¿Nos asusta? ¡Quiero decir que nos asustaba! Porque el entusiasmo de Niki nos ha convencido.
Luigi aplaude.
¡Muy bien! Por otra parte -los mira y los señala con el dedo, pasando de uno a otro-, también entre ustedes hay una gran diferencia de edad Y eso es bueno, el hombre debe ser mayor y más maduro
Roberto se queda un poco desconcertado.
La verdad es que yo iba tan sólo un curso por encima de ella Tenemos casi la misma edad.
Ah -El padre de Alex se da cuenta de que ha metido la pata-. ¿Les apetece un poco más de té?
La conversación se va animando poco a poco.
Entonces, ¿habéis elegido ya la iglesia?
La verdad es que no.
¿Y la fecha? No os caséis en sábado, es muy cheap.
Roberto los mira divertido. Por lo visto, también ellos están obsesionados con los dibujos animados
Margherita y Claudia se sientan al lado de Niki.
Oye, si no es problema nos encantaría echarte una mano.
Yo, no, no, faltaría más.
Nosotras ya hemos pasado por eso y sabemos los errores que se pueden cometer
Sí-apostilla Matteo-. ¡Además del de casarse!
Niki se siente ligeramente cohibida.
Mi hermano siempre quiere hacerse el simpático, pero no le sale demasiado bien.
Qué encanto -Margherita le sonríe-. Mira, ahí están mis hijas, Celeste y Miriam. ¿Te apetece jugar con ellas? ¡Están en los columpios!
Matteo echa una ojeada y ve a lo lejos, a orillas del campo hípico, unas niñas que juegan en un columpio.
Está bien Me voy con ellas -y se marcha balanceándose, pero antes le dice a Alex-: Recuerda que luego tenemos que montar un caballo, ¿eh?
Por supuesto Más tarde, o mañana por la mañana.
Bueno, pero no me engañes, ¿eh? -Luego se acerca a él para que no lo oigan los demás-. Si no, les cuento todas las veces que has venido a casa aprovechando que mis padres no estaban.
Je, je -Alex esboza una sonrisa forzada.
¿Qué te ha dicho, Alex? -le pregunta Silvia a su hijo, curiosa.
Nada, que tiene un juego de carreras de caballos para Playstation.
Ah, estos chicos de ahora ya no distinguen entre la realidad y el mundo virtual.
Gregorio recuerda algo de repente.
Oh, sí, y ¿habéis oído eso de esa pareja inglesa? Se conocieron chateando y luego lo dejaron porque se engañaban el uno al otro virtualmente.
Davide interviene en la conversación:
¡Puestos a engañar, hay que hacerlo de verdad, no virtualmente!
Claudia lo mira irritada.
Así se ahorran el sentimiento de culpa.
Margherita se encoge de hombros.
Algunos no lo tienen de todas formas.
Bueno, en nuestra época las cosas eran mejores -asegura Luigi-No había móviles, ni tampoco todos esos sistemas tan complicados. He leído que la mayor parte de las infidelidades se descubren a través de los sms
Silvia se suma a la conversación.
Es cierto ¡Las palabras vuelan, pero lo escrito permanece!
Yo entré una vez en un chat -comenta Davide. Todos lo miran con aire de reprobación-. Por trabajo
Ah, sí -Alex sonríe-. Ahora se usan mucho para darse a conocer, pero las generaciones más jóvenes los emplean como si fuera el teléfono de antes -Mira a Niki, que sigue escuchando las sugerencias de sus futuras cuñadas.
Para el banquete tienes que probar un gran hotel, es lo mejor.
Luigi pregunta intrigado a Roberto, señalando a Simona.
Y ustedes, ¿cómo se conocieron?
Tocábamos en el mismo grupo punk
Simona lo interrumpe:
Sí, en el colegio. Además, venía a recogerme al conservatorio donde asistí a lecciones de piano durante cierto tiempo
¿En serio? ¿Podemos escuchar alguna pieza?
¡No! ¡No! ¡No podría, soy una perfeccionista! Si me equivoco en una nota me siento fatal. Cuando nacen los hijos, ya se sabe, debes renunciar a todo, ellos se convierten en tu pasión
¡Ahhh! -un grito aterrador desgarra el aire.
¿Qué pasa? Viene de allí, de los columpios.
Davide, Margherita, Gregorio y Claudia se levantan y echan a correr en esa dirección, seguidos de Roberto y Simona. La pequeña Miriam se precipita hacia ellos.
¿Qué ha ocurrido? ¿Qué ha ocurrido?
Miriam señala los columpios.
¡Celeste ha salido volando por los aires!
¿Cómo que ha salido volando?
Sí, ha salido volando.
Los padres corren hacia los columpios y ven que, más allá de la
empalizada, en el seto que hay delante de los mismos, Celeste llora hundida hasta la cintura en excrementos de caballo.
Pero ¿cómo has ido a parar ahí?
Celeste señala a Matteo sin dejar de llorar.
Ha sido él
Pero, mamá, me pidió si podía empujarla más fuerte. Insistía: «¿Me empujas más fuerte? Venga, más aún» Yo hice lo que me decía y ella salió volando por los aires. ¡Cómo iba a saber que pesaba menos que una pluma!
Roberto le da un pescozón.
¡Deberías tener más cuidado!
¡Pero si me lo pidió ella!
¡Puedes dar gracias de que no se haya hecho daño!
Sí, ha aterrizado en medio de un montón de caca; en el futuro será muy afortunada
¡Puede, pero esta noche no! Lo recordará siempre ¡La has marcado para el resto de su vida!
Gregorio y Margherita consiguen sacar a Celeste del estiércol.
Bueno, nosotros nos vamos a casa
Sí, nos vemos a la hora de cenar.
Claro, con mucho gusto, siempre y cuando consigamos lavarla bien
Roberto, Simona, Niki y Matteo se dirigen hacia la casa.
Menudo ridículo
Sí, menos mal que no se ha hecho nada
Pues sí
Ah -Matteo se frota todavía la nuca-. Que conste que fue ella la que insistió, ¿eh? Quizá le traiga buena suerte de verdad No podéis ni imaginar cómo salió volando por los aires Si en lugar de Celeste se hubiera llamado Stella, Estrella Fugaz, yo habría sido el primero en verla y habría pensado de inmediato un deseo: ¡quiero una moto!
Roberto vuelve a darle otro pescozón.
Aya, papá
«Ay», se dice «ay» ¡Otra como ésa y verás quién sale volando esta vez!
Luigi se acerca a él y lo coge del brazo.
No se preocupe, Roberto Son niños y esas cosas suceden; por suerte, la naturaleza nos ha protegido
Pues sí
Bueno, cenamos dentro de una hora. Nos vemos en el salón grande
De acuerdo
Se marchan dejando solos a Roberto y a Simona.
Son amables, ¿eh? No le han dado importancia.
No Digamos que, para seguir con el tema, ésta ha sido nuestra primera cagada
Y se encaminan riendo hacia su habitación.
Ochenta y uno
Un poco más tarde, en el salón grande, bajo la gigantesca araña con más de doscientas velas, todos han tomado asiento.
Pero ¿la cera de esas velas no chorrea?
¡Mateo! -Niki le dirige una sonrisa falsa-. ¡Ojalá! Me gustaría ver caer un alud capaz de taparte la boca.
La cena da comienzo y dos camareros vestidos de manera impecable sirven los entrantes.
Hemos comprado un poco de jamón serrano; es magnífico, un pata negra, queríamos que lo probaran.
Después llegan los primeros platos.
He dedicado toda la mañana a cocinar esta salsa de liebre con mis propias manos
Luigi cocina de maravilla, yo, en cambio, soy una nulidad. Si él se casó conmigo por amor, yo lo hice por el paladar Siguen unos segundos excelentes.
Hay pato y jabalí No sabíamos si preferían la caza terrestre o las aves voladoras.
Matteo mira a Celeste y se echa a reír, pero ella capta la ocurrencia al vuelo y le saca la lengua.
¡Celeste! -su madre la reprende de inmediato-. No seas maleducada.
Pero él me estaba tomando el pelo.
No, sólo pretende ser simpático.
La cena prosigue regada con los mejores vinos tintos, un Morellino di Scansano, más ligero, y un Prunotto del Brodo, para la carne más apreciada, acompañada de unas magníficas guarniciones, además de patatas al horno y fritas, doradas y todavía calientes. Matteo no puede resistirse y coge una con la mano, pero al notar el pellizco de Niki bajo la mesa, vuelve a dejarla en su sitio.
¡Aya!
Se dice «ay»
En lugar de corregirme siempre, ¿no sería mejor que dejaras de pegarme?
No, así aprendes a hablar ¡Y también a comportarte en la mesa!
Poco después llega un delicioso carrito rebosante de dulces: pariría cotta, crema catalana, crema pastelera, varios tipos de tartas, confituras y mermeladas para todos los gustos No faltan tampoco los cantucci y el vino de postre.
Una costumbre muy toscana
Las hermanas de Alex se echan a reír y se llenan el plato.
Nosotras no tenemos que adelgazar, ya estamos casadas
Que sepáis que lo ideal es que después de diez años todavía podáis poneros el vestido de novia
Gregorio es el consabido aguafiestas.
Yo ni siquiera sé dónde está
Margherita tiene más clase.
Aparte de que aún me faltan dos años y, por tanto, todavía tengo tiempo de adelgazar; y, además, ése es un momento mágico Mira las fotos de todos los que se han casado: ninguno está igual de delgado que el día de la boda
¡Y si lo está es porque se ha divorciado! -puntualiza Davide.
Riéndose y bromeando, se dirigen hacia la sala.
¿Os apetece una copa de oporto? ¿Ron? ¿Grapa? ¿Un digestivo? ¿Queréis un amaretto? Lo producimos nosotros, lo hacemos en nuestros campos
Mmm, qué rico. Yo lo probaré con mucho gusto
Y mientras Alex sirve algo de beber a sus cuñados y al resto de los invitados, Niki nota que el móvil le vibra en el bolsillo. Lo abre y lee el mensaje procurando que no la vean. Pero ¿quién me escribirá a estas horas? Será una de las Olas. En cambio, se lleva una buena sorpresa:
«Estoy en el concierto, sólo faltas tú. Es tan fantástico que quizá no habríamos discutido o, en caso de haberlo hecho, nos habríamos reconciliado en seguida. Un beso. Guido.»
¿Guido? Niki se ruboriza. ¿Cómo habrá conseguido mi número? Yo no se lo he dado. No pueden haber sido las Olas ¿Están locas? Quizá haya sido Barbara o Sara. Luego recuerda aquellas sonrisas, aquella noche en la Facultad de Filología, aquellas miradas que los demás notaron. Giulia. Seguro que ha sido Giulia.
¿Quién era? -Alex pasa por su lado en ese preciso momento y a Niki le da un vuelco el corazón.
Oh Se están divirtiendo un montón, están en el concierto de la facultad -y a continuación añade algo que jamás habría imaginado-: Era Olly.
Ah -Alex sonríe y se dirige hacia Roberto para servirle una copa de ron.
Olly. Era Olly. ¿Por qué lo he hecho? ¿Por qué le he mentido? Tendría que haberle dado muchas explicaciones, habría sido demasiado largo, y además ahora, con toda esta gente alrededor No era el momento. Sí, es sólo por eso. Vuelve a su sitio tranquila. Sí, ha sido sólo por eso. Ahora está completamente convencida y, para estar aún más segura, apaga el móvil.
Ochenta y dos
La cena ha sido fantástica.
Sí, todo era realmente perfecto.
Nos vemos mañana por la mañana
Las mujeres se despiden y se encaminan hacia sus respectivos dormitorios. Luigi se acerca a Roberto.
Mañana tengo reservada una bonita sorpresa, exclusivamente para hombres. ¡Caza del jabalí! Con Edmond, mi leal perro, y en nuestra reserva. Será muy divertido. ¿Lo ha probado alguna vez, Roberto?
Oh, sí, alguna que otra.
¡Estupendo! Le hemos preparado un equipo. Nos vemos a las seis en punto.
Roberto traga saliva.
A las seis, por supuesto
A propósito, Roberto, creo que ya va siendo hora de que nos tuteemos
Sí, faltaría más. ¿Luigi, seguro que quieres que nos veamos a las seis?
¡Por supuesto! ¡Vamos, a dormir en seguida!
Tras intercambiar los saludos de rigor, todos se dirigen a sus habitaciones. Simona coge del brazo a Roberto.
Cariño, ¿por qué no le has dicho la verdad? Tú no has cazado en la vida
¡Y qué más da!
¿Cómo que qué más da? Tienes que usar una escopeta
Ya, pero he visto Bailando con lobos unas diez veces. Si la cosa no va bien, lo peor que puede pasar es que no cace a ese jabalí y punto
Con tal de que no caces a otro Después del vuelo de Celeste, ¡sólo nos faltaba matar a alguien!
Entran en su dormitorio.
Buenas noches, chicos.
Buenas noches, mamá.
Buenas noches, papá.
Niki simula entrar en su habitación, pero en cambio se escabulle por el pasillo y espera a Alex.
Oye, pero ¿de qué va esto? ¡¿Por qué tenemos que dormir separados?! Ni siquiera lo hacía en secundaria
¿Qué quieres decir?
Bueno -Niki prosigue-, me refiero a que en secundaria tenía más libertad.
Ah, ya lo entiendo.
En ese momento Eleonora pasa por su lado.
Hola, Alex, buenas noches, Niki. ¡Esperemos que no haya una tormenta esta noche! ¿Recuerdas que cuando éramos niños los truenos nos asustaban y dormíamos todos juntos, tú, yo y tus hermanas?
Sí
Niki sonríe.
¡Pero si es una noche estrellada! No hay peligro.
Ya Bien, buenas noches -y entra en su habitación.
De manera que dormíais juntos
¡Con mis hermanas!
Ella que lo pruebe, ni que haya un huracán, ¡que la mando volando por la ventana!
Me gusta cuando te pones celosa Ven -La aferra, la coge de la mano y la arrastra hasta su dormitorio-. Imagina que estamos de nuevo en el instituto Los dos -En la penumbra de la habitación, con la luz difusa de la luna entrando por la ventana, Alex empieza a desnudarla-. Me gustas, Niki, me vuelves loco Me gustas tanto que incluso me casaría contigo.
Tú a mí también
Y la idea de estar en esa casa, con los padres de ambos en las habitaciones contiguas, los excita tanto que en un abrir y cerrar de ojos están desnudos bajo las sábanas y se pierden entre abrazos confusos suspiros rebeldes y caricias prohibidas. Una sonrisa, una boca abierta, ese dulce placer, ese deseo perfecto y esas dos lenguas que hablan de amor en la penumbra.
Ochenta y tres
Después de un ligero pero sano desayuno consistente en huevos, tostadas y café, nuestros cazadores se encuentran a las puertas de la reserva. En lo alto de una gran colina discurre un sendero más claro que se pierde entre los arbustos y los matorrales como si de una gruesa serpiente se tratara. Luigi sonríe al grupo.
Alex no ha venido Tenía sueño.
Davide y Gregorio, que se han quedado rezagados, se sonríen.
Claro, con una veinte años más joven, yo también tendría siempre sueño.
Gregorio lo regaña:
Chsss, cuidado que no te oiga su padre. Aunque la verdad es que tienes razón: Alex ha hecho bien. La diferencia de edad puede hacer perdurar el matrimonio.
Davide se encoge de hombros.
Bah, no sé En ese sentido Bruce Springsteen siempre me ha parecido un tío ejemplar. Primero se casó con la modelo Julianne Philipps, una mujer que tiraba de espaldas, y después, al cabo de unos cuantos años, se fue con su corista, Patti Scialfa, una mujer insignificante ¿Sabes cuál es la moraleja de su historia?
¿Cuál?
Que el amor es el verdadero secreto del matrimonio.
Coño, pues sí que te has levantado filosófico esta mañana. Oye, en lugar de soltar tonterías a diestro y siniestro, prueba a ver si le das a un jabalí, anda
Se acercan al grupo riéndose. Luigi está eligiendo entre sus bracos.
Ten, Roberto, coge tú éste, es Edmond, mi preferido Pero, sobre todo, el mejor. Es como un hijo para mí, estoy muy unido a él siempre me ha dado muchas satisfacciones. ¡Si hay un jabalí en los alrededores, lo encontrará! Adelante, mis valientes ¡A cazar!
Los cuatro hombres avanzan por el bosque. Roberto siente cierto apuro porque los pantalones y la cazadora que le han prestado le quedan un poco estrechos y, en cambio, las botas son demasiado anchas. Empuña el arma como los demás e intenta imitarlos en todo.
Al cabo de un rato Davide se acerca a él.
¡Eh!
¿Sí?
Si no lo sueltas, Edmond no podrá encontrar nada.
Sólo entonces se percata de que los demás han liberado a sus perros.
Ah, sí, claro Pero la mía es una técnica inglesa
¿A qué te refieres?
Dejas que se vaya poniendo nervioso, lo sujetas, haces que no vea la hora de empezar a cazar, así lo motivas más, y después ¡lo sueltas! -Tras decir esto desata el collar de Edmond y el perro sale disparado como una flecha y se abalanza sobre los matorrales más cercanos.
Sí, pero ¿también empleas una nueva técnica para el seguro?
Roberto se da cuenta de que no ha liberado el seguro de la escopeta y entiende que no debe seguir por ahí.
No, no Es que todavía no tengo los cinco sentidos puestos en esto -Luego le guiña un ojo-. Me movía con seguridad
Poco a poco se alejan del punto de partida, los cazadores se adentran en los diferentes senderos, buscan entre los arbustos, en el follaje que se expande hacia lo alto por la colina como una gran mancha de aceite verde, cada uno detrás de su correspondiente perro, que escapa como enloquecido, olfatea nervioso el terreno, corre de un sitio para otro siguiendo un rastro cualquiera. Roberto, completamente desentrenado, corre detrás de Edmond, que asciende por el sendero y que, al final, hace salir a un enorme jabalí que estaba escondido detrás de unos matorrales de color oscuro. Roberto llega justo a tiempo, primero ve a Edmond, después al jabalí, de nuevo a Edmond, por segunda vez al jabalí, y al final dispara.
¡Le he alcanzado! ¡Le he dado!
Davide, Gregorio y, por último, Luigi corren hacia él procedentes de varios puntos, atraviesan a toda velocidad la maleza hasta llegar donde se encuentra Roberto.
¿Lo has cogido? ¿Dónde está?
Sí, ¿dónde está?
¡Allí!
Todos miran el grueso arbusto que se agita. De detrás de él aparece lentamente Edmond, que, tras dar dos o tres pasos, se desploma al suelo herido.
Le has dado, vaya si le has dado ¡a mi perro!
Ochenta y cuatro
La puerta se abre. Alex y Niki entran en casa de él y se mueven nerviosos de un lado a otro. Es evidente que han discutido ya en el coche Niki deja su bolsa en el sofá. Alex se vuelve.
Niki Ponía en el suelo. A saber dónde la habrán dejado caer Said y Kalim mientras la transportaban.
¡Madre mía! Te han contagiado el virus ¡Si se ensucia algo hay que lavarlo de inmediato! Pero uno debe vivir, ¿lo entiendes?, vivir No puede estar embalsamado como esa casa
Alex se vuelve molesto.
Ah, claro ¡Gracias a tu padre, nos ha faltado poco para disecar a Edmond!
Pues no habría estado mal, así luego habría hecho juego con Eleonora
Y dale con ella, es una chica simpática
¡Ay, cómo se nota que los hombres no entendéis una palabra de mujeres!
¿Yo tampoco? -La mira con intención-. Ten cuidado porque estás tirando piedras sobre tu propio tejado Recuerda que fui yo quien te eligió, ¡y el que quiere casarse contigo!
Recuerda que a la fuerza uno no siempre consigue lo que quiere.
De acuerdo, perdona, ¡me encantaría casarme contigo! -corrige de inmediato Alex.
Niki sonríe.
De todas formas, yo soy la excepción que confirma la regla, ¡un
extraño caso en el que un hombre elige a una mujer válida! Aunque empiezo a pensar que te habrías merecido a una tipa como Eleonora
¿Qué quieres decir?
En cuanto agota los cuatro temas básicos, no hace sino dar vueltas a lo mismo, se repite «Ah -la imita con voz de falsete-, me he comprado una cazadora de Prada preciosa, quiero ir a París a la semana de la moda, no hay que perderse la inauguración del nuevo Just Cavalli» Venga ya, no ha dicho otra cosa en todo el fin de semana. Tú te dedicas a la publicidad, ella sólo entiende de marcas, haríais una pareja perfecta ¡Hasta tiene tu edad! -Niki esboza una sonrisita para recalcar este último hecho-. Además, tus padres estarían encantados
Alex se sienta estupefacto en el sofá.
Para empezar, tiene diez años menos que yo
Por supuesto, cómo no, eso es lo que asegura ella
La conozco desde que éramos niños.
En ese caso los lleva muy mal.
Madre mía, qué pérfida eres Y, en segundo lugar, a mis padres les basta verme feliz para ser felices.
Sí, pero tus hermanas se alegrarían de ver feliz a Eleonora.
Alex sacude la cabeza.
Mis hermanas son amigas suyas, punto uno. Punto dos: a mí no me interesa. ¿Por qué te obsesiona tanto? ¿Estás celosa? -La mira con malicia-. En caso de que así sea, es porque tú notas algo especial que a mí me temo que se me escapa
Oye, Alex, ¿se puede saber qué estás insinuando? ¿Que yo no estoy a su altura, tal vez?
¿Yo? ¡Yo no insinúo nada! ¡Eres tú la que no deja de dar la lata con Eleonora! ¡Cuando te comportas así me sacas de quicio!
¡Si supieses cuánto me saca a mí de quicio estar con tus hermanas. ¡Hasta les he permitido que opinen sobre la boda! ¿Te das cuenta? ¡En el fondo son ellas las que deciden!
Pero ¿quién te lo pidió?
¡Tu madre!
No, lo que dijo mi madre fue que quizá ellas podrían echarte una mano porque, dado que ya están casadas, conocen todos los lugares.
Sólo pretendía que te ahorrases algunas molestias a las que ellas han tenido que enfrentarse. Lo único que quería era ayudarte y, ad más, si no querías podrías haberte negado.
¡Sí, y eso habría sido el fin del mundo!
¡Tienes una visión distorsionada de la realidad!
Sí, y tú de tu familia.
Alex se dispone a responderle, pero se da cuenta de que la discusión está yendo por mal camino. A veces las palabras pueden s peligrosas, nos toman la delantera y dicen más de lo que en un principio pretendíamos expresar. De manera que poco a poco se va calmando, se queda callado y, por primera vez, ve a una Niki distinta. Otra mujer, mayor, más resuelta y decidida, que sabe incluso ser mordaz. Ella, que siempre se había mostrado encantadora, amable, generosa, hasta en los momentos en que se encontraba en dificultades; incluso cuando él volvió con Elena, le mintió y ella se lo hizo notar con sencillez, como hace siempre, sin una brizna de maldad, al contrario, con ingenuidad y pureza, con el estupor del que resulta herido porque nunca se le ha pasado por la cabeza que ciertas cosas puedan suceder. Alex cae en la cuenta de pronto. Dios mío, ¿qué sucede? ¿Tendré yo la culpa? ¿Soy yo el que la está empujando a hacer todo esto? ¿Estoy forzando la situación? Y en ese instante, mientras la ve con la respiración todavía acelerada, guiñando ligeramente los ojos y aún enojada, se percata de cuánto la quiere, de que lo único que le gustaría es verla feliz, de cómo esas palabras, quizá erróneas, le pertenecen en cualquier caso y también por eso le gustan; no son justas, de acuerdo, pero amar a alguien también conlleva asumir la culpa de los errores ajenos ¿Todo eso supone amar a alguien? Se lo pregunta y después se responde a sí mismo con el corazón alegre: sí, eso y mucho más. Y por primera vez se siente realmente grande, maduro y seguro de su elección.
También en ese mismo instante Niki se da cuenta. Mirando el rostro de Alex, sus ojos al principio disgustados y luego, de improviso, sonrientes como si subrayaran el amor que siente, ese amor que consigue superar todas las dificultades humanas.
Cariño -Corre hacia él, se precipita en sus brazos y él la estrecha entre ellos. Niki esconde la cara en su pecho completamente despeinada-. Perdona, cariño Tampoco yo sé por qué lo he dicho
Alex le sonríe, después la aleja un poco de sí y la observa. Tiene los ojos brillantes, casi está llorando. De repente le cae una lágrima por sorpresa y Alex se la enjuga, se la lleva lejos. Niki pone cara larga. Poco a poco, con delicadeza, casi asustada.
Uf ¡Me echo a llorar por cualquier tontería!
No es ninguna tontería Ven, siéntate aquí a mi lado
Niki hace una mueca y al final obedece.
No me trates como si fuese una niña
Alex ahora está tranquilo.
Todos somos niños Depende sólo del momento. A veces deberíamos ser más adultos; otras, deberíamos comportarnos como chiquillos. El quid está en no confundir un momento con otro
Y esta vez, yo lo he confundido.
No. Es normal que estés un poco asustada, la presión a veces nos juega malas pasadas A mí me ocurre en el trabajo O, mejor dicho, me ocurría, porque de repente entendí la importancia de vivir, de saber vivir ¿Recuerdas que te lo dije? La felicidad no es una meta, sino un estilo de vida. Todos los días hacemos, corremos, nos angustiamos por cosas que no valen la pena y, mientras tanto, no nos percatamos de las cosas bonitas que están a nuestro lado y que se nos escapan Pues bien, una de esas cosas eres tú.
¡Pero si yo no me estoy escapando, Alex!
Alex sonríe.
Hoy no Aquel día te estaba perdiendo y supe dejarlo todo para hacerte comprender hasta qué punto eras importante para mí Ir al faro de esa isla fue la mejor prueba.
Niki lo mira.
¿Me perdonas?
¿Estás loca? ¡No tengo nada que perdonarte!
¿Cómo que no? Todas esas sandeces que he dicho sobre tus Padres
En parte son ciertas -Y sobre tus hermanas
¡Aún más!
¡Ahora estás exagerando tú, Alex!
Oye, Niki -se acerca a ella y le coge las manos entre las suyas-. Es nuestra boda Nada ni nadie debe entrometerse en nuestras elecciones o decisiones. ¿Que nos gusta? Eso quiere decir que la elección es correcta. Si no te apetece salir con mis hermanas, si no te interesan sus consejos, los sitios que conocen, en fin, si quieres hacerlo todo tú sola, yo se lo diré.
Niki se aparta de repente.
¿Crees que yo no soy capaz?
¡No, Niki! Faltaría más Lo decía porque me doy cuenta de que, por ser educada, te has visto envuelta en una situación que no acabas de controlar, que te gustaría rechazar ahora, sólo que no sabes cómo Cariño, tenemos que ser un equipo. ¿Sabes cuántas veces yo no conseguiré arreglármelas y entonces deberás ocuparte tú? Es normal.
Está bien. -Niki se levanta del sofá-. De esto me encargo yo. ¿Quieres beber algo?
Alex sonríe al ver que, de repente, se ha hecho dueña de la habitación. Y también de su casa. Y decide aprovechar la circunstancia.
¿Sabes lo que me gustaría mucho? ¡Tomarme un mojito! Encontrarás todo lo necesario para prepararlo en la nevera. -Se reclina en el respaldo del asiento, ya más relajado, sólo que, de pronto, lo asalta una duda-: ¿Sabes preparar un mojito, cariño?
Claro, no es tan complicado -responde Niki desapareciendo en la cocina.
Alex enciende el ordenador que está sobre la mesa y comprueba si tiene algún correo del despacho o si hay nuevas reuniones a la vista.
Niki abre la nevera y encuentra una infinidad de cosas. ¡Pero cuánta comida compra Alex! ¿Y cómo se hará ese dichoso mojito? Sólo le queda una alternativa. Saca el móvil del bolsillo y llama de inmediato a Erica. Su amiga lo tiene apagado. ¡Normal! A Erica le gusta beber y cuando va a la discoteca desconecta el teléfono. ¡A saber lo que estará haciendo! Prueba con el número de Olly. Espera un segundo, como suspendida «El número al que llama» Cierra el aparato. No hay nada que hacer. ¡Ella también lo tiene apagado! Pero ¿se puede saber qué estarán haciendo las Olas? Se han ido de vacaciones; cuando más las necesitas te dejan sola para que te ahogues. Prueba con la última. Teclea su número a toda velocidad. Oh, menos mal. Suena. Está libre.
¡Hola, Diletta!
¡Eh, Niki! ¿Qué pasa? ¿Por qué hablas en voz baja?
Nada, no pasa nada, no te preocupes Se trata de una emergencia.
¡Ay! ¿Algo grave?
No Alcohólico más bien. ¿Cómo se prepara un mojito? No tengo la menor idea
¿Un mo qué?
¡Pues sí que estamos buenos! Un mojito, venga, ¡nos bebimos uno juntas en aquella fiesta! ¿No te acuerdas? Como el cubalibre, la caipirosca, la caipiriña. ¡Esos cócteles tan ricos! ¡Sí, el mojito!
Sí, sí, buenísimo ¡Sólo que no sé cómo se hace!