Perdona Pero Quiero Casarme Contigo - Федерико Моччиа 26 стр.


 En cualquier caso, y con el mismo número de jugadas, en estos momentos Barbara y yo iríamos en cabeza Qué digo en cabeza, en supercabeza. ¡Tenemos el máximo de strikes! ¡Muy bien, cariño! -Y la besa también. Esta vez, sin embargo, Barbara le devuelve el beso y le dedica una sonrisa suave y enamorada-. Ya os dije que teníamos que jugar por parejas Es que ellos son unos envidiosos ¡Sabían de antemano que los destrozaríamos!

Siguen riendo y bromeando, alegres y divertidos por el desafío y por el amor que sienten los unos por los otros.

Guido mira a Niki y abre los brazos.

 No habría estado mal jugar en pareja contigo ¡Eres una campeona!

 Sí, aunque me gustaría poder decir lo mismo de ti. Tú, en cambio habrías hecho que perdiéramos.

Guido esboza una sonrisa.

 Pero si lo he hecho adrede -Se acerca a ella y añade en voz baja-: He fallado para dejarte ganar Entre otras cosas, porque nos estamos jugando una cena, paga el que pierde y yo no te permitiría pagar en ningún caso.

 Puede, pero no puedes demostrarlo.

 ¿Quieres decir que no vendrías a cenar conmigo?

 Eso además Pero me refiero a que vais perdiendo.

Guido se aproxima aún más a ella.

 Ya te lo he dicho, estamos perdiendo porque quiero que tú ganes.

 Vale Pero no me lo creo.

 En ese caso te propongo una cosa. Si cada vez que lance ahora hago un strike, saldrás a cenar conmigo. ¿Trato hecho?

 Trato hecho.

 Prométemelo.

 Te lo prometo.

 ¿Me das tu palabra?

 Mira que eres pesado, ya te he dicho que sí. A fin de cuentas, ¿qué más da?, no lo conseguirás

Guido la mira a los ojos escrutándola mientras ladea la cabeza.

 Vale, me has convencido. Chicos Ahora haré un lanzamiento perfecto ¿Estáis listos? ¿Queréis ver un tiro perfecto?

 Sí, claro

 ¡Ya va siendo hora!

Guido retrocede, introduce los tres dedos en la bola, a continuación la apoya en la mano izquierda, la acaricia un poco y después parte resuelto y convencido, da dos pasos, se detiene y se agacha levemente para lanzarla con un leve impulso, haciéndola resbalar por el centro de la pista en dirección a los bolos. Luego se vuelve hacia Niki risueño. Arquea las cejas. Ella lo mira por un momento. Después mira de nuevo la bola, que, poco a poco, ni demasiado de prisa ni demasiado despacio, sigue su trayectoria hasta que alcanza el primero de los bolos y lo hace caer. Acto seguido derriba los dos que hay detrás, los cuatro y, por último, los seis, que, después de balancearse levemente, caen al suelo rebotando uno sobre otro y desaparecen engullidos por la oscuridad.

Guido espera a que Niki se vuelva hacia él. No ha mirado ni por un momento el avance de la bola, hasta tal punto estaba seguro y convencido del resultado, y lo confirma esbozando una sonrisa.

 Strike

 ¡Muy bien! ¡Campeón!

 ¡Un lanzamiento magnífico!

 Menos mal. Pero ¿qué te ha pasado? ¿Te has despertado?

 Sí, ha tomado un Viagra especial para jugar a los bolos.

Guido mira a Niki, que no puede ocultar su irritación.

 Digamos que ahora me siento más motivado

Luca lo escucha intrigado.

 ¿Qué quieres decir?

 Que he reflexionado sobre la condición masculina en general-Mujeres soldado, mujeres policía, mujeres fiscales, mujeres tan guapas como la Carfagna y tan jóvenes como la Meloni, ministras En nuestro país, los hombres nos estamos quedando atrás. De manera que se me ha ocurrido que, al menos en los bolos, tenemos que ganar, ¿no?

 Se acerca a Niki y le susurra al oído-: En parte porque la recompensa no puede ser más agradable, ¿no estás de acuerdo?

Niki le hace una mueca.

 Por el momento sólo has hecho un strike Todavía te faltan cinco para acabar la partida Me parece un poco prematuro para cantar victoria.

 Sí, pero ya sabes que yo soy optimista por naturaleza. Piensa que ellos dijeron que no vendrías y, en cambio

 ¿Qué?

 Pues que te lo estás pasando en grande, juegas de maravilla y me has hecho un favor enorme

 ¿Qué favor?

 Quisieron apostar cien euros a que no vendrías, de forma que cuando salgamos a cenar ¡Seremos sus invitados! ¿Puedes imaginarte algo mejor?

Niki sonríe y sacude la cabeza.

 Bueno, muy bien De manera que te he hecho ganar cien euros ¡Sin querer! Así que cincuenta son míos

 ¡Eso, en caso de que tú hubieses estado de acuerdo! Pero no es así, ¿verdad?

Niki sonríe.

 No, la verdad es que no Además das por sentado que iremos a cenar Te recuerdo que hemos apostado a que eso sólo sucederá si haces strike en los cinco lanzamientos, ¿no?

 Tienes razón. ¿Por qué te preocupas entonces? A fin de cuentas, has dicho que no lo lograré

Niki siente una extraña punzada en el estómago.

Luca y Marco se acercan a ellos.

 ¡Te toca de nuevo, Guido!

 Venga, que si haces otro tiro bueno nos recuperaremos.

 Vale -Guido elige la bola, se coloca en posición y, cuando está a punto de lanzar, mira a Niki-. A propósito ¿Qué prefieres, carne o pescado?

 Pero ¿qué dices? ¡Tira ya de una vez! -Niki lo mira a los ojos un poco preocupada-. ¡Y además, prefiero una pizza!

Cien

 Veamos, me gustaría alcanzar un éxito a escala mundial. -Leonardo les sonríe mientras se seca la boca y luego prosigue-: Una película que sorprenda, que asombre, que conmueva y que haga reír ¿Habéis entendido lo que quiero decir?

 Sí-Alex asiente con la cabeza-, estás hablando de un milagro

 No, estoy hablando de algo que Alessandro Belli sabe hacer. ¿Sabes lo que me gusta de ti? Que ves cosas donde los demás sólo ven oscuridad. Que sabes crear emociones a partir de una simple hoja en blanco, que cuando miras por la ventana ves el mar o las montañas

 No olvides que, junto al mío, han puesto el anuncio de Calcedonia, y que eso sí que es una bonita vista -Alex se echa a reír y se lleva a la boca un pedazo de carne. Después se vuelve divertido hacia Raffaella-: Se puede mirar, pero no tocar. También eso puede ser una fuente de inspiración

 Ah, claro. ¿Sabes que antes de ser redactora de textos publicitarios hice un anuncio?

 ¿Qué quieres decir?

 Fui modelo en una importante campaña publicitaria Me encantó trabajar con mi cuerpo

 ¿Y cuál era?

Raffaella coge una gamba con los dedos y se la come.

 No te lo digo A ver si me reconoces Te enseñaré varias y tú tienes que decirme quién soy yo.

 Vale -Alex come a toda velocidad otro pedazo de carne-. Sí, sí, vale

 Sí, este juego me divierte En cualquier caso, el anuncio es precioso, no se me ve la cara, de manera que no es tan fácil reconocerme

 Ah, entiendo

 ¿Puedo probar un poco del tuyo? -Raffaella se inclina con el tenedor hacia el plato de Alex sin aguardar su respuesta-. Parecen deliciosas.

 Faltaría más

Raffaella se mete una patata en la boca y sonríe a Alex. o -Me lo imaginaba ¡Están buenísimas! La cocina es magnífica, director ¡Te felicito por la elección!

Leonardo sirve un poco de champán a Raffaella, después a Alex y, por último, llena también su copa.

 Me alegro de que os guste ¡La calidad de lo que hacemos a veces depende de la calidad con la que vivimos!

Alex lo mira sorprendido.

 Ésa es tuya, ¿verdad?

Leonardo parece un poco cohibido.

 Sí, quiero decir, la leí en algún sitio y después la retoqué un poco

Raffaella alza su copa.

 Bueno, como dice Alex: ¡por nuestro milagro!

Alex sonríe, se seca la boca y levanta la suya. El director se une al brindis.

 ¡Chin, chin!

Raffaella mira fijamente a los ojos de Alex.

 ¿No lo sabes? Hay que mirarse mientras se brinda, de lo contrario no es sincero -Después, casi para enfriar el momento, prueba las puntarelle que hay en el plato de la guarnición-. Mmm, éstas también son deliciosas ¡No todos las saben cocinar! Hay que macerarlas hasta que están en su punto, hay quien echa la salsa de cualquier manera y entonces no se mezclan bien ¡Te lo digo en serio, director, este sitio es genial! Cuando hagamos la proyección para los americanos podríamos poner una pantalla colgada ahí afuera -indica la vista de Roma que se ve desde la ventana.

Leonardo está de acuerdo con ella.

 Sí.

 El efecto sería increíble -prosigue Raffaella-, pese a que la película será bonita en cualquier caso -tranquiliza a Alex-. A los americanos les vuelven locos estas cosas, consideran que el packaging, en todas sus expresiones, desde la mesa hasta la caja, pasando por la presentación de la idea, es fundamental.

Alex se encoge de hombros.

 En cierta medida es una lástima, porque eso refleja la teoría de la apariencia y no la del ser La misma que está combatiendo Barack Obama.

 Sí -sonríe Raffaella-. He trabajado con los americanos, siempre te hacen creer que aceptan un cambio, pero después depende de cuál sea éste. En cuanto a la apariencia y el ser, y sin poner en duda la gran capacidad de Obama, hará falta un poco de tiempo Y eso que ha dicho: «América, éste es nuestro momento, nuestro tiempo. El tiempo de volver la página respecto a la política del pasado. El tiempo de aportar una nueva energía y nuevas ideas para enfrentarnos a los retos que tenemos delante. El tiempo de ofrecer una nueva dirección al país que amamos» Los dejó muy impresionados, pero aun así necesitarán tiempo Oye, estas puntarelle llevan muchísimo ajo Menos mal que no tengo que besar a nadie -Le guiña un ojo a Alex-. Entre casados y casi casados no corro ningún riesgo, ¿verdad?

Leonardo la mira sorprendido.

 No estés tan segura Nunca se sabe

Alex le sonríe.

 No cuentes conmigo. Si caigo en la tentación antes de partir, será duro llegar a la meta.

 ¿Por qué dices eso? -le pregunta Raffaella intrigada-. ¿Lo consideras un maratón? Eso significa que te parece arduo.

 No. Lo veo como una vuelta al mundo en mil días tuyos y míos, para seguir con el tema, sin dejarse en ningún momento.

 Qué bonito.

 Pues sí, precioso.

Leonardo parece reflexionar.

 Eh, podría servir como eslogan para

Alex lo fulmina con la mirada.

Leonardo abre los brazos.

 Vale, vale, no he dicho nada. -Está bien, en ese caso iré a lo seguro -bromea Raffaella-. ¡Ésta me la puedo acabar! -y empieza a coger las puntarelle que quedan en el plato con el tenedor.

Alex sonríe y a continuación, procurando que no lo vean, echa un vistazo al móvil, que ha puesto en silencio. Nada. No tiene ninguna llamada. Niki no me ha buscado. Estará ocupada.

Ciento uno

Cristina cierra la puerta del lavavajillas, que inicia de inmediato un programa de lavado corto. Después acaba de recoger la cocina y se sienta en el sofá. Hay que reconocer que en la casa reina el silencio. Se levanta y pone en marcha el equipo de música. Dentro hay un viejo CD de Elisa. La música se difunde por la habitación. Aunque, a decir verdad, también antes era así. Flavio se pasaba fuera todo el día. Sólo nos veíamos por la noche, nunca a la misma hora, y el sábado y el domingo, siempre teníamos infinidad de cosas que hacer. Sí. Pero ahora me siento sola por la noche. Tengo este piso enorme a mi entera disposición, puedo hacer lo que quiero, entrar, salir, cenar a la hora que me da la gana, cocinar lo que me apetezca, dormir en el sofá o no, ordenar la casa, en fin, que no debo rendir cuentas a nadie. Ni siquiera debo justificarme si tengo ganas de llorar. Lo hago y punto, y nadie se da cuenta. He pasado muchos años intentando adaptarme a otra persona, comprimiendo mi espacio para ofrecerle un poco a él, en fin, viviendo en pareja, con todo lo que eso conlleva. La gente se une para no sentirse sola, para compartir las alegrías y las dificultades, ¿y al final qué pasa? Que todo se apaga. Y el «parasiempre» escrito en una sola palabra del que hablaba Richard Bach en ese libro, ¿cómo se titulaba?, Ningún lugar está lejos, se va a hacer puñetas. Y ahora la libertad. A raudales. Me siento muy confusa.

Suena el móvil. Cristina se levanta y va a cogerlo a la habitación. Lo desenchufa del cargador.

 Dígame.

 Hola, Cri, ¿qué haces?

 Bah, acabo de recoger la cocina y me estaba relajando un poco

 Oh, ahora no te conviertas en una mujer desesperada, ¿eh?

 La verdad es que me siento un poco así

 No, no En ese caso te salvaré yo -Susanna se ríe-. Nos divertimos mucho la otra noche, ¿verdad? ¡Así que te propongo que hagamos un bis! ¡Salgamos otra vez! Te llamo por eso

 Pero no volveremos a hacer idioteces, eso sí que no

 No, claro. Voy a darte una sorpresa, ¿te acuerdas de Davide mi profesor de kickboxing?

 ¿Ese tan guapo?

 Exactamente. Tiene un amigo, entrenador del gimnasio, que da clases de spinning, entre otras cosas. Es simpático. ¡Y ahora está libre! Se llama Mattia.

 ¿Y por qué me lo cuentas?

 ¡Porque vamos a salir a cenar con ellos! ¡Ya he hecho una reserva!

 Pero no tengo ganas Además, ni siquiera los conozco.

 Sí que tienes ganas, y si salimos a cenar es precisamente para que los conozcas, ¿no? Mejor dicho, para conocer a Mattia, ¡porque Davide es cosa mía!

 ¡Pero, Susanna!

 ¿Susanna, qué? ¿Tengo que sentirme culpable por el mero hecho de que pretendo disfrutar un poco de la vida? No lo entiendo Además, ¿quieres dedicarte a ejercer de ama de casa también esta noche? De eso nada, escúchame bien, esta noche te quiero preparada y echa un primor a las ocho en punto. ¡Un beso! -Cuelga sin darle tiempo a replicar. Cristina mira el móvil y cuelga. Menuda energía tiene, Susanna es imparable. Pero, en el fondo, no puedo por menos que reconocer que me ayuda. Si no me obligase a salir, me conozco, me encerraría en casa con un chándal, despeinada, y me dedicaría a comer chocolate y a deprimirme. Sí, tiene razón. Quizá me divierta. Además, ¿qué alternativa tengo?

Ciento dos

 Muy bien, chicas ¡Cuando queráis la revancha aquí estaremos! -Luca les toma el pelo a Barbara, a Sara y a Niki.

Marco lo secunda.

 ¡Sí! En el fondo nos hemos divertido ¿Queréis saber cuál ha sido la mejor parte? ¡Cuando por un momento pensabais que ibais a ganar! ¡Ja, ja!

 ¡Sí, eso ha sido genial!

Barbara le da un empujón.

 ¡Se lo debéis todo a Guido! Sin él os habríamos aplastado, destruido, aniquilado

 ¡Sí, no nos habríais ganado ni con la Wii!

Sara es aún más pérfida:

 Pero ¿qué le habéis dado? Debéis de haberlo drogado ¡Parecía Jesús Quintana, el de esa peli de los hermanos Coen!

 Ah, sí, esa peli es buenísima. ¿Cómo se titulaba?

Guido sonríe divertido.

 Pero bueno El gran Lebowski El mítico Nota.

Niki lo mira curiosa.

 Sí que te acuerdas

 La he visto un montón de veces Me encanta esa película. Está lena de citas interesantes «Esto no es Vietnam, en los bolos hay reglas.» Bueno, chicos, nos vemos

 Sí, hasta luego, ¿a las diez en clase mañana?

 Vale, si me levanto a tiempo

 Lo mismo digo.

Tras despedirse, cada uno de ellos se dirige a su moto con su correspondiente chica detrás. Niki y Guido se quedan solos. Guido camina junto a ella con las manos en los bolsillos.

 Bueno, veamos Pizza, pizza Tenemos el Cassamortaro Caffè de corso Francia, donde las preparan muy ricas; si no, está también Baffetto y Montecarlo, detrás de corso Vittorio, o la Berninetta, junto a piazza Cavour, ahí también hacen unas frituras de ensueño

 Eres un mentiroso terrible.

 ¿Qué quieres decir?

 Que me hiciste creer que no sabías jugar

 ¿Yo? -Guido se lleva la mano izquierda al pecho-. ¿Me crees capaz de engañarte de ese modo?

Niki esboza una sonrisa forzada.

 Desde luego.

 Pues de eso nada, te equivocas Lo que ocurre es que después tuve suerte con los lanzamientos Quiero decir, que probé y me salió bien. Ya sabes lo que dicen: la suerte favorece a los valientes. Pues bien, fui valiente y la suerte me sonrió. Como me gustaría que tú hicieses ahora

La sonrisa de Niki se torna aún más falsa.

 Un liante, eso es lo que eres.

 Ya está

 ¿El qué?

 ¡Ya sé adónde llevarte! Esta noche iremos a comer a Soffitta, en la via dei Villini, preparan unas pizzas fantásticas y te las sirven en la mesa con una pala de madera, ¡la misma que usan para meterla en el horno!

 De eso nada.

 ¿Qué? ¿Has perdido una apuesta y ahora te niegas a pagar? En ese caso la lianta eres tú, y diría incluso que una de las peores. Más aún, eres deshonesta, me prometiste ¡No me lo puedo creer! ¡No me lo puedo creer!

 ¡Ya vale, Guido! ¡Eres un exagerado!

 Te niegas a pagar nuestra apuesta ¡Después de haberla perdido!

Niki está muy enfadada, pero entiende que las cosas son así y que no puede hacer nada para cambiarlas. No debería haber aceptado. Pero ¿quién se iba a imaginar que haría seis strikes! Era una apuesta imposible. Y, en cambio, la ha ganado

Guido le lee el pensamiento.

 Pensabas que no lo lograría, ¿eh? Jamás hay que desafiar lo imposible y no creer en la posibilidad Como en ese anuncio de Adidas que me gusta tanto: «Impossible is nothing.» Y tú has perdido por eso, ni más ni menos Creo que demostrarías una gran elegancia si ahora pagases tu «deuda»

 Vale, me parece justo.

 Oh, bueno. En ese caso, ¿a qué hora paso a recogerte? -Esta noche no puedo.

 ¿Cómo? ¿Ya empiezas otra vez?

 No, es que -Niki sonríe-. Pagaré mi apuesta, cenaremos juntos, pero esta noche no.

Guido se siente estafado.

 Lo sabía, sabía que de una manera u otra me ibas a engañar.

 Eso no es cierto, quedamos en que, si perdía, saldría a cenar contigo, pero no dijimos cuándo. Como ves, no te miento.

 Ya lo creo que me mientes, incluso diría más ¡Eres muy astuta!

 Ya será menos

 ¿Porque te casas?

 ¡Idiota! Porque no debería haber caído en tu trampa. Venga, llévame a recoger mi moto.

Guido se echa a reír, monta en la suya, ayuda a Niki a hacerlo y le pasa el casco.

 Una sola cosa, Niki

 ¿Qué?

 Ahora, mientras conduzco

 ¿Sí?

 ¡No me achuches demasiado!

 Venga ya -Niki le da un puñetazo en el hombro bromeando.

 Ay, tampoco vale que me pegues

 Sí, sí, venga, Guido, conduce y calla, ¡a menos que quieras que tu hipotética cena salte por los aires!

 Ya sé qué pizza vas a pedir

 ¿Cuál?

 La Caprichosa Te va como anillo al dedo

Y siguen avanzando entre risas y bromas, jóvenes y despreocupados, hablando de sus cosas, en medio del tráfico de un día cualquiera, haciéndose amigos y sin pensar en nada, con esa ligereza tan rara que pertenece a los momentos únicos e irrepetibles, que es patrimonio de esa edad, de esos extraños días que preceden a lo que sucederá después. En todos los sentidos.

 ¿De verdad te gusta Vinicio Capossela? Jamás me lo habría imaginado.

 ¿Por qué? -Guido le sonríe volviéndose un poco-. ¿Cómo puedes saber si me gusta o no alguien como él?

 Debes de tener una visión especial de la vida

 La tengo, aunque quizá no haya logrado mostrártela «Boca, beso de melocotón que devoras el silencio de mi corazón» Es la letra de una de sus canciones

 Hum ¿Y Paolo Nutini?

 No lo conozco.

 En ese caso no superas esa visión especial

 Pero me gustó mucho el último de Marco Carta.

 ¡A eso me refiero! Sólo tenemos que comer una pizza, ¿verdad?

 Depende

 ¡Idiota, vale, dos pizzas! Me refería qué imagino qué no habrás previsto también un concierto

 Ah, no Pero si quieres perder otra apuesta para justificar una segunda salida En ese caso te llevaría a un concierto de Negramaro.

 Vaya, eso ya me gustaría más. Sólo que hay un pequeño problema.

 ¿Cuál?

 Jamás volveré a hacer una apuesta contigo.

Guido le sonríe por el espejo retrovisor.

 Mejor.

 ¿Qué quieres decir?

 Así, si vienes al concierto, si aceptas mi invitación para escuchar a Capossela o a los Negramaro, no será porque hayas perdido una apuesta, sino sólo porque quieres estar conmigo.

 ¡O ver a Capossela! Déjame bajar, venga, que ya hemos llegado. Mi moto está ahí.

Guido dobla una curva cerrada y se detiene a un paso de la SH de Niki.

 Ya está. ¿Quieres que mañana pase a recogerte? Tenemos la misma clase

 No, gracias. -Niki le pasa el casco-. Mañana no iré a la facultad.

 En ese caso puede que yo tampoco. Quizá podríamos volver a la bolera. ¡Me encantaría darte algunas lecciones! A veces se trata tan sólo de captar el movimiento y, después, ¡tac! Es coser y cantar.

 Te lo agradezco, pero tengo que hacer otra cosa.

 ¿Quieres que te acompañe?

 No, gracias. Venga, nos vemos, ahora tengo que marcharme.

Niki le da un beso en la mejilla y se encamina hacia su moto. Luego se vuelve por última vez. Guido está lejos. Lo saluda con la mano. Él le devuelve el saludo y desaparece al fondo de la avenida. Niki se agacha para quitar el candado a la moto. Genial. «¿Quieres que te acompañe?». ¡Sí, claro! Mañana tengo que probarme el vestido de novia Ya me lo imagino. Sentado en un sofá con una copa de champán y yo entrando y saliendo del probador cada vez con un vestido diferente. Sólo que esto no es Pretty Woman, ni siquiera La fiesta. ¡Es mi boda! De repente la invade una extraña sensación de pánico y se da cuenta de que los días están pasando a una velocidad increíble, que debe hacer mil cosas aún y, sobre todo, ¡esa decisión! Se queda sin aliento.

Mira alrededor y contempla a los grupos de chicos y chicas que salen de la universidad. A cierta distancia de ella, una pareja se besa apoyada en una moto como si nada, como si estuviesen solos en una Playa, como si no existiera nada ni nadie. Se besan con pasión, sin Parar ni por un momento, indiferentes al mundo, con las manos hundidas en el pelo del otro, hambrientos de amor, de una pasión rebelde, desconsiderada, loca, sin pensar en los demás. Pero ¿en quiénes? Sigue asustada, su respiración es entrecortada, siente miedo, pánico, la adrenalina a mil por hora. Debo hablar con alguien. Tengo miedo. Socorro.

 Hola, perdona

Niki para a una chica al azar. -¿Sí?

En ese momento Niki casi se avergüenza, enrojece y luego se sobrepone.

 ¿Qué hora es? Se me ha parado el reloj

La chica mira el suyo.

 Las tres y cuarto.

 Ah, gracias.

 De nada -La chica la observa con más detenimiento-. Perdona, pero ¿no eres la modelo de ese anuncio de caramelos? El sol ¿Cómo se llamaban?

 LaLuna

 Eso es.

 Sí, soy yo.

 Ya me parecía a mí A veces la casualidad -Se quedan en silencio durante algunos instantes. Luego la chica retoma la conversación-: Te lo digo porque yo lo he intentado un montón de veces, me gustaría tener algún trabajo para poder mantenerme aquí, en Roma. Soy de Macerata. Estudio derecho, quiero ser abogada, pero si se presentara una oportunidad no me importaría hacer algún anuncio, o incluso una película. Tengo posibilidades, ¿no?

Niki la mira y le sonríe feliz. El pánico se ha evaporado y la situación, ahora, le da risa, le parece absurda. Que la reconozcan por esas fotos, que uno pueda hacerse famoso mientras duerme. No está nada mal. Luego examina a la chica.

 Me llamo Paola -se presenta ella.

 Niki Encantada. Mira, si quieres te doy el número de esa oficina La encargada de los castings se llama Michela, selecciona a las chicas para los anuncios Puedes escribirle

Le da el número del despacho de Alex, que se sabe de memoria. Mientras Paola lo copia en su móvil, Niki reflexiona. Es guapa, quizá un poco vulgar, sí, pero basta con que no abra la boca Físicamente es muy mona, tiene las piernas delgadas y largas. Paola cierra el móvil.

 Bien, gracias -Sonríe-. ¿Tú no tienes móvil?

Niki se encoge de hombros.

 Sí

 En ese caso podrías haber mirado ahí qué hora era

 Ah, tienes razón Qué tonta soy, ni siquiera se me ocurrió.

Paola le sonríe como si pretendiera restar importancia al hecho.

 En cualquier caso, ha sido un placer conocerte Quiero decir que me parece una situación extraña, de manera que tal vez tenga un significado especial; esta clase de encuentros jamás se producen por casualidad.

 Ya -Niki recuerda su ataque de pánico y en cierta medida se avergüenza un poco-. Bueno, ahora tengo que marcharme, Paola.

 Sí Adiós. Ah, te llamas Niki, ¿verdad?

 Sí.

 Bueno, pues tengo que decirte que estabas genial en ese anuncio del tranvía, tu imagen estaba por toda Roma.

 Ah, gracias

 Bueno, adiós -Paola se aleja, se vuelve por última vez y la sigue un poco con la mirada.

Niki quita el candado de la rueda y lo mete en el baúl de la moto. ¿«Genial en ese anuncio»? ¿¡Pero si lo único que hacía era dormir!? Creo que me confunde con otra. Lo más bonito de la publicidad de LaLuna es lo natural que salgo en esa fotografía. ¿Y sabes por qué? Porque Alex me la sacó mientras dormía. Alex. Hoy no me ha llamado. ¿Cómo es posible? Al menos para saber, yo qué sé, dónde estoy, qué estoy haciendo Niki coge el casco del baúl, saca el móvil del bolso y lo abre. ¡Nooo! ¡Seis llamadas perdidas! ¿Cómo es posible? Examina el aparato. Caramba, pulsé la tecla de silencio. Por eso creía que no me había llamado nadie Ni Alex ni los demás: ¡casa, mamá, Papá, las Olas! Comprueba las llamadas perdidas. ¿Qué? Olly, a saber lo que quería, y Alex, ¡cuatro llamadas! Me ha llamado cuatro veces y yo no le he contestado ni una. Verifica los detalles. A las doce y quince minutos y a las doce y dieciséis, después otros dos intentos a las catorce treinta. A saber lo que habrá ocurrido, lo llamo en seguida. Teclea rápidamente su número y pulsa el botón de llamada. Tuuu, tuuuu.

 ¡Hola, cariño! Pero ¿dónde estabas? ¡Por lo visto tu clase era interminable!

Niki se muerde los labios.

 No, de eso nada Hice todo lo posible para entrar, llegué a las primeras filas, me habían guardado un sitio, pero luego se organizó un barullo impresionante.

 ¿Qué quieres decir?

 Dos tipos se pegaron y luego ocuparon la clase

Alex sonríe.

 Por un momento pensé que habías hecho como Julia Roberts

 ¿Qué quieres decir? -Niki todavía se siente culpable.

 Novia a la fuga Creía que te habías escapado.

 No -Le gustaría añadir «todavía no», recordando el momento de pánico, los chicos que, como ella, salían de la universidad, despreocupados

Alex se percata de su extraño silencio.

 Niki

 ¿Sí?

 ¿Qué pasa? ¿Va todo bien?

 Sí, sí, perdona Todo bien.

Alex está tenso, pero procura disimular.

 Recuerdo que cuando iba a la universidad también se suspendían un montón de clases

 Sí, lo sé, pero en este último período son más las que se suspenden que las que conseguimos dar.

Alex intenta tranquilizarla.

 Verás como las cosas no tardarán en arreglarse. Son las consecuencias naturales del cambio de gobierno. Siempre es así Alguien se dedica a agitar a los estudiantes, puede que los grupos más relevantes de la sociedad, que pretenden transmitir la sensación de que el sistema es frágil Lo malo es que a menudo el que se manifiesta ni siquiera sabe por qué lo hace. Si preguntas a los chicos de la Ola por la razón de sus manifestaciones, ¿cuántos sabrán decirte algo sensato?

 Sí, eso es cierto Algunos lo hacen porque está de moda

 Otros porque se liga más -En ese momento Niki piensa en Guido. Alex prosigue-: Como sucedía en mis tiempos Creo que es una de esas cosas que valen para cualquier generación

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