Perdona Pero Quiero Casarme Contigo - Федерико Моччиа 19 стр.


 ¡Mierda! -Materia le tira de la cazadora.

 ¡Vamos al coche, venga!

 ¿Dónde lo has aparcado?

 Ahí abajo.

Suben al vuelo a un Mercedes descapotable. Lanni lo pone en marcha, pero los chicos capitaneados por Adriano Mei salen por la misma puerta y echan a correr en pos de ellos.

 ¡Ahí están! ¡Venga, venga!

Lanni acelera, pero uno de los jóvenes estudiantes tiene una botella en la mano que lanza con rabia y con fuerza, ésta impacta de lleno en la luna trasera y la hace estallar en mil pedazos.

 ¡Mierda, lo compré hace seis meses! -Aldo Lanni dobla a la izquierda y se dirige a toda velocidad hacia la salida, fuera de peligro ya.

Materia se vuelve. Los chicos han dejado de correr detrás de ellos.

 ¿Se puede saber por qué están tan cabreados? ¿Qué les has dicho?

 ¡No les he dicho nada! Les estaba diciendo las cosas de siempre, esa estupidez sobre los políticos y los candados

 Ya te he dicho que debes cambiar. ¡Se han cansado de oírlo!

 No se trata de eso. No sé cómo se han enterado de lo del dinero para esa ONG.

Aldo Lanni sacude la cabeza.

 También te lo dije. Deberías haber aceptado lo que te ofrecieron Tío, has tensado demasiado la cuerda.

 No sé por qué, pero creo que tienes razón -Permanece en silencio por unos instantes.

Aldo Lanni lo mira de vez en cuando por el rabillo del ojo mientras sigue conduciendo.

Un reguero de clara de huevo se desliza por la frente de Renato Materia. Aldo Lanni sonríe. Lo tiene bien merecido, piensa. Así aprenderá a no aceptar todo lo que le proponen y, sobre todo, a no reducir al cinco por ciento mi porcentaje. ¿Qué se ha creído? ¿Que uno se hace rico solo? ¡Y en televisión, además! Increíble. Adriano

Mei lo ha hecho bien, justo lo que le dije, nada de acciones violentas, sólo meterle un poco de miedo. Así Materia se asustará y seguirá trabajando para llenarme a mí los bolsillos.

 Escucha, esto -Materia se vuelve hacia él-. Lo que necesitamos es una izquierda constructiva, a un tipo inteligente que trabaje con el cerebro, basta de demagogia, hacen falta ideas más profundas. ¿Qué te parece, eh? ¿Qué te parece? ¿Bueno, verdad?

Aldo Lanni lo mira risueño.

 Estupendo, tío Utilízalo. Con eso volverán a creer en ti y en tus palabras Y abandona también la idea de los interfonos. Eso lo hace todo el mundo.

 Tienes razón. -Materia lo mira radiante-. De no ser por ti, ¿qué haría?

Aldo Lanni asiente con la cabeza y le da una palmada en la pierna izquierda, la única zona que ha resistido íntegra al ataque de Adrian Mei y sus compañeros.

Después de hacer algún que otro comentario divertido, el grupo! en cuestión entra con parsimonia en la sala, la música sigue sonando como si nada hubiese ocurrido, algunos se ponen a bailar de nuevo en un rincón, otros se besan, otros ríen tras contar una anécdota divertida, una chica mira desde lejos al chico que le gusta a rabiar y al que no se atreve a acercarse.

 Bueno, ¿qué hacemos? -Guido aparece a espaldas de Niki con un vaso de plástico, una limonada con un poco de vodka y una hoja de menta que navega alegremente en ella.

 ¡Menudo susto me has dado!

 ¿Por eso? Pues sí que Eres una temeraria.

 ¿A qué te refieres? ¿Por qué me dices eso?

Guido sonríe y bebe de su pajita tomándose el tiempo necesario para aumentar el suspense.

 Mmm, está rico, ¿quieres un poco?

Niki mira la pajita que acaba de usar su amigo. Pero ¿qué se ha creído? ¿Qué manera de hablar es ésa? Es un arrogante. Guapo y arrogante. Y tener que reconocerlo le molesta aún más.

 No, gracias Me gustaría saber a qué te refieres.

 Oh, a nada, ¿por qué? ¿Tienes algo de que defenderte?

 La verdad es que no, sigo tranquila por mi camino. -A continuación esboza una sonrisa forzada-. Eres tú el que ha interrumpido de repente mis pensamientos.

 Dime, ¿estás pensando en la música que vas a elegir?

Niki lo mira arqueando las cejas.

 Me refería a la ceremonia Me han dicho que te casas.

A Niki se le acelera el corazón y enrojece, como si se hubiese bebido todo ese vodka. Uf, ¿por qué me lo tomo así? Ni que fuera imbécil. ¿Se puede saber qué me pasa? ¿Por qué me ruborizo? No consigue encontrar ninguna explicación. Un repentino remolino de pensamientos y sensaciones, un vendaval de emociones que confunden su corazón.

 Aparte de que hace dos días que te conozco

 Precisamente, da la impresión de que te refugias en un matrimonio repentino.

 ¿Estás bromeando? ¿Por qué debería hacerlo?

 ¿Sabes? -Guido se sienta en el murete y sigue dando sorbos a su limonada tranquilamente-. Siempre es lo mismo: cuando nos sucede algo que no sabemos explicar, escapamos o nos escondemos en lugar de afrontarlo.

 Pues yo ni me escapo ni me escondo Y la verdad es que esta discusión me parece absurda.

 ¿Discusión? Pero si simplemente estamos hablando ¡Pensaba que estarías más serena después de haber dicho a todo el mundo que te casas! Por lo general, para una chica es un gran motivo de felicidad, ¿no? -El muy caradura sigue bebiendo su limonada con vodka. -Y, de hecho, lo es, pero no se lo cuento al primero que pasa

Guido se quita la pajita de la boca sorprendido.

 ¿Y quién es el tipo en cuestión? Preséntamelo, porque me gustaría decirle unas cuantas cosas y darle varias patadas.

Niki sonríe.

 Eres tú.

 ¿Yo? Hum ¿Recuerdas lo que decía Jim Morrison? «A veces basta un instante para olvidar una vida, pero a veces no basta una vida Para olvidar un instante.»

 ¡Qué bonito! Pareces el hombre Perugina,con un mensaje para cada ocasión en tu interior.

 Sí, es verdad De hecho muchas chicas me dicen que soy dulce, un bombón Otras, las que no me han probado, mantienen las distancias por miedo.

 Pues que sepas que a mí no me asustas.

 No me refería a ti.

Niki lo mira hostil, entornando los ojos y escrutándolo. Guido se percata.

 Ay, ay, ay Se ha enfadado. Niki respira profundamente. Guido rompe a reír.

 Y mucho. Está bien -Apura su vaso y baja del murete-. Oye, creo que estamos enfocando mal las cosas: cada vez que nos vemos acabamos discutiendo. Por lo visto hay algo que no funciona entre nosotros.

 Sí: tú.

 ¿Lo ves? Eres demasiado agresiva. ¿Por qué no salimos una noche a cenar y hablamos? Todavía no te has casado, ¿no?

 ¿Y eso qué tiene que ver? No veo por qué no voy a poder salir entonces.

Guido se echa a reír.

 No creo que puedas ¿Cuánto duraría vuestro matrimonio?

Niki sonríe y hace cuernos con la mano.

 ¡Eh, quédate tú con la mala suerte!

 Si lo piensas, deberían traer suerte y, en cambio, la mayor parte de las veces son precisamente ellos los que ponen fin a un matrimonio: ¡los cuernos! -Guido prosigue sin darle tiempo a responder-: Mira ahí -indica el grupo que está debajo de la grada de asientos, los chicos que bailan.

En medio de ellos, ligeramente colocada, una chica se mueve divertida y suelta, el pelo le ondea sobre los hombros, tiene los ojos cerrados y va descalza, con la mano izquierda sujeta un canuto y con la derecha una cerveza, alterna sin distinguir uno de otro con un único deseo: aturdirse.

 Es una de mis ex novias. Tiene veintitrés años Va atrasada en los estudios, pero hicimos un montón de proyectos juntos, estuvimos de maravilla durante un año y medio. Después sucedió algo. Empezó a fumar. Porros también, a beber cerveza y otras cosas que jamás había probado. ¿Lo entiendes? De un extremo al otro sin motivo alguno.

 Tal vez tú no veas la razón, pero todo tiene su porqué Sólo que a veces a vosotros, los hombres, se os escapa.

Guido esboza una sonrisa.

 Ya. ¿Y en cambio tu futuro marido tendrá siempre la capacidad de comprenderte? ¿Sabrá observar lo que está sucediendo? ¿Adaptarse y seguirte en tus cambios?

 Oh, yo me fío de él

 De hecho, no me cabe ninguna duda. Es de ti de quien no debes fiarte

Niki echa la melena hacia atrás y se ríe.

 ¡De mí! Faltaría más.

 «Quien renuncia a la libertad para alcanzar la seguridad no se merece ni la una ni la otra», decía Franklin. Además, el exceso de seguridad te hace resbalar con mayor facilidad

 Veo que no eres el hombre Perugina, sino el de las citas.

 Pues sí, sé muchas. Pero si salimos a cenar te prometo que no diré ninguna y te hablaré de otras cosas Siempre y cuando tú no tengas miedo, claro.

Niki vuelve a ponerse seria.

 Ya te he dicho que no tengo miedo, al igual que tampoco tengo ningún motivo para salir a cenar contigo -y, dicho esto, se marcha dejándolo allí plantado, entre divertido y curioso, satisfecho en cualquier caso de haber conseguido agitar algo en ella.

Guido sonríe optimista creyendo haber adivinado de qué se trata.

Setenta y uno

Son las ocho. El ritual del aperitivo. Una música lounge envuelve el local mientras unos raudos camareros preparan cócteles y sirven el vino y el champán en las copas. En la barra se exhiben varios canapés apetitosos, salsas, patatas fritas, pistachos y avellanas. Un poco de verdura salteada y algunas pizzas llenan varias bandejas. Por todas partes cuelgan corazones y bandas rojas con las palabras «I love you». Susanna se echa el pelo hacia atrás.

 ¿Has visto cuánta gente? ¡Y no sólo hay parejas!

Cristina mira alrededor.

 Sí, en efecto, también hay varios grupos de chicos y chicas.

Susanna da un sorbo a su Negroni.

 Mmm, mira ese de ahí

Cristina se inclina en su taburete. Un tipo alto y moreno está de pie al lado de la barra, junto a la entrada, con aire de aburrimiento.

 Apuesto algo a que está esperando a su novia.

 Yo creo que no. -Susanna le indica que se acerque con un ademán.

 ¡Susanna! Pero ¿qué haces? -Cristina se tapa la cara con la mano.

El chico mira perplejo a Susanna. A continuación sacude la cabeza y coge su vaso. Se acerca a ellas. Va bien vestido, es joven y luce un ligero bronceado. Cristina se vuelve hacia el otro lado.

 No, por favor, Susanna, te lo ruego

 ¿Qué más te da? Pero si está como un tren

El joven llega junto a Susanna.

 ¿Me has llamado?

 Sí. Escucha, mi amiga y yo estamos buscando un sitio a donde ir esta noche, un sitio que esté bien, ya sabes, para celebrar

El tipo mira a Cristina, que no sabe dónde meterse.

 Ah, bueno, podéis probar en Joia, en via Galvani. Van muchos vips y las mujeres pagan menos por entrar. En el último piso tienen también un restaurante, pero es estilo privé, no sé si esta noche

Susanna lo observa complacida.

 Óptimo consejo. Es más, si no estás ocupado, ¿por qué no te apuntas? Nos vemos allí a eso de las doce Mi amiga y yo iremos a cenar y después nos pasaremos seguramente por Joia. Nos has convencido, ¿verdad, Cri? -Susanna se vuelve una vez más hacia Cristina, que asiente avergonzada-. Mi amiga es tímida, ¿sabes?, pero también le apetece. En fin, ¿nos vemos allí? ¿O estás esperando a tu chica?

El joven sonríe.

 No, sólo he venido a tomar un aperitivo. Está bien, podemos quedar después en el Joia, así nos conocemos mejor. Adiós, guapas -y le guiña un ojo a Susanna.

Apenas se aleja, Susanna suelta una carcajada.

 ¡Por el amor de Dios, Cri, relájate! No hacemos daño a nadie. ¿Has visto qué chulito?

 Susanna, no lo conoces de nada, ¿cómo has podido quedar así?

 ¡Pero si no me he casado con él! Venga, divirtámonos, vayamos a dar una vuelta -Coge a Cristina del brazo y echan a andar.

Otros chicos del local se percatan de su presencia y les dicen algo cuando pasan por delante de ellos. Un cumplido. Una frase. Un intento de entablar conversación. Susanna ríe y les da cuerda. Dos hombres de unos cuarenta años se aproximan a ellas. Susanna pega la hebra y empieza a bromear con ellos. A todos les dice que vayan al Joia a medianoche.

 Susanna, ¿has pensado qué vamos a hacer después?

 ¡Muy sencillo! ¡No haremos nada! ¡Venga, vayamos a cenar!

Al cabo de media hora, Susanna y Cristina se encuentran en una taberna. Comen alegres, beben vino tinto y brindan. Cristina empieza a soltarse. Admira a su amiga, que sabe distraerse. La verdad es que debería aprender de ella. Tengo que volver a vivir, a sentirme mujer. También en el restaurante Susanna se las arregla para quedar en el Joia con unos hombres que ocupan la mesa contigua. A continuación pagan la cuenta. Corren hacia el coche haciendo el tonto, jadeando.

 ¡Estás loca, Susanna!

 ¿Sabes cuánto tiempo hace que no me sentía así? ¿Y tú? ¿Estás bien?

 ¡Puedes estar segura!

Susanna pone en marcha el coche.

 Es casi medianoche. ¡Vamos a ver a esos memos que hemos pescado esta noche! -Y arranca a toda velocidad.

Poco después llegan al Joia. Frenan y los ven a todos en la puerta. El guaperas, el grupo de chicos, los dos cuarentones y los de la mesa de al lado. Todos esperan de pie delante de la puerta mientras fuman o hablan.

 ¡No me lo puedo creer! ¡Han venido de verdad! -exclama Cristina mirando por la ventanilla.

 ¿Te imaginas qué pasaría si ahora nos apeáramos y nos acercáramos a ellos? ¿Si nos vieran?

 ¡Se pegarían!

Susanna y Cristina se miran.

 ¡No, nos pegarían a nosotras! -Y sueltan una carcajada.

Susanna acelera y se pierden en la noche romana, locas de felicidad como dos adolescentes.

Setenta y dos

 Gracias, ¿eh? -dice Niki interrumpiendo a Giulia, a Barbara y a Sara, sus compañeras de facultad.

 ¿Gracias por qué? -responde Sara sorprendida.

 ¿Teníais que contarle que me caso precisamente a Guido?

Giulia es la primera en tranquilizarla.

 Yo no le he dicho nada.

Barbara y Sara se exculpan a su vez.

 Yo tampoco, te lo juro

 Ni yo, quizá haya hablado con los chicos

Barbara se encoge de hombros.

 ¿Cómo íbamos a callarnos una noticia tan bonita como ésa? Pero ¿por qué lo dices? ¿Te ha molestado?

 No

 Yo creo que le gustas y lo intenta.

 Bueno, yo que tú, antes de casarme, y en lugar de las consabidas estupideces que suelen hacerse con diez amigas y el típico boy, uno de los Centocelle Nightmare o cualquier otro, yo saldría con él; estoy segura de que me regalaría una auténtica despedida de soltera

 ¡Consumación incluida! -añade divertida Giulia, la única que no tiene novio-. No sé por qué, pero estoy convencida de que debe de ser un auténtico placer.

 ¡Giulia! Por favor Pero si lo divertido es pasar juntas la noche anterior a la boda ¡Hacer el tonto sin pasar a mayores! No hacer lo Posible por acostarse con alguno.

 Si el tipo en cuestión fuese Guido, ¡valdría verdaderamente la pena!

 Mira que los boys no están tampoco nada mal, ¿eh?

 No lo sabes tú bien Antes del verano fui a la despedida de soltera de una amiga que se casaba Bueno, la verdad es que el único motivo para hacerlo era que se había quedado embarazada, ¿eh? -Giulia se da cuenta de lo que acaba de decir y, sobre todo, de la cara que ha puesto Niki-. Oh, perdona Bueno, es que -Giulia cambia de expresión y adopta una más resuelta-, Niki, tú eres un caso rarísimo, ¡las chicas que se casan con veinte años lo hacen siempre por un motivo!

 ¡No es verdad! Algunas lo hacen también por amor

 ¡Dime un nombre!

 Por ejemplo -Niki se queda pensativa-. Niki Cavalli

 ¡Siempre la misma!

 Está bien, volviendo a lo de antes, os decía que fui a esa despedida de soltera tan divertida y que mis amigas llevaron de todo, desde un taparrabos hasta ropa interior de leopardo Una se presentó incluso con un vibrador de color rosa.

 ¡No!

 Sí, con una tarjeta

 ¡Nunca se sabe! Pues bien, en un momento dado trajeron una tarta enorme con una sola vela y las siguientes palabras escritas encima: «¡Apágame y te encenderé!» Mi amiga Valeria sopló y, ¡pum!, la tarta estalló y de ella salió un tío increíble con un cuerpo para caerse de espaldas En fin, la música se puso en marcha y el tipo empezó a hacer un striptease. Os juro que algunas gritaban, otras casi se arrancaban el pelo, y estoy segura de que varias de ellas incluso se corrieron allí mismo.

 ¡Giulia!

 Bueno, en mi caso fue así Ese tipo era muy sensual, sus movimientos eran perfectos, ni demasiado provocativos ni tampoco vulgares. Además, cuando ya casi estaba desnudo se acercó a Valeria y con un cambio de música perfecto simuló que hacía el amor con ella. Fue un espectáculo precioso, os lo juro.

 Pero ¿por qué nos cuentas todo esto? ¿Pretendes abrirnos el apetito?

 Después hablamos con ese chico, Daniele, se llamaba. Pues bien, he de deciros que tenía dos títulos universitarios, en astrofísica y en ingeniería aeroespacial, que había escrito varios artículos, incluso en revistas extranjeras, y sólo se dedicaba a eso para sobrevivir

 ¿Qué pasa, que en Italia no dan becas para estudiar esas cosas? ¿Os dais cuenta?

 Qué triste

 Ah, pero más triste aún es que nos dijo que tenía pareja Y peor todavía, ¡que era un hombre!

 ¡Caramba! ¡Pero le seguisteis el juego! Claro, un genio homosexual Para nosotras, unas pobres y simples solteras Una especie de ídolo inalcanzable.

 ¡Tal y como está el patio, al menos con Guido no puede equivocarse!

 Ah, sí, ése de homosexual no tiene nada

Niki se echa a reír.

 ¡Sí, pero quizá no sepa hacer un striptease, y además no se ha licenciado! El problema es siempre el mismo ¡Ser sincera con una misma y, sobre todo, admitir lo que buscas de verdad en un hombre!

 Te olvidas de una cosa -Barbara le sonríe con malicia-. Lo que un hombre te hace creer que puedes encontrar en él. -Apenas concluye la frase se acercan a ellas Luca y Marco.

 ¡Os hemos traído algo de beber! -Les pasan los vasos que les han traído sobre una bandeja grande.

 Gracias -Niki coge un vaso de Coca-Cola.

 Eh, ¿de qué estaban hablando estas bellezas?

 Oh -Sara sonríe-. ¿Recuerdas a Kierkegaard, Diario de un seductor! Pues, por ahí iban los tiros

Luca abraza a Barbara.

 Lo sabía, he tenido mucha suerte Es difícil encontrar a una compañera guapa y divertida ¡Y no digamos ya una inteligente! ¡Eso es casi imposible!

Barbara se vuelve, sorprendida.

 Cariño, no me habías dicho que estabas con otra

Todos se echan a reír y Niki se pone a beber de nuevo mirando fugazmente alrededor. Nota que Guido charla con una chica atractiva al otro lado de la sala. Ella se ríe inclinándose hacia delante. Guido sigue bebiendo limonada. En un momento dado su mirada se cruza con la de Niki y alza el vaso. Es absurdo que discutamos cada vez que nos vemos; en el fondo es simpático. Y no es peligroso. Mientras lo piensa, retumban en su mente las palabras de él: «Es de ti de quien no debes fiarte El exceso de seguridad te hace resbalar con mayor facilidad.» De manera que, menos segura ya, da un sorbo a su Coca-Cola y, cuando baja los ojos, ve que Giulia la está escrutando con una sonrisa divertida en los labios. Ha presenciado el intercambio de miradas y de sonrisas y ahora observa a Niki maliciosa, con aire de estar imaginando vete tú a saber qué, de tener más conchas que un galápago. Y Niki se percata de que es demasiado tarde para disimular.

Setenta y tres

Alex llega jadeante y llama a la puerta. Flavio le abre de inmediato con semblante serio y disgustado. Alex entra y cierra la puerta a sus espaldas.

 ¿Qué pasa? ¿Qué ha sucedido? ¿A qué vienen tantas prisas? ¡Apenas me ha dado tiempo a acabar la reunión para venir corriendo hasta aquí!

 La verdad es que no sé qué decirte. No sé lo que le ha ocurrido. Se ha encerrado ahí dentro y no me habla, no quiere saber nada, no atiende a razones.

 ¿En serio?

 ¿Acaso crees que bromeo?

Alex lo mira desconfiado y Flavio se siente sinceramente desolado.

 Ha dicho que sólo quiere hablar contigo. En serio, Alex, te estoy hablando en serio.

 Hum

Al final Alex se convence. Quizá haya hablado con Susanna, se habrán dicho algo, un intercambio de ocurrencias, o quizá hayan recordado tiempos pasados, tal vez se trate de algo relacionado con sus hijos. De repente Alex tiene una intuición. Puede que él, que siempre ha estado con otras mujeres, haya descubierto ahora que ella está con otro. Esa última reflexión acaba de convencerlo. Llama temeroso a su puerta.

 Pietro Pietro, ¿estás ahí? Venga, déjalo ya. Hablemos De lo que sea Es mejor hablar, expresarlo en lugar de guardárselo dentro. Rumiar las cosas en silencio sólo sirve para empeorarlas, ¡como en tu caso!

Por fin se abre la puerta y suena una música a todo volumen: «Zazuera, zazuera ¡A, E, I, O, U, ipselon!»

Pietro sale de la habitación a la cabeza de una conga.

 ¡Brasil, la-la-la-la-la-la-la-laaa! -canta a voz en grito, feliz y alegre como nunca.

Detrás de él, con las manos apoyadas en las caderas, lo sigue una chica de color, una venezolana un poco más clara de tez y tres italianas.

 ¡Agárrate al final, vamos, ven con nosotros! ¡La última vez no te organizamos la fiesta que te merecías!

La conga desfila por delante de Alex alegre y divertida. Una sucesión de cabelleras rizadas y oscuras, lisas y rubias, e incluso pelirrojas. En el aire se entremezclan los aromas, del más dulce al más seco, todos deseables, eso sí.

Alex fulmina con la mirada a Flavio, que abre los brazos.

 Me pidió que no te dijera nada; aseguró que la sorpresa te gustaría.

 ¡Claro!

Por si fuera poco, al final de la conga, con una extraña cinta de colores sujetándole el pelo y una boa azul alrededor del cuello, se encuentra Enrico.

Alex se queda patidifuso.

 ¿Tú también?

 ¡Sí! Soy demasiado feliz He encontrado a la canguro Y además, Pietro y Flavio tienen razón. ¡Debemos alegrarnos por ti! Tú también lo dijiste, ¿no? ¡Eres tú quien se casa! Tenemos que celebrarlo como es debido Entre otras cosas porque nosotros ya lo hemos hecho Y no corremos ningún riesgo. Pe-pe-pe-pe-pe-pe-pe-pe-pe

Desaparece de su vista contoneándose como un perfecto carioca detrás de esa conga multiforme, multicolor y multiétnica Y, sobre todo, perfectamente equilibrada en cuestión de curvas, como esas sobre las que Enrico apoya radiante sus manos.

 Zazuera, zazuera -Desaparecen detrás del último pilar que hay al fondo de la sala.

Ring, ring. Suena el móvil de Alex, que lo saca del bolsillo de su chaqueta verde y lee el nombre en la pantalla.

 ¡No me lo puedo creer! ¡Es Niki! Tiene un sentido de la oportunidad -Abre el aparato-. Estaba a punto de llamarte, cariño.

 ¿Cómo es posible que siempre estés a punto de llamarme, y siempre, aunque sea por unos segundos, me adelanto?

Alex piensa por un momento.

 Tienes razón Debe de ser algo genético, por lo visto llevas dentro un reloj biológico que haría palidecer de envidia a los suizos; o quizá sea aún más sencillo: nuestras mentes sintonizan a la perfección ¡Sólo que tú eres más rápida que yo!

 Hum -Niki reflexiona un instante-. No sé por qué, pero detrás de cada cumplido veo siempre el engaño.

 ¡Amor mío! Qué horror Me quitas las ganas de subrayar, de gritar al mundo la suerte que tengo de tener a mi lado a una mujer tan perfecta. ¡Y no tardará en ser para siempre!

Niki se sobresalta, siente un escalofrío y se queda sin aliento. Miedo. Esas palabras. Para siempre. Pero se sobrepone en un abrir y cerrar de ojos y prosigue como si nada:

 Sí, sí Cuando dices esas cosas, en lugar de engaño yo hablaría más bien de tomadura de pelo.

 Cariño, sé que quizá no me creas, pero lo pienso de verdad. ¿Quién o qué cosa podría impulsar a un hombre a pedir la mano de una mujer sino, simplemente, todo lo que siento por ti? -Antes de que pueda añadir algo más, la abigarrada conga sale por la puerta del salón.

 Zazuera, zazuera -Pasa junto a Alex, que se aleja de inmediato y se dirige hacia la cocina buscando un poco más de tranquilidad. Pero, como suele ser habitual, a Niki no se le escapa nada.

 ¿Dónde estás, Alex? ¿En una discoteca?

A él le entran ganas de reírse.

 No Estoy en casa de Pietro.

 Pero bueno Me aseguraste que estaba muy triste, que era urgente que fueses a verlo, que Flavio te había llamado y que no sabías lo que estaba ocurriendo.

 Sí, así es.

Pietro se planta delante de él y hace sonar un matasuegras delante de su cara:«Piiiiii»

Alex lo echa de inmediato de la cocina y cierra la puerta. El silencio es, de nuevo, casi absoluto.

 ¿Qué es todo ese jaleo?

 Bah No lo sé. Tal vez una alarma. He cambiado de sitio.

 ¿Y bien?

 Pues nada, que llegué aquí convencido de que me encontraría con lo que te había dicho, pero se trataba de una broma, me han preparado una sorpresa

 ¿Qué tipo de sorpresa?

 Eh, ¿qué tipo? Nada, un poco de gente, champán, algo de comer, música Una pequeña fiesta para celebrar la noticia de nuestra boda.

 Imagino que hay también algunas chicas

 Sí, creo que trabajan en el despacho de Pietro No sé, cuando me has llamado acababa de llegar.

 Hum -Niki se queda pensativa-. Sí, precisamente hoy mis amigas y yo hemos estado hablando de eso, se les han ocurrido varias ideas para mi despedida

 ¿Y eso qué tiene que ver, cariño? Pero si esto no es ninguna despedida de soltero, es demasiado pronto aún

 Ah, en ese caso puedo ir

Alex se queda de piedra, la pregunta lo ha pillado desprevenido. Mira a través de la puerta cristalera que une la cocina con el comedor. Pietro está bailando entre la chica de color y la guapísima venezolana, rozando sus cuerpos. En momentos como ése es cuando no hay que dejarse pillar desprevenido.

 Por supuesto, ¿por qué no? ¿Te apetece?

Niki reflexiona por un momento y finalmente toma una decisión.

 No, no Mañana por la mañana tengo una clase muy temprano Pero no vuelvas tarde, ¿eh? Y no te distraigas mucho ni bebas demasiado Y, sobre todo, no hagas nada que luego no puedas contarme.

 Cariño Estoy de acuerdo con todo salvo con lo último que has dicho.

 ¿A qué te refieres?

 Si después te lo cuento todo ¡Es como si tuviera permiso para hacer de todo!

 ¡Claro, cómo no! Prueba, ¡tú me lo cuentas y luego hablamos!

Niki cuelga con esa última amenaza. Alex sacude la cabeza divertido. Es fantástico tener una novia así, me alegro de casarme con ella. Cuando existe una perfecta sintonía puedes contarlo todo, no necesitas ocultar nada, te sientes ligero, sin preocupaciones y puedes ser tú mismo. Porque no hay nada más terrible que tener que adaptarte, que esforzarte por ser como en realidad no eres. En cierta medida eso era lo que sucedía con Elena. Claro que ella era una mujer excepcional, pasé momentos preciosos en su compañía. El sexo, sin ir más lejos, era increíble, lleno de imaginación, de malicia, incluso de perversión en ciertas ocasiones. Elena sabía lanzarse, le gustaba llegar hasta el final, condimentar el sexo con la fantasía. Una vez, sin ir más lejos, se empeñó en que viésemos Lucía y el sexo y quiso que nos sentáramos en las últimas filas del cine Todavía lo recuerdo. Ella llevaba una falda, una camiseta, una chaqueta y unas medias de rejilla Eso era todo. Y mientras las escenas de la película pasaban por la pantalla, Elena se dejó llevar por lo que en ellas sucedía, me cogió la mano y ¡Basta, Alex! ¿Por qué me vuelven a la mente esas cosas? ¿Qué tienen que ver conmigo ahora? Elena era extraña y, de hecho, después descubriste lo que te ocultaba. ¿Por qué piensas en ella precisamente ahora? ¿Temes que el deseo físico que sientes por Niki pueda menguar porque ella no es tan lanzada? En fin, habla claro, Alex, porque ella, en el fondo, no es una «salida». Puede ser. Alex, tendrás que ser tú el que invente, el que cambie, el que alimente vuestro deseo, el suyo y el tuyo, mientras que antes era a ti al que seducían en ese sentido, ahora te verás obligado a hacerlo también tú. Y quizá te guste más O puede que ella, Niki, cambie, se vuelva más mujer, más adulta, se vista con ropa de cuero y se calce unas botas hasta la rodilla Alex se imagina una Niki más sensual. La ve diferente, con el pelo corto, a lo garçon, una especie de Niki-Valentina de Crepax, vestida de negro de los pies a la cabeza, sin bragas, con una chaqueta de piel y unos extraños objetos en la mano Es audaz, lujuriosa y ávida, se apoya en los muebles de la cocina Se vuelve hacia él, lleva los ojos pintados de negro, los labios de un color más oscuro, intenso, pero no vulgar, sonríe y espera maliciosa a que Alex se acerque a ella. Mientras tanto, se inclina ligeramente hacia adelante

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