Pues sí.
Pero, si la clase se suspendió, ¿por qué no contestabas el teléfono?
Niki se ruboriza de golpe, le arde la cara y siente que el corazón le late a dos mil por hora. ¿Y ahora qué hago? ¿Qué le digo? Pero, bueno, no he hecho nada malo, ¿no? -He ido a jugar a los bolos con mis amigos.
¿Con las Olas?
No Con unos de la facultad -Niki cierra por un momento los ojos antes de continuar-: Barbara, Sara, Marco, Luca En fin, el grupo con el que estudio.
Ah
Guido. No ha mencionado a Guido. Lo ha excluido adrede. ¿Por qué lo has hecho, Niki? ¿Qué estás tramando? Ahora no puedes remediarlo diciendo: «Ah, por cierto, también vino un tal Guido» Sonaría falso a más no poder, pondría en evidencia hasta qué punto eres culpable. Pero ¿culpable de qué? ¡Oh! Niki, está pasando demasiado tiempo Demasiado. Di algo.
¿Y tú qué has hecho, Alex? ¿Todo bien en el trabajo?
Nunca antes esa frase había sonado tan extraña y fuera de lugar. Da la impresión de que en realidad no le interesa saber verdaderamente la respuesta a lo que ha preguntado, que sólo trata de distanciarse de su mentira. Mentira Ausencia absoluta de verdad. Aunque sólo he omitido la presencia de Guido, eso es todo. ¿O, por el contra-rio, hay mucho más? ¿Qué pasa, Niki? ¿A qué vienen todas estas Preguntas? ¿Qué está ocurriendo? ¿Te estás volviendo loca? No es Posible, Niki. Lo sabes, ¿verdad? Menos mal que Alex retoma la conversación. Pero ella tiene la impresión de que ha pasado un siglo, de que la pausa ha sido larguísima, y que durante la misma no ha dejado deelucubrar, de devanarse los sesos. ¿Cómo decía esa canción de Battisti? Me la enseñó Alex cuando empezamos a salir juntos: «Confusión Lamento que seas hija de la consabida ilusión y te pierdas en la confusión» Y luego esa otra «Pero yo les he dicho que no y ahora regreso a ti con mis miserias, con unas esperanzas que nacieron muertas y ahora no puedo pintar con la vida porque me falta el valor» Pero ¿qué estoy diciendo? ¿Qué estoy pensando? ¿Qué tiene que ver todo eso? Niki se percata de que Alex sigue habiéndole por teléfono.
De manera que al final fuimos a comer a Zodiaco, un sitio precioso, cariño, tenemos que ir
Ah, ¿y quiénes fuisteis?
Alex se detiene por un segundo. Se queda como suspendido, víctima de una preocupación repentina.
Pero, Niki, si te lo acabo de decir: Leonardo, yo, y la nueva ayudante, Raffaella, que me echa una mano en este proyecto
Ah
Alex la nota extraña. Puede que estécansada. Preocupaciones no le faltan: la facultad y los preparativos de la boda.
Cariño, ¿quieres que nos veamos más tarde? Intentaré acabar cuanto antes en el despacho y quizá podríamos salir después. Podríamos ir al cine o a cenar. Lo que prefieras.
Niki reflexiona por unos segundos.
Gracias, pero no creo. Me gustaría aprovechar para estudiar esta noche. Si lo consigo. Quiero adelantar un poco porque luego no sé cómo irán las cosas
¿Con los dos monstruos?
Eso es -Niki se ríe-. Quizá me hagan pasar una semana super-estresada como ésta Cuando llegue el día de la boda no me reconocerás, cariño. Mañana también hemos quedado
¿Algo importante?
Lo más importante de todo: el vestido de novia: Estoy muy preocupada.
Alex sonríe.
Tesoro, Poco importa qué es lo que te pongas, incluso con el vestido más sencillo estarás despampanante
¿A qué viene eso, Alex? Acabas de decir una de esas típicas frases para enmendar algo.
Alex piensa por un instante en Raffaella, pero sabe que es del todo inocente.
Tienes razón. Perdóname. He perdido demasiado tiempo. Debería haberte pedido que te casases conmigo la primera vez que subiste a mi coche, cuando nos conocimos
¡Pero si tu única preocupación era que quitase los pies del salpicadero!
Claro, porque de lo contrario no podría haber dejado de mirarte las piernas y habría acabado chocando contra
¡Mentiroso!
¡Es cierto! Oye, te llamo más tarde, ahora tengo una reunión
Vale, hasta luego, cielo.
Alex cuelga. Qué raro. No me ha preguntado cómo es Raffaella. Por lo general, las mujeres se preocupan en seguida por las nuevas ayudantes.
Alex -En ese momento la susodicha aparece en la puerta-. ¿Puedo enseñarte una cosa?
Por supuesto, pasa -Alex la contempla mientras se acerca a su escritorio.
Se ve a la legua que ha sido modelo. Mejor dicho, que todavía lo es. Cuando Raffaella pone sus diseños sobre el escritorio y se inclina hacia adelante, quizá en exceso, a Alex no le cabe ya ninguna duda, en caso de que la tuviese. Si hay alguien al que le preocupa realmente esa nueva ayudante es precisamente a él. Raffaella se da cuenta, pero hace como si nada y sonríe.
¿Te gustan?
¿Eh?
Me refiero a los diseños, ¿te gustan? -Sí, sí, eres muy buena. Son perfectos -y, al decirlo, enrojece un poco a su pesar.
Ciento tres
Susanna ha elegido un restaurante étnico. Ella, Cristina, Davide y Mattia están sentados a una mesa de Sawasdee, el restaurante tailandés próximo a la piazza Bologna. El ambiente es refinado y elegante.
Entonces, ¿os gusta? Espero que la cocina tailandesa os inspire ¡Hay quienes aseguran que es afrodisíaca! -sonríe Susanna-. Además, aquí cocinan muy bien. Viene a comer incluso el personal de la embajada. El curry rojo con pollo y bambú está muy bueno, se llama Kaang nar Mai, el cerdo frito en salsa agridulce, el buey al curry. Yo sólo he venido una vez
Cristina mira alrededor. Hay que reconocer que el local es bonito.
La verdad es que tenías razón, Davide.
Él se vuelve y mira a Mattia.
¿Qué quieres decir?
Que valía la pena ¡Nuestras dos invitadas son fascinantes! -sonríe mirando a Cristina, que se ruboriza.
Mattia es muy atractivo: musculoso, moreno y con los ojos claros. Sus modales son refinados pero masculinos. Le ha impresionado a primera vista.
Ya te lo dije, soy un tipo exigente y estaba seguro de que Susanna tendría amigas al menos tan guapas y simpáticas como ella.
Davide llena las copas y brindan. La velada transcurre serena, divertida, amena y llena de novedades. Cristina vuelve a sentirse mujer admirada y viva. Y eso, por una parte, la asusta. Aunque por otra no.
Ciento cuatro
Olly está trabajando en la enésima lista de direcciones. Son las nueve de la mañana y ya está en el despacho. De repente suena el teléfono en su escritorio. Qué extraño. Nadie me llama nunca aquí. Se habrán equivocado. Coge el inalámbrico y responde.
¿Hola?
En un primer momento Olly no reconoce la voz. El tono es perentorio.
¿Hola? ¿Hola?
¿Sí? -responde Olly.
¿Hablo con la guardería? ¿Estás ahí, criatura?
Olly palidece. Es Eddy.
Sí, sí, aquí estoy. Dígame.
No tengo nada que decir, tengo que verlos. Tus diseños. Después de comer.
Olly palidece aún más. Los diseños. De manera que el otro día hablaba en serio. ¿Y ahora qué hago? ¡No los tengo preparados!
Esto, sí, claro. Se los llevo luego -y cuelga.
¿Y ahora cómo me las arreglo? Abre rápidamente el cajón. Coge la carpeta. Hojea los diseños buscando algo que pueda servir. No. No. No. Éstos no, ¡además, ya ha visto por lo menos la mitad! Caramba. Simone entra en el despacho y nota la agitación de Olly. Su primera reacción es poner pies en polvorosa. Todavía está un poco decepcionado por su comportamiento. Hasta el momento no le ha dicho que sabe por qué estaba delante de su casa aquella mañana. No quería avergonzarla. La mira de nuevo. Salta a la vista que está bloqueada. Pero ¿qué le habrá pasado? Decide acercarse a ella.
Hola, Olly
Ella alza la cabeza de golpe.
Ah Hola, Simo
¿Qué te pasa?
Estoy acabada Hace unos días Eddy me pidió que le hiciese unos diseños. Bueno, la verdad es que no me dijo precisamente que los quería, pensé que me estaba provocando, de manera que no le hice caso. Creía que bromeaba. Sólo que ahora me ha llamado y me ha dicho que quiere verlos después de comer. Estoy acabada, muerta. -Se lleva las manos a la cabeza y a continuación se frota los ojos.
Simone la mira.
¿Ves como quería darte una oportunidad?
Eh, sí, eso parece. Y yo lo he echado todo a rodar.
Simone sonríe.
Si te rindes en seguida es porque no eres lo suficientemente dura En el mundo de la moda hay que hacer posible lo imposible.
Pero ¿qué hago? Tengo que combinar los tejidos Soy un desastre. -Está a punto de echarse a llorar. Simone reflexiona por unos segundos y luego acerca una silla.
Coge el álbum
Olly lo mira con los ojos empañados.
¿Qué quieres decir?
Veo que esta mañana estás aún un poco dormida, ¿eh? Saca el álbum y los lápices.
Olly le obedece.
Nos inspiraremos en estos tres -saca tres diseños de Olly-, y los modificaremos. Después iré abajo y elegiré las telas que van bien. Venga, si empezamos ahora acabaremos entre la una y la una y media.
Olly lo mira. Acto seguido se inclina y le planta un beso en mejilla.
Eres un cielo
Lo sé. Sólo que tú aún no te has dado cuenta, ¿o qué creías? -Se pone a dibujar. Olly lo secunda.
Después de cuatro horas de trabajo ininterrumpido, sin una pausa ni siquiera para tomar un café y durante el cual se intercambian consejos, borran, vuelven a dibujar y, por último, consideran las telas que Simone ha cogido en la sastrería, Olly sale del despacho y cruza apresuradamente el pasillo. Llama a la puerta de Eddy. Nadie le responde. Lo intenta por segunda vez. Nada. No es posible. No está. Tengo que encontrarlo. No quiero que piense que he llegado tarde. O que se marche. Baja corriendo la escalera. Pregunta a la chica de la recepción. No saben dónde está. Lo busca en el bar. Nada. Va a la sala de reuniones. Nada. Vuelve a subir y llama de nuevo a su puerta.
¿Quién es?
Menos mal. Ha vuelto.
Olimpia Crocetti.
Ah, sí, pasa. A ver si conseguimos ascenderte.
Olly acciona el picaporte, respira hondo y entra. Eddy está sentado en su sillón de piel con los pies sobre el escritorio. La mira. Olly empieza a hablar un poco agitada.
Menos mal Creía que ya no estaba Quiero decir, que se había ido Eso es, sí, que pudiera pensar que me había retrasado, que no tengo palabra, en fin
Estaba en el baño, eso es todo.
Ah, claro
Olly se queda de pie petrificada.
¿Bueno, qué? ¿Te acercas o tengo que levantarme yo?
No, quiero decir, sí En fin, que aquí estoy -Olly se aproxima a él y se sienta.
Tiende a Eddy la carpeta con los tres diseños. Él la abre de mala gana. Observa el primero. A continuación el segundo. El tercero. Impasible. Como siempre. Olly lo conoce ya. Pasados varios minutos de silencio interminable en que las manos de Olly empiezan a sudar y sus orejas se encienden, Eddy la mira. La escruta por unos instantes. Examina una vez más los diseños. Después a Olly. De nuevo los diseños. Por último a Olly.
¿Los has hecho tú?
Sí
Por unos segundos le gustaría decirle que en realidad los ha terminado gracias a Simone, que las ideas son suyas, eso sí, pero que si no hubiera sido porque Simone las modificó un poco, les dio el último toque y eligió las telas
No me lo acabo de creer. Si estuviésemos en el colegio diría que has copiado.
De mí misma
Eddy la mira y hace una mueca.
Encima graciosa -Examina otra vez los diseños-. Considérate ascendida.
Olly apenas puede creer lo que está oyendo. No sabe qué decir. Tiene unos ojos abiertos como platos y la boca seca.
Puedes respirar, ¿eh?
¿Eh? Ah, sí, no, es que
¿Pero tú tartamudeas siempre? Mira que una estilista cuyos tres diseños están a punto de entrar en producción -Eddy se interrumpe un momento, consciente del peso de sus palabras- no puede permitirse el lujo de tartamudear. Imagínate el ridículo que haremos
Olly lo mira. Y de golpe siente que lo quiere. Hace ademán de levantarse, querría abrazarlo. Él se da cuenta.
Por el amor de Dios, ni se te ocurra, quítatelo de la cabeza de inmediato. Y ahora márchate. Coge los diseños y llévalos a producción. Los llamo ahora mismo. Venga, venga, hasta luego -con un gesto de la mano le indica que salga.
Olly coge al vuelo las hojas de la mesa y la carpeta, se despide de él, tropieza con la alfombra, sale y cierra la puerta. Se apoya en ella cerrando los ojos. Respira profundamente. No me lo creo. No es posible. Luego se repone y baja corriendo la escalera. Cuando llega a la mitad se detiene, retrocede, vuelve a cruzar el pasillo y entra en el departamento de Marketing. Simone está mirando algo en la pantalla de un portátil. La ve entrar corriendo. Feliz. Loca. Con la cara roja. Un poco sudorosa.
Ella se abalanza sobre él y lo abraza.
¡Los ha incluido en producción, los ha incluido en producción! -Salta mientras lo arrastra. Todos la miran estupefactos.
Después Olly se separa, le da un beso en la mejilla a Simone y escapa de nuevo, esta vez hacia el piso de abajo. Sí -piensa-, Simone es un verdadero ángel. De torpe, nada. Si Olly supiese hasta qué punto le ha costado lo que ha hecho lo apreciaría aún más.
Ciento cinco
Durante los días siguientes, Margherita y Claudia no sueltan a Niki ni por un momento.
Mira que debe ser perfecto. Nuestra madre nos toma el pelo.
Niki interviene, curiosa:
Pero ¿de qué estáis hablando? No entiendo nada.
Oh -Margherita sonríe, alza las manos y a continuación las deja caer-. Ya sabes cómo es, ¿no?
La verdad es que no, piensa Niki. Sólo la he visto una vez.
Bueno, en fin -prosigue Margherita-, es una mujer muy exigente y se divierte poniéndonos en apuros. Se lo toma todo como si fuese un desafío.
Claudia le sonríe.
¡Sí, no es lo que se dice una suegra fácil!
Suegra. ¡¿Suegra?! ¡Dios mío, es cierto! Y como si, de golpe, hubiese entrado en su mente un rayo, un trueno, una bomba, en fin, un auténtico atentado a su tranquilidad, Niki es víctima de un nuevo ataque de pánico. Pero Margherita y Claudia no se dan cuenta y siguen como si nada.
Por ejemplo, cree que no logramos hacerte cambiar de idea
Claudia coge a Niki del brazo.
¡Pero nosotras estamos de acuerdo en todo, ¿verdad?!
Niki se deja llevar, se ha quedado casi sin aliento, asiente con los ojos como platos y nota que la cabeza le da vueltas.
Sí, sí, claro -logra responder al fin con un hilo de voz.
Las dos hermanas la arrastran sin darle la posibilidad de detenerse.
Bueno, él es Aberto Tonini, un fotógrafo excepcional.
Buenos días, señoras.
A nosotras nos parece ideal. Nos hizo unos reportajes preciosos de nuestras bodas. Mira -Abren bajo sus ojos un gran libro de piel con una serie de fotografías de todas o de casi todas las ceremonias importantes de Roma-. Aquí tienes Ésta es la familia Vassilli Ésta es la hija del doctor Brianzi, ésta es la señora Flamini, ésta
Le muestran todo tipo de bodas, con vestidos y novias para todos los gustos, rubias, morenas, con el pelo recogido, monas, feúchas, guapísimas, jóvenes, mujeres con joyas más o menos costosas, con peinados más o menos sofisticados, que se ríen mientras los invitados lanzan el arroz a la salida de la iglesia, ramos de flores que dan vueltas por los aires, las manos de los novios con las alianzas recién puestas y todavía resplandecientes, sin un solo arañazo, sólo el reflejo dorado de un amor feliz, y después sonrisas y velos que ocultan lágrimas de alegría, y la carrera de los dos novios bajo los pétalos de rosa, y besos, besos a la puerta de la iglesia, besos risueños y prometedores, entre las risas de los amigos y los pequeños granos de arroz que se quedan inmóviles como minúsculos puntos blancos resaltando ese momento y contribuyendo a que se quede grabado en la memoria para siempre. Para siempre. Niki oye retumbar esas palabras en su mente en tanto que el fotógrafo sigue hablando imperturbable.
Aquí tiene también el paseo romántico de los novios, varias fotos que realicé en la rosaleda del Aventino, otras a orillas del Tíber, éstas son de la isla Tiberina
Para siempre. Niki mira fijamente las fotografías que pasan bajo sus ojos, que desfilan veloces arrastrando historias, amores repentinos, grandes pasiones, locuras de juventud y encuentros casuales destinados a prolongarse en el tiempo. Para siempre. Para siempre.
Aquí, en cambio, hicimos el reportaje fotográfico de los novios en el lago de Bracciano.
Niki ve a la pareja paseando y besándose en el puente. El fotógrafo sigue pasando las páginas.
Aquí tiene un atardecer, con el sol reflejándose en el lago y ellos entre las flores blancas de los rosales.
Cuando el fotógrafo se dispone a proseguir, Niki lo interrumpe de repente:
Espere. -Baja con delicadeza la página, la apoya, la sujeta, se inclina un poco y la mira con más detenimiento-. A éste lo conozco: es ese cantautor tan famoso Hace unos días vi su fotografía en un periódico. Ahora está con otra.
Sí, esos tipos son los que menos duran. Como alternativa tiene también estas fotografías en la ciudad, con los monumentos de fondo -Sigue hojeando su libro indiferente a ese matrimonio roto o a las restantes historias de amor, más ligeras que el papel de seda que protege las fotografías.
¿Cuántas?
¿Disculpe?
¿Cuántas de estas parejas que ha fotografiado todavía están juntas?
Alberto Tonini se detiene por un momento, coloca el libro sobre la mesa y la mira pensativo.
Creo que más o menos la mitad. La posibilidad de que una unión dure depende de la capacidad de aguante y de la tolerancia de las dos personas. Es sólo una cuestión de inteligencia. Es obvio que al principio lo que cuenta es el amor, pero hay que alimentarlo con la confianza y la paciencia. ¿Sabe que a veces la gente rompe nada más casarse? Algunos apenas duran unos meses. Y digamos que la resistencia es inversamente proporcional a la riqueza
¿Qué quiere decir?
Cuanto más dinero se tiene, más fácil resulta romper; no se lo piensan dos veces. ¿No funciona? Bien, se acabó Bien ¡Mejor dicho, mal!
»¿Sabe? Algunas personas son así, no les importa nada, quizá no piensan que el final de un matrimonio es un fracaso
Niki se siente confusa. Para siempre o un fracaso. No hay término medio. O se consigue y todo va de maravilla, dura para siempre y te sientes permanentemente feliz de estar al lado de una persona, de amarla y de ser amado o es un fracaso. En unos instantes repasa todas las relaciones que ha tenido en su vida. Todas ¡Pero si son muy pocas! Algún que otro amor de verano. Sólo se acuerda de dos. Fabrizio y John, el americano. Los conoció en la playa. Con Fabrizio se dio el primer beso y algo más al año siguiente. Después todo concluyó porque conoció a John. Un tipo atractivo; el problema era que Niki no hablaba bien inglés. No se entendían pero se reían tanto Podría haber sido una bonita historia, y en parte lo fue, pero el hecho de tener que despedirse inevitablemente al final de cada verano frenaba su amor. Y al amor no se lo puede pausar, igual que cuando escuchas una canción que te gusta: si alguien te llama ni siquiera te das cuenta. Luego llegó Fabio. La primera vez que me enamoré y la primera vez en todos los sentidos, pero después se acabó, no nos entendíamos, estábamos siempre nerviosos, no me gustaba lo que decía, cómo se comportaba o el modo en que trataba a los camareros cuando salíamos a cenar. Qué raro. Tengo la impresión de que de eso hace ya toda una vida. He madurado mucho desde entonces. Cuando vives un amor piensas que durará para siempre, y luego Después todo pasa en un abrir y cerrar de ojos. Y te encuentras mayor, diferente, cambiada en ciertos aspectos, una mujer distinta. Sin ir más lejos, ahora me avergüenzo cuando recuerdo algunas salidas con Fabio o algunas de nuestras peleas. No obstante, una noche en su casa, antes de aquel verano, después de que sus padres se hubieron marchado, nos dijimos unas cosas preciosas, desnudos, aturdidos por la pasión, plenamente partícipes, turbados, hasta el punto de que hicimos el amor hasta el final, olvidando las preocupaciones y los problemas, porque tanto él como yo sentíamos profundamente el afecto que nos unía y nos juramos amor: Para siempre. En esa ocasión dije: «Para siempre.» Por primera vez, para siempre. Y, en cambio, se acabó. Esos días no dejaron ninguna huella, no queda rastro de él en mi vida, sólo en mi corazón y en mi mente, algunas fotografías, algunas en blanco y negro, entre mis recuerdos, como un simple álbum de piel Ahora estoy enamorada de Alex y estoy a punto de casarme para siempre Como dije entonces y no fue así Hoy lo es, sí, claro Pero ¿y mañana, y pasado mañana? ¿Lo será todavía? Él es rico Puede permitirse un fracaso. Pero ¿y yo? Incluso si fuese la persona más rica de este mundo me negaría a prometer algo que de antemano sé que no voy a poder cumplir. Porque las cosas después cambiarán y yo no puedo responder también por esa otra mujer y por ese otro hombre que podríamos llegar a ser algún día. Alberto Tonini interrumpe sus cavilaciones:
Además existe la posibilidad de hacer un vídeo que nosotros mismos montamos después de haber filmado en la iglesia y en el banquete, y al que añadimos música, que la novia puede o bien elegir personalmente o dejarlo en nuestras manos.
El fotógrafo pone en marcha un reproductor de vídeo y aparecen las imágenes de una boda con la canción Ti sposerò perchécomo música de fondo. Un chico y una chica caminan cogidos de la mano entre unos árboles. Octubre, una alfombra de hojas rojas. Primer plano de los dos, su beso a cámara lenta y, justo en ese momento, la música aumenta de volumen. «Por ti me casaré, por tu sonrisa, porque estás casi tan loca como yo» La chica se separa de él y, siempre a cámara lenta, se ve una sonrisa preciosa. Después los dos empiezan a correr y se pierden en el bosque. Vuelve a oírse la canción: «Por ti me casaré, porque te gusta viajar y luego estar en medio de la gente cuando te apetece» Y, después de un fundido con unas nubes libres en un cielo al atardecer, vuelven a verse paseando en la fiesta entre los invitados, charlando y riéndose sin soltarse de la mano. Más besos, más sonrisas, una botella, el tapón que salta y la canción que acaba: «Por ti me casaré, cuando te encuentre, cuando sepa dónde estás, quién eres tú»
Niki se queda mirando el último beso de esa pareja tan enamorada. De ahí la fuerza de la canción. Ti sposerò perchéhabla de una mujer que él todavía no ha conocido. ¿Por qué la fuerza del amor es la fantasía, el deseo de amar que a veces la realidad transforma en una amarga desilusión? ¿Por qué el mero hecho de que un sueño se transforme en realidad constituye ya de por sí una decepción? ¿Por qué soñar es la auténtica fuerza del amor? Porque es la canción de un enamorado. Y mientras busca a la mujer todo va bien, se habla de amor y se sueña con él. Pero cuando la encuentra todo se acaba, sólo es cuestión de tiempo. Eros Ramazzotti se casó con Michelle Hunziker. Yo estaba enamorada de esa canción y de ellos dos, de su historia de amor, de la maravillosa boda que celebraron en Bracciano y de la canción dedicada a ella, escrita y cantada para ella. «No existe nada más hermoso porque eres única, inmensa, cuando quieres, gracias por existir» Gracias por existir. ¿Se puede decir una frase más bonita a una mujer? Es como admitir que sólo porque ella está, porque ella existe, sólo eso es ya un regalo para el mundo. Y, sin embargo, lo dejaron. No bastaron esas palabras. Esa espléndida canción, una hija, su poesía, las sonrisas y los besos de esa boda, no fueron para siempre. Si ellos no lo lograron, ¿por qué debería ser diferente en mi caso? ¡Alex incluso desafina cuando canta! No sé muy bien por qué se me acaba de ocurrir algo tan estúpido, quizá por desesperación, porque comprendo que el matrimonio es como la ruleta rusa Ya que hablamos de música Uno su mille ce la fa, Gianni Morandi, uno de cada mil lo consigue.
Esto -El fotógrafo interrumpe de nuevo sus pensamientos con delicadeza y educación-. Esta pareja quería que los siguiésemos incluso durante su luna de miel, imagine hasta qué punto les gustó cómo trabajamos
¡También durante el viaje!
Sí, pero mis ayudantes y yo no podíamos, nos habíamos comprometido ya para otra boda.
Ah
En cualquier caso -el fotógrafo le enseña la imagen de los novios besándose al final del vídeo-, si le interesan las estadísticas, estos dos siguen juntos. Y tengo que confesarle que cuando empiezo a sacar las fotografías, a la décima ya sé si durarán o no
Niki lo mira con cierto escepticismo.
Él le sonríe.
Le aseguro que es así. Como decía Neil Leifer: «La fotografía no muestra la realidad, sino la idea que uno tiene de ella.» Es muy sencillo A la décima fotografía, si uno de los dos no sonríe, resopla o parece de un modo u otro molesto, eso significa que no pasarán del año. Después de la décima, en cambio, podrían durar para siempre. ¡Es la magia del amor!
Niki sonríe. Debe reconocer que el fotógrafo es simpático. Luego nota cómo la mira y cómo le sonríe intentando alentarla y tranquilizarla. Es el único que se ha dado cuenta de que tiene miedo. Se ha percatado perfectamente. El hombre apoya una mano sobre la suya.
La magia del amor es capaz de obrar cualquier cosa. No se preocupe. Al final él decidirá por todos
Se queda sorprendida, aturdida, aliviada por fin de que alguien, el amor, pueda arreglarlo todo, decidir en su lugar.
Ojalá fuese así ¡Por ahora tengo la impresión de que los únicos que decidimos somos nosotros dos!
¡Ya estamos aquí! ¿Habéis acabado? -Margherita y Claudia los interrumpen de repente-. Si no te convence, Niki, podemos presentarte a otros ¡Tan buenos como él!
Alberto Tonini sonríe sereno: sabe de sobra que es el mejor.
Claro Aquí tienen mi tarjeta y el folleto con todas las posibilidades
Margherita interviene en seguida.
Y con los precios. Pero nos tratará bien, ¿verdad? Nos hará un buen descuento, ¿eh? ¡Si no, no le traeremos más bodas!
Tonini vuelve a sonreír.
Claro Les haré un precio conveniente, como de costumbre. -Da la mano a Niki-. Decida sin prisas ¿Cuándo se casan ustedes?
El 27 de junio.
En ese caso todavía tenemos tiempo. Le reservaré la fecha reservada durante un mes, mejor dicho, dos. ¿Le parece bien? Así puede pensarlo con calma
Está bien, gracias
Margherita y Claudia se entretienen mirando el álbum.
Mira Pero ¿ése no es Giorgio Ballantini?
Pues sí.
¿Y se ha casado? Creía que estaba con otra
Todavía sigue con ella.
Lo vi en el Bolognese Es una amiga.
Están todos locos.
Alberto Tonini aprovecha la distracción de las dos mujeres para acercarse a Niki.
Son un poco eufóricas y particularmente ruidosas, pero ninguna de las dos resopló a la décima fotografía. Su boda era importante para ellas Lo recuerdo muy bien.
Niki le sonríe.
Claro Me alegro.
Se aleja con la tarjeta y el folleto en la mano. Pero el problema no es si ellas resoplaron o no a la décima fotografía. ¡El problema soy yo! Y que cuando llegue el momento será ya demasiado tarde, tanto si resoplo como si no.
Ciento seis
Alex llega jadeando, corre sudoroso con su bolsa de piel marrón de la marca The Bridge. Sube a toda prisa la escalinata de la iglesia.
¡Aquí estoy, aquí estoy!
¡Menos mal! Los demás han entrado ya.
Perdona, Niki -La besa apresuradamente en los labios-. Es que estoy adelantando todo lo que puedo en el trabajo para poder tener más tiempo libre al final, así podremos hacer un viaje más largo. ¡De mil y una noches!
Sí, sí, pero mientras tanto me has cargado con todas las responsabilidades, ¡como después no te guste algo, te aguantas!
Estoy seguro de que todo saldrá de maravilla y de que me gustará mucho -hace ademán de abrazarla.
¡No puedes, idiota! -Niki aprieta el paso mientras cruza el pasillo de la iglesia y pasa por delante de la sacristía.
Alex la sigue a duras penas.
Pero ¿qué hay de malo? Debería ser al revés: éste es el sitio más adecuado para las demostraciones de amor