3. EL PREDICADOR SEGÚN EL MAESTRO VICENTE FERRER
Como ya he indicado, el valenciano utiliza esas diversas imágenes sobre la predicación y que en cierto sentido definen al predicador y que puede decirse además trazan su autobiografía.
Además, se ha podido apreciar que estas imágenes giran en torno a la idea de que el verdadero predicador es un instrumento al servicio de Dios, pues pone todo lo que está de su parte, todos sus talentos, trabajo, esfuerzo. Los biógrafos del Santo nos hablan de lo entregado que era al estudio y oración, robando horas al sueño para dedicar más tiempo a la preparación de su predicación. Pero luego todo lo esperaba de Dios. Por eso predomina la imagen de instrumento y vigilante. Sabe que está en manos de Dios y al servicio de las gentes. Sabe que es voz que llama invitando al banquete del Reino, fiel como el perro del pastor y despierto como el gallo, dócil como un instrumento de música. Siempre vigilante en la muralla, es el primero en ver los peligros y por eso es el primero en anunciarlos. Escucha a Dios en la oración, y estudia y prepara la manera de hablar al pueblo para que le entienda.
Volvamos al ya mencionado sermón del Tercer Domingo de Cuaresma predicado en Valencia en 1413 (Quaresma 1927: 131-132). En él señala que los añafiles (nafils), las trompetas, son muy necesarias en las batallas y en la vida. Pregunta: ¿sabéis por qué? El clamor de la trompeta mueve todos los corazones y mueve la sangre. ¿Quiénes son éstos? Los predicadores, con su predicación de trompeta 6 La trompeta no está hecha como una caña, sino que la podéis plegar. Daos cuenta de que la predicación no debe ser de una pieza nada más, sino de ciertas piezas que se relacionan unas con otras, como la trompeta, que mete un tubo dentro del otro. Además es estrecha en la boca y ancha en el otro extremo; así debe ser del predicador y tener la estrechez (estrenyer-se 7) del estudio, apartado de gentes e intereses, pactos o confesiones, que todo eso es causa de que no dé fruto es bueno, pero impide lo mejor, pero ¿cómo podría uno predicar bien si va todo el día arriba y abajo? Imposible sin la estrecha senda del estudio. Y, después, se ensancha, que es cuando lo comunica a vosotros. Jesucristo tenía esa manera: apartado de todos, salvo cuando predicaba. No lo veían sino cuando predicaba. Y no porque le hiciera falta estudiar ni porque le molestaran, sino por darnos ejemplo. Por otra parte, cuando queréis hacer sonar la trompeta, debéis tener las manos en ella. Es decir, que el predicador, lo que predique, debe hacerlo: si predica humildad, que se ponga manos a la obra, que sea humilde; si predica sobre la avaricia, que no sea avaricioso; si predica castidad, él debe serlo. Y es que debe practicar el predicador todas las buenas obras que predique.
Y así en su Tratado de la vida espiritual acabada expresión de su experiencia personal aconseja a su destinatario, que con mucha probabilidad era un joven dominico:
En las predicaciones y exhortaciones usa un lenguaje sencillo y en cuanto puedas, un estilo familiar para señalar los hechos particulares insistiendo con ejemplos, para que cualquier pecador que tenga aquel pecado se sienta aludido como si predicaras sólo para él. Pero de tal manera que parezca que las palabras proceden no de un corazón soberbio o indignado, sino más bien de entrañas de caridad y de piedad paterna, como de un padre que se duele de ver pecar a sus hijos, o que están en una grave enfermedad, o caídos en una sima profunda, y se esfuerza en sacarlos y los ayuda a liberarse, como una madre; o como quien se alegra de su aprovechamiento y de la gloria que les espera en el Paraíso. Este modo de predicar suele ser provechoso a los oyentes, mientras que hablar en general sobre las virtudes y los vicios, mueve poco a los que escuchan». Concluyendo: «Tú, pues, quien quiera que seas, que deseas ser útil a las almas de tus prójimos, primero de todo recurre a Dios de todo corazón y suplícale siempre en tus oraciones que se digne infundir en ti aquella caridad, compendio de todas las virtudes, por la que puedas llevar a cabo lo que deseas 8.
Pero estas indicaciones a su remitente se entienden más plenamente a la luz de lo que le ha indicado anteriormente sobre el estudio, hablando ahora en tercera persona:
Nadie, por más agudo entendimiento que tenga, debe omitir aquello que le pueda mover a devoción. Es más, todo lo que lee o estudia debe proyectarlo en Cristo, dialogando con El y pidiéndole la inteligencia.
Muchas veces, mientras está estudiando, debe apartar durante un cierto tiempo los ojos del libro y, cerrándolos, esconderse en las llagas de Cristo, y de nuevo volver al libro. Y también frecuentemente debe levantarse de la mesa y, en la celda, dobladas las rodillas, dirigir a Dios alguna breve y encendida oración. 0 también salir de la celda y pasear por la iglesia, el claustro, o el capítulo, dejándose llevar por el impulso del Espíritu. Y, a veces con oración expresa, o callada, implorar el divino auxilio con gemidos y suspiros desde el corazón ferviente, presentando al Altísimo sus buenos propósitos y deseos, reclamando para ello el auxilio de los santos.
Este ejercicio a veces se hace sin salmos y sin ninguna otra oración vocal, aunque a veces ha nacido de ellos, o de algún versículo de un salmo o de un pasaje de la Sagrada Escritura, o de la vida de algún santo, o también por inspiración íntima de Dios, hallado por el propio deseo o pensamiento.
Pasado este fervor de espíritu, que ordinariamente dura poco, puedes traer a la memoria lo que antes estudiabas en la celda, y entonces se te dará una más clara inteligencia. Hecho lo cual, vuelve otra vez al estudio o a la lección, y de nuevo a la oración, y así has de ir alternando. Pues en esta alternancia hallarás mayor devoción en la oración y una inteligencia más clara en el estudio.
Este fervor en la devoción, después del estudio de la lección, aunque indiferentemente llegue en cualquier hora, según se digna otorgarlo, como le place, aquel que suavemente dispone todas las cosas, sin embargo, regularmente suele venir más fuerte después de los maitines. Por tanto, a primeras horas de la noche vela poco para que, después de maitines, puedas ocupar todo el tiempo en el estudio y en la oración (San Vicente Ferrer 2005: 545-546).
Así pues, él utilizaba y aconsejaba usar un lenguaje sencillo, concreto, con los medios retóricos al alcance. Utilizaba también exempla, similitudines, tomadas de los Santos Padres y otros autores, aunque como buen conocedor de la Biblia que era, de ella provendrán muchas de las imágenes que emplee..
Y es que el predicador debe procurar iluminar la vida concreta de sus oyentes. Y así señaló que el futuro mártir el diácono Vicente en un evidente anacronismo al servicio de los objetivos pastorales parenéticos predicaba de esta manera:
als richs, que comprassen lo regne celestial, donant almoynes als pobres, que mudassen la roba dellá, fent obres pies. Als pobres preÿcave que haguessen paciència. Als officials que conservassen justícia, que no la volguessen corrompre en deguna manera. Als religiosos preÿcave obediència, pobresa, castedat. Als preveres induÿé a devoció, que fossen devots e mundes, com ells eren sepulcre de Jesuchrist. Item, preÿcave als malalts que honrassen e loassen Déu e no·l malaïssen, per grans dolors que haguessen, mas que·u sostinguessen pacientment (et sich de singulis, a vídues, etc.). E allò que preÿcave de paraula, encara ó complie de obra []. No havie, donchs, les mans paralítiques, axí com aquells qui han le lengua longa a parlar e les mans paralítiques en ben obrar, mas servave ço que preÿcave 9.
En un sermón sobre la Magdalena se pregunta con cierto dejo de misoginia: ¿Por qué Santa Magdalena, que era mujer, convertía a gentes infieles y nosotros no podemos convertir a los «malos cristianos»? Responde que porque su predicación tenía tres cosas: doctrina celestial, vida espiritual y obra divinal, y aduce al profeta Jeremías (23, 28-29). Añadiendo que nuestra predicación no tiene estas tres cosas, porque: no es doctrina celestial sino terrenal, que suena a los oídos con cadencias como Virgilio y Ovidio, etc.; ni vida espiritual, que es el sello de la predicación; ni obra divinal porque no hacemos milagros como Santa Magdalena, sino que hacemos falsos milagros («miracula enbotits»), esto es, escándalos como es por ejemplo vivir lujuriosamente (CC 2002: 395, Sermón 105; Esponera Cerdán 2007c: 63-86).
Para el valenciano el verdadero predicador debía tener «sabiduría teológica» según el libro del Eclesiástico:
praedicator theologus, tanquam imbres mittet eloquia sapientiae suae; quia predicatio tanquam aqua divinarum doctrinarum refrigerat ardorem superbiae in superbis; avaritiae in avaris; luxuriae in luxuriposis; et sic de aliis. Et sicut pluvia, facit fructificare in bonis operibus et meritis. Nota: ipse palam faciet disciplinam doctrinae suae. Ne dicatur: iste frater dicit et loquitur multa bona de humilitate, sed ipse est superbus; pulchros sermones facit de misericordia et liberalitate, sed ipse est avarus; multum commendat castitatem, sed ipse est luxuriosus; et sic de aliis (OO 1693 III: 140; Esponera Cerdán 2007c: 151-156).
Sin olvidar nunca que
Déus nos appelle a la cena de Paraís per paraula viva 10. Aquesta paraula viva és la Sancta Scriptura, que quant, eno cure de poetes, Virgili, Dantes, ne daquelles cadències, etc., mas tant solament de la Santa Criptura, veus que tal preycador no preyque ell, mas lo Sant Sperit o Jesucrhrist, e aquell no és sinó caramella. Digau, quan hun sonador sone una cornamusa, digau, aquell so, de qui és? De la cornamusa o del sonador? Del sonador és. Axí és del bon preycador de bona vida, que ell és lo instrument; mas Jesuchrist és lo sonador que inflame la voluntat a amar, la intel.ligència a disfernir, la memòria a remembrar [] e per ço al preycador no li deu ésser feta honor, mas a Jesuchrist salvador 11.
Ya se ha señalado que para el valenciano los predicadores son pescadores, que con la red de la palabra pescan las almas de los hombres.
Tamen est necessarium, quod tales piscatores piscent de die, scilicet per bonam vitam, et non de nocte, scilicet per malam vitam, quia tunc nil reciperent, nam quod prodest predicare contra vicia, et ipse esset viciosus?; in vanum laboraretur predicando de nocte, id est stando in mala vita [] Item, est necessarium quod predicatores, si volunt recipere, et piscare animas, quod proiciant retem predicacionis ad partem dexteram, id est rectam intencionem, cusa convertendi animas, et non ad partem sinistram, id est pravam intencionem, causa habendi pecunias et vanam gloriam. Et tunc tales piscatores recipient multos pices grosos, scilicet CLIII, convertendo multas gentes (CC 2002: 148-149, sermón 34).
De evidentes resonancias evangélicas: Lc 5,4-6 y Jn 21,6.
Según Anta Jares no se encuentra en
la obra literaria de San Vicente ninguna definición propia y específica de predicación. Se expresa siempre con analogías, comparaciones y metáforas, dando siempre por supuesto el concepto, que para él es claro. Cuando habla de predicación lo hace, generalmente, para describir sus efectos o para perfilar sus cualidades (Anta Jares 1963: 20).
Pero puede afirmarse que según el Maestro: 1) la predicación es «dar a conocer», «comunicar», «manifestar», «abrir camino», «conquistar», «continuar la misión de Jesús», «participación de la palabra escatológica», «juicio», «llamamiento», «invitación», «sembrar»; 2) lo que se comunica es el mensaje evangélico de Cristo, las cosas divinas, la Palabra viva, que es la Sagrada Escritura (Esponera Cerdán 2007d); y 3) el medio, el instrumento, es el propio predicador.
No se debe olvidar que el Maestro Ferrer utilizaba la Biblia en la versión Vulgata, como lo hacía la liturgia oficial en la Misa, Breviario, etc., y según le parecería conveniente aplicaba los tradicionales cuatro sentidos de las Escrituras: «1º erit in intellectu ystorial o literal; 2º allegorical o figural; 3º tropological o moral; 4º anagogical o sobrenatural» 12.
Característico de la genuina espiritualidad dominicana (contemplata aliis tradere), es que esta predicación brota del rebosar de la fuente de la contemplación, es un trasmitir el conocimiento de Dios, profunda y vitalmente poseído. San Vicente dice que «theologus debet studere ut cognoscat Deum, et eum cognoscendo diligat, et faciat ipsum alios cognoscere et amare, praedicando vel legendo» (OO 1693 III: 273).
La predicación vicentina reunía las condiciones ya citadas señaladas por Alain de Lille al ser esencialmente: 1) un discurso oral, pronunciado por un predicador que se dirige a un auditorio; 2) para instruirle y exhortarle; 3) sobre un tema concerniente a la fe y moral y basado en un texto sagrado.
Así pues, las imágenes vicentinas giran en torno a la idea de que el verdadero predicador es un instrumento al servicio de Dios, pero imprescindible pues pone todo lo que está de su parte, todo su trabajo y esfuerzo. Los biógrafos del Santo nos hablan de lo entregado que era al estudio y a la oración, robando horas al sueño para dedicar más tiempo a la preparación de su predicación. Pero luego todo lo esperaba de Dios. Predomina en él la comprensión de sí mismo como instrumento y vigilante. Sabe que está en manos de Dios y al servicio del pueblo. Sabe que es voz que llama invitando al banquete del Reino, fiel como el perro del pastor y despierto como el gallo, dócil como un instrumento de música. Siempre vigilante en la muralla, es el primero en ver los peligros y por eso es el primero en anunciarlos. Escucha a Dios en la oración y estudia y prepara la manera de hablar de El al pueblo para que le entienda.
Con sus sermones, el Maestro Vicente procuró anunciar la Palabra de Dios iluminando la vida de sus oyentes, buscando lograr su conversión y la trasformación de aquella sociedad que entendía en crisis y bastante descristianizada.
Y lo hizo con formulaciones teológicas generales dentro del más puro ámbito teológico escolástico tomista (Esponera Cerdán 2007c: 227-231; Esponera Cerdán 2019), utilizando todos los recursos oratorios a su alcance (nemotecnia, vivas imágenes, parábolas, lenguaje no verbal, elementos parateatrales, etc), con formulaciones teológicas fueron simples, sencillas. Además, algunos bloques de sus sermones concluyen con unos moraliter, o aplicaciones concretas para la mos, o sea la vida de los oyentes, que evidentemente presuponía que eran cristianos o se aspiraba a que fueran. Todo esto, más si cabe se reforzaba cuando estaban dirigidos a públicos muy concretos (seglares, religiosas, sacerdotes, etc.).
Para ello utilizó los medios que estaban a su alcance, con elementos parateatrales, por ejemplo. Es muy abundante y reiterado el modelo iconográfico del Maestro predicando de pie, en un espacio abierto, brindando inclusive la distribución de su audiencia (Miguel del Prado, Colantonio, Bellini, Bartolomeo degli Erri, etc.), teniendo cuadros muy similares Siano di Pietro de la predicación de San Bernardino de Siena, franciscano vinculado a San Vicente y otro de los grandes predicadores populares de la época.