Per la reixeta - Albert Toldrà i Vilardell 6 стр.


Això només és el principi. Sis anys després, fra Salvador és denunciat en sèrie per joves novícies del convent de penedides de Sant Gregori, de València. Sor Maria Agustina de Sant Gaetà declara al comissari que fra Salvador, coneixent el seu passat com a prostituta, li havia demanat de sobte «de qué edad se perdió la declarante, y respondiendo esta que de treze a catorze años de edad», aquest li va respondre:

Pues demonio, ¿cómo te lo pudieron meter teniendo el augero tan pequeño, y teniéndolo los hombres tan gordo? ¿Te devieron de hacer mucho mal. Escucha, y lo tenías peludo? ¿Y tenías mamellas? Aora ya las tendrás. [...] ¿Y les tocastes los botones? Porque ellos quieren que se les toquen para meter el palmo de carne que tienen, y al cabo de media hora que lo han metido, y han dado aquellas besotadas, y han hechado la symiente, se acabó todo. [...] Pues te devieron ver las ancas, las piernas, el vientre y todo. Escucha, ¿y te lo han hecho muchos?

Interrogada després sor Maria dels Dolors, diu que fra Salvador li demanava en confessió «la edad en que se perdió y comenzó a ofender a Dios, y respondiendo la que declara que tenía entonces de nueve a diez años de edad», li va dir «que lo tendría muy pequeño». També li va preguntar «si lo tenía peludo, [...] si tenía mamellas...» Literalment, les mateixes preguntes. En la raticació, sor Maria afegeix que el confessor li havia preguntat «si tenía el augero muy grande». Denuncia després sor Gregòria de Sant Vicent: fra Salvador li havia demanat «quántos hombres tenía, si la hacían mal, si la hacían sangre, si le avían rompido el telo de la Virginidad y si le avían hecho muy grande el augero». El mateix any, el 1768, també el denuncia sor Tomasa del Salvador, per preguntar-li «si en los actos venéreoso carnales se avía advertido mojada; si en los mesmos actos con los hombres se ponía bajo o encima de estos; si tenía con pelos sus partes; si al confesarse con él sentía movimientos carnales, si era joven o vieja, y si después pasaría a la rexa».

A continuació va sor Tadea del Miracle de Jesús: fra Salvador li deia

si se avía tocado la ga, quántos hombres se lo avían hecho y cuántas veces, cómo se ponían los hombres quando se lo hacían, y ella cómo se ponía, si le metían lo que tenían ellos en la ga; añadiendo a esto porque como unos lo tienen más gordo que otros, lo hacen más veces unos que otros; [...] si quando se lo hacían derramava muchas veces, añadiendo que los hombres después de un rato que lo meten, arrojan dentro las mugeres la semilla, y de eso unas quedan preñadas y otras no; y por último, la dixo: ¿Te tocaban los pechos y las partes?

Encara una altra monja, sor Bernarda Barrero, denuncia que fra Salvador en confessió li havia demanat «si se tocava la ga».

Però no acaba ni tan sols ací la cosa. Un temps després, el 1773, quan fra Salvador de la Creu ja ha estat processat i sentenciat, els inquisidors reben encara una denúncia contra ell de Vicenta Tamarit, a la qual fra Salvador demanava en confessió, sis anys abans, «si su marido tenía las partes largas y si eran muy gordas, y si quando usaba del santo matrimonio se las metía todas dentro, él todo lo querría meter, y asta dónde llegaba con ellas». El monjo també li deia: «Si io viera tus partes, y tu las mías, no me causaría ninguna novedad, porque no eran para mí [...] he pensado estando en la celda, ¿esta chica cómo tendrá las partes?». En estar la dona malalta, fra Salvador la visita per confessar-la, i després al confessionari, li diu: «Para los pechos que tienes, los pezones tienes muy gordos». També li demana

si quando su marido se llegava a ella, si le ponía los dedos en sus partes; [...] si en sus partes tenía pelo, y también que quando bajase lo que acostumbra a las mugeres y se pegase la sangre al pelo, que se lo cortase, porque le dijo, las monjas así lo hazen; [...] si las partes de su marido eran como el puño, o si se podían albarcar con la mano; [...] que quando le picase en las partes, que se rascase por encima la ropa, que sería alguna pulga, y si criava piojos en las partes.21

Antònia Albert, fadrina de Picassent, denuncia lany 1781 fra Agustí Soriano, que li demana en la confessió

si havía tenido conversación con otras tocante a sus partes vergonzosas, si se havía tocado, si se havía metido los dedos, si se havía cortado el vello o los pelos, si los havía cortado y los havía medido con otros de otra alguna, [...] si havía visto alguna vez las partes vergonzosas de algún hombre, y respondiendo que sí, la repreguntó el confesor si eran tan gordas como la muñeca, que qué pensamiento avía tenido la penitente, que si le havía venido algún derramamiento, que cómo era, diciendo la que denuncia que como mocos, prosiguió el confesor explicándola que ay dos especies de derramamiento, que uno es pecado, y es quando se derrama aquella materia de que se hazen niños, que quando se derrama otra cosa, que no es pecado, que antes bien es saludable, [...] que era presiso saberse qué es lo que se derramava, y turbada la penitente diciendo que ella no lo sabía discernir, la replicó el confesor que era preciso que él lo havía de ver, y él lo discerniría, y escusándose la penitente por rubor y que en su casa no podía ser, la dixo que saliese fuera, y que si allí le venía que él lo vería y discerniría bien los materiales.22

Caldrà potser explicar ací que, segons creu el paradigma mèdic galènic, el flux vaginal és un semen femení, necessari per a la concepció.

Fra Francesc Albero és denunciat per carta el 1791 per Clara Ripoll, dAlcoi: el monjo li declara insistentment

un amor ciego, diciéndome que se moría por mí, [...] me daría tantos besos, me haría tantas caricias, y por n que si yo me dexaba gozar y le daba ese gusto, me prometía todo quanto yo quisiese, dineros, vestidos, alhajas, regalos y quanto yo desease, y todo quanto un hombre enamorado y ciego suele decir a una muger para inclinarla a su gusto.

Lany següent fra Francesc fa una espontània: confessa com, deu anys enrere, en demanar-li una penitent

si pecava permitiendo a su marido el uso del Matrimonio en cierto modo no regular y contra el n del matrimonio, atendida su rusticidad y modo de explicarse, le respondí con los mismos términos y palabras de ella, diciéndole le dijese a su marido: Si vols fer-mho del modo natural i sense perill de pecar, fes-ho. Pero que de otra manera que fuese pecado que no lo permitiese.

També com, fa un parell danys, una altra penitent, en confessar-se, «diciéndome que dormía con otra de su sexo, la dije que naturalmente habrían hecho cosas feas, y que se habrían dicho una a otra: Que cosa tan gran que tens». Confessa encara com en demanar-li una dona «si tener gusto en el Matrimonio era pecado, la respondí que no, que antes si procurava no tener gusto, pecaría por impedir la generación, que era uno de los nes del Matrimonio, y así quando usase del Matrimonio, hisiese lo que pudiese».

Tot seguit, fra Francesc fa una altra espontània: ara sinculpa que, a una «doncella rústica, que se confesó de varios tocamientos con otro, [...] la pregunté si le havía puesto las manos dentro, y quantas vezes, [...] si su cómplice se havía puesto encima y si le havía puesto alguna cosa». I afegeix un altre episodi, amb una altra «doncella rústica», la qual,

accusándose con su modo rústico que li gu avia fet a un home, le pregunté si havía avido derramamiento en el hombre y si ella havía cooperado a él, y para conocer si en ella havía avido polución, le pregunté con los mismos términos de ella, si el hombre li gu avia fet a ella, y si ella misma so avia fet, y si gu avia fet en atres del seu sexo, y para conocer si havía tenido fornicación, la pregunté si el hombre havía usado de ella, y no entendiéndolo en estos términos, le pregunté si el hombre havía juntado sus partes con las de ella, y si las avía entrado dentro.

accusándose con su modo rústico que li gu avia fet a un home, le pregunté si havía avido derramamiento en el hombre y si ella havía cooperado a él, y para conocer si en ella havía avido polución, le pregunté con los mismos términos de ella, si el hombre li gu avia fet a ella, y si ella misma so avia fet, y si gu avia fet en atres del seu sexo, y para conocer si havía tenido fornicación, la pregunté si el hombre havía usado de ella, y no entendiéndolo en estos términos, le pregunté si el hombre havía juntado sus partes con las de ella, y si las avía entrado dentro.

Encara el mateix any, el frare fa una tercera espontània. Hi reconeix, com havia explicat a la novençana Antònia Peidró, dAlcoi, els pecats del matrimoni: «que si por su culpa derramaba fuera pecaba mortalmente, i que los tocamientos tenidos con su marido por gusto i sin ánimo del uso del matrimonio, i con peligro de polución eran pecado». També havia demanat a una tal Santonja, dAlcoi, «si havía tenido tocamientos consigo misma, i si se havía puesto la mano dentro de sus partes», i de manera similar a una «viuda rústica» dAlcoi, «si algún hombre la havía tocado, i si le havía puesto la mano dentro».23

Una variant particular és la dels excessos verbals de fra Joan Salvador, franciscà, que, en realitat, més que demanar a la dona, monja, sobre els seus pecats, sadelita explicant-li la mecànica de la sexualitat i les temptacions que ell pateix. El denuncia sor Maria de Sant Pere dAlcàntara, monja franciscana del convent de Nostra Senyora dels Àngels de Russafa, lany 1714.

Fra Joan li havia contat en confessió que

havía soñado que llegava a una muger, que tuvo entonces polución, y tenía sus partes alteradas. [...] La explicó cómo se hacía la generación humana, diciendo que en ella el hombre se junta con la muger y que las partes del hombre entran en las de la muger, y que el hombre allí derrama una materia de la qual se forma la criatura, y que muchos no tienen hijos por no tener bastante de ella, y algunas mugeres porque suelen ser frías, y que los que llegan por atrás, aunque se deleytan más, no engendran hijos, y que quando el hombe es necio se pone debaxo y la muger encima, y que quando está preñada se suele poner arrodillado, o sentado, y que él también tenía alguna vez poluciones pensando en algunas mugeres, y que él, siendo estudiante, avía llegado, o juntádose con otro, y que las mugeres también podían, como los hombres, tener poluciones consigo solas, y que las que él tenía eran refregando o meneando sus partes, y que las mugeres las podían tener refregando las suyas, o metiendo los dedos o alguna otra cosa dentro de ellas, y le explicó el modo o forma como son las partes deshonestas del hombre; si bien no la solicitó formalmente [...] la dexó con gran confusión y no menor horror, por no aver oído jamás, ni concebido hasta entonces especies tan obscenas en toda su vida.24

La confessió, daltra banda, és una ocasió magníca per intercanviar discretament cartes i bitllets amorosos, en especial amb les monges; malgrat que siguen escrits i llegits fora de la confessió, aquests fets constitueixen sol·licitació. En el cas que acabem de veure, a banda dels seus discursos d«educació sexual», fra Joan Salvador es dedica també a encalçar sor Maria amb cartetes; tot i haver cessat com a confessor interí del convent, encara per vuit mesos li les envia, a raó duna o dues per setmana,

las quales recibía la Declarante sin registro, como cartas de Padre espiritual, mas luego las quemava para librarse de el peligro de que por alguna contingencia se lehessen, y por esso no puede exhibir ninguna; no puede la declarante individuar formalmente el contenido de ellas, sí que por lo regular las tentaciones que la comunicava eran de torpeza.25

La caritat a dones necessitades, tant si es tracta de menjar com dalmoines en diners, és una pràctica que, des del prisma de la sol·licitació, és propera a labús de situacions desesperades o de la prostitució. Fra N. Sancho,26 franciscà, és denunciat el 1778 per Francesca Palés, vídua amb dues lletes que sol demanar-li almoina al convent de la Corona de València; la cita al convent de monges de lEncarnació, a les nou del matí, on ell havia de confessar, i li diu «que le esperara en el pasadizo o callejón que hai de la portería a la Iglesia, que en concluiendo entraría él i podría gozarla, pero la declarante no quiso consentir en tan depravado intento». En la raticació, Francesca conta com hi anà, el va esperar i

concluídas las confesiones de las monjas, entró allí el Padre Sancho i le repitió desde luego sus deseos de gozarla, cogiéndose con las manos los hábitos i levantándolos i acercándose a la declarante, la que no quiso consentir en su depravado intento, i sin conseguirlo, le dio al n limosna.27

La promesa de regalets a la dona també és un mitjà per a la seducció emprat per alguns sol·licitadors. A fra Camós, franciscà, això li costa car. Lany 1800 el denuncia Rosa Pérez, una criada dAlcoi de quinze o setze anys, que diu que dos anys abans, «esta solicitó al dicho Padre a cosas torpes contra el sexto precepto, y este manifestó su consentimiento. [...] En las confesiones no se hablava más que de cosas desonestas y de los deleites que havían tenido Confesor y Penitente, prosiguiendo el Confesor en frequentar la casa de Rosa Pérez, teniendo con ella tactos impuros». En linterrogatori davant el comissari, Rosa ho torna a explicar engrescada després de les:

conversaciones desonestas, le convidó ella misma al pecado carnal, cuio convite admitido por el Padre Camós, continuó tres veces en pecado consumado, y todo el resto de la Quaresma en tactos, ósculos y otras acciones torpes, siempre que havía lugar o proporción, en la misma casa, cuios pecados y acciones desonestas confesó la declarante con el mismo Padre Camós por consejo del mismo.

Però poc més tard, Rosa es presenta davant el confessor que li havia escrit la denúncia, per desdir-sen:

[...] que procedió de alguna mala voluntad contra el dicho Padre Camós; era ell qui lassetjava, provocándola a cosas torpes, aunque dicha muger no consintió; que le prometió un pañuelo y no le cumplió la palabra, y de esto está resentida y ha pasado a hazer lo que a hecho. En linterrogatori següent, ella reconeix que ni la sol·licitació va ser en confessió, ni va haver-hi contacte sexual: [...] quanto dixo en la primera declaración, lo que conesa ser falso y lo dixo por venganza de no haver cumplido el padre Camós la promesa que le hizo de un pañuelo que le havía prometido.28

El sol·licitador sol demanar on viu la penitent, amb la intenció de visitar-la i obrar amb més llibertat; també sol preguntar quan no hi és el marit, quan és sola a casa, de vegades amb excusa de devocions, penitències o negocis del món beat. I freqüentment emprant la malaltia de la dona com a motiu per anar a sa casa a confessar-la, com ja hem vist.

Fra Francesc Castelló, de València, té clara lestratègia. Lany 1687 el denuncia Josepa Maria Bartomeu: lhavia sol·licitada, i en vista de la seua negativa, fra Francesc proposa a una tal Maria Grau, que sol anar a casa de Josepa, que el monjo i la xica es vegen a casa seua; Maria shi nega. Interrogada, Josepa conta com fra Francesc «en diferentes ocasiones instó en que quería ir a casa de esta, [...] la dixo que avía de llegar a ella antes que se casase, [...] antes de la absolución, [...] hiço acción de ponerle la mano en los pechos de esta [...] como con efecto lo executó y esta le apartó». Lany següent una altra dona, Josepa Martí, també el denuncia per fets similars. En dir-li ella que havia estat malalta, fra Francesc fa: «Cómo no me llamava a su casa a confesarla, que yo me hubiera acostado con usted». També li diu «que pensando en ella havía tenido tocamientos lascivos», i Josepa afegeix que «la abraçó y dio ósculos y hizo ademán de ponerla las manos en los pechos».29

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