidamente y se aleja unos metros.

 Te lo advierto, he hecho una bonita película y he tomado algunas fotos. Quería hacerle directamente una videollamada a mamá, pero creo que sólo le enviaré un mms. Si intentas quitarme el teléfono le doy a enviar y acabo contigo. Ja. -Matteo mira a Alessandro-. ¿Y éste quién es? ¿Al principio te estaba violentando y después te dejaste?

 Matteo, ya vale. Vete a casa, en seguida subo.

 Pero ¿quién es, tu nuevo novio?

 ¡Matteo, te he dicho que te vayas!

 Me importa un pimiento, no estás en situación de darme órdenes, ¿entendido?

Niki sale rápidamente del coche, pero Matteo está acostumbrado a las sorpresas de su hermana y sale corriendo a su vez, derrapando con un par de zapatillas Puma negras apropiadas para la ocasión y para sus once años. Vuela que da gusto verlo, esquivando los intentos de Niki por atraparlo. Gira a la derecha y se mete entre dos coches aparcados.

 ¡Matteo, ven aquí! ¡Ven aquí, si tienes narices!

 Ya, y así me quitas el teléfono. En seguida voy. ¿Tú te crees que soy idiota?

 Matteo, por favor, no te quedes ahí, en mitad de la calle, que es peligroso.

 Vale, gracias por el consejo, sister, ahora me voy a casa, y después ya hablaremos de todo, pero de todo, ¿eh?

 Sí, vale, vete, ya

Matteo no se mueve.

 Pero ¿te quieres ir de una vez?

 Niki, no te entretengas mucho. Mamá me ha mandado a buscarte para cenar. Yo te he visto salir. Pero nunca hubiese pensado que

Niki intenta meterse entre los dos coches, pero Matteo es más rápido y da la vuelta en torno al primero, manteniéndose a una distancia segura.

 ¿Has acabado?

 Vale, vale, me voy. Adiós, señor. -Y le hace a Alessandro una leve y educada reverencia. Luego se va.

Niki vuelve a meterse en el Mercedes.

 Ya ves. Hoy los dos hemos conocido a nuestros respectivos hermanos.

 ¿Cuántos años tiene?

 Acaba de cumplir once.

 Ya veo que sabe lo suyo, ¿no?

 Lee de todo, sabe de todo, juega con todo, se pasa la vida en Internet Él fue quien me hizo la lista de las diferencias de edad entre personajes famosos

 Fue muy amable.

 Sí, mucho. A cambio me pidió dos entradas para el combate del World Wrestling Entertainment, en el Palattomatica. ¡Más que amable fue caro!

 No me atrevo a imaginar lo que te costará destruir el vídeo y las fotos.

 ¡Qué va! Sabe que no es para tanto. Sólo era un beso. Si hubiese filmado la noche de los jazmines, ahí sí que me hubieses tenido que ayudar. Está loco.

 ¿Por qué?

 Mi hermano tiene un sueño. Quiere a toda costa una XL 883c Sportster Custom bicolor Harley, una de las motos más caras que existen. Por eso va por ahí con el móvil de mi padre, siempre que puede cogérselo; porque tiene más definición que el suyo y espera pillar a algún famoso in fraganti para chantajearlo y conseguir el dinero para comprársela. O si no para enviar el vídeo a un programa de la tele o las fotos a las revistas del corazón.

 No está nada mal para un niño de once años. Ya tiene el futuro claro.

 Bah. Yo sólo espero que se le pase esa fijación que tiene con el dinero.

 Bueno, a mí me parece simpático. Lo podría contratar en la empresa como cineasta joven; podría ser una idea publicitaria, ¡el primer anuncio filmado por un niño de once años!

 ¡Me basta con que no ponga en circulación la filmación que nos acaba de hacer! Ya te haré saber cómo van las negociaciones. -Niki se inclina y lo besa en los labios, cubriendo sus rostros por los lados con las manos. Luego se baja del coche.

 Ahora debemos prestar atención Tenemos a un paparazzi pisándonos los talones.

 Descuida -se ríe Alessandro.

 A menos que

 Amenos, ¿qué?

 Que te presente a mis padres.

 Bueno, a Ben Stiller, en Los padres de ella le pasaba de todo

 Sí, pero no me parece que mis padres fuesen a reírse como se reían en esa película.

 Venga ya, como mucho, tu padre será como Jack Byrnes.

Niki cierra la puerta del coche.

 Sólo bromeaba. Estoy segura de que se llevarán bien contigo.

Alessandro sonríe.

 Cuando me sienta preparado, te lo haré saber. Y, sobre todo, cuando me haya convencido de que tus padres se lo tomarán bien.

Luego arranca y se va. Por el retrovisor la ve saludar de lejos. Alessandro saca la mano por la ventanilla y la saluda a su vez. Ve que se da la vuelta y se va para casa. Qué muchacha más hermosa. También el hermano es simpático. Aunque, hay que ver, tan pequeño y ya tan chantajista. Pero los defectos no se transmiten entre hermanos. ¿O sí? Por un momento ve peligrar toda su vida. Luego se acuerda de algo y ve peligrar sobre todo la noche. Sus padres lo están esperando para cenar.

Sesenta y tres

Mauro llega con su vieja motocicleta hecha polvo a casa de Paola. Levanta la cabeza y la ve asomada al balcón. Está fumando un cigarrillo cuando de repente se percata de su presencia.

 ¡Eh, ya has llegado!

Mauro la saluda con un gesto con la cabeza.

 ¡Espera, que bajo!

Paola apaga el cigarrillo en el suelo, lo pisa con sus zuecos nuevos y le da una patada a la colilla, que sale volando del balcón y va a parar cerca de Mauro. Él se baja del ciclomotor y se sienta encima. Poco después, Paola sale del portal. Es guapa, piensa Mauro, qué digo, es guapísima. Y tan alta, además. Le sonríe. Paola abre los ojos, feliz, curiosa, nerviosa.

 ¿Y bien? ¿Dónde te has metido, Mau? Te he estado llamando hasta hace un momento. Tu móvil seguía apagado. Te he llamado a casa, pero no tenían ni idea de dónde podías estar, de dónde te habías metido. Están preocupados.

 Ellos sólo se preocupan cuando les conviene.

Paola se le acerca y le pone las manos en la cintura.

 ¿Y bien? Venga, cuéntame. ¿Tanto ha durado la prueba?

Paola no quita la mano izquierda de la cintura de Mauro, pero la gira para mirar el reloj.

 Son las nueve y cuarto.

 Vaya. Me han tenido allí la tira, ¿eh?

 Venga, cuéntame algo, que me muero de curiosidad.

 Me han tumbado.

 No Lo siento, amor.

Paola lo abraza, se acerca para besarlo, pero Mauro se aparta.

 Estáte quieta.

Paola se aleja un poco. Le vienen ganas de enfadarse, pero lo piensa mejor.

 Venga, Mau, no reacciones así. Es una cosa normal, le pasa a todo el mundo. Era tu primera prueba.

Mauro se cruza de brazos. Luego saca un cigarrillo del bolsillo. Paola se percata de la cazadora nueva

 ¡Qué bonita! ¿Es nueva?

 Es una Fake.

 ¡Caramba, vas a hacer estragos!

Mauro da una calada a su cigarrillo, luego esboza una media sonrisa.

 ¡Qué va! Me la había comprado adrede para la prueba. Dinero malgastado. Lo mismo que el de las fotos, que me han costado una pasta.

Paola se anima. Vuelve a mostrarse curiosa.

 A ver, ¿las tienes aquí? ¿Me las dejas ver?

Mauro coge una bolsa que lleva colgada en el gancho de debajo del asiento. Se las pasa de mala gana.

 Toma, aquí tienes.

Paola las apoya sobre el ciclomotor. Abre la bolsa y empieza a mirarlas.

 Qué bonitas. Este fotógrafo es una maravilla. ¡Qué buena ésta! En esta otra has quedado muy bien. Pareces Brad

Mauro la mira.

 Por mí, te las puedes quedar todas. Parezco Brad, pero han elegido a otro, a un macarra cualquiera; y ni siquiera tan macarra. Seguro que tenía enchufe

Paola vuelve a guardar las fotos en la bolsa.

 Mau, ¿tú no sabes cuántas pruebas he tenido que hacer yo antes de que me contrataran para el anuncio del otro día? ¿Lo sabes?

 No, no lo sé.

 Pues te lo voy a decir. Un montón. ¿Y tú te enfadas porque no te han elegido en la primera a la que vas? ¡Mira, tío, te queda un largo camino por delante hasta conseguirlo, y si uno se achanta al principio, no lo logrará jamás! -Paola se arregla la camiseta, tira de ella hacia abajo-. Pero estas fotos son preciosas. En mi opinión, eres muy fotogénico, o sea, molas un montón. Te lo digo en serio, no porque no te hayan escogido.

 Venga ya

 Te lo juro.

Mauro coge la bolsa, la abre y mira las fotos. Parece un poca más convencido.

 ¿Tú crees?

 Desde luego.

Mauro recupera un poco de seguridad. Coge una foto y la saca.

 Mira ésta. Mira, ¿a quién me parezco?

 Para mí, aquí eres el Banderas.

 Sí, sí, Banderas. Antes Brad, ahora Banderas, ¿te estás quedando conmigo? Aquí intentaba poner la pose del actor ese cuando intenta conquistar a aquella actriz

 Ahora no me viene el nombre

 ¡Johnny Depp, eso! Cuando está en la puerta, en aquella película en la que salían una madre y su hija que cada dos por tres cambiaban de ciudad. Sí, Chocolate.

 Ya sé cuál dices, pero el título era Chocolat.

 Vale, da igual como se diga. -Vuelve a enseñarle la foto-. ¿A que sí? ¿Sabes qué escena digo? Me ha quedado bien, ¿no?

Paola sonríe.

 Sí, sí, la has clavado.

Mauro vuelve a guardar las fotos en la bolsa, un poco más relajado.

 Bah, de todos modos, no me han cogido.

 A lo mejor es que esta vez no les iba bien Johnny Deep.

 No hay nada que hacer. -Mauro niega con la cabeza y le sonríe-, tú siempre tienes la frase justa en el momento justo.

 Es lo que pienso.

Mauro se le acerca y la abraza.

 Ok, sea como sea, ¿sabes que dicen que Johnny Depp la tiene enorme? Y ahora mismo yo joder me le parezco en todo No sé qué me ha dado. A saber. Será que estaba cabreado o que antes te he mirado mientras te tirabas de la camiseta, por encima de las tetas, vaya por Dios, me he puesto como una moto. Mira, toca aquí. -Coge la mano de Paola y se la apoya encima de los vaqueros.

Ella la aparta rápidamente.

 Ya vale, no seas imbécil, aquí debajo de mi casa, con mi padre, que a lo mejor se asoma. Si te ve hacer eso, ¿tú sabes lo que te espera? No haces un anuncio en dos años de lo hinchado que estarías pero ¡a hostias!

 Qué exagerada eres. -Mauro se le acerca-. Amor -la besa tiernamente-, ¿nos vamos un rato al garaje? Venga, que tengo ganas.

Paola inclina la cabeza a un lado. Las palabras susurradas por Mauro al oído le provocan un repentino escalofrío. Él sabe cómo convencerla.

 Vale, está bien, vamos. Pero no podemos tardar mucho, ¿eh?

Mauro sonríe.

 Bueno, un poquito Hay cosas a las que no se les puede meter prisa.

 Sí, tú dices eso, pero luego hay veces que pareces un Ferrari.

 Caramba, eres una víbora.

Mauro arranca su ciclomotor. Ha recuperado la alegría. Se pone el casco mientras Paola se monta detrás y lo abraza. Dan la vuelta al edificio y llegan al garaje.

 Chissst -chista Paola mientras baja-. Con cuidado, ve despacio, que si mi padre nos oye tendremos problemas.

Mauro monta el ciclomotor en su caballete.

 Ya, pero, de todos modos, tu padre debería tener un poco de comprensión con nosotros. ¿Tú sabes cuántos polvos le habrá echado a tu madre?

Paola le da un puñetazo en el hombro.

 ¡Ay, me has hecho daño!

 No me gusta que bromees a costa de mis padres con ciertas cosas.

 ¿Qué cosas? Es el amor. Lo más bello del mundo.

 Sí, pero tú no hablas con respeto.

 Pero ¿qué dices, cariño? ¿Es que tus padres no han hecho nunca el amor? ¿No se puede decir? Perdona, ¿y a ti cómo te tuvieron? ¿Con la ayuda del Espíritu Santo? Anda, ven.

Y sin dejar de hablar, la mete dentro del coche del padre, un viejo Golf azul, de cinco puertas.

 ¡Ay, despacio, despacio!

Mauro en seguida le abre los botones del pantalón y de inmediato le mete una mano por el cuello en V de la camiseta. Sus dedos exploran el sujetador, acarician los senos, buscan los pezones.

 No sabes las ganas que tenía antes, en la calle.

 ¿Y ahora no? -Paola lo besa en el cuello.

 Ahora todavía más.

Mauro se desabrocha el pantalón y se baja la cremallera. Luego toma la mano de Paola y la lleva hacia abajo. Como poco antes en la calle. Pero ahora es diferente. Ahora es el momento adecuado. Paola le muerde ligeramente los labios y poco a poco le aparta la goma de los calzoncillos boxer. Mete la mano y también ella explora. Busca lentamente. Entonces lo encuentra. Mauro da un respingo. Y debido a ese movimiento brusco se le cae algo del bolsillo de la cazadora. Mauro se da cuenta. Detiene la mano de Paola. Se echa a reír.

 ¡Lo que faltaba, tenemos un mirón! -Y mientras lo dice, lo saca de la penumbra-. ¡El osito Totti!

 Venga ya, ¿te lo llevaste contigo?

Mauro se encoge de hombros.

 Sí, para que me diese suerte, pero no me ha servido de nada.

 Hombre, lo ha intentado, pero hasta el Gladiadorpuede fallar de vez en cuando, ¿no? ¡Verás como la próxima vez lo consigue, hará que te escojan y será lo más, algo mágico!

Se oye un bip. El teléfono móvil de Paola. Otro.

 ¿Quién es? ¿Quién te manda mensajes a esta hora?

Demonios, piensa Paola, pero ¿no lo había apagado?

 No es nada, había pedido un favor Es para la convocatoria de mañana por la mañana. -Y antes de que Mauro tenga tiempo de pensarlo siquiera, se echa encima y lo abraza. Mete de nuevo la mano en los boxer, se la saca y, mirándolo fijamente a los ojos, se la mueve con habilidad arriba y abajo.

 ¿Te apetece tomarme? Lo digo porque yo me muero de ganas.

Mauro la besa y se lo dice con la boca medio cerrada, atrapada en un beso.

 Yo también.

 ¿Has traído condones?

 No, se me olvidó cogerlos.

 Entonces nada. Tendrás que contentarte con mi boca. -Y lo mira una última vez a los ojos antes de desaparecer de su vista, descendiendo lentamente en la penumbra del coche, entre sus piernas, donde florece el deseo. Un deseo tan fuerte que hasta consigue hacerle olvidar el mensaje que a Paola le ha entrado en el móvil.

Sesenta y cuatro

Enrico acaba de llegar a su casa.

 Cariño, ¿estás en casa? -Deja la americana en el respaldo de una silla del salón.

 Estoy aquí, ya voy.

Camilla sale de repente del dormitorio.

 Perdona, no te he oído llegar. Estaba hablando por teléfono. -Y le da un rápido beso en los labios. Luego coge la chaqueta y se la lleva de allí.

Enrico la sigue. Y, mientras ella está abriendo el armario, él la abraza por detrás. Se pierde entre su cabello, en su perfume intenso. La besa en el cuello.

 ¿Con quién estabas hablando?

Camilla cuelga la chaqueta en su lugar, cierra el armario y se escabulle con sutileza del abrazo.

 No la conoces. Una chica del gimnasio. Quieren organizar una fiesta de fin de curso para la semana que viene. ¿Preparo algo o prefieres que salgamos?

 No, estoy cansado. Prefiero que nos quedemos en casa.

 Yo también, estoy muerta. Además, mañana tengo que levantarme temprano.

Enrico la sigue a la cocina y la observa mientras pone el mantel.

 ¿Adónde tienes que ir?

 Mamá me ha pedido que la acompañe con el coche a buscar telas. Quiere cambiar las cortinas.

Назад Дальше