Sesenta y uno
Desde el gran salón que se asoma al verde se vislumbra el espléndido rosal que atraviesa el jardín de invierno junto a una preciosa pérgola y, un poco más allá, también una vid.
¿Mamá? ¿Papá? ¿Estáis en casa?
Lugi, el padre, está tratando de poner a punto una planta que se le resiste.
¡Me alegro de verte, Alex!
Hola. -Se dan un beso-. ¿Y mamá?
Ahí la tienes Ahora llega.
Entre los setos un poco apartados, aparece de repente Silvia acompañada de Margherita y Claudia, las hermanas de Alex, con sus respectivos maridos, Gregorio y Davide.
¡Hola, mamá! -Alex les sale al encuentro.
¡Hola! ¡Ya has llegado! ¿Has visto? Tus hermanas han venido también Nunca conseguimos estar todos juntos.
Alex sonríe mientras los saluda.
Tienes razón, mamá. Es que últimamente he tenido que trabajar mucho.
A propósito, todavía no nos has dicho qué fuiste a hacer a Nueva York. -Gregorio, el marido de Margherita, es asesor fiscal y se las da de entendido-. ¿Vais a abrir una sucursal allí? Hoy en día es conveniente hacerlo, con el dólar
No, no fui para eso, no era un viaje de negocios
Davide abraza a Claudia, la hermana mayor.
¿Un asunto amoroso? ¿Sabes que nosotros pensamos ir por pascua?
¿De verdad? En ese caso os daré algunas direcciones. -Alex piensa en Mouse.
Gregorio y Margherita se suman de inmediato a la iniciativa.
Si conseguimos dejar a las niñas con alguien os acompañamos. ¿Te las quedarías tú, mamá?
No lo sé, ya veremos ¿Cuándo cae Pascua este año? Quizá nos inviten los Pescucci.
Alex escucha todo ese parloteo mientras piensa en lo amable que ha sido Mouse. No, no puede castigarlo de esa forma.
Silvia echa un vistazo a su marido.
Luigi, ¿cuánto te falta?
El padre de Alex mira la última rama y aprieta la cinta verde que debe servir para sujetarla.
¡Ya está! Aquí estoy, querida, listo para cualquier aventura.
Simplemente tenemos que sentarnos a la mesa.
Bueno, depende de lo que haya para comer. A veces puede ser también una aventura peligrosa
Bromista Dina, nuestra criada sarda, cocina de maravilla.
Sí, amor -Luigi abraza a Silvia-. Pero no me refería a ella, sino a ti.
Silvia lo aparta.
Qué malo eres Siempre te he preparado cosas riquísimas. De hecho, cuando nos casamos estabas en una forma envidiable, y desde entonces no has hecho sino engordar. Sólo ahora, que cocina ella, has empezado a adelgazar. ¿Ves? Debería haber abandonado antes la cocina.
¡Pero, amor mío! Era una broma Además, eso no es cierto, también estaba en forma antes, comía mucho pero también me movía mucho
Al oír la tonta alusión de su marido, Silvia se ruboriza un poco y se apresura a cambiar de tema.
Veamos, he mandado que lo dispongan todo en el nuevo patio En la mesa de cerámica que acabamos de recibir directamente de Ischia.
¡Fantástico!
Pero ¿no hará frío?
He obligado a vuestro padre a comprar varias de esas cosas metálicas que tienen un sombrero por encima que calienta
Setas, mamá, se llaman setas de calor.
Como queráis, en fin, que hemos puesto esas setas de gas, de manera que estaremos de maravilla.
En un instante todos atraviesan el patio y toman asiento.
La verdad es que se está muy bien aquí.
Alex sirve en seguida un poco de agua en el vaso de su madre, que está sentada a su lado, sus hermanas desdoblan las servilletas y las colocan sobre el regazo en tanto que sus maridos se ocupan del vino. Dina les lleva los entrantes.
Buenos días a todos
Silvia corta el pan que tiene en el platito que hay a su izquierda.
He puesto un poco de música
Luigi se acerca risueño y toma asiento en la cabecera de la mesa. Justo en ese momento, de los pequeños altavoces que están escondidos en varios rincones del patio, en lo alto, les llega una pieza de música clásica. Vivaldi. Las Arias de ópera.
Es ideal para un día tan bonito como éste, ¿no? -Despliega su servilleta y se la coloca ufano sobre el regazo-. Y ahora dime, ¿te divertiste en Nueva York?
Muchísimo.
¿Con quién fuiste?
Con Niki.
Margherita mira a Claudia.
Vaya, esa chica le está durando -comenta en voz baja.
Chsss -le responde Claudia sonriendo para que Alex no las oiga.
Silvia, que ha captado sus gestos, se hace la loca.
Ah, muy bien, ¿y dónde estuvisteis?
Alex les cuenta el viaje indicándoles las calles y los teatros, las tiendas nuevas y los restaurantes mientras, uno detrás de otro, van llegando los primeros platos, el risotto a la naranja y los macarrones con berenjenas y ricotta salada, acompañados de un buen vino blanco.
Es un Southern del 89, ¿os gusta?
Mmm, es muy delicado.
Alex prosigue con su relato satisfaciendo la curiosidad de todos, describiendo con todo lujo de detalles el espectáculo Fuerzabruta, en el que el público se convierte en actor protagonista y cómplice participando plenamente en la acción, con las acrobacias acuáticas de los artistas sobre las cabezas de los espectadores, sobre una membrana que se llena de agua y que sustituye a la pared del teatro, y la danza, la música y las luces Sus hermanas están entusiasmadas y no ven la hora de ir a Nueva York. Margherita insiste:
¿Y bien, mamá? ¿Podrás quedarte con Manuela? Te lo suplico, hace siglos que no voy a Nueva York ¡Después de lo que nos ha contado Alex, siento la llamada de la Gran Manzana!
Silvia sonríe.
Ya veremos.
Alex también sonríe y retoma el hilo de su relato, incluida la espléndida cena en el Empire State Building, omitiendo, naturalmente, el helicóptero y, sobre todo, la sorpresa del letrero. Margherita, la mayor de las dos hermanas, lo ha escuchado divertida y ahora guiña repentinamente los ojos, sorprendida de no haber caído antes.
Pero ¿por qué fuisteis a Nueva York? Quiero decir, ¿a qué se debe ese repentino viaje sin más ni más, que por lo visto no guarda ninguna relación con un asunto de trabajo?
Alex sonríe.
Están a punto de acabar la comida. Ha llegado el momento, sólo falta una cosa.
Disculpe, Dina He venido con un paquete y lo he metido en la nevera ¿Nos lo puede traer a la mesa? Gracias.
Dina desaparece. Alex se sirve un poco de vino. Lo saborea de nuevo.
Es verdad, papá Este Southern es realmente exquisito -dice e intensifica el ambiente de espera, de extraño suspense.
Casi se oyen las patadas que sus hermanas dan bajo la mesa con sus elegantes zapatos. La madre está más tranquila. Los hombres
aguardan serenos. Dina entra de nuevo por fin, coloca en el centro de la mesa los pastelitos y regresa a la cocina.
Mmm, qué ricos -comenta Silvia-. Veo que has comprado también mis preferidos, los de castaña.
Sí -dice Alex. Acto seguido se seca los labios. Sonríe a todos los comensales y con una placidez auténticamente envidiable anuncia-: He decidido casarme.
Las dos hermanas tragan a la vez, el padre sonríe sorprendido, los maridos, sabedores de lo que le espera, lo miran cortésmente alegres a la vez que piensan o, mejor dicho, recuerdan, las diferentes fases de su propia pesadilla. Tal y como Alex imaginaba, su madre es la que más asombrada se ha quedado.
¡Alex! ¡Me alegro mucho por ti!
A continuación lo acribilla a preguntas.
Pero ¿se lo has dicho a sus padres?
Sí.
¿Y cómo se lo han tomado?
De maravilla, pero ¿qué clase de preguntas son ésas?
Bueno, ya sabes, la diferencia de edad
¡Pero eso ya lo habían aceptado!
¡Sí, pero quizá pensaban que no ibas en serio!
Todos se echan a reír.
Y, además, cuando se trata de una hija Sí, en fin Siempre resulta más delicado -interviene su padre mirando a Margherita y a Claudia, aunque, sobre todo, a sus respectivos maridos.
Alex esboza una sonrisa.
Bueno Imagínate que, cuando se lo dije, su padre se cayó de la silla
Su madre se inquieta.
¿Y se hizo daño?
Margherita interviene:
¡Pero mamá, es una manera de hablar!
No, no, ¡se cayó de verdad! Creo que no se lo esperaba Y la verdad es que ver que una hija de esa edad se casa, que se marcha de casa, debe de producir un efecto
Justo en ese momento la madre de Alex se conmueve, alarga una mano, coge un pastelito de castañas y se lo come de un solo bocado. Alex se percata de ello y sonríe tratando de que no lo vea. Después su madre elige otro, esta vez de sabayón y nata, aún más dulce, y lo devora de la misma forma. Alex empieza a preocuparse. Caramba. ¡Se ha conmovido de verdad! No pensaba que fuera para tanto. Así que se levanta y la abraza. Su madre cierra los ojos y se deja estrechar por su hijo. Sonríe mientras sus hijas le toman el pelo.
Buuu ¡Con nosotras no hiciste eso!
Sí, te importábamos un comino
Querías librarte de nosotras y punto ¡Ésa es la verdad!
Éramos como las dos hermanastras, Griselda y Anastasia, mientras que Alex es tu Cenicienta.
Alex vuelve a tomar asiento.
¡Bueno, más que Cenicienta creía que yo era el príncipe!
¡En todo caso, el de Niki!
Ah, queremos ser los testigos
Perdonad, pero lo habéis sido ya la una de la otra
¡Pero uno de nuestros testigos siempre eras tú!
¡Porque me lo pedisteis vosotras!
Considéralo un detalle, ¡temíamos que te sintieses mal porque no te casabas con nadie!
¡Encima!
En cualquier caso, nos gustaría dar algunos consejos a la novia.
Sí, ¡querríamos decidir con ella el banquete!
Y el vestido
¡Ah, y los regalos para los invitados!
¡Sí, ésos sí que son importantes!
¿Habéis decidido ya dónde os casaréis?
¿Y cuándo?
¿Y las flores para la iglesia?
¿Y los nombres para las mesas? ¿Cómo distribuiréis a la gente?
Y los invitados ¿Cuántos serán?
Tiene que ser una gran celebración
Eh
En ese momento la mirada de Alex se cruza con la de Davide y Gregorio, que lo apoyan con una sonrisa, cuando menos de solidaridad, y él, sin saber qué hacer, extiende una mano y se anticipa a su madre.
Perdona, mamá -Y se come el último pastelito de castaña que quedaba sobre la bandeja.
Sesenta y dos
Dan vueltas por el gran salón vacío.
Es precioso En serio Me mudaría a vivir aquí.
Pietro mira a Enrico sorprendido.
Pero bueno, ¿me tomas por gilipollas?
No, en absoluto, me gusta mucho, un loft así en Flaminio, es un sueño. Además, parece silencioso, y es grande, tiene un montón de habitaciones. -Enrico deambula por la casa verdaderamente impresionado-. Y está rodeado de verde Da la impresión de que estás en el campo sin dejar de vivir en la ciudad.
Sí, sí, te he entendido. Yo, en cualquier caso, preferiría estar en mi casa, con mi esposa y mis hijos.
Por un momento resulta obvio hasta qué punto todo ese asunto lo entristece. Enrico se da cuenta.
Oye, ¿no querías la bicicleta? ¡Pues ahora, a pedalear!
Pietro lo mira estupefacto.
Pero ¿qué dices? ¿Estás loco? La bicicleta era el matrimonio ¡Y seguiría pedaleando de buena gana!
¡Eso sí que no! ¡Es justo lo contrario! En tu caso eres tú el que lo ha echado todo a rodar, todo Tú te has buscado esta situación, a diferencia de lo que me ha sucedido a mí. En mi caso ha sido mi mujer la que me ha abandonado. Tú, en cambio, te has esforzado siempre mucho para que te abandonase.
Mira, menos mal que eres asesor fiscal y no abogado matrimonialista, porque, de lo contrario, estoy seguro de que Susanna te habría elegido y me habrías hecho sudar la gota gorda.
¿Ves, ves? Lo que te preocupa realmente es el dinero, no la posibilidad de volver con ella. ¡Y aún te lamentas! En mi opinión, hasta ayer lo vuestro fue un milagro, luego quisiste tirar demasiado de la cuerda y catacrac, ¡se rompió!
La verdad es que, visto así, me deprimes aún más Resulta que ahora todo es por culpa mía He roto la cuerda y me he quedado con un trozo en la mano con el que sólo puedo hacer una cosa
Enrico arquea curioso las cejas.
¿El qué?
Ahorcarme.
¡Anda ya! No digas esas cosas, no seas tan dramático. Quizá esta situación te sirva, te sea útil, puede que ahora que te has quedado solo consigas razonar Además -prosigue señalando el loft-, mira lo que tienes ahora.
Es de un cliente que no me paga desde hace años y al que le llevo todos los casos de sus edificios Dado que tiene un sinfín de pisos, podría haberme dejado uno más céntrico, yo qué sé, quizá más cerca de mi familia.
Muy bien. ¿Ves, Pietro?, ése sí que es un bonito pensamiento, así podrías estar al lado de tus hijos.
¡No, así podría vigilar a mi mujer!
Vaya Por una vez que parecías sinceramente comprometido, veo que no, que en el fondo las cosas importantes te resbalan.
¿Cómo puedes decir que las cosas importantes me resbalan? Perdona, pero yo sigo pagando la hipoteca de la casa donde viven, y ella, mientras tanto, se dedica a salir con otro. ¡En la práctica es como si ella se divirtiese a mi costa! ¿Qué pasa? ¿Que de repente me ha salido otra hija?
Me has dejado de piedra. ¿Te das cuenta de lo que dices? Bueno, creo que hasta ahora tú te has divertido mucho, puede que demasiado, y que ahora le toca a ella
Pietro lo mira fijamente y por un instante una idea lo atormenta. Dios mío, ¿se habrá enterado de la historia con Camilla? Pero si eso fue hace años. Y su esposa estaba triste, aburrida, tenía ganas de divertirse. Recuerda algunos momentos íntimos que compartieron. Vaya si tenía ganas de divertirse. Se avergüenza un poco.
Enrico interrumpe sus divagaciones:
¿Qué pasa? ¿En qué estás pensando?
¿Yo? En nada Tienes razón, me he divertido demasiado y, como no podía ser menos, la rueda gira. Pero pensaba que eras amigo mío, y no suyo
Y, de hecho, aquí me tienes, intentando echarte una mano, pero ser amigos significa entre otras cosas decirse la verdad, sí, esa que quizá a veces te molesta oír, pero que ayuda a aceptar la realidad
Uf -piensa Pietro para sus adentros-, no sabe nada.
Sí, sí, claro
Una cosa, ya que hablamos de aceptar la realidad, saquemos todo lo que llevo en el coche, venga
Salen a la calle. Pietro abre el maletero y empieza a descargar una pila de maletas.
Pero bueno, ¿has vaciado la casa?
Es todo lo que necesito Los trajes, los libros, unas cuantas sábanas, los suéteres, las camisas, las cosas de trabajo que tenía en el despacho de casa Todo. Has de saber que Susanna me dijo que, si no me lo llevaba, lo quemaría.
Ah, entiendo.
Enrico coge dos maletas y entra en casa.
Claro que si está verdaderamente enfadada-Poco después llega Pietro con otras dos maletas.
Pues sí, mucho. No sé cómo, pero incluso han salido a la luz otras historias La verdad es que no sé quién puede haberla llamado, pero cuando se supo que habíamos roto daba la impresión de que todos sabían algo sobre mí. Le han contado no sé cuántas historias que se supone que he tenido con las canguros de mis hijos, con una amiga suya, con otra que frecuentaba a su mismo peluquero en fin.
¿De verdad? ¿Y son ciertas?
¡Ni por asomo! Hay que ver cómo le gusta malmeter a la gente O exagerar -Enrico sale con Pietro a buscar otras bolsas que siguen en el coche-. Pero si incluso le han dicho que tenía una relación con la esposa de uno de mis amigos. ¿Te das cuenta? ¡Con la esposa de un amigo! Con todas las mujeres que hay en el mundo ¿Me crees capaz de liarme con la esposa de un amigo? ¡Venga ya!
Enrico sacude la cabeza.
Es cierto, la gente necesita ser mala para ser feliz.
Pietro lo sigue, coge unas carpetas abarrotadas de folios y sonríe para sus adentros. No es cierto, nadie ha mencionado por el momento ese tema, pero al menos así, si a alguien se le ocurre sacar a colación su historia con Camilla, ellos ya habrán hablado antes sobre el tema.
¿Dónde quieres que las ponga?
Déjalas ahí, al pie de la escalera.
Enrico deja las dos maletas en el suelo y a continuación mira alrededor.
¿Cuántas habitaciones tienes?
Arriba hay cuatro dormitorios. Más los cuartos de baño. Abajo hay uno, más un salón, un cuarto ahí detrás, otro baño y la cocina al fondo Además de este salón doble que, como ves, da al jardín interior -Pietro descorre una cortina y le muestra el gran espacio que hay fuera.
¡Es precioso! Por lo visto, ese cliente te debe una pasta
Sí, pero algunos tipos son verdaderamente estúpidos. En lugar de alquilarlo y pagarme con ese dinero, ha preferido darme lo que me debe gratis. En realidad sale perdiendo. Pero ¿qué hora es?
Las ocho.
Deberían haber llegado ya.
¿Quiénes?
Flavio y Alex. He quedado con ellos a esta hora.
Bueno, ya aparecerán. Mientras tanto, acabemos de poner en su sitio el resto de las cosas.
Por eso precisamente quería que viniesen ellos también. ¡Iremos más de prisa!
Ah
A saber lo que nos tendrá que contar Alex ¡Me ha parecido excitadísimo!
Yo tengo mis sospechas
¿De qué se trata?
No, no quiero decir nada para que no traiga mala suerte.
Justo en ese momento llaman a la puerta. Pietro va a abrir.
Es Flavio.
Ah, es aquí Sólo faltaba que no te encontrase
Entra y se tira desconsolado sobre el sofá. Pietro cierra la puerta y se reúne con Enrico en el salón. Los dos miran preocupados al amigo.
¿Qué ocurre?
¿Has perdido el trabajo?
No, mucho peor, he perdido a mi mujer.
Enrico se sienta a su lado.
Coño, tú también. Lo siento -le apoya una mano en la pierna.
Flavio se vuelve hacia él. Está abrumado, mucho. Se abrazan.
Lo siento mucho, coño. -Pues bien, aquí estamos -Pietro abre los brazos-. De una manera u otra, volvemos a estar como cuando íbamos a la facultad.
¿Qué quieres decir?
Solteros.
Ah, creía que ibas a decir que éramos unos desgraciados.
Pietro se dirige a la cocina.
¿Y eso por qué? Volvemos a empezar desde cero. Somos tres, y estamos llenos de esperanzas. -Abre la nevera.
No, no Es verdad Somos unos auténticos desgraciados.
Flavio y Enrico lo miran.
¿Por qué?
Pietro abre por completo la puerta de la nevera.
¡No hay nada para beber!
Llaman a la puerta. Es Alex.
¡Aquí estoy!
Pietro le arrebata lo que lleva en las manos.
No me lo puedo creer. Mirad lo que ha traído -Se lo enseña a los demás-. ¡Una botella de champán!
¡Caramba!
Estupendo.
¿Os dais cuenta de que a veces la suerte? -Pietro empieza a quitar el papel que rodea el tapón.
Alex cierra la puerta y se dirige risueño hacia el centro del salón
¿Sabéis lo que quiero celebrar?
No, suéltalo ya
¡Me caso!
Flavio no da crédito a lo que oye.
No, no es posible.
Se lleva las manos a la cabeza. Alex lo mira asombrado. Se acerca a Pietro.
Pero ¿por qué se lo toma así? -le susurra al oído preocupado-. ¿Qué pasa? ¿No le parece bien?
No -Pietro quita la redecilla metálica del tapón-. Cristina lo ha dejado hoy
Ah, lo siento. Caramba, no lo sabía
Y mientras lo dice, el corcho de la botella sale disparado con un perfecto sentido de la oportunidad.
Sesenta y tres
La buhardilla de Olly está abarrotada. La fiesta en honor de Niki está yendo de maravilla. Erica está sentada en el sofá. Está bebiendo un Bellini que se ha preparado sola en la mesa donde Olly ha colocado los vasos y las bebidas. Y, sobre todo, mira fijamente a un tipo muy guapo. Después busca a Olly y a Diletta con la mirada y dirige un gesto para que le echen un vistazo. Sus amigas se vuelven, ven a Erica y sacuden la cabeza. Otra vez. Está a punto de empezar una nueva historia. Conocen a Erica y saben de sobra lo que sucederá a continuación. De hecho, Erica entabla conversación con el chico en cuestión.
Hola, bonita fiesta, ¿eh?
Sí, mucho.
La casa es minúscula, pero mejor así: resulta más íntima
Pues sí Encantado, me llamo Tiziano -le dice tendiéndole la mano.
Erica se hace ligeramente a un lado, coge el vaso con la mano izquierda y alarga la derecha.
¡Erica, mucho gusto! ¿De quién eres amigo?
Voy a la universidad con Niki, pero conozco mucho a Giulia -y señala a la chica que en esos momentos está bailando en el centro de la habitación.
¡Ah, yo, en cambio, soy amiga de la novia!
Sí, lo sé, se lo he preguntado antes a Niki.
Erica lo mira de reojo y a continuación sonríe.
¿Le has preguntado por mí?
Claro, ¿te sorprende?
No, quiero decir sí, en el sentido de que ¿por qué?
Bah, no lo sé Eres muy mona y no te conocía. Eso es todo.
¡Vaya, gracias! ¿Brindamos? -Erica alza el vaso en dirección a él
De acuerdo, ¿por qué?
¡Por las jóvenes valientes!
Tiziano alza su vaso de whisky con hielo.
¡Por ellas!
Brindan risueños y siguen charlando y bromeando. Diletta, Olly y Niki pasan de vez en cuando por su lado para preguntarles si todo va bien, a lo que Erica responde sacándoles la lengua. Tiziano no acaba de comprender lo que está ocurriendo, pero esa chica dulce y morena le resulta simpática y quiere conocerla mejor, de manera que no les hace mucho caso. Después de haber hablado un buen rato, Erica saca el móvil del bolsillo de sus vaqueros.
¿Nos intercambiamos los números? Además, estoy en Facebook
Yo también.
Tiziano le dicta su número. Erica lo memoriza, y a continuación, hace una llamada perdida para que el suyo aparezca en la pantalla del de Tiziano.
Estupendo, nos llamamos dentro de unos días, ¿te parece bien?
Por supuesto. Podríamos salir a tomar una cerveza -le responde Erica mientras se levanta del sofá.
¡Perfecto, cuando quieras!
Erica se aleja en dirección a Olly. Se da cuenta de que su amiga está enfadada.
Eh, ¿qué te pasa?
Nada Bebamos un poco, venga.
Olly le sirve un poco de sangría en un vaso de papel. Erica coge el vaso y da un sorbo.
Mmm, está muy rica. ¿Quién la ha preparado?
Olly resopla.
Giampi, esta tarde.
¡Qué detalle!
Sí -Olly bebe nerviosa.
¿Has visto lo guapo que es ese amigo de Giulia con el que estaba hablando, Tiziano?
Sí-, ¡vaya cháchara, parecía que no iba a acabar nunca! ¿Y Francesco? ¿No viene esta noche?
No y, además, uf, siempre estoy con él. No sé cuándo entenderá que no salimos juntos. Que somos amigos y punto.
Podrías probar a decírselo, tengo la impresión de que todavía no lo sabe
Lo sabe, lo sabe. Lo nuestro es como una sociedad.
Sí, con un único socio mayoritario que hace lo que le viene en gana, ¡tú!
Erica le da un golpe en el brazo y se echa a reír. Sin dejar de bromear se disponen a observar a los invitados. Niki se está divirtiendo como una loca y sigue el ritmo de la música balanceando la cabeza. Sus canciones preferidas suenan en la buhardilla. Olly ha hecho un espléndido trabajo. Se ha esforzado y se lo ha currado durante tres días. Ha colgado guirnaldas por todas partes, ha preparado tarjetas sorpresa, ha encargado el bufet y ha pensado en las bebidas. Es una pequeña y perfecta ama de su casa que ha organizado una fiesta para celebrar la próxima boda de su amiga. Y la gente se está divirtiendo. Algunos bailan, otros están sentados en el sofá y sobre los diversos pufs que hay desperdigados por la sala mientras hablan, fuman y beben. Sobre la mesa hay canapés, pizzas, pastelitos y pasta fría, además de un cuscús de verduras. Erica está hablando con un compañero de universidad de Niki.
Olly coge una bandeja de aceitunas y se pasea entre los invitados imitando a una camarera. Al final se acerca a Niki.
¿Le apetece una, señora? -le pregunta haciendo una ligera reverencia.
Niki coge el palillo con la aceituna y le da las gracias.
Felicidades, lo has organizado todo a la perfección.
Por usted haría lo que fuese
Olly está contenta. Sigue caminando y ve a Giampi junto a la contraventana. Está bebiendo algo y en la otra mano sujeta un plato con canapés. Está de espaldas. Olly se acerca a toda prisa a él con una sonrisa en los labios.
¡Eh, cariño! -le ofrece la bandeja.
Pero un instante después se percata de que en la terraza, al lado de Giampi, hay una chica morena, con el pelo largo y muy mona que charla amigablemente con él. Olly se detiene en seco. Giampi se vuelve.
¡Aquí estás! -Le da un beso en los labios-. Eres fantástica La fiesta no podría ir mejor.
La chica morena sonríe a Olly.
Es cierto. ¡Todo es perfecto! Hemos salido un momento a fumar. No queríamos hacerlo dentro. Por el humo, ya sabes
Olly la mira con cara de pocos amigos, y a continuación escruta a Giampi.
Sí, gracias, lo he hecho por mi amiga Niki
Pues te ha salido genial, ¡Niki debe de estar contentísima! Te presento a Ilenia. Es una amiga de Erica, se conocieron en el trabajo el verano pasado.
Olly le tiende la mano de mala gana.
Encantada.
Tu casa es muy mona.
Gracias
Pero ¿se puede saber qué quiere ésta? ¿A qué viene tanta amabilidad? ¿Qué pretende, caerme bien? Y, además, ¿por qué Giampi es tan solícito con ella? Olly siente que la rabia se está apoderando de ella y trata de contenerla. Está celosa. Sí, lo reconoce. Celosa de él. De la manera en que las chicas lo miran. Del hecho de que siempre quiera hacer caso a todas.
Olly se despide bruscamente de ellos y se dirige hacia Niki.
Ilenia mira a Giampi disgustada.
Pero ¿he dicho algo malo? Si quieres voy a pedirle disculpas
No, ni hablar, Olly es así. De vez en cuando se pone celosa por nada. Tú no tienes nada que ver -Da un sorbo a su vaso de vino tinto y se queda absorto contemplando el horizonte.
Ilenia apura su cigarrillo y lo apaga en un gran tiesto de cerámica lleno de arena.
En casa, Olly toca el brazo de Niki.
¿Has visto?
Niki, que está hablando con Giulia, se vuelve.
¿El qué?
A esa tipa que está con Giampi
_¿Eh?
Se hace la remilgada y él encima le da cuerda
Niki se vuelve a curiosear.
Bah, parece una conversación muy normal.
Dices eso porque no se trata de Alex.
Bueno, Olly, déjalo ya. Desde que estás con Giampi te has vuelto paranoica O te fías de él o no te fías y, en caso de que no sea así, te aconsejo que lo dejes. No se puede vivir permanentemente en las trincheras, lista para disparar a todas las mujeres que se le acerquen.
Pero yo lo quiero, ¿qué puedo hacer?
En ese caso, relájate, eres una agonías Así sólo conseguirás perderlo Me parece que incluso tiene demasiada paciencia.
Claro, hablas así porque te vas a casar. ¿A ti qué más te da?
¿Y eso qué tiene que ver ahora? Únicamente lo digo por tu bien. O resuelves esos celos o acabarás fatal. Así no disfrutas de nada, ves enemigas por todas partes
Olly la mira con cara de mala leche. Le hace una mueca y se aleja. Niki sacude la cabeza. ¿Cuándo comprenderá que los celos tan continuos y sin motivo no sirven para nada?
Sesenta y cuatro
Una hora después están todos en el salón, casi arrellanados en el sofá. Alex sirve lo que queda del champán en la copa de Flavio.
Enrico alza la suya.
¿Sabéis lo que me apetece hacer en este momento?
No.
Un brindis Un brindis por la única cosa que perdura en el tiempo, la única cosa inoxidable, que resiste tanto a los éxitos como a los fracasos, a los vendavales de la vida Un brindis por la amistad.
El primero con el que hace chocar su copa es precisamente Pietro. Flavio y Alex se unen a ellos en seguida.