¡Cuánto tiempo!
¡Qué alegría volver a verte! -Permanecen abrazados hasta que Alex esboza una sonrisa-. Gracias por todo, ¿eh?
Faltaría más Pero ¿por qué no me la presentas? ¿Tienes miedo de que se enamore perdidamente de mí?
Niki sonríe. De hecho, el tipo no está nada mal. Mouse le estrecha la mano.
Así que tú eres la tristemente célebre Niki-LaLuna
¡Dicho así, parece el nombre de un mafioso!
Mouse se echa a reír.
Aquí todos te llaman así Te has hecho famosa en nuestra agencia Aunque debo decir -La escruta y sonríe a Alex-. En persona está mucho mejor, ¿eh? Nuestro Alex sí que es listo
Al fondo del local, una banda empieza a tocar «Jazz samba». Una mujer rubia con una voz grave y cálida canta siguiendo las notas de un saxofón. Por debajo se oye una guitarra que lleva el ritmo. Alex, Niki y Mouse se sientan a su mesa y se pierden entre las notas de un tema histórico de Charlie Byrd y entre alguna que otra cerveza perfectamente helada.
Cuarenta y cinco
Más tarde. Siguen ató. Una milonga increíble de guitarras invade el local. Una pareja empieza a bailar en medio de la sala. Se mueven con los cuerpos muy juntos, él sujeta el brazo de ella en alto, a la altura de sus cabezas, ella entrelaza unos pasos impecables que se cruzan con los de él. Un abrazo estrecho, más frontal, el bailarín ciñe con la mano derecha la espalda de su compañera a la vez que le sujeta la mano con la izquierda. La guía. Giran ligeros; mirándolos, todo parece muy sencillo. Niki estrecha la mano de Alex bajo la mesa. Se sonríen. Mouse se da cuenta y sacude la cabeza sonriendo a su vez.
Un poco más tarde.
Nosotros empezamos a notar los efectos del jet lag Nos vamos ¿Cuánto es?
No lo digas ni en broma, sois mis invitados.
En ese caso, gracias.
Mouse se levanta, deja pasar a Niki, le estrecha la mano y la besa.
Encantado de haberte conocido, hablo en serio.
Yo también.
Después se despide de Alex.
Hablamos mañana -dice, y se inclina sobre su amigo par» que Niki no lo oiga-: En cualquier caso, todo está arreglado
Alex le da una palmada en el hombro.
Está bien, gracias por todo Hasta mañana.
Desaparecen al fondo del local. Caminan por las calles del SoHo en dirección al hotel.
Una vez en la habitación, se lavan los dientes riéndose, haciendo espuma, intentando hablar sin entenderse y soplando sobre el cepillo. Después se enjuagan la boca y se secan recordando una escena que han presenciado en el local, una cara en el restaurante o un tipo con el que se han cruzado en la calle que iba vestido de manera original. Luego se meten en la enorme cama para pasar la noche. Una noche de arrumacos con sabor a aventura. Sobre un colchón diferente, pero blandísimo. Una noche de cortinas ligeras que la brisa que entra por el único resquicio que han dejado abierto mueve lentamente. Una noche neoyorquina. Una noche de luces de neón, una noche en lo alto, una noche de tráfico a lo lejos.
Pasan las horas. Alex se agita en la cama, la mira. Niki duerme cansada, pacífica, serena, rememorando las imágenes de ese día inesperado. Su respiración es lenta, sus labios chasquean ligeramente de vez en cuando: una burbuja, un salto, una respiración un poco rebelde. A saber si estará soñando. Y qué. Duerme. Niki duerme porque no lo sabe. Alex inspira profundamente, está cansado, le gustaría conciliar el sueño pero está un poco nervioso. Está al corriente de todo y la emoción es tan intensa que le quita el sueño. ¿Qué sucederá? ¿Hasta qué punto podemos estar seguros de que nuestras decisiones harán felices a la otra persona? ¿Conservaremos la sintonía que nos une después de que se lo haya dicho? ¿Habré interpretado bien las señales o me estaré engañando? Qué difícil es a veces la felicidad. Cuántas dudas nos provoca. Y, sin embargo, bastaría con creer ciegamente, lanzarse sin más, como ella hizo conmigo hace dos años. Contra todo y contra todos. Ella es sabia. Es increíble. Alex mira por última vez la cortina que sigue bailando con el viento. Juguetea, divertida e incansable. ¡Cuánto le gustaría poder disfrutar también de esa sencilla ligereza!
Cuarenta y seis
Así que no sois puntuales, ¿eh? No cojo a gente así. Mouse me había asegurado Como de costumbre, no debería fiarme de ciertas personas.
Alex y Niki están parados delante del hotel. Niki resopla. Claudio Teodori es un ex periodista italiano que lleva años trabajando como guía. Mouse le ha hablado a menudo de él a Alex, pero no le ha dicho que fuera tan huraño.
¿Y bien? ¿Subís o no? -Claudio los mira sentado en el interior de su Mustang rojo, cuando menos tan viejo como él-. ¿Os hace falta una invitación por escrito?
Alex y Niki no se hacen de rogar y suben al coche. Claudio arranca sin apenas dejar tiempo a Alex a cerrar la puerta.
Venga, vamos a desayunar.
Alex sonríe tratando de entablar amistad.
Por lo general, somos puntualísimos
Claudio lo mira y esboza una sonrisita.
¿Por qué será que todos emplean la misma palabra: «puntualísimos»? ¡Imposible! Uno es puntual o no lo es. No existe el superlativo. No se puede llegar aún más puntual si se llega puntual.
Alex mira a Niki y traga saliva. Dios mío, quién se iba a imaginar una cosa así. No será fácil. Pero, contra todo pronóstico, al final, Claudio el huraño los sorprende. Les hace descubrir una Nueva York diferente, inesperada, alejada de las consabidas imágenes que muestran las revistas y los documentales televisivos. No la ciudad de las visitas turísticas, sino la Nueva York que uno no alcanza a imaginar, que no llega a conocerse a menos que uno la recorra de esa forma.
No es malo, es que lo dibujaron así -comenta Niki risueña.
Deambulan por el East y el West Side de Manhattan mientras Claudio les cuenta cosas sobre la época de los nativos, de los piratas, de la construcción del puente de Brooklyn y de las intervenciones urbanísticas de Robert Moses.
Cuántas cosas sabes, Claudio ¿Hace mucho que vives aquí? -le pregunta Niki, curiosa.
Lo suficiente para entender que los neoyorquinos se dividen entre los que han nacido en Nueva York y el resto, y que yo perteneceré siempre a esta segunda categoría, no importa el tiempo que pueda pasar aquí. He aprendido muchas cosas de su forma de vivir, que ahora es también la mía.
Cuéntanos
Por ejemplo, el brunch, que se hace generalmente el domingo y que es una mezcla de desayuno y comida. Se va a los locales que están abiertos el domingo por la mañana, se charla y se lee el New York Times. En Nueva York hay un montón de locales que lo preparan, como el Tavern on the Green o el Mickey Mantle's, cerca de Central Park. Y luego, además, están los happy hours, que ahora también están de moda en Italia, aunque allí son diferentes. Aquí la gente trabaja desde las nueve de la mañana hasta las cinco de la tarde y, cuando acaba, no se va directamente a casa, sino que se detiene un momento en los bares para beber algo. Pues bien, algunos locales ofrecen dos bebidas al precio de una Claudio los lleva a los barrios más desconocidos, donde viven los mormones, al viejo ropavejero del SoHo, incluso a la guarida de una banda cingalesa del Bronx abarrotada de banderas del grupo, fotografías y bragas colgadas a modo de trofeos de unas conquistas más o menos verdaderas y antiguas.
Por un momento me ha recordado a la película Los amos de la noche
Claudio se vuelve.
Debería dejar en esa madriguera a los que se retrasan más de cinco minutos -le dice muy serio a Alex. Después sonríe-. Bromeaba Nunca haría una cosa así. Esos tipos no tienen sentido del humor. Mirad ahí -y señala una especie de megalavandería en el interior de una gran nave industrial rodeada de grafitis descoloridos y casas baratas-. Aquí, en el Bronx, se han puesto de moda las tiendas-matrioska, sobre todo ahora que hay crisis
¿Qué quieres decir?
Son tiendas que están una dentro de la otra y, de esa manera, ahorran en espacio y alquiler. Sin ir más lejos, ahí está Hawa Sidibe, una peluquera malaya que usa un rincón de la lavandería que le ha subarrendado el titular para que pueda llevar a cabo su trabajo. Mientras la ropa gira en el gran ojo de buey de la secadora, ella corta el pelo a sus clientes. Pero no sólo eso. Si se tercia, vende también bisutería, ropa interior y lo que haga falta. No puede permitirse abrir una tienda fuera de aquí De manera que, mientras una señora espera que su ropa se lave, pasa el tiempo peinándose. No está nada mal, ¿no os parece? Lo mismo sucede en Jackson Heights, en Queens. Comparten los alquileres y de esa forma optimizan los servicios Algunos tienen los papeles en regla, otros no
Al final Claudio los lleva de nuevo al centro de Manhattan.
Todo el mundo abajo. ¡Fin de la excursión y del shopping!
Adiós
Y gracias.
Alex y Niki contemplan el coche mientras se aleja.
Uf Al final ha ido bien
Sí, menudo riesgo hemos corrido.
En mi opinión, fanfarroneaba un poco.
¡Sí, pero con un trasfondo de verdad! En cualquier caso, ahora conocemos Nueva York en profundidad. Venga, vamos.
Entran en Gap, en Brooks Brothers y en Levi's.
No me lo puedo creer Cuestan poquísimo, y tienen esos que no se encuentran en ninguna parte y que tanto me gustan
¡Cómpratelos, cariño!
Luego van a Century 21.
Pero si aquí venden de todo
¡Y más aún!
Encuentran las cosas más variopintas, desde un abrigo de pana hasta la famosa cazadora de piel que compran por cuatro duros, pantalones de marca y otros que no lo son, y cada vez que se detienen en algún lado echan un vistazo al mapa en el Lonely Planet, se acerca a ellos un hombre, un joven o un policía americano y les preguntan: «May I help You?»
Alex y Niki se miran. «Yes, thanks»-responden a coro. Incluso eso se ha convertido ya en un juego.
Cuarenta y siete
Más tarde van al hotel para darse una ducha, esta vez, realmente rápida. Fred los espera luego con su coche para llevarlos al espectáculo de Fuerzabruta.
Los espectadores están de pie en el centro de un pequeño teatro y se desplazan siguiendo la obra. Alex y Niki están abrazados entre los demás, extranjeros entre cien extranjeros, y miran a lo alto. Una tela transparente con agua por encima, juegos de luz y hombres y mujeres desnudos que se lanzan por ese extraño tobogán. Esos mismos hombres y mujeres corren después en círculo por los laterales elevados del teatro sujetos a una cuerda. Bailarines que, siguiendo el ritmo, intentan darse alcance, corren en pos de los demás, se empujan y se acercan de nuevo: una extraña guerrilla física y sensual que se ejecuta sobre unas telas doradas envueltas en unos juegos de luz. Por último se produce una explosión repentina y mil hojas pequeñas y plateadas caen desde lo alto, lentas, girando sobre sí mismas e indicando el final del espectáculo.
¿Qué les ha parecido? ¿Tenía razón mi hijo?
Sí. Es precioso Único. El coreógrafo es realmente bueno, lo leí en alguna parte. No es su primer espectáculo de éxito, incluso se ha hablado de él en Italia
Ya veo.
Avanzan hasta llegar a una explanada.
Hemos llegado. Justo a tiempo.
Niki no entiende nada.
¿Qué pasa?
Alex le coge la mano.
Tenemos que bajar.
Niki sigue a Alex.
Pero ¿qué hay aquí? Yo no veo nada
Porque está llegando -Alex mira hacia lo alto.
Justo en ese momento, de detrás del rascacielos y acompañado de un fuerte estruendo, aparece un gran helicóptero negro con unas grandes palas encima y unos reflejos plateados debajo. Baja poco a poco y aterriza en la plaza que hay delante de ellos. El piloto abre la puerta lateral y les hace una seña para que suban.
Niki abraza a Alex.
¡Tengo miedo!
No te preocupes, cariño. Es maravilloso, son americanos, los mejores, y además lo hacen a diario En serio, tesoro No debes tener miedo de estas cosas. A veces el miedo te impide vivir.
Esta última frase la convence, de manera que Niki lo sigue y se acomoda a su lado en el interior del helicóptero sin soltar su brazo, que aprieta con fuerza. Alex cierra la puerta. Es la señal. El aparato se ladea y se eleva entre los rascacielos con una hábil maniobra. A medida que va subiendo, el ruido se atenúa. Al alejarse de las paredes de los rascacielos retumba menos.
Niki observa a los dos pilotos que están sentados delante de ella y, Poco a poco, recupera la calma y suelta el brazo de Alex.
Menos mal Me lo estabas triturando.
Niki no le contesta. Mira hacia abajo e inspira profundamente.
Madre mía Es increíble Estamos altísimos Pero tenías razón: a veces el miedo te impide vivir estas cosas tan bonitas.
Alex esboza una sonrisa. Sí, sí, piensa para sus adentros. Poco ha faltado para que el miedo arruinase lo que he preparado. En ese preciso momento, como si todo estuviera orquestado, recibe un mensaje en el móvil. Lo abre y lo lee. «Os veo, estáis llegando, todo está listo. Mouse.»
Alex se apresura a contestarle: «OK.» A continuación exhala un suspiro. Ya no hay tiempo. O ahora o nunca. Tiene que ser ahora.
Niki
Se vuelve hacia ella exultante de felicidad.
¿Sí?
Alex traga saliva.
Llevo varias noches sin dormir tratando de encontrar las pala bras adecuadas que te permitan comprender cuánto te quiero, has qué punto tu sonrisa, tu aliento, cada uno de tus movimientos son la razón de mi vida. Me gustaría poder resistir, decir que no es así, hacer como si nada, pero no puedo
Alex mira de nuevo afuera. Ya está, todo está saliendo como estaba previsto. El Empire State Building está justo delante de ellos. Se vuelve de nuevo hacia Niki.
Lo siento, pero es así ¡No puedo evitarlo!
Ella lo mira sin comprender una palabra.
¿De qué estás hablando?
Alex abre los brazos.
Niki, perdona
¿Perdona?
En ese instante, las luces del último piso del rascacielos que tienen delante se encienden en la noche. Niki ve un gran letrero, inmenso y perfectamente iluminado, como si fuese de día. Alex le sonríe mientras lo lee: «¡Sí, perdona, pero quiero casarme contigo!»
Niki se queda pasmada y cuando se vuelve lo ve allí, frente a sí, con un estuche abierto en la mano. En su interior hay un anillo con un pequeño diamante que brilla en la noche. Alex sonríe emocionado. Se podría decir que él resplandece también.
¿Niki?
Ella sigue boquiabierta. Alex le sonríe.
Ahora, la mujer, que en este caso eres tú, suele decir que sí o que no
Niki se abalanza sobre él.
¡Sí, sí, sí! Mil veces sí -y casi consigue que se caigan del asiento.
¡Socorro! -Alex logra no perder el anillo y al final se ve arrastrado debajo de ella y ríe entusiasta y feliz de que todo haya salido a pedir de boca.
A Niki se le saltan las lágrimas.
¡Cariño! Mira Me has hecho llorar de felicidad. Caramba
Sin dejar de reírse, Alex le pone el anillo y ella se enjuga el rímel que se le ha corrido.
Poco después, el helicóptero aterriza en la azotea del rascacielos, y cuando entran en el restaurante del Empire State Building algunos clientes se levantan de sus mesas para aplaudirles. Niki está emocionada.
Lo saben todos
Eso parece.
Después los conducen hasta una mesa. Al fondo del restaurante aparece Mouse. Alza el pulgar y les pregunta divertido desde lejos:
¿Todo bien?
Alex levanta a su vez el pulgar, como diciendo: «De maravilla.»
Niki los ve.
¡Pero si es Mouse! Qué guay
Sí, me ha echado una mano. ¡Pero me ha dicho que cuando los del Empire State se enteraron de mi idea organizaron la velada y reservaron las mesas al doble del precio habitual!
¡No me digas!
¡Sí! Toda esta gente ha venido a cenar aquí por nosotros ¿Qué te creías, guapa?, les ha encantado la ocurrencia de la propuesta de matrimonio en pleno vuelo mientras se iluminaba el último piso del rascacielos.
Claro ¡estás loco, guapo! ¿Qué se podía esperar de un publicista? -Y se ríen del cómico e inútil intento de parecer unos macarras romanos.
De inmediato se acerca a ellos un camarero para preguntarles qué desean, mientras otro les sirve el champán y un habilidoso violinista se aproxima entonando para ellos las notas de la canción que Niki adora. I Really Want You, de James Blunt.
Nooo No me lo puedo creer, es un auténtico sueño.
Alex le sonríe y le coge la mano.
Tú eres mi sueño.
Alex, si nos casamos tenemos que decírselo también a mis padres
¿También?
Por supuesto Es más, tendrías que pedírselo
¡Ah, claro! -Alex despliega la servilleta y se la acomoda sobre el regazo-. ¿Y tendré que llevarlos también en helicóptero?
¡No, eso no!
En cualquier caso, esperemos que digan que sí
Si quieres, después hablo yo con ellos
¡Pero Niki!
Entre risas, comen paté de pato acompañado de helado de menta y una ensalada fresquísima, luego un filete medium rare para los dos con unas patatas enormes y magníficamente fritas y, por último, un pastel de queso ligerísimo, bueno, la verdad es que no tanto, pero en cualquier caso realmente rico. Todo ello, acompañado de un óptimo Sassicaia que les ha aconsejado el maître.
Habrá que encontrar la iglesia, y el vestido.
¿Quieres que lo celebremos en un lugar clásico o prefieres que busquemos algo más original?
¿Tú qué te pondrás, Alex? Supongo que no querrás ir muy serio, ¿verdad? -dice Niki y añade-: También tenemos que elegir los recordatorios.
¡Y el banquete!
Ah, sí Yo serviría sólo pescado pero ¿y si alguien es alérgico?
¿Al pescado? ¡Pues no lo invitamos!
¡Venga ya, eso no está bien!
¿Y las frituras?
¡No pueden faltar!
¿Y un poco de jamón crudo?
¡No puede faltar!
¿Y un poco de parmesano?
¡No puede faltar! -repiten los dos a coro.
Siguen inventando, soñando y extendiéndose por doquier.
Ah, sí, para la música me gustaría contratar a una banda de rock Mejor dicho, no, trompetas. Sólo jazz. Quizá podríamos llamar a los Negramaro.
¡Figúrate si vienen!
O a Gigi d'Alessio ¡Piensa en mis padres!
¿Por qué? ¿No les gusta?
_¡No, no es eso! ¡Sólo que imagino que no querrás invitar a un tipo que se ha separado!
Ah, entiendo
Eh No es fácil organizar una boda.
Y siguen pensando en todas las cosas que van a necesitar.
Cuando acaban de cenar y se disponen a salir, los comensales vuelven a levantarse y les aplauden otra vez. Alex sonríe cohibido y levanta la mano como si de un presidente se tratara.
Caray Mouse me las pagará Por si fuera poco, ahora tenemos un problema.
¿Qué quieres decir? -Niki lo mira sorprendida.
¡No podemos decepcionarlos!
¡Tonto! -Suben de nuevo al helicóptero y atraviesan Nueva York, Central Park, Manhattan, hasta que aterrizan sobre el hotel.
¡Gracias por todo! -dicen sonrientes a los pilotos antes de apearse.
Poco después se encuentran otra vez en su habitación.
Ha sido una noche fantástica, Alex -Niki se tumba sobre la gigantesca cama.
Alex se descalza y se echa a su lado.
¿Te ha gustado?
Sí, todo ha sido maravilloso
Bueno, ¿sabes qué? Lo organicé todo desde Roma y debo decirte que, si bien estaba al corriente de cada detalle, a medida que se iban realizando me costaba creer que fuese verdad. Me preguntaba si no estaría soñando
Amor mío -Niki se vuelve emocionada hacia él-. ¿Quieres hacerme llorar otra vez?
No Ojalá eso no suceda nunca -Alex la abraza.
Niki se abandona mientras él la besa y a continuación sonríe.
Jamás me habría imaginado He pensado en este momento desde que era una niña Oír que alguien me pedía: «Niki, ¿quieres casarte conmigo?» Me lo he imaginado de mil maneras, las más extrañas y hermosas.
No es posible.
¿Por qué?
Aún no me conocías.
Idiota -Niki exhala un largo suspiro-. Pero me has regalado un sueño que supera cualquier realidad
Alex le sonríe. Cuando estás tan enamorado de una persona te parece que ninguna palabra, ninguna sorpresa pueden bastar para dárselo a entender. Te quiero, Niki. Te quiero con todas mis fuerzas y para siempre. Un beso, otro, y la luz se apaga. Los neones de los edificios de alrededor y alguna nube lejana juegan con la luna cambiando los haces luminosos que de vez en cuando los iluminan como si fuesen platillos volantes o unos aviones lejanos, o la luz de un faro. La ropa se va deslizando lentamente de la cama.
Eh, éstas no las había visto
¿Te gustan?
Mucho
Las he comprado hoy a escondidas, a Victoria's Secret
Hum, quiero verlas más de cerca
Una sonrisa en la penumbra, una mano furtiva, un placer inesperado, un mordisco, un suspiro y un deseo infinito de seguir soñando y haciendo el amor. Después, la noche. Una noche oscura. Una noche profunda. Una noche inmóvil. Y sólida. Una noche suspendida. Una noche que parece no transcurrir nunca. Alex inspira profundamente, está sereno, tranquilo. Medio desnudo, tumbado boca abajo, con los brazos debajo de la almohada, los hombros al aire, ligeramente envueltos por las sábanas, que recuerdan a una pequeña ola en una extensa playa. Duerme profundamente. Un pálido rayo de luna traza el perfil de su reposo.
Un poco más allá se encuentra la almohada de Niki, vacía. La habitación parece suspendida en el tiempo. Un gran sillón con algunos vestidos desperdigados por encima, una mesa con unos cuantos objetos, una lámpara apagada y un cuadro moderno de colores intensos. Todo está en silencio, rigurosamente a la espera. En el cuarto de baño cerrado, detrás de la puerta, Niki se ha apoyado en la pila para no caerse.
Su respiración es entrecortada, irregular, y tiene la frente ligeramente perlada de sudor. Siente el estómago encogido en esa noche perfecta. No es posible, Niki, ¿qué te ocurre? Esto es pánico, auténtico pánico, miedo, terror Niki, ¿tienes miedo de casarte? Se mira al espejo, se lava la cara por cuarta vez, se seca con la toalla blanca que hay bajo la pila y casi se pierde entre los gruesos pliegues de su tejido perfecto. La respiración es ahora más lenta, al igual que los latidos del corazón, poco a poco va recuperando el aliento. Por arte de magia, cuando vuelve a mirarse al espejo se ve de repente como si tuviera diez años más. Tiene la cara sudada, el pelo enmarañado, ¡y con algún mechón blanco! Varias arrugas alrededor de los ojos y el semblante fatigado. Niki se observa con mayor detenimiento. Oh, no. «¡Mamá, mamá!» Un niño tira de su vestido. «¿Mamá? Mamá.» Pero Lo mira fijamente: es su hijo. Y a su lado hay otro. «¡Tengo hambre, mamá!» ¡Esta vez se trata de una niña! De repente se siente hinchada, torpe, se mira al espejo y su rostro le parece ligeramente más ancho. Mira hacia abajo. «¡Oh, no!» Tiene una barriga increíble. Estoy embarazada, quiero decir, no es posible, estoy esperando otro hijo. Veamos, ¡si ya tengo tres! Tres, el número perfecto. En ese momento Alex entra en la cocina imaginaria sonriendo. Tiene alguna que otra cana, pero sólo en las patillas, y además le sientan bien Por si fuera poco, apenas ha engordado. Caramba, no es posible.
Hola, cariño ¡Hola, pequeñajos! Niki, voy a salir
Se queda sola en la cocina, aún más sudada, con esa barriga enorme y los niños que gritan a su alrededor. Tiene un montón de platos sucios por lavar que casi ondean sobre la pila y se derrumbaría de no ser porque se apoya sobre otra que hay justo al lado. Los dos montones se inclinan, los platos caen al interior de la pila y se rompen, explotan, disparan salsa, pasta y restos de comida como si fuesen una extraña ametralladora enloquecida. Niki se limpia la cara con el delantal mojado. Ahora está sudada y cubierta de salsa. Le entran ganas de llorar. De la penumbra sale Susanna, la esposa de Pietro.
Hola, Niki. ¿Lo has entendido? «Voy a salir.»
Susanna la ayuda a limpiarse.
Ellos van a su aire mientras nosotras tenemos que quedarnos con los críos -señala a los niños, que corretean por la cocina gritando como locos, tirándose del pelo y pegándose, y que al final, convertidos en unas jovencísimas furias, desaparecen en la oscuridad de la habitación-. Mientras ellos se divierten, ¿comprendes? Simulan que trabajan, se quedan en el despacho hasta las nueve y media de la noche Pero ¿realmente están allí? La única vez que lo busqué de verdad lo encontré con otra
En ese instante aparece Camilla.
Pues sí, ¿qué esperabas? Los muy cretinos se lían con la secretaria O con la estudiante en prácticas o la ayudante joven Porque, recuerda -Camilla le da unos golpecitos con el puño en el hombro-, ¡en este mundo siempre habrá una más joven que tú!
Niki arquea las cejas. No. No me lo puedo creer, no es una pesadilla. Es aún peor. Es lo nuevo de Wes Craven. Un Scream sobre el amor, caramba
Camilla sonríe.
¡Por eso me marché! A las Maldivas y con un abogado más joven que yo, ¿qué pasa? ¿Que es un privilegio sólo de ellos? Prefiero engañarlo yo antes de que lo haga él, ¿no te parece?
Susanna esboza una sonrisa.
¡Pero Niki es aún muy joven! A ella le va bien con Alex, no tiene nuestros problemas
Camilla arquea las cejas.
¿Estás segura? Que sepas que los hombres son todos iguales; pasados unos años desaparece la diferencia de edad, incluso una chica más joven pasa a ser una del montón La costumbre es la tumba del matrimonio. Querida Niki, espera a verlo deambular por la casa en pijama el domingo por la tarde sin escucharte y con la única pretensión de ver algún partido, a que deje de regalarte flores ¡Por algo dicen que el que se casa por todo pasa!
Luego interviene Susanna:
Y si te regala flores lo hace exclusivamente porque te está ocultando algo O, si todavía no lo ha hecho, lo está pensando ya y te las lleva para que no sospeches
A continuación desaparecen también ellas en la penumbra de la habitación. Niki inspira profundamente presa de un pánico absoluto, pero entonces ve a Cristina.
Niki, no las escuches, están exagerando ¡Es duro, pero lo puedes lograr! Claro que, pasados unos años, te falta el entusiasmo del principio, la sorpresa cuando vuelves a casa, el viaje organizado en el último momento, la pasión bajo las sábanas Pero debes continuar Como un soldadito, tum, tum, e incluso cuando no te apetece, sé que es terrible decir algo así, te conviene simular y hacerle creer lo contrario Por desgracia, a menudo suelen tener ganas, carecen de nuestra inocencia Esto, me refiero a algunas de nosotras
Abandona también la escena sacudiendo la cabeza y de inmediato llega Flavio, que la mira, sonríe, no dice nada, se encoge de hombros y la sigue. Niki se apoya en el lavabo. No, chicos. Así no se puede, no lo conseguiré. Todavía tengo veinte años. Sólo veinte años Unos veinte años espléndidos. ¿Y debo acabar así? Esas tipas son tristísimas Nunca me habíais dicho que se acabara así, sin una sola sonrisa, sin entusiasmo, cero felicidad Entonces ¡el matrimonio es una trampa! Y justo mientras lo está pensando aparecen delante de ella sus padres, Roberto y Simona. Su madre la mira con amor.
¿Y nosotros, Niki? ¿Por qué no piensas en nosotros? ¿Y nuestra felicidad? Piensa en la belleza de una trayectoria juntos, en caer y volver a levantarse, en amar y perdonar, en mejorar juntos, cogidos de la mano en todo momento y con los corazones unidos aunque se esté lejos.
Roberto suspira.
¿Sabes a cuántos partidos de fútbol he renunciado por ella? ¿A cuántos viajes de trabajo?
Simona le da un golpe.
¡Roberto!
Él le sonríe.
Espera, déjame acabar Pero al final todas esas renuncias sirvieron de algo, porque un día llegaste tú con tu primera sonrisa Y nuestra felicidad fue inmensa.
También Simona sonríe ahora.
Y después nació tu hermano Y a continuación vinieron otros días, uno tras otro, arduos, duros, difíciles y agotadores Aunque también los ha habido bonitos, intensos, sanos, conscientes, días en que eliges que quieres seguir construyendo -Roberto coge de la mano a Simona-. Y ahora estamos aquí Y es magnífico, y nunca se acaba, no hay un objetivo, no existe un auténtico final, sólo existe la belleza que hay que aferrar en medio del miedo a fracasar, pero para eso hay que saber apreciarla Si quieres, Niki, puedes lograrlo, todo depende de ti